Reconocer nuestra ciudadanía
18 octubre, 2023Vivir en el exilio
18 octubre, 2023Tabernacular con Dios
El éxodo del Antiguo Testamento fue lo que hizo que a los antiguos israelitas se le atribuyera la descripción de «peregrinos y extranjeros». Eran un pueblo seminómada cuya vida Harvey Cox una vez comparó con un juego de dados. Se movían de un lugar a otro. Hasta su iglesia era un tabernáculo que había que levantar y desmontar repetidamente mientras seguían la guía de Dios en el desierto.
Esta imagen ocupa un lugar destacado en la representación de la Encarnación en el Nuevo Testamento. En el Evangelio de Juan, está escrito que el Logos, el Verbo divino, estaba «con Dios» y «era Dios» desde el principio, y «se hizo carne, y habitó entre nosotros» (Jn 1:14). La palabra que aquí se traduce como «habitó» significa literalmente «tabernaculó» o «instaló Su tienda de campaña» entre nosotros.
En este sentido, Cristo es el peregrino por excelencia. La Encarnación es el peregrinaje supremo. Cristo dejó Su hogar celestial para entrar en nuestro peregrinaje por amor a nosotros. El Suyo fue en solidaridad con los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob.
Amo mi patria. Cada vez que viajo al extranjero, estoy feliz de regresar a los Estados Unidos. Pero esta nación es una posada, un lugar de descanso en medio de un viaje más elevado, una parada en el camino hacia mi verdadero hogar.
Coram Deo: vivir delante del rostro de Dios
Reflexiona en esta gloriosa verdad: Dios instaló Su tienda de campaña entre nosotros.
Para estudiar más a fondo
Juan 1:4-5
Juan 1:14