Aceptar el cuidado de la Iglesia
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18 octubre, 2023Vestidos con Su justicia
La Iglesia es nuestra madre, pero es la esposa de Cristo. En este rol, somos el objeto del afecto de Cristo. Nosotros, de manera corporativa, somos Su amada. Manchados e imperfectos, en nosotros mismos somos todo menos santos. Cuando decimos que la Iglesia es santa, o nos referimos a ella como «santa madre Iglesia», lo hacemos sabiendo que su santidad no es intrínseca, sino derivada y dependiente de Aquel que la santifica y la cubre con el manto de Su justicia.
Al igual que el esposo atento abriga a su esposa y le presta caballerosamente su abrigo cuando tiene frío, así nosotros estamos revestidos desde lo alto por un esposo que no se detiene ante nada para defender, proteger y cuidar a su novia. La Suya es una caballerosidad máxima, una caballerosidad que ningún cambio de las costumbres terrenales puede erradicar o hacer pasar de moda. Esta caballerosidad no está muerta porque no puede morir.
La esposa de Cristo está manchada, pero un día será presentada sin mancha al Padre por el Hijo que la compró, que la ama y que intercede por ella cada día. Si amamos a Cristo, también debemos amar a Su novia. Si amamos a Cristo, debemos amar a Su Iglesia.
Coram Deo: vivir delante del rostro de Dios
Pídele a Dios que reavive tu amor por los miembros del cuerpo de Cristo, la verdadera Iglesia.
Para estudiar más a fondo
Apocalipsis 3:5
Salmo 111:13
2 Pedro 3:14