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En un prefacio a una edición del libro de Atanasio La encarnación del Verbo, C.S. Lewis escribió sobre lo valioso de leer libros antiguos. En este episodio de 5 Minutos en la Historia de la Iglesia, Stephen Nichols habla sobre lo que Lewis decía que podemos aprender de los libros antiguos.
Transcripción
Bienvenidos a 5 Minutos en la Historia de la Iglesia, un podcast de los Ministerios Ligonier con Steve Nichols.
En algunos episodios de 5 Minutos en la Historia de la Iglesia hemos mencionado la obra de Atanasio, uno de los padres de la iglesia, en su libro titulado La encarnación del Verbo. En una de esas ocasiones mencioné que existe una edición del libro de Atanasio que incluye una introducción o prefacio de C.S. Lewis. Pensé que sería bueno hablar de ese prefacio. Este no es un prefacio cualquiera, es un prefacio de C.S. Lewis. Y no es para un libro cualquiera, es para esa obra clásica: La encarnación del Verbo, de Atanasio. La primera frase con la que Lewis introduce su prefacio dice:
Hay una extraña idea circulando de que en cada tema solamente los profesionales deben leer los libros antiguos, y que los aficionados deben conformarse con los libros modernos.
Lewis continúa diciendo, que por ejemplo, a un lector moderno con curiosidad de aprender sobre Platón nunca se le ocurriría simplemente leer directamente a Platón. En lugar de leer a Platón, los lectores modernos querrían conformarse con leer libros más sencillos acerca de Platón. Lewis dice que esto está «al revés».
Debemos recordar que estos escritores y libros antiguos no muerden. No son tan dañinos como pensamos que son. No son tan peligrosos; no deberíamos temer adentrarnos en ellos. Pero Lewis sospecha que es algo más que el miedo lo que nos aleja de los libros antiguos. Puede que sea una desacertada satisfacción con nuestra propia época y con la perspectiva de la misma. Y así, Lewis continúa diciendo en su prefacio:
Cada época tiene su propia perspectiva. Es especialmente buena para ver ciertas verdades y especialmente propensa a cometer ciertos errores. Por lo tanto, todos necesitamos los libros que corrigen los errores característicos de nuestra propia época. Y eso implica recurrir a los libros antiguos. Todos los escritores contemporáneos comparten hasta cierto punto la perspectiva contemporánea, incluso aquellos, como yo, que parecen estar más en contra de ella.
Entonces procede a hablar de nuestra ceguera ante nuestras propias suposiciones y dice:
Ninguno de nosotros puede escapar completamente a esta ceguera, pero ciertamente la aumentamos, y debilitamos nuestra guardia contra ella, si solo leemos libros modernos. Donde estos libros modernos estén en lo correcto nos darán verdades que ya conocemos a medias, y donde estén errados empeorarán el error del que ya estamos gravemente enfermos.
El único remedio —dice Lewis— es mantener la limpia brisa marina de los siglos soplando en nuestras mentes, y esto solo puede hacerse leyendo libros antiguos.
Y entonces termina con una frase bastante ingeniosa:
Sin duda, los libros del futuro serían un correctivo tan bueno como los libros del pasado, pero desafortunadamente no podemos obtenerlos.
Así pues, no tenemos los libros que se escribirán, pero sí tenemos los libros que se han escrito. Y son estos libros antiguos los que pueden darnos una perspectiva refrescante, incluso necesaria, de nuestra época. Por supuesto, el libro que nos ocupa es este de Atanasio. El epitafio de Atanasio es Athanasius contra mundum: «Atanasio contra el mundo». Lewis continúa diciendo en su introducción:
Atanasio permaneció firme en la defensa de la doctrina trinitaria plena y sin mancha cuando parecía que todo el mundo civilizado estaba retrocediendo desde el cristianismo hacia la religión de Arrio, hacia una de esas religiones sintéticas “sensatas” que tanto se recomiendan hoy y que, entonces como ahora, cuentan con muchos clérigos altamente cultivados entre sus seguidores. La gloria de Atanasio radica en no haberse dejado llevar por la corriente de su tiempo; su recompensa es que él permanece aun cuando esos tiempos, como todos los tiempos, han pasado.
Y así tenemos a Atanasio contra el mundo, permaneciendo firme en la visión ortodoxa de Cristo y sobre la cual escribe en su libro La encarnación del Verbo. Un libro que podemos leer hoy, mil setecientos años después, y ser alentados en nuestra fe. Así que gracias, C.S. Lewis, por tu prefacio, y gracias, Atanasio, por tu libro.
Soy Steve Nichols. Gracias por acompañarnos en 5 Minutos en la Historia de la Iglesia.