Conocimiento de Dios
18 marzo, 2022Tres en persona
18 marzo, 2022Uno en esencia
Décima parte de la serie de enseñanza del Dr. R.C. Sproul «Fundamentos I: Dios y la Escritura».
La unidad y singularidad de Dios es tan importante y central para la vida religiosa de Su pueblo que el libro de Deuteronomio ordena que sea enseñada a los hijos diariamente. En esta lección, el Dr. Sproul analiza la verdad de que nuestro Dios es uno en esencia.
Transcripción
Cuando miramos a las culturas de la antigüedad, una de las cosas que nos salta a la vista en términos de la gran mayoría de las civilizaciones antiguas es el compromiso que encontramos en su cultura con un sistema altamente desarrollado de politeísmo. Pensamos, por ejemplo, en los griegos quienes tenían su panteón de deidades y en los romanos que tenían sus dioses y diosas respectivos, un dios para esto y un dios para esto otro, cubriendo todas las esferas de preocupación humana y esfuerzo humano. Y, sin embargo, en medio de ese mundo mediterráneo de la antigüedad, hay una cultura que destaca por su compromiso desarrollado singular con el monoteísmo.
Ahora, me doy cuenta de que hay estudiosos críticos que sostienen que la religión judía como se refleja en el Antiguo Testamento no era realmente monoteísta, sino que era una mezcla sutil de formas de politeísmo, y que las Escrituras tal como la recibimos hoy fueron trabajadas por editores posteriores, y una postura más moderna del monoteísmo fue escrita en los períodos patriarcales anteriores del registro bíblico. Pero a pesar de esas teorías críticas, una de las cosas que nos salta a la vista es que, desde la primera página de la Sagrada Escritura, hay una declaración inequívoca de que el Señor Dios no es simplemente una deidad cuyo reinado y autoridad está restringido a las fronteras o límites de Israel, sino que es el Dios más alto. Es el Dios del cielo y de la tierra. Es el Dios que crea y gobierna todas las cosas.
Ahora, el trabajo real del desarrollo de la comunidad religiosa de Israel en el Antiguo Testamento puso gran hincapié y gran énfasis en este punto que Dios es singular – que sólo hay un Dios y ninguno fuera de Él. Y pensamos, por ejemplo, en el Pentateuco, en el libro de Deuteronomio, el shemá, que era algo tan profundamente arraigado en la conciencia de la gente. Y esta fue una idea que fue recitada en su liturgia, y la encontramos en Deuteronomio capítulo 6, comenzando en el versículo 4 – y estoy seguro de que todos están familiarizados con esto, ya que han oído esto en muchas ocasiones. Es como sigue: «Escucha, oh Israel, el SEÑOR nuestro Dios, el SEÑOR uno es”. Y “amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza.»
Ahora, estamos familiarizados con esas palabras, ya que tiene para nosotros el contenido del Gran Mandamiento. Bueno, en el contexto del shemá aquí, donde se da la llamada a la asamblea y se hace el anuncio: «Escucha, oh Israel, el SEÑOR nuestro Dios, el SEÑOR uno es”. Y luego, lo que inmediatamente sigue al Gran Mandamiento aquí son estas palabras: «Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y diligentemente las enseñarás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Y las atarás como una señal a tu mano, y serán por insignias entre tus ojos. Y las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas».
Ahora, la razón por la que leí esa amonestación es que lo que el autor de Deuteronomio nos está diciendo aquí es que este anuncio de la naturaleza de Dios, de su unidad, de su singularidad, de su unicidad, es tan importante y tan central para la vida religiosa del pueblo que este punto es uno que debe ser dado por medio de la instrucción a los niños diariamente.
Se supone que deben ponerlo en sus muñecas, en sus frentes, y en los postes de las puertas. Hablar de ello cuando se sienten; hablar de ello cuando se levanten. En otras palabras, toda la pasión de este concepto aquí es que hay una diligencia impuesta a los padres, en Israel, para asegurarse de que el pueblo y los niños, a medida que crecen, entiendan la singularidad de Dios, porque la seducción que les espera es el politeísmo en las falsas religiones del mundo que los rodean.
Y si leemos la historia del Antiguo Testamento, vemos que la mayor amenaza para Israel era la corrupción que incluía a las personas que iban tras otros dioses y muchos dioses. Y vemos que la unidad de Dios también está circunscrita en el Antiguo Testamento por el primer mandamiento de los Diez Mandamientos: «No tendrás otros dioses delante de mí», y eso, «delante de mí», no significa, ubicado por delante de mí’, queriendo decir que puedes tener cinco, seis o cincuenta dioses, si quieres, mientras sea considerado como el Dios más exaltado y número uno. No, el ‘delante de mí’ significa ‘en mi presencia’, y la presencia de Yahvé se extiende a lo largo de toda la creación, y así cuando Dios dice: «No tendrás otros dioses delante de mí», lo que está diciendo aquí es: «No tendrás otros dioses», porque no hay otros dioses porque sólo Dios reinará como deidad.
Ahora, hoy me he tomado el tiempo de mirar brevemente algunas de las declaraciones centrales del Antiguo Testamento para ver cuán extenuantemente se establece el concepto de monoteísmo en el Antiguo Testamento, y sin embargo, al mismo tiempo, una de las doctrinas más importantes que definen la fe cristiana es la doctrina de la Trinidad, en la que confesamos nuestra fe en el Dios trino – que Dios es tres personas en una esencia. Y exploraremos esa fórmula no en esta sesión, sino en la próxima sesión, después de ésta. Pero por ahora, queremos ver este asunto de la trinidad porque es una de las doctrinas más difíciles, misteriosas, desconcertantes y controversiales de toda la fe cristiana.
Quiero decir, ¿cómo fue – la pregunta se planteó en los primeros años de la fe cristiana, pueden los cristianos ser fieles a la religión del Antiguo Testamento, la cual hace un hincapié tan importante en el monoteísmo, y al mismo tiempo hablar de trinidad? Porque por lo menos a primera vista, cuando hablamos del Dios trino, la forma en que a menudo es entendida y escuchada por las personas que nos rodean es que creemos en tres Dioses: un Dios Padre, un Dios Hijo y un Dios Espíritu Santo. Puede que no tengamos tantas deidades como se encontró en la religión de Roma o en la griega antigua, pero no las tenemos: tenemos dos más de las que se encontró en Israel, que tenemos tres dioses, o triteísmo, que es una forma de politeísmo.
Así surge inmediatamente la pregunta, ¿por qué la iglesia cristiana, que se consideraba que crecía inseparablemente de la nueva situación de pacto de Israel, cómo pudo la iglesia cristiana
hacer una afirmación como la que se encuentra en la Trinidad, de que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo? Bueno, una vez más, la respuesta a esa pregunta no se puede encontrar simplemente en un análisis histórico de la especulación de los teólogos de la iglesia primitiva.
Las raíces por las cuales fue establecida la doctrina de la Trinidad – o se estableció, fue el Nuevo Testamento mismo, y el hecho de que el Nuevo Testamento, cuando habla de Dios, habla de Dios en términos de Dios Padre, en términos de Dios Hijo y en términos de Dios el Espíritu Santo. Y no hay ningún texto en el que este concepto se exprese más claramente de lo que encontramos en el capítulo inicial del Evangelio de Juan, de hecho, en el prólogo del Evangelio de Juan, el cual sienta las bases para la confesión de fe de la iglesia sobre la Trinidad.
Así que vamos a tomar un tiempo para mirar este texto en Juan. Leemos en Juan, capítulo 1, estas palabras: «En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la comprendieron”. Ahora, creo que la mayoría de ustedes son conscientes de que descansando detrás de este texto en español está el uso de la famosa palabra griega ‘logos’, que es la palabra griega para ‘palabra’, y por lo tanto el texto en español se traduce: «En el principio existía el Verbo o Palabra”. En griego, diría: “En el principio existía el logos y el logos estaba con Dios, y el logos era Dios”.
Ahora, esto es algo confuso porque este concepto de la Palabra de Dios se expresa aquí en el primer capítulo de Juan de diferentes maneras. En primer lugar, se hace una distinción entre Dios y el logos. Se nos dice: «En el principio existía el logos» o «en el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios». Ahora, cuando digo que alguien estaba con otra persona, estoy haciendo una clara distinción entre esas dos personas quienes, en algún sentido, estaban estrechamente relacionadas entre sí, lo suficientemente cerca como para que digamos que estaban entre nosotros, pero cuando digo que una persona está con otra persona, esto está claro en tu mente, ¿no es así?, que hay dos entidades involucradas aquí, dos personas distintas.
Así que lo primero que leemos aquí es que Juan está haciendo una distinción entre el logos o la Palabra, y Dios, y esa distinción se hace con respecto al uso de la palabra, ‘con’. Ahora, también quiero tomar un momento más o menos para desarrollar un poco este concepto aquí de ‘con’. Y cuando hicimos nuestra serie de un panorama general de la Escritura llamada ‘Del Polvo a la Gloria’, también pasé algún tiempo en esto desde una perspectiva bíblica, porque esta pequeña palabra, ‘con’, puede parecer algo insignificante y que apenas lleva alguna profundidad de significado o peso, pero en el idioma griego, hay al menos tres términos que pueden ser y son traducidos por la palabra española, ‘con’.
Está la palabra,’sun’, S-U-N, que, cuando se une a otras palabras y a las raíces, por ejemplo, en hebreo, tienes la sinagoga, la sunagoga, que es el lugar donde la gente viene y se reúnen juntos unos con otros. Por cierto, este prefijo ‘sun’, en griego se encuentra con el prefijo español ‘sin’, S-I-N. Cuando sincronizamos nuestros relojes, los ponemos en la misma página, por así decirlo; nos estamos reuniendo el uno con el otro en el mismo momento, y así la sincronía y similares se refieren a un «junto con» de más de una persona. Ahora, para hacerlo simple, aquí estamos en esta audiencia en vivo aquí hoy y estamos presentes el uno con el otro. Eso significa que somos socios en un grupo de personas. Esa es una manera en que la palabra ‘con’ se usa en griego.
Otra forma es con la palabra ‘meta’. Tenemos la palabra ‘metafísica’, que significa, ‘con’, en el sentido de estar al lado de algo. Si me permiten pedirle a mi estudiante favorito, Roger, que venga y me ayude a ilustrar esto. Roger, ¿adónde vas la semana que viene? (Inglaterra) Vas a Inglaterra a ver a la reina. Muy bien, ¿y quién va a estar contigo? (Mi mamá, mi papá y mis abuelos) Tu mamá, tu papá y tus abuelos. Eso es genial. Bueno, ahora mismo, estás aquí conmigo, ¿no es así, Roger? y estamos de pie uno al lado del otro. Él está a mi lado; él está conmigo.
Ves a dos personas caminando por la calle y están juntas. Y tal vez veas a un marido y a una esposa; y dices, «Oh, aquí está el señor y la señora Tal-y-Tal. Están caminando juntos esta noche. Y la relación es de lado a lado, hombro con hombro. Y así estamos en este lugar, ¿cierto, Roger? Muy bien amigo, muchas gracias. Bien, ese es otro tipo de ‘contigüidad’.Pero todavía hay un tercer tipo de ‘con’ que utilizan los griegos, y está indicado por la palabra griega, «pros» que por cierto, constituye la base de otra palabra griega, que es la palabra griega, «prosopon».
Y la palabra griega ‘prosopon’ es la palabra griega para cara, y lo que tienes aquí con la definición ‘pros’ de ‘con’ es una descripción más íntima de la contigüidad, si se quiere. Describe una relación cara a cara, que es la forma más íntima en que las personas pueden estar unas con otras, en una perspectiva cara a cara de intimidad. se es el término que Juan usa aquí cuando dice: «En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios». La palabra estaba pros Dios; el logos estaba en esta relación más cercana posible con Dios. Pero no importa cuánto nos esforcemos aquí con estas diferencias sutiles del uso del término, ‘con’, no importa cómo cortes la palabra, ‘con’, todavía indica una distinción entre dos partes, ¿cierto? Y hasta ahora, todo bien.
En primer lugar, estamos aprendiendo aquí que el logos estaba con Dios desde el principio en una relación íntima, y ahora de repente, toda consternación viene a nuestras mentes cuando vamos al siguiente versículo o a la siguiente cláusula: «Y la Palabra era Dios», y el logos era Dios. Bueno, espera un minuto, nos estás diciendo por un lado que la Palabra está con Dios; ahora vas al siguiente paso y dices que la Palabra era Dios. Y el verbo que se utiliza aquí es una forma común del verbo griego, ‘ser’; es un verbo de enlace, y se utiliza aquí en la función copulativa, en la que lo que se afirma en el predicado ya se encuentra en el sujeto, de modo que son reversibles: La Palabra era Dios y Dios era la Palabra.
Así que aquí tenemos una clara adscripción de la deidad a la Palabra. Así, por un lado, la Palabra se diferencia de Dios, y de otra manera, la Palabra se identifica con Dios. Ahora, no es solo por este texto, sino por muchos de estos textos en el Nuevo Testamento que la iglesia desarrolló la doctrina de la Trinidad. Hay muchos términos descriptivos utilizados para Jesús en el Nuevo Testamento, pero en los primeros 300 años de la reflexión de la iglesia, lo que dominaba absolutamente el pensamiento de los teólogos era este concepto del logos porque no sólo era muy difícil, sino que nos dio una visión tan exaltada de la naturaleza de Cristo.
Pero de lejos, este no es el único texto, o el único escritor. Juan, por supuesto, es quien nos da el registro de la respuesta de Tomás en el aposento alto, cuando Tomás se mostró escéptico sobre los informes que recibió de las mujeres y de sus amigos de la resurrección de Cristo. Y él dijo: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y meto el dedo en el lugar de los clavos, y pongo la mano en su costado, no creeré». Recordamos el registro dramático en el que Cristo se aparece a los discípulos, y muestra sus manos heridas a Tomás e invita a Tomás a poner su mano en la mano, en las heridas de Cristo, o en su costado. Encuentro interesante que las Escrituras nunca nos digan si Thomas lo hizo. Todo lo que sabemos es que vio a Cristo resucitado delante de él, y Cristo hizo la oferta a Tomás de tocarlo, y lo siguiente que las Escrituras nos dicen es que Tomás está de rodillas clamando: “Señor mío y Dios mío”.
Una vez más, los escritores judíos del Nuevo Testamento, en particular, eran muy conscientes no sólo del primer mandamiento del Antiguo Testamento, sino también del segundo mandamiento, el no hacer imágenes talladas y la prohibición que estaba profundamente arraigada en el Antiguo Testamento contra toda forma de idolatría. Y la idolatría se comete cuando a cualquier criatura se le da adoración, de modo que la comprensión de los escritores del Nuevo Testamento era la siguiente: que adorar a Cristo sólo puede ser justificado, si de hecho de alguna manera es divino, porque si no lo es, entonces, en el mejor de los casos, es una criatura.
Y la adoración de la criatura es una violación de la verdadera religión. Es la esencia de la idolatría. Y que Jesús mismo aceptó la adoración de Tomás es muy significativo. Jesús, en otras ocasiones en el Nuevo Testamento, cuando sana en el día de reposo, cuando perdona el pecado, y los fariseos se oponen a eso, dicen: «¿Quién crees que eres? Este hombre se está haciendo igual a Dios», entendieron la implicancia de lo que Jesús estaba diciendo, porque Jesús dijo: «Hago esto para que sepan que soy el Señor del Día de reposo.»
Ahora, todo judío entendía que el único que era el Señor del día de reposo era Dios, quien instituyó el día de reposo, y Jesús dijo: «Hago estas cosas “para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados.» Y de nuevo, los judíos reaccionaron con ira porque dijeron que se está atribuyendo los derechos y privilegios y las autoridades que pertenecen a Dios solamente. Y de nuevo, de vuelta al prólogo de Juan, el que se desprende de la declaración: «Y la Palabra era Dios, que estaba en el principio con Dios.“Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho». Aquí, el logos se identifica con el Creador. Y finalmente, «En él estaba la vida».
Recuerden lo que Pablo dice en Hechos – que es en Dios que vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Decir que la vida está en el logos, que esa es la fuente de la vida, el suministro de energía de la vida, es claramente atribuir deidad a este que se llama el Verbo ola Palabra, y así vemos que, si vamos a tratar el concepto bíblico de Cristo y del Padre y del Hijo, tenemos que tener una fórmula que por un lado hace una clara distinción entre las personas de la trinidad, y una distinción que no destruye la deidad de cada uno, y veremos cómo ocurrió eso en nuestra siguiente lección.