La voluntad de Dios
18 marzo, 2022La providencia de Dios
Esta es la lección 15 de la serie de enseñanza del Dr. R.C. Sproul «Fundamentos I: Dios y la Escritura».
La mentalidad secular dice que Dios es un espectador en el cielo sin control sobre lo que sucede en la tierra. Sin embargo, los cristianos siempre han tenido un sentido agudo de que este es el mundo de nuestro Padre y que los asuntos de los hombres y las naciones están en Sus manos. En esta lección, el Dr. Sproul destaca que Dios participa activamente en la preservación de Su creación, incluso ejecutando Su voluntad a través de nuestras decisiones intencionales.
Transcripción
Uno de los pasajes más populares del Nuevo Testamento entre el pueblo cristiano es la declaración que Pablo escribió a los romanos y que se encuentra en Romanos 8:28, y dice así: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito.” Ahora, una de las cosas que me salta a la vista sobre este versículo es la fuerza de convicción que el Apóstol expresa cuando escribe estas palabras. Saben, no se trata que él dijo, ‘Espero que todo llegue a salir bien al final’, o ‘Creo que las cosas saldrán de acuerdo con la voluntad de Dios’, pero él dice: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito”.
Es decir, está hablando aquí con una seguridad apostólica sobre una idea que es tan básica y tan fundamental para vivir la vida cristiana que creo que podemos, de este pasaje, obtener un gran consuelo. Pero también me temo que, en estos tiempos, la fuerza de convicción que aquí expresa Pablo está muy ausente de nuestras iglesias y de nuestras comunidades cristianas. Y ha habido un cambio sorprendente en nuestra comprensión cultural de la forma en que nuestras vidas se relacionan con el gobierno soberano de Dios.
Algunos de ustedes, en los últimos años, quizá tuvieron la oportunidad de ver la miniserie televisiva sobre la Guerra Civil norteamericana, y uno de los segmentos más conmovedores de esa serie fue cuando el narrador leyó cartas, que han sobrevivido, de soldados de ambos lados del conflicto en la Guerra entre los Estados. Mientras escribían a casa, a sus seres queridos, a sus esposas o a sus madres o padres en vísperas de una batalla y hablaban de sus preocupaciones y de sus temores y sus aprehensiones y, sin embargo, decían con frecuencia en estas cartas: “Pero mi vida está en manos de una buena y benévola Providencia y en sus manos dejo mi propio cuerpo y alma”. Hubo un tiempo en que la gente se asentó en Estados Unidos y nombraron una ciudad, ‘Providencia’, como la ciudad en Rhode Island, pero ¿quién en el mundo haría eso en nuestra cultura hoy en día?
Toda la idea de providencia divina casi ha desaparecido de nuestra cultura y eso es algo trágico.
Creo que si hay alguna manera en la que la mentalidad secular ha hecho incursiones en la comunidad cristiana, es con una cosmovisión que asume que todo lo que sucede por ahí sucede de acuerdo con causas naturales fijas, y Dios, si está en algún lugar haciendo algo, está por encima y más allá de todo, y es sólo un espectador en el cielo mirando hacia abajo, y tal vez alentándonos y haciéndonos porras, pero no tiene control inmediato sobre lo que sucede aquí.
Mientras que los cristianos de la iglesia de todos los siglos siempre han tenido un sentido agudo de que este es el mundo de nuestro Padre y que los asuntos de los hombres y las naciones, en el análisis final, están en sus manos. Y eso es lo que se expresa aquí en la carta de Pablo a los romanos en Romanos 8:28, un conocimiento seguro de la providencia divina. Sabemos que todas las cosas cooperan para bien a los que aman a Dios, a los que son llamados conforme a su propósito. Y de inmediato se traslada de nuevo a esta secuencia de predestinación: “Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a esos también llamó; y a los que llamó, a esos también justificó; y a los que justificó, a esos también glorificó.”
Ahora, leí este pasaje adicional aquí para que pudiéramos llegar a la conclusión, porque luego Pablo dice: “Entonces, ¿qué diremos a esto?” Es decir, ¿cuál debe ser nuestra respuesta a la soberanía de Dios y al hecho de que está elaborando un propósito divino en este mundo y en nuestras vidas? ¿Cuál debería ser nuestra respuesta? La respuesta del mundo es: “No quiero oír eso. No es justo. No me gusta eso”, y mucho más.
Aquí está la respuesta de Pablo a su propia pregunta, “¿qué diremos a esto?” Su respuesta es esta: “Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con Él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?” Y luego continúa diciendo: “Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”.
Entonces, ¿qué diremos? Uno de los lemas más antiguos de la iglesia primitiva que buscaba resumir la esencia de la relación entre Dios y su pueblo es esta frase, ‘Deus pro nobis’– Dios por nosotros. De esto se trata la doctrina de la providencia. Se trata de Dios estando presente para su pueblo. “¿Qué diremos a esto?” Pablo dice. Bueno, lo que debemos decir es: “Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” y “¿quién nos separará del amor de Cristo?” ¿Será una angustia; un peligro; será la espada; será la persecución; será el sufrimiento; será una enfermedad; será una dolencia; será la hostilidad humana?”
La idea – él puede hacer que esa lista sea infinita, y lo que está diciendo es que todos esos aspectos de dolor que tienes que soportar como cristiano en este mundo, no importa cuán intensos sean, no tienen el poder de romper o cortar la relación que tenemos con una Providencia amorosa, amable y soberana. Ahora, este concepto de providencia, de nuevo, lo dije cuando hablamos de eso en una charla sobre la predestinación, hice la mención de mi libro, Escogidos por Dios, dije que esa es una doctrina que es tan densa que requiere más de una conferencia.
Diría lo mismo de la providencia, así que escribí un libro sobre eso llamado, La Mano Invisible, y tenemos varias series que hablan en más detalle sobre la providencia de Dios que lo que puedo hacer hoy en una exposición; pero a manera de introducción, un panorama general del concepto, demos un vistazo a la palabra, ‘providencia’. Una vez más tenemos una palabra formada por un prefijo y una raíz y la raíz proviene del latín, videre o ‘video’, del que obtenemos la palabra, ‘video’, en español. Y recordamos la declaración de César,”Veni, vidi, vici,” Vine, ¿qué? Vi y conquisté. Y el “vi”, viene de este latín, ‘videre’, por lo que el verbo, ‘videre’ significa ‘ver’. Por eso llamamos a la televisión, “video”. Y ‘provideo’ o providencia significa ‘ver de antemano – una visión previa, una pre-visión’.
Sin embargo, todavía hacemos una distinción en la teología entre la presciencia de Dios y la providencia de Dios porque, aunque la palabra ‘providencia’ significa lo mismo etimológicamente que la palabra ‘presciencia, el concepto cubre teológicamente mucho más terreno que la idea de la presciencia. De hecho, lo más parecido a esta raíz en nuestro idioma es la palabra “provisión”. Una vez más, ustedes ven en esta palabra española ‘provisión’, vemos que claramente se nota, ‘ver de antemano’.
Ahora, ¿qué dice la Biblia sobre la responsabilidad del esposo en la familia? Si un hombre no provee para su propia casa, su propia familia, es peor que un incrédulo. Y así se le da la responsabilidad al esposo de ser el que provee. Hace provisiones; es decir, tiene que saber de antemano que su familia mañana va a necesitar comida, va a necesitar refugio y va a necesitar todos estos elementos esenciales para la vida.
A veces malinterpretamos la enseñanza de Jesús en el Sermón del Monte cuando Él dice: “No os preocupéis”, o sea, no pienses en el mañana, o qué comerás mañana, o qué beberás, o lo que te pondrás. Allí, nuestro Señor nos está hablando de ansiedad. No debemos asustarnos, no debemos estar nerviosos y preocupados, y debemos poner nuestra confianza en el Dios que suplirá nuestras necesidades. Y, sin embargo, al mismo tiempo, que el Dios en quien debemos confiar encomienda una responsabilidad al jefe de familia de ser proveedor; es decir, considerar mañana y asegurarse de que haya comida y ropa para la familia, de modo que es él el que provee.
Ahora, la primera vez que nos encontramos con la palabra providencia en el Antiguo Testamento está en el capítulo 22 del Génesis, en el relato narrativo de la ofrenda de Isaac sobre el altar por parte de Abraham. Ustedes conocen esa historia de profunda angustia existencial cuando Dios llama a Abraham a tomar a su hijo, a su único hijo, al hijo a quien ama, Isaac, y a llevarlo a esta montaña lejos, y allí ofrecerlo como sacrificio a Dios, y la lucha interna que estaba teniendo allí Abraham.
Y mientras Abraham camina con su hijo Isaac, a este lugar distante, verán que Isaac hace la observación: ‘Veo la leña y todas las cosas necesarias para el sacrificio, pero ¿dónde está el cordero?’ Y Abraham mira a su hijo, y puedes imaginar la punzada en la conciencia que estaba experimentando cuando su hijo lo mira y le dice: ‘Papá, ¿dónde está el animal que va a ser sacrificado?’ Abraham no le dice: ‘Bueno, tú lo eres’, sino que él dice, “Jehová jireh“– Dios proveerá. Y así, en ese episodio, vemos la primera vez que la Biblia habla de la providencia de Dios y tiene que ver con el hecho que Dios hace una provisión que satisfará nuestras necesidades. Y obviamente, la provisión cumbre que hace en virtud de su soberanía divina es la provisión del Cordero supremo que será sacrificado en nuestro nombre.
Ahora, la providencia, la doctrina de la providencia, abarca varias áreas diferentes. En primer lugar, cubre lo que se llama el sustento de la creación. En el Antiguo Testamento, leemos de la obra creadora de Dios, donde dice: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”, y continúa explicando que crea todas las cosas. Y la palabra hebrea allí ‘para crear’, bara, significa más que la idea de que sólo hace algo y luego se va del lugar y lo deja ahí. Pero más bien, la idea es que lo que Dios crea y trae a la vida, Él lo sostiene, lo preserva. Así que la idea es que no sólo dependo de Dios para mi origen, para mi comienzo, sino que dependo totalmente de Dios para mi existencia, momento a momento.
Ahora, recuerdan que cuando miramos la doctrina de Dios y dije que, tal vez el principal atributo incomunicable de Dios era su aseidad, es decir, que sólo Dios tiene la existencia de sí mismo. Sólo Dios tiene el poder de estar dentro de sí mismo – ¿lo recuerdan? Y también, si van aún más atrás en nuestro curso, recuerdan que dije que la teología es sistemática y aquí está una de esas maneras en que la vemos, cuando estamos hablando del poder de la creación de Dios. Y el hecho de que Él sostiene lo que hace, que lo mantiene existente, es decir, se relaciona inmediatamente de vuelta a donde vemos la relación entre la doctrina de la providencia y la doctrina del propio ser de Dios, que en El vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, para que toda la idea del sustento sea que Dios crea y preserva.
Así que, de nuevo, dependemos no sólo de nuestro nacimiento original o entrada en la vida, sino de cada soplo de aire que tomamos en este mundo. Dependemos de Dios que nos sostiene y nos preserva. Mencioné hace unos momentos que nuestra cultura ha sido fuertemente influenciada por una visión pagana del mundo, que dice que la naturaleza opera de acuerdo con leyes independientes fijas, como si el mundo o el universo fueran una máquina impersonal que de alguna manera se unieron por el azar.
Y hay una ley de gravedad, y hay una ley de electromagnetismo, y así sucesivamente, y todos estos poderes internos mantienen todo operando – que hay una infraestructura incorporada en el universo que hace que continúe. La postura bíblica es que no podría haber un universo en primer lugar fuera del acto divino de la creación, y que cuando Dios creó el universo, no salió del cuadro y lo dejó operando por sí mismo.
Pero lo que llamamos las leyes de la naturaleza sólo reflejan la manera normal en que Dios sostiene o gobierna el mundo natural. Y tal vez el concepto más malvado que ha capturado las mentes de la gente moderna es la idea de que las cosas que operan en este universo, en última instancia operan por el azar. Esto es el nadir de la insensatez. De nuevo, he escrito un libro entero sobre este mismo tema, donde trato de exponer la imposibilidad racional y científica de asignar poder a esta cosa llamada azar, porque el azar es simplemente una palabra que describe las posibilidades matemáticas.
El azar no es una cosa; no tiene poder; no puede hacer nada. No puede influir en nada porque no es nada. Y por eso digo que esto es tan diabólico, porque hemos tomado esta palabra, ‘azar’, que está vacía de cualquier significado, y se utiliza como reemplazo del concepto de Dios, y la Biblia deja claro que nada sucede por el azar, que todas las cosas están bajo el gobierno soberano de Dios y que es extremadamente reconfortante para el cristiano que lo entiende.
Me preocupo por mañana y eso es un pecado. Me preocupo por mi salud y eso es un pecado. Se supone que no debemos estar ansiosos; ni tampoco preocuparnos, pero es natural que nos preocupemos por cosas que pueden doler, por la pérdida de esto o la pérdida de lo otro. No queremos perder nuestros seres queridos, ni perder nuestra salud, no queremos perder nuestra seguridad, ni perder nuestras posesiones, pero incluso si lo hacemos, la Biblia dice que Dios está obrando todas las cosas para nuestro bien.
Incluso nuestras enfermedades, incluso nuestras pérdidas en este mundo están bajo la providencia de Dios, y es una buena providencia. Si pudiéramos creerlo, si pudiéramos apoderarnos de eso, pero es tan difícil porque nuestra visión es tan corta. Sentimos el dolor ahora, sentimos la pérdida ahora y no vemos el final desde el principio, como Dios lo hace. Y Dios nos dice que los sufrimientos que tenemos que soportar en este mundo no son dignos de ser comparados con la gloria que ha dispuesto para su pueblo en el cielo, y así el consuelo llega cuando Pablo dice que sabemos por la providencia divina, porque Dios está en control no sólo del universo y sus maquinaciones y sus operaciones, sino que es el Señor de la historia.
La Biblia dice con respecto a la providencia de Dios, levanta reinos, los derriba y el estado en la vida que disfrutamos tiene que ver, en el análisis final, con lo que Dios en su providencia ha ordenado para nosotros. Nuestras vidas están en sus manos, nuestras vocaciones están en sus manos, nuestra prosperidad o nuestra humillación – todas esas cosas están gobernadas por Él y están gobernadas por su sabiduría y por su bondad.
Ahora, finalmente, con respecto a la providencia, esta es, tal vez, la parte más difícil de esta doctrina, la cual llamamos concurrencia, donde en un sentido tenemos que decir que todo lo que sucede en este mundo, incluso nuestro pecado, en cierto sentido, es la voluntad de Dios.
Ahora, tan pronto como digamos eso, podríamos ser culpables de hacer de Dios el autor del mal y culpar a Dios por nuestra iniquidad, pero eso es algo que no se nos permite hacer de acuerdo con la Sagrada Escritura.
Dios no es el autor del pecado, pero incluso mi pecado se obra bajo la autoridad soberana de Dios. El ejemplo más claro que vemos de esto está en el texto del Antiguo Testamento, donde José, después de haber sido violentado radicalmente por sus hermanos en sus – en sus celos, se levantaron y conspiraron contra José y lo vendieron a una caravana de comerciantes que se dirigía a Egipto. Y ustedes conocen la historia, cómo José fue comprado en el mercado de esclavos y luego falsamente acusado de atacar a la esposa de Potifar, y luego encarcelado durante muchos, muchos años y sufrió un dolor increíble, sólo después para ser liberado de prisión. Y debido a sus grandes habilidades y debido a la mano de Dios sobre él, fue elevado al nivel de primer ministro de todo Egipto. Y luego vino la gran hambruna.
Y mientras tanto, en casa, los hijos de Jacob se morían de hambre, y Jacob envió a sus hijos a Egipto a ver si podían obtener algo de socorro para traer y salvarlos de la hambruna, y cuando llegan allí, ¿a quién se encuentran sino a José? Y José les oculta su identidad por un período, y ya conoces la historia, pero en el análisis final, todo sale a la luz y los hermanos se dan cuenta de que están tratando ahora con el primer ministro de Egipto, que es su hermano a quien habían hecho daño. Y están aterrorizados de que vaya a promulgar venganza contra ellos. ¿Pero recuerdas su respuesta? “Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo tornó en bien.”
Ese es el gran misterio de la providencia: que hay una concurrencia. Cuando dos ríos fluyen juntos y se funden en uno, eso es una confluencia, una unión de dos corrientes diferentes. Hay una corriente aquí; hay una corriente aquí; fluyen en uno. Y en el misterio de la providencia divina, Dios incluso obra su voluntad a través de nuestras decisiones intencionales. Y lo que Dios nos está diciendo a través de José en ese momento, cuando José dice, “pensasteis hacerme mal” y son responsables de lo que hicieron, porque era su intención, lo desearon, quisieron algo que era malo, pero incluso por encima de sus malas voluntades estaba la buena providencia de Dios, porque Dios estaba trabajando a través de su iniquidad por el bien del pueblo.
Una vez más ves eso en Judas. Judas lo hizo de maldad, pero Dios estaba usando el pecado de Judas para llevar a cabo nuestra salvación. Y ese es para mí el gran consuelo de la doctrina de la providencia, que Dios está sobre todas las cosas, y Él es la fuente última de nuestro consuelo.