Aclaremos las definiciones
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Sexta lección de la serie de enseñanza del Dr. R.C. Sproul «Justificados por la fe sola».
¿Qué hay que hacer para ser salvo? Históricamente, los protestantes y los católicos romanos han respondido a esta pregunta de manera diferente. En esta lección, R.C. Sproul analiza esa palabra clave que marca la diferencia en esta disputa.
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Transcripción
Hemos estado viendo la fórmula de la Reforma «justificación por la fe sola» y ahora voy a tocar, brevemente, el tema de la fe. ¿Qué significa en la fórmula de la «justificación por la fe sola» la palabra «fe»? En las etapas iniciales de la Reforma, la comunión católica romana escuchó a Lutero enseñar una especie de libertinismo licencioso o antinomianismo, la idea de que puedes simplemente creer en Cristo y luego vivir como quieras, porque las obras no se consideraban necesarias para la justificación. Así que, Lutero tuvo la tarea de definir lo que realmente significa la fe salvadora.
Históricamente ha habido una diferencia entre los estudiosos, en cuanto a cómo los reformadores ampliaron su comprensión de los elementos de la fe salvadora. Turretin, por ejemplo, en el siglo XVII, incluyó seis o siete u ocho matices sutiles sobre la fe salvadora. Gordon Clark en el siglo XX redujo esos elementos a dos. Pero la comprensión acostumbrada y habitual de los elementos de la fe salvadora, en el pensamiento histórico reformado, es que la fe salvadora consiste en tres elementos distintos, y esos tres elementos distintos han sido llamados notitia, assensus y fiducia.
Ahora, el primer elemento notitia, o a veces llamado notae, se refiere solo a la información o a los datos. Has oído decir: «No importa lo que creas, siempre y cuando seas sincero». Bueno, el cristianismo dice que la vida eterna importa con relación a lo que crees. La fe cristiana ya tiene un contenido y no tenemos la autoridad para rellenarla con lo que queramos llenarla. Así que, para ser justificado por la fe, tenías que tener la información básica sobre Cristo, sobre Su persona, sobre Su obra. Tenías que tener los elementos del evangelio, los cuales son… que existe este Dios-hombre, Jesús, quien murió en la cruz por nuestros pecados y todo eso. Estos elementos son la notitia o al notae o las notas o información que uno tiene que creer a fin de ser justificado.
Pero además de ser consciente de esos datos o esa información, tú tienes que asentir a la veracidad de esa información. Tienes que creer que estas ideas de Jesús y Su persona y Su obra son realidades, no son solo mitos o ideas imaginarias interesantes. Así que, la fe salvadora requiere un asentimiento intelectual y cognitivo a la verdad de los datos. Ahora hasta el momento, los reformadores dirían que, si tenemos la información, la notitia y nosotros asentimos a Su verdad, asensus, a lo más que calificamos con esto es para ser un demonio, porque el diablo conoce la información y él sabe que la información es verdadera. El diablo puede sacar 100 en cualquier examen teológico que le des. Él no es tonto. Él conoce la información.
Pero además de tener la conciencia intelectual y el asentimiento intelectual a los datos, uno debe tener fiducia y la fiducia tiene que ver con la confianza. No solo debes… una vez más…, conocer la información, creer que es verdadera, sino confiar en ella personalmente para tu redención. Siempre he dicho que es muy simple, a nivel intelectual, entender el contenido de la doctrina de la justificación por la fe sola, pero tenerla en el torrente sanguíneo- es toda- otra- historia, para realmente confiar por la eternidad en la obra de Cristo para tu salvación y no mezclar esa confianza en Cristo con una dependencia en tu propio desempeño o en tu propia actividad o tus propias obras o tu propio mérito o, y esto es crucial, tu propia profesión de fe.
Uno de los grandes problemas que tenemos en nuestros días, es distinguir la fe, de la profesión de fe. Cualquiera que tenga fe está llamado a profesar esa fe, pero no todos los que profesan la fe, tienen esa fe. Jesús advierte con frecuencia que, en el último día, muchos vendrán a Él diciendo: «Señor, Señor ¿acaso no hicimos esto en Tu nombre?, ¿no hicimos eso también en Tu nombre?», y Él les dirá: «Apartaos de mí los que practican iniquidad, jamás os conocí. Por favor, váyanse». Estas personas habían hecho una profesión de fe, pero no poseían lo que profesaban.
En otra parte dijo: «Este pueblo, con los labios me honra, pero su corazón está muy lejos de mí». Es por eso que este elemento de fiducia es tan crítico para la doctrina bíblica de la Reforma de la justificación por la fe, que tienes que tener verdadera confianza y no una mera profesión. Este es el peligro, por ejemplo, que vemos, en términos prácticos, en los métodos de evangelismo que encontramos a través de la historia de la iglesia. Existe ese movimiento o esa idea llamada «evangelismo decisional» donde tratamos de que la gente tome la decisión de creer en Cristo y de seguirle.
Cuando estaba recién convertido al cristianismo, el primer año que fui cristiano, la iglesia local, donde iba en la universidad estaba teniendo una serie de reuniones evangelísticas y trajeron a este evangelista de alguna otra ciudad para que viniera y diera esta serie de mensajes. Me reuní con él en privado y me dijo: «Dame 15 min a solas con cualquier hombre y lograré que haga una decisión por Cristo». Pensé, después de pasar 15 minutos con este tipo, que era insoportable, podía entender que la gente hiciera una profesión de cualquier tema con el fin de alejarse de él después de 15 minutos. Pero qué arrogante era pensar que simplemente puedes manipular a las personas hacia el reino de Dios.
Ahora, a nivel filosófico, hay un asunto diferente. El filósofo empírico británico, David Hume, al analizar la esencia del creer, cómo y por qué las personas creen lo que creen, él dejó en claro que puedes tomar una decisión de hacer muchas cosas. Puedes tomar la decisión de ir a la tienda esta tarde e ir a la tienda. Puedes tomar la decisión de leer un libro esta noche y leer el libro. Puedes tomar la decisión de estudiar sobre Jesús y estudias sobre Jesús, pero lo que no puedes hacer como un acto de la voluntad, es creer algo intelectualmente que en realidad no crees. No puedo decidir creer que Jesús es el Señor y Salvador de mi vida. Tengo que ser persuadido de que de verdad tengo que tener ese assensus, no como un asunto de decisión, sino como un asunto de persuasión, de que he sido convencido de las afirmaciones de verdad de Cristo, antes de que pueda poner mi confianza en Él. Una vez más, tenemos muchos problemas con el lenguaje que usamos con respecto a la fe.
Ahora, la sexta palabra en la fórmula es «sola». La justificación es por la fe sola, ¿y qué significa eso? Significa que no hay ninguna mezcla de obras en nuestra fe, que sean de algún modo el fundamento o la base para que Dios nos declare justos. Si tuviera una pizarra aquí y pudiera escribir en ella algunas fórmulas pequeñas como la fórmula matemática 2 + 2 = 4, escribiría tres de ellas en la pizarra para ustedes. La primera sería la postura católica romana de la justificación. Fe + obras = justificación. Podría escribir el punto de vista antinomiano, el punto de vista del cristiano carnal que es tan popular en nuestros días, fe = justificación – obras. Así que puedes ser un cristiano y convertido, y ser carnal, Cristo no es el Señor de tu vida y por eso crees en Él como Salvador, pero no como Señor y por lo tanto esta idea del antinomianismo es que puedes ser un verdadero creyente y nunca tener ninguna obra.
Lutero dijo, en cambio, una fórmula diferente, fe = justificación + obras. ¿Qué quiere decir? Él quiere decir que si tienes verdadera fe, manifestarás esa verdadera fe por obras de obediencia después de ser justificado. Ahora, aquellas obras que manifiestas después de ser justificado no aportan nada de mérito a tu justificación. Pero si ellas no están allí, demuestra que no tienes… ¿qué? Fe. Porque la verdadera fe siempre se manifestará en las obras. Lutero lo dijo de esta manera: «La justificación es por la fe sola, pero no por una fe que está sola». La fe salvadora siempre estará acompañada con obras de obediencia, pero de nuevo cuando habla de «sola», significa que esas obras no contribuyen en nada a tu justificación.
Otra forma de decir esto es que somos justificados por la justicia de Cristo solo. No puedo agregar nada al mérito de Cristo, ni tampoco puedo restarle nada al mérito de Cristo. Es por Su mérito o Sus obras que nosotros somos justificados. Otra forma de ponerlo al revés, es decir: «Creemos en la justificación por solo obras». Bueno, eso parecería ser exactamente lo contrario, diametralmente opuesto a la idea de la justificación por la fe sola. Pero, a lo que quiero llegar, es a esto, somos justificados por las obras, pero no son nuestras obras. Son Sus obras y es porque Jesús cumplió la ley a la perfección en Su perfecta y activa obediencia, que podemos ser justificados ante Dios, porque Él ganó la bendición que luego se nos transfiere.
Entonces, ¿ves cómo podemos cambiar eso y decir que somos justificados solo por las obras?, siempre y cuando entiendas que es solo por las obras de Cristo. No hay nada que pueda agregar y lo veremos cuando veamos todas las declaraciones en Romanos que Pablo dice: «Que por las obras de la ley ningún hombre será justificado», pero sin embargo somos justificados por la fe en Aquel que guardó las obras de la ley. He estado hablando a lo largo de esta sesión sobre la importancia de la idea de la imputación y quisiera tomar solo un par de minutos más en eso. Cuando distinguimos entre la postura católica romana de la justificación y la postura reformada de la justificación, hacemos esta distinción. Que la postura católica romana es analítica y la postura de la reforma es sintética. ¿Cierto?, lo has escuchado mil veces. Quizás nunca lo has escuchado, pero ¿de qué estamos hablando?
Bueno, cuando vemos proposiciones, declaraciones, podemos distinguir entre declaraciones analíticas y declaraciones sintéticas. Una declaración analítica es literalmente una tautología. No hay nada nuevo en el predicado que no se encuentre ya en el sujeto. Si ponemos una fórmula matemática en la pizarra que fuera una cópula, diríamos que 2+2=4. Ahora, no hay nada nuevo al otro lado del signo igual, de lo que ya estaba presente en la primera parte, porque 2+2 es 4, y en 4=2+2 no hay información nueva agregada después del signo de igual. Una declaración analítica es una declaración que es verdadera por definición. Veamos otro ejemplo, «Un soltero es un hombre no casado». Ahora, ¿qué has aprendido, después del verbo, sobre este caballero? Un soltero por definición es un hombre no casado.
Un soltero no puede ser nada más que un hombre no casado y podemos llamar…bueno, tu no tienes que llamar, no le das la vuelta y dices: «El hombre no casado es un soltero», porque podría ser viudo y así. Pero sabemos por análisis que un soltero es un hombre no casado. Así que, es cierto por análisis. Así que, una postura analítica de la justificación, según Roma, Dios declara que una persona es justa solo si y cuando esa persona bajo análisis es justa. ¿De acuerdo? Dios analiza a la persona, Él ve que esa persona posee justicia inherente. Él sabe que esa justicia inherente vino a través de la ayuda de la gracia y la fe y Cristo y todo eso, pero en el análisis final, Dios no hará la declaración de que él es justo a menos que bajo análisis sea justo.
Una declaración sintética es la declaración donde hay algo agregado en la información en el predicado que no se encuentra en el sujeto. Si te dijera que el soltero es un hombre rico, te estaría dando nueva información. Estaría afirmando sobre el sujeto, del soltero, algo que no es inherente al término «soltero», es decir, la posesión de riqueza, ¿de acuerdo? Así que ahora una declaración sintética, es algo que agrega algo que no se encuentra automáticamente en el sujeto. Ahora, ¿por qué es que la postura protestante se llama «sintética»? Es porque yo soy declarado justo por Dios, no porque Él mira y me encuentra justo, sino porque algo me ha sido agregado, es esa justicia externa. Esa justicia que es extra nos. Esa justicia que no es mía me ha sido añadida. Así que, cuando Él me mira, me ve cubierto por la justicia de Cristo y me declara que soy justificado.
Ahora, cuando hablamos que Dios declara que las personas son justas, aunque no son justas, con frecuencia usamos el término «justificación forense». Porque la justificación es una sentencia legal, por la que Dios declara que alguien es justo y tú entiendes lo que es la medicina forense y la psicología forense. Has visto suficientes juicios para saber que la evidencia forense tiene que ver con evidencia que es aplicable a una consideración legal o a un juicio, entonces cuando decimos que la justificación es forense, nos referimos a que Dios judicialmente declara que somos justos. Ahora, hay un problemita aquí. La justificación forense históricamente se ha utilizado como un término, como abreviatura de la postura protestante.
Pero, si miras la postura católica romana, verás que la justificación se lleva a cabo en la postura romana cuando Dios declara a una persona justa. Así que incluso en Roma, la justificación es un juicio forense hecho por Dios. Es una declaración legal sobre nuestro estatus ante Él, pero la diferencia está, por supuesto, en la postura católica, es forense analítica y en la postura reformada es forense sintética. Puedo recordar cuando el primer documento de Evangélicos y Católicos Juntos salió a la luz y creó una tormenta de fuego, y luego el segundo documento salió mucho más detallado, tratando de mostrar que se había logrado un gran acercamiento entre Roma y los evangélicos.
Un historiador evangélico muy distinguido, que firmó ese documento, me llamó por teléfono. Él estaba tan emocionado, me dijo, «R.C., en este documento, esta es la primera vez que la Iglesia Católica Romana ha declarado que la justificación es forense». Le dije: «Odio reventar tu burbuja, pero siempre han enseñado que era forense, en el sentido de que Dios es quien hace la declaración legal de aquellos que han de ser justificados». También, en ese documento en particular, dijeron que pudieron ponerse de acuerdo en muchos aspectos relacionados con la justificación, y piensan que tienen un acuerdo sustancial entre evangélicos y católicos romanos y luego termina diciendo, por supuesto, que la imputación todavía está sobre la mesa y Mike Horton dijo que lo habían dicho antes en el documento, que todos los elementos de justificación se habían tratado allí, excepto por la imputación.
Mike Horton puntualizó. Él dijo: «Puedes tomar harina y puedes tomar azúcar y puedes hornear galletas y puedes tener todos los elementos de las galletas con chispas de chocolate, pero, si no tienes las chispas de chocolate allí, no tienes galletas con chispas de chocolate. Tienes a las galletas, pero no tienes galletas con chispas de chocolate. Y así, otra vez, este tema de la imputación sigue siendo el punto de fricción y es un uno u otro. Somos justificados por nuestra justicia o por la justicia de otra persona. Aquí no hay tertium quid. No hay forma de que puedas cortar y trozar eso para deshacerte de la palabra «sola». Es por eso que, Lutero siguió volviendo a esa allein, esa sola idea de que no se puede mezclar con nada más, porque es solo Jesús y Su justicia lo que nos justifica.