Los primeros regalos de Navidad

¿Qué nos pueden decir los regalos de los magos acerca del bebé que nació esa primera mañana de Navidad? En este mensaje, R.C. Sproul explica el significado bíblico y cultural del oro, el incienso y la mirra.

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Transcripción

Bueno, ya les he dicho muchas de las cosas que no sabemos acerca de los magos. Espero no haber arruinado su decoración navideña. No hace daño cantar «Del oriente somos los tres», está bien. Pero lo que quiero que veamos ahora es lo que sí sabemos de estas personas, de lo cual la escritura es clara. «Unos magos del oriente llegaron a Jerusalén, diciendo: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el oriente y hemos venido a adorarle».

Noten que ellos no vienen y dicen: «¿Hay algún rey que acaba de nacer?». Estos hombres, por muchos que sean y por grandiosos que sean, aparentemente han recorrido una gran distancia, a un gran costo, pero con gran certeza de su misión.

Llegan a Jerusalén. No saben dónde está el rey, pero saben que él está. Saben que ha nacido un rey y también, por la expresión que usan: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?», esa frase «Rey de los judíos», que luego adorna la cruz de Cristo, es una frase que todo judío entendió como sinónimo del concepto del «Mesías». Ellos no están solo buscando por alguien de la casa de Acab o Manasés, o incluso de David. Ellos están buscando al Mesías.

Ahora, eso es crítico que entendamos mientras miramos los siguientes versículos; porque ellos vienen, pero no vienen a Belén. Y les tengo más malas noticias. Ellos tampoco vinieron con los pastores, así que tendrán que reorganizar un poco más su pesebre navideño.

No sabemos cuándo llegaron a ciencia cierta. Pero notamos que cuando ellos llegaron, se nos dice aquí en el evangelio de Mateo, que cuando llegan a Belén, van a la casa donde se encuentran María, José y el bebé. No están en la cueva o el pesebre donde llegaron los pastores.

Y hay otra cosa más, que Sherlock Holmes percibió en el texto, usando un poco de materia gris. Con una pequeña inferencia aquí, notamos que cuarenta días después del nacimiento de Jesús, José y María presentan a Jesús en el templo para la purificación. Y con motivo de esa dedicación, ellos dan la ofrenda y sacrificio habituales y requeridos allí. ¿Qué dieron? ¿Lo recuerdas? ¿Pichones? Ellos ofrecieron tórtolas. Y si conoces la ley del AT, sabes que las palomas que se ofrecen en esa ocasión pueden usarse como sustitutos del animal de sacrificio  normalmente requerido, solo en el caso de aquellas personas que están desamparadas en su pobreza. Y hubiera sido una violación de la ley de Dios, impensable para José y María, el llegar allí con ofrendas de tórtolas si es que estaban sentados en un cofre de tesoro con oro, incienso y mirra.

Entonces, a menos que hayan gastado esos regalos entre la visita de los magos y la presentación de Jesús, creo que es bastante seguro asumir que para cuando los magos llegaron allí, había transcurrido por lo menos cuarenta días desde el nacimiento en sí. Así que no queremos pensar que los magos llegaron la misma noche que los pastores.

Así que, una vez más, no sabemos cuándo llegaron exactamente. Fue muy pronto, poco después del nacimiento de Jesús, pero no necesariamente el mismo día o la misma semana. Pero noten que ellos llegaron a Jerusalén. Ellos no llegaron a Belén, porque ellos sabían que Jerusalén era Sion.

Sabían que Jerusalén era la capital de Israel. Sabían que si estaban buscando a un rey judío, si estaban buscando al Mesías judío, el lugar para ir sería el centro del judaísmo, Jerusalén. Recuerden que el indicador que les mostró que este rey había nacido, es la estrella que vieron en su origen, cuando apareció.

No hay nada aquí que sugiera que la estrella los guio de Persia o Babilonia o de donde sea que ellos vinieron, desde allí hasta Jerusalén. No necesitaban guía alguna para encontrar Jerusalén. Ellos llegan a Jerusalén y ahora dan vueltas y probablemente dentro y alrededor de las zonas del templo, haciendo preguntas: «¿Dónde está el Rey?». ¿Qué rey? ¿Herodes? No, Herodes no. «¿Dónde está el Rey de los judíos?».

Lo último que alguien en Jerusalén podía pensar es que Herodes era el rey de los judíos. Quizá él gobernó sobre los judíos, pero uno de los puntos del conflicto del pueblo judío del primer siglo en ese momento era que Herodes no era judío. Él era un rey títere designado por los romanos, quienes eran odiados.

Y Herodes se había distinguido en todo el mundo por sus magníficos proyectos de construcción, por su administración inteligente y astuta, pero lo único que excedía su reputación de proyectos de construcción y su capacidad de administración fue la reputación de su crueldad. Herodes era un hombre sediento de sangre, ahora, probablemente a fines de sus 60’s o principios de los 70’s, y nadie lo identificó con el Mesías.

Entonces, cuando esta gente, estos extraños, cinco, seis, siete, diez, doce, o los que sean, no sé cuántos, empezaron a preguntar: «¿Dónde está el Rey de los judíos?». ¿Dónde está el Mesías? No pasó mucho tiempo hasta que los reporteros de la corte enviaron esa información a Herodes.

‘Oh rey, tenemos un problema’. ‘¿Qué pasa?’. ‘Hay visitas en la ciudad, dignatarios extranjeros. Están buscando en cada rincón, están voceando en cada calle y están preguntando dónde está este Rey de los judíos que ha nacido. Están buscando al Mesías. Dijeron que vieron su estrella levantarse en el oriente.’

¿Cuál fue la reacción de Herodes? «Cuando lo oyó el rey Herodes, se turbó». Mala traducción. La palabra que Mateo usa aquí no es «turbó». Él estaba fuera de sí. Al principio no con ira o rabia, sino que literalmente la palabra aquí significa: «Herodes estaba aterrado».

Aquí tienen a un hombre que había gobernado por más de cuatro décadas más o menos, bañando a Jerusalén con la sangre de su pueblo, involucrado en todo tipo de intrigas judiciales, asesinando a sus propios familiares, conocido por su crueldad y con los años siendo paranoico cada vez más y más. Y cada vez que escucha de otro pretendiente al trono, de otro movimiento entre los judíos para destituirlo, lucha por su vida para mantener su poder y su autoridad.

Y lo último, fue casi como una aparición del fantasma de la ópera a Herodes, que lo peor en su vida que puede escuchar es que nació el verdadero Mesías. Y cuando escuchó estos informes, estaba aterrorizado.

Pero la frase extraña aquí, ¿la notaste en el texto?: «y toda Jerusalén con él». No tiene sentido. ¿Por qué Jerusalén estaría aterrada junto con Herodes?

Jerusalén era la ciudad que anhelaba y ansiaba por el libertador venidero. Los súbditos de Herodes querían al Mesías más que a cualquier otra cosa. Entonces, ¿por qué estarían aterrorizados junto con el rey? Mateo no lo dice y no lo sabemos.

Déjenme adivinar, creo que la mejor suposición que tenemos aquí es que la gente ya había experimentado lo que sucedió cuando Herodes se enteró de cualquier otra oposición contra él. Cuando ellos supieron que el rey estaba aterrado, ellos se aterraron porque sabían cómo el rey manejó sus miedos en el pasado y ahora el miedo de ellos estaba bien justificado.

En un período de tiempo muy corto, el rey Herodes promulgó un decreto, de que todos los niños menores de dos años serían ejecutados mientras él maquinaba una de las matanzas más crueles, despiadadas y malvadas en la historia del mundo, debido a que tenía miedo de un bebé.

Entonces, «cuando lo oyó, el rey Herodes, se turbó, y toda Jerusalén con él. Entonces, reuniendo a todos los principales sacerdotes y escribas del pueblo, indagó de ellos dónde había de nacer el Cristo». Aquí tenemos a un rey judío y él ni siquiera lo sabía. Cualquier persona de la escuela dominical podría haberle dicho dónde iba a nacer el Mesías.

«Y ellos le dijeron: En Belén de Judea, porque así está escrito por el profeta». Y luego viene la cita de Miqueas: «Y tú, Belén, tierra de Judá, de ningún modo eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un Gobernante que pastoreará a mi pueblo Israel» y así sucesivamente.

Entonces, ahora Herodes sabe que Belén, a unos 10 kilómetros al sur, es el lugar donde este bebé ha nacido. «Entonces Herodes llamó a los magos en secreto y se cercioró con ellos del tiempo en que había aparecido la estrella». Ves, está tratando de averiguar qué edad tendría el bebé. No era tan cruel como para matar a todos los niños. «Y enviándolos a Belén, dijo». Noten lo maquiavélico del actuar de Herodes. Él dice: «Id y buscad con diligencia al Niño; y cuando le encontréis, avisadme para que yo también vaya y le adore».  Herodes tenía en mente un concepto extraño de adoración.

Entonces los visitantes «se fueron; y he aquí», otra vez está la palabra, «la estrella», ¿ves lo que pasó? Ellos iniciaron este viaje en el oriente cuando esta estrella aparece en el horizonte. Viajan a Jerusalén, no ven una estrella. Ahora no hay ninguna estrella que los guíe por los pasajes y las calles de Jerusalén.

Están buscando como cualquier otro turista, están buscando un mapa, tienen que encontrar de cualquier forma que los lleve a descubrir dónde está este nuevo rey. Finalmente reciben el mensaje de que está en Belén. Bueno, ¿cómo van a encontrar Belén? ¿Y en especial el lugar donde el rey, este bebé se encuentra en Belén? «He aquí, la estrella» apareció.

Es la aparición repentina y dramática de la estrella que ahora está diseñada para llevarlos específicamente al lugar donde está el bebé, lo cual me inclina a pensar que este no es un fenómeno natural sino una creación milagrosa de Dios para esta ocasión específica y para este propósito específico.

Y, «la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo sobre el lugar donde estaba el Niño. Cuando vieron la estrella, se regocijaron sobremanera con gran alegría. Y entrando en la casa, vieron al Niño con su madre María, y postrándose le adoraron».

Nuevamente, el lenguaje es aún más específico. Lo que el lenguaje sugiere aquí es que cayeron de rodillas y luego pusieron sus cabezas en el suelo, lo cual fue un acto de reverencia reservado para Dios. No era el mismo gesto que se usaba para arrodillarse ante un rey. Estas personas están usando una forma y una postura de adoración.

Por eso es que Mateo usa el término «le adoraron». No solo lo honraron, no solo lo alabaron, no solo lo exaltaron, damas y caballeros, estos hombres adoraron a este bebé. Eso es algo que sabemos con certeza.

Y lo próximo que se nos dice es que abrieron los cofres del tesoro que habían llevado a lo largo de este viaje y le presentaron los primeros regalos de Navidad al Cristo niño. Y ahora Mateo es más específico. Los regalos eran oro, incienso y mirra.

Ahora, si eres como yo, competitivo en la especulación, tú sabes, no contento con quedarte en la oscuridad, incapaz de resistirte a tratar de discernir el significado y el sentido de todo esto. Es decir, tengo que preguntar: ¿Qué tiene de especial el oro, el incienso y la mirra? ¿Por qué esos tres regalos? Y es muy fácil perderse con esto en la especulación abstracta y la fantasía y así por el estilo; y tenemos que ser cuidadosos aquí.

Pero veo algunas ideas interesantes de la historia de la iglesia. El padre de la iglesia, Orígenes, por ejemplo, dijo: «Ah, es simple el por qué los tres regalos de oro, incienso y mirra. Ellos trajeron oro porque era un rey, trajeron incienso porque era Dios y trajeron mirra porque era un hombre».

En la superficie, francamente, la primera vez que lo leí pensé: «Bueno, ahí va Orígenes en su fantasía alegórica por lo cual es famoso». Pero cuando lo miramos más de cerca, le damos el beneficio de la reflexión de la segunda mirada. Amados, veo una razón sólida para esa especulación.

Si vemos las Escrituras y la historia judía, vemos que el oro era casi un elemento exclusivo de la realeza. Solo el rey tenía un cetro de oro. ¿Qué le dabas a un rey que lo tenía todo? Le dabas oro. ¿Qué dieron de tributo los reyes vasallos a los reyes soberanos? Traían oro. Y así, existe una gran tradición en el antiguo Medio Oriente de que el regalo apropiado para la realeza era el oro. Y dado que estos hombres habían venido y dijeron: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?». Sabemos que al entrar esperaban encontrar un rey recién nacido.  Conocían el protocolo, conocían la etiqueta de la corte, conocían la tradición, trajeron oro digno de un rey. ¿Por qué incienso? Y a fin de cuentas, ¿qué es el incienso? Suena demasiado cerca a incendio ¿no? Sabemos qué es el incienso.

Bueno, aparentemente todo lo que la palabra «incienso» significa es «incienso puro», incienso sin alear, el incienso de mayor calidad, el más fino y el más caro. El tipo de incienso que no se lleva en un sobre o en un bolsillo, sino que se lleva en un cofre de tesoros.

Ahora, ¿Para qué servía el incienso en el mundo antiguo? No exclusivamente, pero casi exclusivamente, se usaba para la adoración. Se solía presentar como una ofrenda quemada a Dios. Y la mirra era una de las grandes posesiones de la nobleza, no de Dios, no de reyes sino de hombres comunes.

Era una especie de perfume y su uso principal era el de un aroma agradable, como una fragancia. Y, en su característica más fina, la mirra era un artículo extremadamente caro. De la misma manera como podemos comprar tipos muy caros de perfume, como el ungüento que María Magdalena derramó sobre los pies de Jesús, ¿recuerdas?

Otro uso de la mirra era cuando se usaba en la mezcla con otros líquidos, podía usarse para aliviar el dolor, como un sedante para aquellos que sufrían dolor, como el que se le ofreció a Jesús en la cruz. ¿No es interesante que a Él le dieron mirra al inicio de su vida y que sus ejecutores se lo ofrecieron al final de su vida?

Pero en Israel también es usado para ungir los cuerpos de los seres queridos que han muerto, como una expresión de amor, estima y dignidad. Y es el tipo de elemento que las mujeres usaron para ungir el cuerpo quebrado de Jesús cuando fue puesto en la tumba, porque era la tumba de un rey. Era la tumba de Dios encarnado y era la tumba del hombre perfecto. Entonces, no ceo que Orígenes haya estado tan equivocado en su especulación.

Y lo que te pido que recuerdes hoy, de estos pocos minutos que tomamos para mirar hacia atrás y recordar una vez más la historia de la Navidad, este aspecto de la historia de la Navidad, que estos fueron los primeros regalos de Navidad. No un prendedor para una novia, no un equipo estéreo para una madre, una madre viuda, no un juego de trenes para los nietos, sino oro para un rey, incienso para Dios y perfume para un hombre que muere.

Oremos. Padre, nos gusta recibir regalos, nos gusta dar regalos. Pero oro para que en esta Navidad, mientras damos y recibimos regalos, podamos pensar en los regalos que fueron dados a tu Hijo unigénito por aquellos que en tu providencia designaste y anunciaste para que lo visiten en su natividad. Oramos para que podamos pensar en esos regalos hasta el final, que podamos pensar en el regalo que nos has dado, el regalo de tu Hijo unigénito, para nosotros los seres humanos y para nuestra salvación. Te agradecemos por el Cristo niño y oramos en su nombre. Amén.



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