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Recuerdo cuando era estudiante de posgrado en la Universidad Libre de Amsterdam en la década de los 60, donde mi profesor, G. C. Berkhouwer, hizo la siguiente observación que se ha quedado en mi mente desde entonces y la escribiré en la pizarra. Él hizo este comentario: «No puede haber teología» – debo añadir aquí ‘bíblica’ porque eso estaba tácito en lo que estaba diciendo – «No puede haber teología bíblica sin demonología.» Puede ser una declaración extraña, pero tomemos unos momentos para ver la importancia de esta observación.
Lo que Berkhouwer estaba respondiendo en ese comentario era parte de la crítica que había sido plantada contra el cristianismo ortodoxo por, quizás el erudito más famoso del Nuevo Testamento del siglo XX, el erudito alemán Rudolf Bultmann. Rudolf Bultmann había argumentado que si la Biblia, escrita hace tantos siglos, ha de tener alguna relevancia para una persona moderna, que la Biblia debía primero ser desmitologizada. Y hay que acercarse a ella haciendo las preguntas que son posibles adoptando primero una filosofía existencial moderna.
Lo que Bultmann dijo en su escepticismo fue esto; que uno no puede aprovechar el uso de invenciones modernas como la electricidad, la energía atómica, la microbiología y todo ese tipo de cosas – usando televisores y radios – y creer en la cosmovisión mítica que subyace las Escrituras. No podemos creer en un universo de tres pisos con el cielo allá arriba y el infierno aquí abajo. Y especialmente problemático, según Bultmann, era esta idea de que vivimos en un universo habitado por criaturas que son totalmente inicuas como el diablo y su legión de demonios o por criaturas sobrenaturales benévolas como los ángeles.
Es decir, Bultmann estaba diciendo que el mundo que el Nuevo Testamento describe es un mundo que está lleno de ángeles y demonios. Y eso simplemente no corresponde a nuestra experiencia como personas del siglo XX. Recuerdo una clase que estaba enseñando en una universidad en una ocasión, y le pregunté a la gente cuántos de ellos creían en un diablo y sólo un par de alumnos de la clase levantaron la mano. El resto no lo hizo. Y yo dije, «¿Cuántos de ustedes creen en la existencia de Dios?» y todos levantaron la mano.
Eso fue, eso fue sorprendente para mí, pero en todo caso dije: «Bien, permítanme definir a Dios como un ser sobrenatural que tiene la capacidad de influir en las personas para bien. ¿Aceptarían esa definición?» Ellos dijeron sí. Y yo dije: «Bien, permítanme definir a Satanás entonces, o al diablo, como un ser sobrenatural que tiene la capacidad de influir en personas para el mal. ¿Cuántos de ustedes creen en eso?» Y de nuevo, sólo dos. Les dije: «¿Qué tiene Satanás que lo hace tan increíble dada la presencia dominante del mal en el universo?»
Y mientras comprobaba esto con los estudiantes, lo que percibía de ellos era que su comprensión de Satanás era que él estaba justo al lado de duendes y brujas y cosas que salen a golpear en la noche. Y un estudiante incluso lo dijo. Dijo: «No creo en una criatura de aspecto ridículo con cuernos, pies con pezuñas y una cola, que corre en un traje de saco rojo haciendo que la gente haga cosas malas». Y sonreí y dije, «Bueno, ¿de dónde sacaste la idea o la imagen de que Satanás era tan ridículo en la manera de presentarse, que se ve como un tipo con pezuñas y un tridente y todo lo demás?» Y ellos dijeron, «Bueno, eso es lo que se ve en las fotos y en los disfraces de Halloween y todo lo demás.» Le dije: «Déjame decirte de dónde vino eso.
Durante la Edad Media, la iglesia era muy consciente de la realidad de Satanás. Y la gente estaba muy preocupada por encontrar maneras de resistir los impulsos malvados del diablo y los teólogos de la iglesia habían dicho que Satanás fue una vez un buen ángel que cayó, y que su pecado en su caída singular fue el de orgullo. Y que su talón de Aquiles, incluso hasta el día de hoy, se encuentra en su orgullo y por lo tanto uno de los métodos que la iglesia enseñó a la gente a usar para resistir a Satanás y hacer que huyera, fue burlarse de él.
Y así se les ocurrió intencionalmente las representaciones más ridículas de Satanás que pudieron imaginar para burlarse de él y así atacar su orgullo, para que se apartara de ellos».
Y lo que estaba diciendo era que nadie creía realmente que llevaba una horquilla y tenía cuernos y pies con pezuñas y que corría alrededor con este traje de saco rojo que es cómo se lo presenta. Pero luego, la siguiente generación pensó que la generación anterior realmente creía en una criatura como esa.
Bueno, de nuevo, tenemos que volver a todo este asunto de ángeles y demonios y decir que, si vamos a ser bíblicos en nuestra teología, al margen de Rudolf Bultmann, y si estamos seguros de que la Biblia no es simplemente un libro fuente de mitología, sino que representa la verdad sobria y revelada de Dios, entonces vamos a tener que tomar en serio lo que dice la Escritura sobre los ángeles – buenos y caídos. Los ángeles y los demonios, y así sucesivamente.
Una de las cosas que puede sorprenderles es que, aunque la preocupación por los ángeles no suele estar en el centro de la preocupación de la vida religiosa de las personas en nuestros días, aunque en los últimos años ha habido este interesante renacimiento de la preocupación por los ángeles, generalmente promulgado a través del pensamiento de la Nueva Era más que del cristianismo serio, sin embargo, existe este interés hoy en día en los ángeles.
Cuando vamos al Nuevo Testamento y leemos el Nuevo Testamento – aquí hay un extraño fenómeno que encontrarán – que la palabra para ángel – angelos – en el Nuevo Testamento ocurre más a menudo que la palabra ‘harmartia’, que es la palabra del Nuevo Testamento para pecado. Y la palabra para ángel – angelos – aparece más a menudo en el Nuevo Testamento que la palabra ‘agape’, la palabra para amor.
Ahora, sólo en términos de frecuencia numérica, puede ser sorprendente para ustedes saber que el Nuevo Testamento habla con más frecuencia de ángeles que del pecado o del amor. Si este libro invierte tanto tiempo hablando de cosas tales como ángeles, entonces creo que nos corresponde tomarlas en serio. Y la preocupación por la naturaleza de los ángeles y la función de los ángeles se convirtió en un tema de gran urgencia en la iglesia primitiva debido a una herejía temprana que surgió en la que algunas personas asumieron que Jesús era un ángel. Que era más que un hombre, pero menos que Dios, que era un ser sobrenatural; de hecho, un ángel. Y en el mismo principio del libro de Hebreos, el autor de Hebreos desafía esta suposición sobre Jesús.
Permítanme leerles el inicio del primer capítulo de Hebreos. «Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo. Él es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de su poder. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, siendo mucho mejor que los ángeles, por cuanto ha heredado un nombre más excelente que ellos.»
Y el argumento continúa. «Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy; y otra vez: Yo seré Padre para Él, y Él será Hijo para mí? Y de nuevo, cuando trae al Primogénito al mundo, dice: Y adórenle todos los Ángeles de Dios». Y lo que el autor de Hebreos está diciendo aquí es que lejos de ser un ángel, incluso los ángeles son mandados por Dios para adorar a Cristo. Y continúa y sigue haciendo más comparaciones y contrastes. En el versículo 13, «¿a cuál de los ángeles ha dicho jamás: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? ¿No son todos ellos espíritus ministradores, enviados para servir por causa de los que heredarán la salvación?»
Ahora aquí tenemos una pista sobre la naturaleza de los ángeles y de su vocación. Aquí son definidos por el autor de Hebreos como espíritus ministradores. Es decir, son seres creativos, pero son espíritus creados, lo que significa que no tienen un cuerpo natural. O al menos cualquiera que sea su sustancia sería más etérea que la densidad de la carne que disfrutamos como seres humanos. Porque a veces cuando la Biblia habla de espíritu, no significa necesariamente lo que es totalmente no físico, sino más bien humo y viento y cosas como esas que sabemos que tienen participación en partículas físicas, sin embargo, carecen tanto de densidad que podrían llamarse espíritus. Pero, en cualquier caso, son criaturas. Los ángeles y los demonios por igual son seres creados. No son iguales a Dios. Y su primera tarea es ministrar. Ahora vemos varias maneras en que los ángeles funcionan como ministros en las Escrituras.
En primer lugar, hay de esos ángeles que son especialmente creados con el propósito de ministrar en la presencia inmediata de Dios. Encontramos, por ejemplo, en el sexto capítulo de Isaías el término descriptivo: el evento descriptivo de los serafines que rodean el trono de Dios y que cantan la respuesta antifonal «Santo, Santo, Santo.» E incluso se nos da una descripción de su apariencia: que tienen tres conjuntos de alas, dos de las cuales son – dos alas de las cuales son usadas para cubrir sus ojos, dos de las cuales cubrían sus pies y dos de las cuales eran usadas para volar. Pero su función es ser parte de la corte celestial. Asistir a la hueste celestial de la cual escuchamos de ángeles y arcángeles, lo que indica una jerarquía, un orden de autoridad dentro del mundo angelical. Pero en todo caso encontramos a los serafines ministrando en la presencia: la presencia inmediata de Dios. Siendo capaces de contemplar su presencia a diario.
En segundo lugar, encontramos un aluvión de actividades con respecto a los ángeles en el Nuevo Testamento con referencia específica a Cristo. Son los ángeles quienes primero anuncian el inminente nacimiento de Jesús. El ángel Gabriel es enviado a anunciar el nacimiento, primero de Juan el Bautista y luego a María a anunciar el nacimiento de Jesús. Son los ángeles en el campo fuera de Belén los que anuncian «Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres» y así sucesivamente.
De nuevo, anunciando el nacimiento de Jesús a los pastores fuera de Belén. Luego vemos ángeles que aparecen para ministrar a Jesús después de que él soporta sus 40 días de tentación por Satanás en el desierto. Y una de las ironías acerca de ese pasaje fue que una de las tentaciones que Satanás trajo a Jesús en esa ocasión fue la siguiente: “Ve y salta desde el pináculo del templo porque la Biblia dice [con respecto al Hijo de Dios o al Mesías] que Dios daría a sus ángeles y en las manos lo llevarían no sea que su pie tropiece en piedra.»
Y así Satanás le está diciendo a Jesús: «Vamos a ver si realmente eres el Hijo de Dios. Salta del templo y mira si los ángeles te agarran». Y Jesús dijo, pero las Escrituras también dicen que “no tentarás al Señor tu Dios”. Y Dios me ha dado un mensaje, Dios me ha dado una vocación. No tengo que estar saltando de los pináculos del templo a fin de probar eso. Y así el punto es que Satanás desafió a Jesús con respecto a la veracidad de la Palabra de Dios en cuanto al cuidado angelical que le sería dado a Él. Y Jesús no respondería a esa tentación.
Y, sin embargo, ¿qué fue lo primero que le sucedió a Jesús después de frustrar con éxito la tentación de Satanás y que Satanás lo dejara? En los evangelios se nos dice que inmediatamente los ángeles aparecieron y ministraron a Jesús después de su prueba. Durante su ministerio terrenal, cuando fue arrestado para ser crucificado, hizo la observación de que tenía la autoridad de invocar a las legiones de ángeles quienes podían bajar y rescatarlo, recordando la narración del Antiguo Testamento del caso del discípulo de Elías que estaba en Dothan, si recuerdan, cuando los enemigos enviaron los carros contra él y he aquí, los cielos estaban llenos de carros que rodeaban a Elías y que lo rescatarían de estos enemigos.
De nuevo, los ángeles eran invisibles a simple vista. Como le dijo a su siervo – dijo en su oración acerca de su siervo: ‘Abre los ojos para que pueda ver y contemplar alrededor de él estas legiones de ángeles’. Así que, en su mayor parte, los ángeles son invisibles. Pero pueden manifestarse como sucedió, de vez en cuando, durante el ministerio terrenal de Jesús. Y en ese ministerio terrenal de nuevo, la resurrección de Jesús fue anunciada por los ángeles en el sepulcro. La ascensión de Jesús al cielo fue anunciada por la presencia de ángeles y se nos dice que al regreso de Cristo, Él vendrá con sus ángeles en gloria. Y así encontramos ángeles a través de las Escrituras ministrando a los santos de Dios, pero particularmente a Jesús.
Y, en tercer lugar, la tercera función de su ministerio, ya lo he insinuado, es que son mensajeros. De hecho, la palabra angelos en sí significa mensajero. Porque la función principal que vemos que los ángeles realizan en el Nuevo Testamento es de traer nuevas de Dios y de hacer anuncios al mundo acerca de estos acontecimientos maravillosos que están a punto de suceder. También nos dice que algunos han hospedado a ángeles sin saberlo. Así que esos ángeles, tal como han aparecido en el Antiguo Testamento en forma de hombres, no fueron reconocidos inmediatamente como visitantes del reino angelical o como mensajeros de Dios.
Pero continúan, incluso hasta el día de hoy, ministrando a los santos en tiempos de gran peligro. Ahora, más allá del reino de los ángeles, tenemos que mirar específicamente el reino de los ángeles caídos, porque como Adán y Eva fueron creados originalmente en bondad y en santidad, así los ángeles fueron creados buenos, pero una porción del reino angelical cayó con Lucifer, y Lucifer se convirtió en el arcángel supremo de toda esta compañía de ángeles caídos y del mundo demoníaco – el mundo de los demonios – es el mundo de ángeles menores que están bajo la autoridad del ángel caído principal, Satanás mismo.
Ahora una de las cosas que es fundamental que los cristianos entiendan es que Satanás no es Dios. No somos dualistas que creemos en dos poderes iguales y opuestos, uno bueno, uno malo; uno luz, uno oscuridad. Satanás es una criatura. No tiene el poder de Dios. No puede hacer cosas que sólo Dios puede hacer. Pero tiene más poder y más astucia y habilidad que los humanos. Así que es más fuerte que nosotros, pero mucho más débil que Dios mismo. Es por eso que aquel que es habitado por el Espíritu Santo, por ejemplo, no tiene que temer ser habitado por un demonio o poseído por un demonio porque más grande es el que está en uno que el que está en el mundo.
Se nos advierte contra el poder astuto de Satanás tal como Pedro en su arrogancia asumió que resistiría cualquier tentación cuando Jesús le anunció que pronto lo negaría. Pedro dijo: ‘Nunca, nunca haré tal cosa’, ¿y qué dijo Jesús? ‘Simón, Simón, Satanás te quiere para zarandearte como a trigo. Pero he rogado por ti’. En otras palabras, no eres un obstáculo; no eres un problema para Satanás. Satanás es mucho más poderoso que tú, Simón, él puede zarandearte como a trigo. Eres un pedazo de pastel para él. Sin embargo, al mismo tiempo, las Escrituras nos dicen que si resistimos a Satanás, él huirá de nosotros. Y de nuevo, más grande es el que está en nosotros que el que está en el mundo.
Se utilizan diferentes imágenes para Satanás. Se nos dice que va como león rugiente buscando devorar a aquellos a quienes quiere. Y veo estas fotos gemelas en mi mente; este león rugiente, feroz. Muy aterrador. Y veo a ese mismo león corriendo por el camino con la cola entre las piernas cuando ha sido resistido por alguien que posee a Dios el Espíritu Santo. Así que uno de los grandes errores que se comete en nuestros días es atribuir demasiado poder a Satanás, como si fuera Dios mismo. Pero más bien su actividad se conoce tanto por el estudio de sus nombres como por su actividad en las Escrituras. Es el tentador. Es el engañador. Es el acusador. Tenemos que ser conscientes de eso.
Dado que todos somos conscientes de que una de las cosas favoritas de Satanás es ser el tentador, incitar a la gente a pecar aun cuando él trató de hacer que Cristo cayera durante la tentación del desierto. Pero en la vida del cristiano hay otra actividad que Satanás emplea que tal vez es aún más frecuente que la de la tentación. Y esa es la acusación; donde Satanás viene y te acusa de tu pecado. Donde incluso puedes ser culpable, pero él trata de llevarte a la desesperación en lugar de al arrepentimiento. Porque, aunque somos culpables de los pecados a los que Satanás puede llamar la atención, satanás siempre oculta la respuesta a nuestra culpa. Nos haría destruirnos a nosotros mismos, donde Cristo nos llama al perdón y a la redención. Una última cosa que quiero decir acerca de Satanás a modo de advertencia. Su carácter es metamórfico según el Nuevo Testamento.
Es decir, tiene la habilidad de aparecer como lo decimos en filosofía, “sub especie boni” – bajo los auspicios del bien. Creo que tenemos que alejarnos de pensar en él como esta figura diabólicamente ridícula que vemos, porque Satanás tiene la capacidad de transformarse en un ángel de luz. Ese es su engaño; que no se acercará a nosotros en un estado feo, pero vendrá citando la Escritura, pareciendo piadoso, aparentemente puro, haciendo que vayamos en contra de la palabra de Dios.