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Transcripción
Continuamos con nuestro estudio de la Trinidad. Hemos visto algo de la doctrina tal como se encuentra en las Escrituras del Antiguo Testamento y en las del Nuevo Testamento. Vimos cómo la doctrina se desarrolló en términos de la historia de la iglesia y los primeros siglos de reflexión cristiana. Pero hemos notado a lo largo del camino que la crítica constante a la Trinidad es que es irracional, que implica una contradicción.
Recordarán que anteriormente respondí a eso diciendo: «Llamarlo una contradicción es aplicar mal la ley de la no contradicción a la fórmula, porque la fórmula de la Trinidad enseña que Dios es uno en esencia y tres en cuanto a persona». De modo que es uno en cuanto a una cosa y tres en cuanto a la otra. Es decir, es uno en «A», tres en «B», lo cual no viola las categorías del pensamiento racional ni la ley de no contradicción.
Sin embargo, la gente continúa, persistentemente, haciendo la acusación de que la Trinidad es irracional. De hecho, ayer recibí una carta de alguien que hace esa acusación contra el cristianismo histórico. Así que, hoy quiero tomar unos minutos para decir por qué es que creo que la gente comete este error al acusar al cristianismo de ser irracional o contradictorio con respecto a nuestra doctrina de la Trinidad.
En otras clases me he tomado el tiempo para explorar tres categorías distintas que necesitamos entender y diferenciar entre sí. Y esas categorías son la contradicción, la paradoja y el misterio.
Estas tres palabras representan tres ideas o conceptos distintos. Pero están tan estrechamente relacionados que los tres a menudo se confunden entre sí. Una paradoja: el prefijo «para significa «al lado de» y la raíz proviene del griego dokein, que significa «parecer, pensar o aparecer». Una paradoja es algo que suena contradictorio, tal vez la primera vez que lo escuchas, pero tras un escrutinio más profundo la tensión se resuelve.
Jesús, en el Nuevo Testamento dice que para que seamos libres tenemos que convertirnos en esclavos o siervos de Cristo. Eso suena contradictorio, pero si lo examinamos más de cerca, vemos que Jesús está diciendo que para ser libre en un sentido, tienes que ser un siervo en otro sentido, y por lo tanto no hay violación aquí de las reglas de la lógica. Pero donde realmente vemos el problema y la tensión es entre el misterio y la contradicción. Y aquí está la razón: en el término «misterio» nos referimos a misterios como las cosas que todavía no entendemos. Creemos que son verdad, pero no entendemos cómo es que son verdaderas, o por qué son verdaderas.
Sabemos que existe tal cosa como la gravedad, pero toda la esencia de la gravedad sigue siendo un misterio para nosotros. Incluso algo tan básico y fundamental para nosotros como el movimiento, que notamos todos los días y sobre el que construimos nuestras vidas, desafía un análisis agudo de su realidad. Cuando uno lo mira filosóficamente, decimos que hay un elemento misterioso en eso, así como en muchas otras cosas que experimentamos en nuestra vida cotidiana. Entonces, un misterio es algo que afirmamos que es cierto, pero no entendemos todas las ramificaciones del mismo.
Ahora, el cristianismo bíblico ciertamente tiene su cuota de misterios. No entendemos cómo Dios puede ser infinito en Su ser, y sin embargo afirmamos que lo es. Hay muchas verdades que Dios nos revela acerca de Él que están más allá de nuestra capacidad de entender. De hecho, algunas de estas verdades quizás nunca las entendamos completamente, ni siquiera en el cielo. A medida que obtenemos nueva información y nuevos conocimientos, las cosas que antes eran misteriosas para nosotros, se desentrañan con una nueva perspectiva e información nueva.
Hemos visto un progreso real del conocimiento en la historia de la ciencia y la historia de la teología y otras disciplinas a medida que aumentamos nuestro conocimiento. Pero incluso a medida que aumentamos nuestro conocimiento hasta el punto máximo de la experiencia humana, incluso en el cielo seguiremos siendo criaturas finitas, que no tendrán la capacidad de tener una comprensión completa de la naturaleza de Dios. Por lo tanto, no debería sorprendernos, dada la diferencia entre el carácter de Dios y la humanidad, que hubiera elementos misteriosos de la verdad con respecto a Dios.
Pero, de nuevo, hay una diferencia entre un misterio y una contradicción. Lo que tienen en común, sin embargo, es esto: nadie entiende una contradicción, y los misterios tampoco se entienden. Así que, podemos apresurarnos a juzgar y decir: «Si no entiendo algo, debe ser irracional. Debe ser una contradicción». Pero ese no es el caso en absoluto. La razón por la que las contradicciones no se entienden es porque son inherentemente ininteligibles. Nadie puede entender una contradicción porque las contradicciones no se pueden entender.
He contado esta historia antes, de un profesor de seminario que tuve, que frunció el ceño y habló en voz baja e hizo una declaración en nuestra clase, dijo: «Dios es absolutamente inmutable en Su esencia y Dios es absolutamente mutable en Su esencia». Se escuchó un murmullo colectivo por parte de los estudiantes: ¡Uf, eso es profundo! Yo dije: «No, eso es locura. Un disparate». Pero si tienes suficiente educación y una posición de autoridad en el mundo académico, puedes hacer declaraciones sin sentido y hacer que la gente se vaya impresionada por lo profundo que eres. Pero eso es profundamente absurdo, decir que Dios es absolutamente mutable y absolutamente inmutable al mismo tiempo y en la misma relación. Ningún genio en el mundo puede hacer que eso tenga sentido ya que es una afirmación sin sentido.
Ahora, ningún ser humano tiene la capacidad de comprender una contradicción porque, como digo, son inherentemente ininteligibles. Y no es que solo Dios es capaz de entender una contradicción. Algunas personas dicen: «Bueno, esa es la diferencia entre Dios y el hombre: donde nuestras mentes están limitadas por las leyes de la lógica, en la mente de Dios, Él puede trascender las leyes de la lógica y puede entender algo como A y no-A al mismo tiempo, y en la misma relación. Puede que creas que estás exaltando a Dios, al decir que Él es tan maravilloso en Su inteligencia y tan trascendente en Su sabiduría, que es capaz de entender las contradicciones. Lo que acabas de hacer es difamar a la deidad, porque has dicho que en la mente de Dios reside el sinsentido y el caos, lo cual no es el caso.
Pero lo que queremos decir es que hay cosas que no entendemos que son misteriosas para nosotros y que Dios, desde Su perspectiva y con Su omnisciencia, Su conocimiento, puede entender fácilmente, ¡es decir, para Dios no hay misterio! Tampoco hay contradicciones, porque Él no piensa en esas categorías. Pero, de nuevo, el punto de referencia es que no podemos entender un misterio, pero quizá en algún momento, con más información y una perspectiva más elevada, ese misterio se desentrañe. Y, otra vez, Dios puede entender. Dios entiende la gravedad, entiende el movimiento, y entiende la realidad última y el ser, donde nosotros no hemos sido capaces de profundizar completamente en estas cosas.
Espero que entiendan que debemos tener cuidado cuando decimos que: «La Trinidad es algo que no entiendo. No sé cómo una persona puede ser una persona y tener dos naturalezas, una naturaleza divina y una naturaleza humana. No tengo ningún punto de referencia para eso en mi experiencia humana». Todas las personas que he conocido solo han tenido una naturaleza. Es como ‘uno por cliente’. Sin embargo, cuando afirmamos la naturaleza dual de Cristo, estamos afirmando algo que es único para Él que difiere de la experiencia normal de la humanidad, y por lo tanto es misterioso.
Como dijimos cuando vimos el Concilio de Calcedonia, pudimos afirmar los negativos, de que las dos naturalezas son sin confusión, mezcla, división y separación. Pero eso limita bastante nuestra comprensión al decir lo que no es. No sabemos cómo funciona realmente en las dos naturalezas de Cristo. Y de la misma manera, cuando llegamos a la Trinidad, decimos, porque tenemos que decir basándonos en la revelación de las Escrituras, que hay un sentido en el que Dios es uno, y otro sentido en el que Él es tres. Y debemos tener cuidado de señalar que esos dos sentidos no son lo mismo. Si fueran lo mismo, tendríamos una contradicción indigna de nuestra fe. Pero señalamos el misterio de la naturaleza de Dios, que es uno en esencia y tres en persona.
Ahora, una segunda objeción que se levanta constantemente contra la doctrina de la Trinidad es lingüística, en este sentido. El argumento es que la Biblia, y particularmente el Nuevo Testamento, nunca usa el término «trinidad». El término «trinidad» es una palabra extra-bíblica, impuesta sobre el texto de las Escrituras, y por lo tanto implica una intrusión en la mente hebraica de las Escrituras desde fuera del marco bíblico. Es una invasión de categorías griegas abstractas en el cristianismo del Nuevo Testamento. Escuchamos esto todo el tiempo, como si el Espíritu Santo nunca pudiera usar debidamente el idioma griego como un medio para comunicar la verdad, y lo que de hecho sabemos que no es el caso, ya que el Nuevo Testamento fue escrito en el idioma griego.
A veces, hoy en día, los teólogos y filósofos tienen más problemas con el griego de lo que Dios tuvo. En todo caso, la idea de que el término «trinidad» no aparece en las Escrituras ha hecho que algunas personas levanten una ceja. Pero la pregunta es, ¿qué significa esta palabra? ¿Aparece el concepto en la Biblia? Todo lo que hace la palabra «trinidad» es enfocarse lingüísticamente como una palabra que captura dentro de ella el contenido de las Escrituras que enseñan, como ya hemos visto, la unidad de Dios y la tri-personalidad de Dios. Entonces, buscamos una palabra que comunique con precisión esas dos afirmaciones, unidad y tri-personalidad. Y terminamos con la idea de la tri-unidad, tres en unidad, y obtenemos esta palabra trinidad.
Realmente es ingenuo objetar que la palabra en sí no se encuentra en las Escrituras, siempre y cuando podamos demostrar que el concepto se encuentra en las Escrituras y es enseñado por las Escrituras. Ahora, permítanme decir algo, en este punto, sobre estos términos teológicos que surgen en la historia de la iglesia, y por qué surgen en la historia de la iglesia. Surgen principalmente debido al compromiso de la iglesia con la precisión teológica. Juan Calvino hizo la observación en la Institución de que palabras como «trinidad» han surgido en la historia de la iglesia debido a lo que él describió como las «serpientes escurridizas» que tratan de distorsionar la enseñanza de las Escrituras por medio de la herejía.
Es decir, tienes a alguien, como ya hemos visto, como Arrio, que no dudó en llamar a Jesús el Hijo de Dios, que no dudó en dar devoción personal y adoración a Jesús como el Hijo de Dios, que no dudó en decir que Jesús era como Dios, sin embargo, sostuvo que Jesús era una criatura. De modo que utilizó el lenguaje de la iglesia, como en el Concilio de Antioquía realizado el año 267, donde se introdujo el término homoiousios en oposición a homoousios. Arrio no dudó en usar el lenguaje de los concilios anteriores, pero llenó ese lenguaje con un contenido diferente, y eso es lo que hacen los herejes todo el tiempo. Y el truco favorito del hereje es lo que llamamos la ambigüedad estudiada, la ambigüedad estudiada. La ambigüedad estudiada es aquella forma de comunicación por la cual algo, una palabra, se utiliza para dejar el concepto intencionadamente ambiguo.
En el siglo XVI, la mayor controversia teológica en la historia de la iglesia estalló en la época de la Reforma, sobre la doctrina de la justificación. Y el tema básico era ¿cuál es el fundamento de nuestra justificación? ¿Está nuestra justificación basada en una justicia que es inherente a nosotros? ¿O se basa en una justicia que se logra aparte de nosotros, fuera de nosotros, extra nos? Es decir, ¿es nuestra justicia desde adentro, o es de Cristo, en términos de Su acto perfecto de justicia donde Su justicia nos es imputada o puesta en nuestra cuenta? Toda la polémica se redujo a una palabra: imputación. Donde los reformadores estaban diciendo que la única manera en que cualquier persona puede ser justificada es que la justicia de Jesucristo sea transferida a su cuenta.
Ahora, en un esfuerzo por resolver la disputa, muchas personas dijeron: «Tratemos de ponerlo de esta manera: que somos justificados por Cristo. Ambos estamos de acuerdo en que somos justificados por Cristo, así que tomémonos de la mano, cantemos himnos, oremos juntos y permanezcamos juntos simplemente teniendo una fórmula común de que somos justificados por Cristo». Eso es lo suficientemente ambiguo como para que las personas que creen que eres justificado por la infusión de la justicia de Jesús, con la que cooperas para llegar a ser inherentemente justos, puedan aferrarse a eso; y tú que crees que eres justificado por Cristo en virtud de la imputación de Su justicia, donde estos dos puntos de vista de la justificación están tan lejos el uno del otro como el oriente del oeste.
Podemos evitar la controversia, podemos evitar la disputa, podemos mantener la unidad cristiana usando una fórmula que es intencionalmente ambigua, que tú puedes interpretar a tu manera, y él puede interpretar a su manera. Eso es lo que sucede con la ambigüedad estudiada, e históricamente, de nuevo, Calvino tenía razón al decir que la ambigüedad estudiada es el escondite para el hereje. La razón por la que la iglesia insistió en este término, históricamente, fue, de nuevo, para tapar las bocas de los herejes, para detener a los monofisitas, me refiero a los modalistas, para detener a los monarquianistas dinámicos, para detener a los que enseñaban el triteísmo (es decir, que hay tres dioses). Y también, para tapar las bocas de aquellos que negaban la tri-personalidad de Dios insistiendo en algún punto de vista del unitarianismo.
Por lo tanto, vemos que la iglesia se hunde en un concepto que, en un sentido muy real, funciona como un Shibolet. ¿Recuerdas cuál es el propósito del Shibolet? El propósito del Shibolet era como una contraseña para poder pasar la vigilancia. Cuando los enemigos de Israel estaban tratando de enviar a sus agentes encubiertos, espías, a la tierra, a cualquiera que entrara se le pedía que pronunciara la palabra «Shibolet», y sus vecinos no eran capaces de pronunciar esa palabra, por lo que su mala pronunciación los delataba. Y eso es lo que decimos que es un Shibolet. Es una palabra de prueba para averiguar si alguien es auténtico.
En Holanda, durante el período de la ocupación, cuando Holanda estuvo bajo el dominio de Alemania durante varios años, durante la Segunda Guerra Mundial, ellos tenían su Shibolet. Tienen un puerto marítimo, una ciudad turística en la costa marítima de Holanda que se llama, a ver si puedo pasar la vigilancia, ya que casi tienes que hablar guturalmente para poder decirlo. El nombre de esta costa era Scheveningen. Oyes que sche – Scheveningen. Y los alemanes, no tenían manera de decirlo. Podían hablar holandés y arreglárselas y pasar muchas veces por holandeses, pero si les pedías que dijeran Scheveningen, se atragantaban como yo ahora mismo. Y así, eso se convirtió en un Shibolet. Y eso es lo que la iglesia ha tenido que hacer. Tomas palabras como «inerrancia» cuando se trata de las Escrituras. J.I. Packer dijo una vez: «Sí, la inerrancia es el Shibolet».
Quieres saber cuál es la posición de alguien con respecto a su punto de vista de las Sagradas Escrituras, no le preguntes si cree en la inspiración de las Escrituras. Pregúntale: «¿Crees en la inerrancia de las Escrituras?», porque la gente se atragantará con esa palabra antes de afirmarla. Ahora, es cierto que nunca se ha escrito una confesión, nunca se ha visto una fórmula expresada en toda su precisión, que la gente deshonesta no pueda eludir. Las palabras evasivas ocurren todo el tiempo. En mi propia ordenación, recuerdo a un hombre que me preguntó antes de su examen de ordenación, y me dijo: «¿Debo ir con la resurrección o no?» Le pregunté: «¿Qué quieres decir? ¿Crees en la resurrección?». Dijo: «Bueno, por supuesto que no». Le dije: «Entonces eso es lo que tienes que decir». Pero, no quería ser descalificado de la ordenación, así que fue evasivo; cruzó los dedos cuando fue interrogado.
Eso sucede todo el tiempo, y de nuevo la razón por la que la iglesia ha vuelto a palabras como «trinidad» es para establecer el estándar con la mayor precisión que le sea posible, y lo que impulsa a la iglesia a la precisión, en cada generación, ha sido el ataque a la verdad de Dios por parte de los herejes. Eso es lo que hace la herejía. Obliga a la iglesia a ser cuidadosa, clara y precisa en su confesión. Pues bien, en nuestra próxima sesión volveremos a ver esta fórmula: uno en esencia, tres en persona y veremos si podemos al menos desentrañar el contenido teológico de lo que significan estos términos que se utilizan.