Recibe la guía de estudio de esta serie por email
Suscríbete para recibir notificaciones por correo electrónico cada vez que salga un nuevo programa y para recibir la guía de estudio de la serie en curso.Transcripción
Uno de los problemas con el que las personas luchan con la Escritura es que parece que gran parte del contenido de la Biblia, especialmente el Antiguo Testamento, tiene que ver con la manifestación y la revelación de la ira de Dios y de su juicio.
Cuando escuchamos el relato acerca de su misericordia y su amor redentor, acogemos eso con alegría, pero a veces, nos reducimos en escepticismo e incredulidad, ante el registro del juicio divino. En el Nuevo Testamento, la palabra griega que se traduce al español como “juicio”, es la palabra “crisis”, y de ella se deriva nuestra palabra crisis que es igual en español. Porque una crisis es un momento de juicio decisivo que puede afectar todo lo que sigue después.
Bueno, uno de los grandes momentos de crisis de la historia del Antiguo Testamento fue la crisis de la Pascua porque en ella vemos este reflejo y este drama, no sólo de la redención, sino también del juicio y eso es lo que la convierte en crisis.
Hay dos lados en el juicio divino. Está el lado de la misericordia, y está el lado de la ira. Y por eso, cuando llegamos al relato de la Pascua en el Antiguo Testamento vemos tanto la manifestación de la gracia de Dios como la de su ira.
Ahora, esta idea de juicio que está acompañado, al mismo tiempo de misericordia y gracia es un tema que se entreteje en toda la Escritura a lo largo de todo el Antiguo Testamento.
Después de la caída, vemos la misericordia cuando Dios se inclina para vestir a sus criaturas avergonzadas y, al mismo tiempo, vemos la maldición que cae sobre ellos. Entonces es algo que vemos una y otra vez en la Escritura. Ahora, la Pascua es anunciada en el capítulo 11 del libro de Éxodo, donde leemos estas palabras: “Y el Señor dijo a Moisés: Una plaga más traeré sobre Faraón y sobre Egipto”.
Ahora, recuerda que esta contienda se ha estado llevando a cabo entre los dos grandes soberanos de ese período: El que era el hombre más soberano del mundo, el Faraón de Egipto, y el que, en última instancia, es el soberano, el Dios del cielo y la tierra.
En este conflicto, en este drama, se da un combate de fuerza entre los dos soberanos, hay diez plagas que se registran en este drama particular, pero es la última en donde la culminación del poder de Dios es observada en la Pascua. Y es así que Él anuncia esta última plaga, en donde Él visitará a Faraón y a Egipto. Y Él dice: “Después de la cual os dejará ir de aquí. Cuando os deje ir, ciertamente os echará de aquí completamente. Di ahora al pueblo que cada hombre pida a su vecino y cada mujer a su vecina objetos de plata y objetos de oro. Y el Señor hizo que el pueblo se ganara el favor de los egipcios.”
“Y Moisés dijo: Así dice el Señor: ‘Como a medianoche Yo pasaré por toda la tierra de Egipto, y morirá todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está detrás del molino; también todo primogénito del ganado'”.
Lo que anuncia esta plaga es algo terrible, Dios va a afligir a todo hijo primogénito de cada familia egipcia. Desde el mismo palacio, desde el primogénito del faraón hasta el primogénito del más humilde campesino o siervo en Egipto, y no sólo anuncia que Dios va a matar a estos primogénitos, sino que también va a enviar a Su ángel vengador o el ángel de la muerte a herir a los primogénitos de todos los ganados de los egipcios.
Ahora, recuerda que ha habido una intensidad progresiva de las plagas, desde volver el Nilo en un río de sangre, los mosquitos, los piojos, las ranas, y lo demás. Pero ahora la vida de las personas y de los ganados mismos será tomada.
Ahora, incluso hoy día, los eventos que se registran en Éxodo son celebrados anualmente por los judíos modernos. Y cuando el pueblo judío se sienta a celebrar la Pascua, es costumbre que el hijo más joven que está en la mesa le diga al padre, “¿Por qué estamos haciendo esto? ¿Qué significan estas cosas?”
Y luego el jefe de la familia comienza a relatar lo que Dios hizo hace miles de años con el fin de lograr la redención de su pueblo, Israel. Ahora, una vez más, la celebración de hoy es la celebración de esta maravillosa obra de liberación, esta maravillosa obra de redención; y a veces pasamos por alto que la redención que se llevó a cabo a favor de Israel en la Pascua era una redención del juicio de Dios.
Es importante entender esto, porque toda la historia bíblica de la redención, todo el drama de la salvación es una salvación por Dios y una salvación de Dios.
Permítanme decirlo otra vez. Es una salvación que es hecha por Dios y que al mismo tiempo es una salvación de Dios. Es decir, que la gente es salva de, o es redimida de la ira y el juicio del Dios Todopoderoso. Echemos un vistazo a continuación al capítulo 12 de Éxodo, donde leemos en el versículo 1: “Y el Señor habló a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: Este mes será para vosotros el principio de los meses; será el primer mes del año para vosotros.
Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: ‘El día diez de este mes cada uno tomará para sí un cordero, según sus casas paternas; un cordero para cada casa. Mas si la casa es muy pequeña para un cordero, entonces él y el vecino más cercano a su casa tomarán uno según el número de personas; conforme a lo que cada persona coma, dividiréis el cordero. El cordero será un macho sin defecto, de un año.’”
Permítanme hacer una pausa aquí por un momento mientras obervamos la institución de la primera Pascua. Lo que sucede aquí, es que Dios está dando instrucciones específicas a Su pueblo para salir airosos de un proceso mediante el cual se librarán de la visitación de Su ira sobre la nación egipcia.
Esto es tan significativo en su propia historia que, en cierto sentido, Él cambia todo su calendario, de modo que, a partir de ahora, este mes, en el cual se lleva a cabo el éxodo, será considerado el primer mes del año, y este mes será establecido como el tiempo para la celebración anual en que este evento se llevará a cabo. Ahora, una vez más, se nos dice que deben tomar un cordero que sea “un cordero sin defecto”.
Esto ya llama la atención sobre lo que ocurre en el Nuevo Testamento. He mencionado varias veces que no podemos entender a cabalidad el Nuevo Testamento y el drama de la redención que allí se desarrolla, a menos que entendamos el trasfondo y el marco referencial de todo eso en el Antiguo Testamento.
Una vez que entendamos lo que sucede en la Pascua, por ejemplo, y posteriormente en la celebración del Yom Kippur, el Día de la Expiación para el pueblo judío, entonces entenderemos lo que pasa cuando Juan el Bautista viene al río Jordán y ve a Jesús acercándose y comienza a cantar el Agnus Dei: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
De modo que toda la idea de Cristo como el Cordero de Dios se remonta a la Pascua ya que, en la observancia de la Pascua, en su primera institución, un cordero debía ser inmolado como la provisión que Dios da para cubrir a Su pueblo de Su propio juicio.
Veamos de nuevo lo que dice el texto. “Y lo guardaréis hasta el día catorce del mismo mes; entonces toda la asamblea de la congregación de Israel lo matará al anochecer. Y tomarán parte de la sangre y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas donde lo coman.
Y comerán la carne esa misma noche, asada al fuego, y la comerán con pan sin levadura y con hierbas amargas. No comeréis nada de él crudo ni hervido en agua, sino asado al fuego, tanto su cabeza como sus patas y sus entrañas. Y no dejaréis nada de él para la mañana, sino que lo que quede de él para la mañana lo quemaréis en el fuego. Y de esta manera lo comeréis: ceñidos vuestros lomos, las sandalias en vuestros pies y el cayado en vuestra mano, lo comeréis apresuradamente. Esa es la Pascua del Señor”.
Lo que está sucediendo es que se debe matar al cordero y la sangre se toma del cordero con el fin de marcar cada casa de los judíos, marcándose el exterior de la puerta, el marco de la puerta con la sangre que se tomó del cordero.
La idea es que mientras Dios envía al ángel vengador, el ángel del juicio, el ángel de la muerte a herir a los egipcios, que cuando llegue a una casa en la que una persona judía habita, el ángel vea la señal de la sangre del cordero puesta en la puerta, y donde sea que vea la señal del cubrimiento con la sangre del cordero, pase de largo.
Es por eso que se llama la “Pascua”, porque el ángel del juicio divino pasó de largo por todos los hogares marcados con la sangre del cordero. Sin duda que el simbolismo es claro, ¿no es así? Para todo el drama de la redención en el Nuevo Testamento.
En el Nuevo Testamento es la sangre de Cristo que cubre a todo Su pueblo; y todas las personas que están marcadas con la sangre del cordero son las que escapan del derramamiento del juicio de Dios al final de los tiempos.Ahora, una de las razones por la cual luchamos con este concepto del juicio es que no creemos realmente que Dios ha establecido un día en el cual juzgará al mundo.
Sin embargo, si hay una idea central que se teje a través de ambos testamentos es que el Dios que comenzó esta creación va a llevar la historia humana a un punto final, a un punto de crisis suprema, una crisis donde Él va a llamar a todos los seres humanos ante Su presencia y emitirá Su juicio; y aquellos que están cubiertos por la expiación del cordero serán salvados de la ira que ha de venir.
Pero, una vez más, tendemos a estar a gusto en Sión y asumimos que nunca se realizará un juicio. Es importante para nosotros que consideremos este drama en el Antiguo Testamento porque pone de manifiesto, otra vez, de forma clara y concisa, que Dios es un Dios de justicia y la paciencia de Dios se acabó con Faraón.
Así que cuando Él visitó a Faraón y también a los egipcios, Él no está siendo injusto, más bien, está siendo justo. Él es el Dios vengador. Tenemos la tendencia a pensar que la venganza, en sí misma, es intrínsecamente mala, porque se nos dice que no debemos ser vengativos.
Pero ¿qué nos dice Dios en las Escrituras? “Mía es la venganza, dice el Señor. Yo pagaré “. Así que el Dios que aparece en el Antiguo Testamento es el Dios guerrero de Israel, quien no solo va a la batalla por Su pueblo, sino que utiliza esas ocasiones como instrumentos de Su propia justicia divina.
Ahora, volvamos a algunos de los elementos de esa cena. Es importante tener en cuenta que cuando este evento del éxodo ocurrió, se dio una sola vez y nunca se repitió de nuevo en la historia del Antiguo Testamento. Solo una vez Dios libera a Su pueblo de esta forma particular de esclavitud y hace de ellos una nación.
Sí, de hecho, hay otras acciones redentivas que se llevan a cabo: el regreso del cautiverio y otras más, pero en cuanto a esta obra suprema de redención en el Antiguo Testamento, sin duda, la obra más importante de redención en el Antiguo Testamento, ocurre una vez para siempre.
Al igual que en el Nuevo Testamento, la obra suprema de redención que Cristo nos brinda en la cruz es un evento de una sola vez. Sin embargo, aunque el evento no se puede repetir, existe un ritual que si repite las ceremonias que se realizaron en la noche de la Pascua.
Entonces Dios dice al pueblo judío, ‘A partir de ahora, cada año, al mismo tiempo, por todas las generaciones y para siempre, quiero que se sienten con sus hijos y celebren este evento. No vamos a repetirlo todos los años, en el sentido de enviar el ángel de la muerte a los hogares de todo el mundo, pero quiero que recuerden y nunca olviden lo que he hecho por ustedes’.
Ahora veremos esa idea en el resto del Antiguo Testamento. Cada vez que Dios reúne a su pueblo Él les recordará: “Yo soy el Dios de Abraham, Yo soy el Dios de Isaac. Yo soy el Dios de Jacob. Yo soy el Dios que te sacó de la tierra de Egipto”.
Y es como si el propósito de la institución de la celebración de la Pascua es que el pueblo de Dios nunca, nunca, nunca, nunca, olvide lo que Él ha hecho. Ahora, para Jesús, la celebración de la Pascua fue muy importante.
Una de las pocas veces en que el Nuevo Testamento habla de la pasión profunda y el anhelo entrañable que Jesús tuvo, lo encontramos en el relato bíblico cuando Cristo se aproxima a los últimos tiempos de su vida. Él está ahora en Jerusalén, y es la noche antes de su ejecución. Las Escrituras narran que Él anhelaba profundamente celebrar la Pascua una vez más con sus discípulos antes de partir. Y por eso dio instrucciones detalladas para conseguir el aposento alto, y para los preparativos de la comida.
Y mientras estaba sentado a la mesa con sus discípulos, y comenzaron a pasar a través de este ritual que había sido repetido durante 2.000 años en el pueblo judío; de repente, en medio de la celebración de la Pascua, de forma abrupta, Jesús cambia las palabras del ritual y establece todo un nuevo significado para la Pascua.
Cuando Él toma la copa, en vez de decir: “Esta copa representa la sangre del cordero con que se marcó los postes de las casas del pueblo judío en el momento de la Pascua”. Él dice: ‘Esta copa es la sangre del Nuevo Pacto.’ Esta copa representa mi sangre “que es derramada… para el perdón de los pecados”. Y Él toma el pan sin levadura y parte el pan, y luego añade estas palabras, “Esto es mi cuerpo que por vosotros es dado”. “Tomad, comed”.
Entonces lo que hace es anunciar la última Pascua y lo que está haciendo por Sus discípulos en el Nuevo Testamento, es exactamente lo que Dios hizo en el Antiguo Testamento; instruyendo a que celebren esta fiesta de allí en adelante diciendo: ‘Porque todas las veces que comas este pan y bebas esta copa, mi muerte proclamas hasta que yo venga’.
Es como si Jesús estuviera diciendo lo mismo que el Padre le dijo a Moisés: “No olvides nunca esto. No se puede repetir mi expiación, pero puedes recordarla repitiendo este ritual y esta celebración”.
Entonces vemos una relación directa en la enseñanza de Jesús entre la Pascua en Egipto, y la institución de la Cena del Señor. Ahora, en ese sentido, la Pascua no es simplemente un evento remoto que ocurrió hace cuatro mil años en Egipto, sino que este hecho prefigura y prepara al mundo para la venida del éxodo final, que es cumplido por Cristo.
Ahora, hay algunos detalles que quisiera ver antes de terminar. Noten que Dios requiere que el pan que se come en la Pascua sea pan sin levadura. La razón de esto es que en el Antiguo Testamento la levadura que hace que el pan suba, es un símbolo de corrupción y por eso el pan que se usará en este momento de celebración es un pan que es santo, que es consagrado y apartado, simbolizando una vez más que Dios ha separado a Su propio pueblo y lo ha consagrado al salvarlo de Su ira en el evento de la Pascua.
Recordemos cómo Jesús usa este símbolo negativo de la levadura en el Nuevo Testamento al afirmar: “Cuídense de la levadura de los fariseos”. La falsa enseñanza de los fariseos es como un veneno que puede entrar y esparcirse por toda la iglesia y corromper todo el cuerpo”. Por eso Dios es específico en este punto, al señalar: “No levadura en el pan”. Luego les indica que deben usar vino y hierbas amargas.Bueno, esa es una combinación interesante porque, una vez más vemos los dos lados de este acto de redención. Que es, al mismo tiempo, una expresión de la ira suprema y el juicio sobre los egipcios, y un acto supremo de la gracia y la misericordia para aquellos que son salvos.
Calvino nos dice, por ejemplo, cuán apropiado es que el vino fuera utilizado en la Pascua y otra vez en el Nuevo Testamento, porque es agridulce. Por un lado, las Escrituras del Antiguo Testamento hablan del vino como el que alegra el corazón y al mismo tiempo producen una especie de sensación de ardor.
Entonces, las hierbas amargas mezcladas con el vino muestran cómo hay algo de dulce sobre la redención de Dios y, sin embargo, se agrega algo profundamente doloroso.
Y, por último, a los que celebran la Pascua se les ordena llevar puesto un cinturón. ¿Qué es lo que significa eso?
A menudo leemos en la Escritura esta advertencia, tal como Dios se la dio a Job: “Ciñe ahora tus lomos como un hombre, y yo te responderé”. Luego, en el Nuevo Testamento se nos dice que ciñamos nuestra mente con la verdad.
La razón para estas imágenes es que, en el mundo antiguo, el atuendo común de las personas eran túnicas largas que aun les permitía moverse fácilmente. Pero si querían correr o ir a la batalla, tenían que subirse la túnica y atar un cinturón ancho en torno a su cintura para que sus piernas pudieran liberarse para realizar movimientos rápidos.
Y Dios está diciendo: ‘pónganse un cinturón alrededor de su cintura. Pónganse sus zapatos. Tengan listo su báculo para cuando tengan que salir a toda prisa’.
Porque aunque Dios espera por años y décadas y siglos para cumplir las promesas que hizo a nuestros padres, cuando llega el día de la redención Él actúa rápidamente. Él dice: ‘Quiero que estés listo para moverte tan pronto la instrucción sea dada’.
Entonces, todo esto simboliza la celebración de lo que Dios está a punto de hacer para producir el momento más notable de la redención en toda la historia del Antiguo Testamento.