Recibe la guía de estudio de esta serie por email
Suscríbete para recibir notificaciones por correo electrónico cada vez que salga un nuevo programa y para recibir la guía de estudio de la serie en curso.
Transcripción
Hasta ahora hemos visto en nuestras sesiones de cosmología que el gran debate entre el ateísmo y el teísmo tiene que ver con el tema de la creación, y gran parte de la discusión que trata con los argumentos de hoy entre los exponentes de la ciencia y los exponentes de la teología se centra en este tema de la creación. Ya hemos visto que el principio axiomático de toda filosofía, y creo que debería serlo para toda ciencia, es la frase ex nihilo nihil fit: de la nada, nada viene; y expliqué anteriormente que si algo existe ahora, entonces siempre tuvo que haber algo en la realidad o de lo contrario nada existiría hoy.
Lo dije antes, de una manera contraria, cuando mencioné: «Si alguna vez hubo un momento en que no hubo nada, absolutamente nada, ¿qué podría haber ahora?» Absolutamente nada, a menos que algo tuviera el poder de crearse a sí mismo, algo tuviera la capacidad de lo que llamamos «autocreación», que si aplicas las reglas de la lógica, el lado formal y deductivo del método científico a este concepto, vemos que no solo es ilógico sino no científico. Para que algo se cree a sí mismo, tendría que antecederse a sí mismo. Tendría que ser antes de realmente venir a ser. Tendría que ser y no ser al mismo tiempo en el mismo sentido, algo así como nuestro universo que viene a existir por una explosión, de lo cual me reí en nuestra última sesión.
Ahora, como mencioné también antes, no todos los que niegan la creación se retiran a algún concepto de autocreación. Hay quienes abogan por un universo eterno, y no voy a tratar ese tema aquí debido a las limitaciones de tiempo que tenemos; y porque el debate general en nuestros días no es entre aquellos que hablan del universo con un comienzo y aquellos que argumentan que es eterno, porque el punto de vista dominante es la cosmología del Big Bang que habla de un punto de origen hace unos quince a dieciocho mil millones de años.
Estuve participando en algunos diálogos y correspondencia con Carl Sagan sobre este tema hace unos años, y le hice la pregunta obvia que va con la cosmología del Big Bang: «Si por toda la eternidad, toda la materia y toda la energía se comprimieran en un punto infinitesimal de singularidad, y luego un viernes por la tarde a las tres explotara, con lo que empezó la expansión del universo a partir de esta explosión», hice la pregunta, «¿qué causó la explosión? ¿Qué había antes del punto de singularidad? Porque si este punto de singularidad era eternamente inerte, ¿cuál es la fuerza externa que actúa repentinamente sobre eso que causó la mutación, que causó la explosión?
Y Carl respondió diciendo que no sentía la necesidad de explorar nada más allá de ese primer momento de amanecer de la creación o de hacer preguntas al respecto, y eso me sorprendió porque dije que la tarea de la ciencia y la filosofía, volviendo a Platón, es salvar los fenómenos. Y lo que eso significa es encontrar una causa suficiente adecuada y una causa eficiente para lo que es. Ahora, la pregunta más antigua de la ciencia es la pregunta: «¿Por qué hay algo allí en lugar de nada?» porque lo único que sabemos con certeza es que no somos nada. Ahora, como dije, la mayoría de aquellos que niegan la creación y un Creador se retiran a algún punto de vista para explicar el origen del universo que es una forma u otra de lo que llamamos autocreación, y hemos visto que la idea de la autocreación es analíticamente falsa, es decir, es lógicamente irracional.
Así que el problema que tienen los defensores de esto es justificar una tesis, o una premisa, que es obviamente irracional por algún tipo de argumento, y el argumento generalmente procede sobre la base de uno de dos procesos distintos. Aquellos que conocen la filosofía argumentan que no tenemos que atribuir una causa antecedente a un efecto porque David Hume en su crítica de la causalidad aniquiló toda la idea de causa y efecto. Voy a dedicar una sesión aparte para esa pregunta.
La otra, que ha atraído a más y más personas en nuestros días, en especial en la comunidad científica, es que la física cuántica, y particularmente que el principio de indeterminación de Heisenberg, ha establecido ahora científicamente la posibilidad de la autocreación, la posibilidad de que algo venga espontáneamente de la nada. Esto, en los primeros días de la experimentación de la física cuántica, provocó un debate muy animado entre dos gigantes internacionales en el campo de la física: Niels Bohr de Copenhague y Albert Einstein.
Permítanme hablarles un poco sobre Niels Bohr. Niels Bohr tenía un escudo de armas familiar, y la cresta del escudo de armas tenía esta frase latina escrita en él. Se escribe: «Contraria» C O N Con-tra-ri-a sunt com-ple-men-ta. «Contraria sunt complementa» ¿Qué significa eso en lenguaje sencillo? El lema de la familia era este: Los opuestos se complementan. En lógica tenemos la regla de lo que se llama la imposibilidad de lo contrario, que básicamente descansa sobre la ley fundamental de toda ciencia, el principio de no contradicción, de que algo no puede ser y no ser al mismo tiempo y en el mismo sentido, es decir, algo no puede ser y tener su ser contradictorio al mismo tiempo y en la misma relación.
Esto es lo que Niels Bohr dijo: «Una gran verdad es aquella cuyo contrario también es una verdad». Es decir, no cualquier verdad, una gran verdad. Es una verdad cuya contradicción es igualmente verdadera. Amigos, eso no es simplemente el fin de la filosofía o el fin de la teología. Ese es el fin del conocimiento. Es el fin de la ciencia. Es fatal, no sólo para la física newtoniana. Es fatal para Einstein y es fatal para el mismo Bohr. Carl Sagan tiene un comentario interesante sobre esta declaración que hizo Niels Bohr. Sagan dice: «Si esta afirmación fuera cierta, sus consecuencias podrían ser al menos un poco peligrosas». Creo que, aunque aprecio la crítica de Sagan a Bohr en este instante, su crítica debería inscribirse en el «Libro de Récords Guinness» por ser la mayor subestimación de toda la historia. «Si esto es cierto, puede ser al menos un poco peligroso».
Luego continúa explicando por qué, y curiosamente, apela al campo de la ética. Cita la Regla de Oro, y luego apela a los Diez Mandamientos, y dice: «¿Qué hacemos con el mandamiento ‘No matarás’, es decir, ‘No asesinarás? Si su contrario es igualmente cierto, si es una gran verdad que los hombres no deben asesinarse unos a otros, con premeditación y malicia, y lo opuesto es también una gran verdad, ¿significaría qué? Que debes matar. Cometerás asesinato en primer grado». Eso es lo que Carl Sagan dijo que hace que esta tesis sea al menos un poco peligrosa. Pero lo que estoy diciendo es que si es cierto que tanto una premisa como su contradicción son verdaderas, sería el fin de la ciencia y el fin de la teología. Ahora, diría que esta idea se ha convertido en una obsesión de los estudiantes estadounidenses de hoy. Allan Bloom, en su libro «El cierre de la mente moderna» ha documentado este tipo de relativismo.
Cuando entro en el aula del seminario con los aspirantes a teólogos de primer año, claramente la mayoría de ellos llegan creyendo que la verdad misma puede ser contradictoria. Hemos visto el triunfo de la irracionalidad en nuestro pensamiento, y me pregunto: «¿Quién va a detener esta avalancha de absurdos?». Mi esperanza es que sea la industria informática porque las computadoras, tal como yo lo entiendo, necesitan tener algún tipo de consistencia para poder funcionar sin colapsar. Einstein se opuso a la comprensión de Bohr de la física cuántica y al principio de indeterminación e hizo este enérgico comentario, Einstein dijo: «Dios no juega a los dados. Si lo hiciera», dijo Einstein, «preferiría ser un zapatero o trabajar en una casa de juegos que ser un físico».
Ahora su biógrafo Nigel Calder critica a Einstein por su crítica a Niels Bohr y hace este comentario: «Dios sí juega a los dados. Él tiene Sus mesas de juego en cada átomo y cada milímetro cúbico de espacio vacío». Ahora, ¿qué rayos haría que las criaturas pensantes, cuerdas, inteligentes, educadas y eruditas hablaran así? Parte de ello es el ambiente en el que vivimos que acoge los absurdos. Estamos viviendo hoy en el teatro de lo absurdo, y de alguna manera pensamos que hay algo no solo liberador sino majestuoso en navegar nuestro barco en el mar de la irracionalidad; y los cristianos tienden a pensar que hay algo piadoso en afirmar contradicciones, que indica algún salto cuántico heroico de fe que honra a Dios, aunque hace que Dios sea el autor de la confusión y hace que el Espíritu Santo hable con una lengua bífida, no importa. Es heroico en su importancia existencial.
Bueno, permítanme leer un pasaje que escribe Timothy Ferris resumiendo algunos de los problemas involucrados con la física cuántica y con el principio de indeterminación.
En general y en categorías simples, lo que ha provocado todo esto son ciertos experimentos con partículas subatómicas por los cuales el comportamiento de las partículas subatómicas no puede predecirse absolutamente con certeza, y se comportan de tal manera que asombran al observador.
Algunos científicos han pensado que la presencia misma del experimentador interfiere con los patrones de comportamiento de estas partículas subatómicas, pero la primera reacción es que no podemos entender por qué estas partículas se comportan de la manera en que aparentemente se comportan.
Tenemos un fenómeno aquí que ningún paradigma hasta ahora ha sido capaz de salvar, y por eso lo pone todo en juego y permite a la gente hablar sobre autocreación, algo sale de la nada, y todas, y todas esas cosas. Ahora, me gusta que Heisenberg diga: «principio de indeterminación» y eso puede significar un par de cosas distintas. Me parecería que lo humilde sería decir: «Hacemos estos experimentos. Estamos asombrados de lo que estamos observando y registrando. No podemos explicar lo que está sucediendo aquí con el conocimiento que traemos a la mesa, así que cuando pregunto: ‘¿Qué está causando que esta acción tenga lugar?’ juiciosamente tengo que inclinarme con humildad y decir: ‘No lo sé. La causa aún no está determinada, pero esperamos que con un examen más profundo, un análisis más profundo, un mayor conocimiento podamos entender lo que está pasando».
Creo que esa es una postura científica apropiada hacia los resultados místicos de la experimentación, pero si alguien da el siguiente paso y dice: «Bueno, sé que el comportamiento de estas partículas subatómicas es causado por nada», es cuando grito y digo: «¡Alto! No soy físico. No soy astrónomo, pero soy lógico, y la afirmación que acabas de hacer no solo es irracional y absurda, sino que es supremamente arrogante. Porque si no sé cuál es la causa de cierta acción, ¿cómo puedo estar seguro de que no hay causa? Para llegar a ese punto de certeza, tengo que explorar cada poder concebible que existe en todo el universo. Se requiere nada menos que omnisciencia para hacer un juicio de ese tipo». Entonces, por un lado, estamos haciendo juicios que son irracionales y, por otro lado, estamos haciendo juicios que son supremamente arrogantes porque estamos presuponiendo que hemos explorado, entendido e indagado todas las posibilidades concebibles.
Timothy Ferris, quien escribió la interesante obra sobre la historia de la cosmología en relación con la Vía Láctea, hace este resumen. Él dijo: «Cuanto más de cerca los físicos examinaban el mundo subatómico, mayor era la indeterminación. Cuando un fotón golpea un átomo, impulsando un electrón a una órbita más alta, el electrón se mueve de la órbita inferior a la superior instantáneamente, “sin haber atravesado el espacio intermedio”. Los radios orbitales mismos están cuantificados, y el electrón simplemente deja de existir en un punto, apareciendo simultáneamente en otro. Este es el famoso y confuso salto cuántico, y no es un mero planteamiento filosófico. A menos que se tome en serio, el comportamiento de los átomos no puede predecirse con precisión. Aquellos que encuentran que tales consideraciones no tienen sentido están en buena compañía». Me alegro por esa última declaración. Me da un poco de alivio porque encuentro que la declaración no hace sentido en absoluto.
Ahora, ¿cuál es mi problema? Una vez más, mi problema no es con los datos. Mi problema no es con el experimento. Mi problema es con las inferencias que la gente extrae de este y la forma en que lo articulan. El hecho de que una persona tenga un doctorado en física no hace que esa persona sea automáticamente un experto en precisión lingüística. Por un lado, leemos aquí en este salto cuántico que un electrón simplemente deja de existir en un punto, apareciendo simultáneamente en otro. Analicemos eso. Este electrón que se mueve rápidamente deja de existir en un punto. Quiero que me observes. Aquí estoy, si puedes observarme, o imaginarme si no puedes, estoy parado en un punto en particular, y me voy a mover. Ahora, cuando me muevo, ¿dejo de existir? No, todavía hay una continuidad en mi existencia, pero ¿dejo de existir en el punto donde estaba? Sí, ya no estoy allí. Me moví, y decir que una partícula subatómica deja de existir en el punto donde estaba, ¿qué tiene de asombroso eso?
Obviamente, Ferris quiere decir algo mucho más profundo que eso porque eso sería cierto en cualquier forma de movimiento de cualquier cuerpo. Pero lo que dice: «Parece dejar de existir y al mismo tiempo, simultáneamente, volver a existir. Ahí hay un pensamiento profundo. Algo deja de ser exactamente en el mismo momento en que comienza a ser de nuevo. Eso es creación ex nihilo con venganza. Esto es una violación de la ley de no contradicción con una venganza. Si eso dice: «¡Boom! Esta cosa está apareciendo por todas partes, y no puedo entender por qué desaparece aquí y de repente reaparece allá, sin atravesar el espacio intermedio». Ahora tenemos cosas materiales que se mueven del punto A al punto B sin atravesar jamás el espacio. Hay una manera de hacer eso. Es la forma que sugiere Timothy Ferris. Deja de existir A, y aparece de nuevo en B, y si eso es lo que está sucediendo, voy a reconocer que esa es una posibilidad, pero requiere energía creativa para hacerlo. Eso sería el mayor argumento para la existencia de Dios que podrías tener si tienes algo que deja de existir y, ya sabes.
Pero, de nuevo, es simultáneo. ¿Cómo sabes que lo que reaparece al mismo tiempo que desaparece es lo mismo que desapareció? ¿Tenemos un interlocutor del otro lado? ¿Tenemos un bíper asociado al objeto? Una vez más, no soy físico, pero estoy tratando de entender lo que estas personas están diciendo, y las palabras que están usando y la forma en que las están uniendo es una tontería. Me impresionaría mucho más escuchar a un científico decir: «Tenemos cosas sucediendo aquí en la actividad conductual de las partículas subatómicas que aturden la mente». «Parece». Que solo use la palabra «parece». Que simplemente use la palabra «aparenta». «Parece a simple vista que estas cosas se mueven de un lugar a otro sin atravesar el espacio intermedio. Sabemos que no puede ser, pero parece que sí». Tenemos una ciencia juiciosa en acción, y ahora nos enfrentamos a un verdadero enigma que realmente servirá de incentivo y estímulo, estoy convencido, para un mayor logro científico y un mayor progreso científico.
Eso es lo que sucede cuando no podemos resolver los problemas. Nos impulsan hacia nuevas soluciones, nuevos paradigmas, nuevas exploraciones. Ese es todo el espíritu motivador detrás de la ciencia, pero para que lleguemos allí tenemos que dejar de hablar de azar, de suerte y de la nada.