
Filipenses 4:13
12 enero, 2021
Teología digital
15 enero, 20211 Juan 2:27

Nota del editor: Este es el décimo capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: ¿Qué es lo que realmente dice ese versículo?
Cuando los ancianos de First Reformed Church oyeron que uno de los maestros de estudio bíblico en casa de más trayectoria les decía a sus estudiantes que Jesús era un ser divino pero no igual en poder, gloria y autoridad al Padre, le llamaron a la reunión de la sesión para discutir sus puntos de vista. Durante varias horas, los ancianos investigaron la fuente de la comprensión de este hombre y pacientemente intentaron corregirlo. Hicieron exégesis de la Escritura —explicaron su significado en su contexto original— y examinaron las grandes confesiones de la Iglesia mientras señalaban sus errores. Sin embargo, el hombre seguía sin convencerse. Incluso cuando demostraron que los más grandes maestros de todas las tradiciones teológicas cristianas negaban sus puntos de vista, afirmando la plena deidad de Jesús, el hombre no cedía. Refiriéndose a 1 Juan 2:27, su respuesta final fue que no importaba lo que pensara cualquier maestro humano porque él tenía la unción del Espíritu Santo, y no tenía «necesidad de que nadie [le] enseñe». El Espíritu le mostró que la Iglesia cristiana histórica estaba equivocada respecto a la identidad de Cristo y que tenía que enseñar en contra de lo que los cristianos siempre han creído.
No todos hemos enfrentado a individuos que han justificado tal herejía apelando a la unción del Espíritu; pero es probable que la mayoría de nosotros hayamos encontrado a personas que han justificado creencias menos problemáticas pero aún así erróneas, ajenas al texto bíblico, apelando a este pasaje, lo que parece al menos implicar que los maestros humanos son inútiles. Tal vez nosotros mismos hemos dicho lo mismo para justificar lo que pensamos. Pero, ¿son acertados esos argumentos?
En nuestra era de subjetivismo, la gente se apresura a afirmar que su visión de un pasaje bíblico o de otros asuntos espirituales ha venido directamente del Espíritu Santo y que no tienen necesidad de sentarse bajo ningún maestro humano. Tales individuos no perciben la ironía cuando apelan a 1 Juan 2:27 para demostrar que los maestros humanos son totalmente innecesarios. Después de todo, Juan, quien escribió el versículo, fue él mismo un maestro humano. Ciertamente, él escribió bajo la inspiración de Dios, pero seguía siendo un hombre, un maestro humano. Sería muy extraño que un maestro humano, al enseñar a otras personas, afirmara que los maestros humanos eran innecesarios. Haría que su propia instrucción fuera absurda e inútil. ¿Por qué esperaría que alguien lo escuchara si le estaba diciendo a la gente que no necesitan escucharlo a él, un maestro humano?
Ninguno de nosotros necesita un maestro humano que afirme tener una unción diferente a la que el Espíritu nos da.
Desde luego, la respuesta debe ser que Juan no está diciendo que nos deshagamos de todos los maestros humanos. Además de hacer que su propia enseñanza sea una pérdida de tiempo, tal afirmación lo pondría en desacuerdo con los otros apóstoles, quienes sostienen que Dios ha dado maestros humanos a Su Iglesia para ayudarnos a madurar en la fe (Ef 4:11-16). Pero si Juan no está negando la necesidad de maestros humanos, ¿qué está diciendo?
Juan escribió a una audiencia que estaba plagada de maestros que afirmaban tener una comprensión especial de los caminos de Dios que otros creyentes no compartían. Habían estado diciendo a los destinatarios de esta carta que Dios les había hablado directamente, fuera de la mediación de los apóstoles, para decirles que Cristo no tomó forma humana, que la perfección sin pecado es posible en esta vida y otros errores. (Observa en 1 Juan 1 cómo Juan enseña contra estos errores enfatizando que los apóstoles tocaron, vieron y escucharon al Cristo encarnado y afirmando que nos engañamos a nosotros mismos si decimos que no tenemos pecado). Estos maestros habían dividido a la comunidad cristiana en dos grupos: los «privilegiados» espirituales, hombres y mujeres con perspicacia y conocimiento secreto del Espíritu y los «ignorantes» espirituales, que constituían la gran mayoría de creyentes profesos que carecen de tal entendimiento.
Los llamados «privilegiados» espirituales estaban perturbando a la Iglesia y tratando de engañar a la audiencia de Juan (2:26). Así que, Juan afirma en 1 Juan 2:27 que su audiencia no necesita escuchar a estos falsos maestros. Su afirmación de una unción y entendimiento especial de la verdad cristiana no era cierta, y en cualquier caso todo verdadero cristiano tiene la unción del Espíritu Santo, por lo que no requieren de la ayuda de personas que dicen ser más ungidos que ellos.
Juan no está diciendo: «Olvida a todos los maestros humanos». Él solo quiere que los cristianos entiendan que tienen el Espíritu Santo y que el Espíritu les dará testimonio de la verdad de Cristo. Pero esta verdad de Cristo no viene a nosotros fuera del testimonio apostólico, que es nada más y nada menos que las Escrituras. Dios da a ciertos individuos claridad de pensamiento y expresión para entender y explicar a otros la Palabra de Dios en su contexto original, pero ninguno de nosotros necesita un maestro humano que afirme tener una unción diferente a la que el Espíritu nos da. Él ilumina los corazones y las mentes de todo Su pueblo cuando prestan atención a Su Palabra escrita.