
3 cosas que debes saber sobre Nahúm
28 julio, 20253 cosas que debes saber sobre Abdías

Este artículo forma parte de la colección 3 cosas que debes saber.
La profecía de Abdías puede pasarse por alto fácilmente, ya que es el libro más corto del Antiguo Testamento y se encuentra entre los Profetas Menores, un territorio poco familiar para muchos lectores de la Biblia. Los hechos básicos sobre el libro de Abdías se pueden aprender rápidamente, ya que solo toma uno o dos minutos leerlo.
El profeta proclama el juicio del Señor contra la nación de Edom (Abd 1–4, 8–10), un país pequeño, pero que vivía con una sensación de comodidad y seguridad que se había transformado en soberbia jactanciosa (Abd 3, 12). Las razones para tal confianza eran dos: era un país montañoso que, desde una perspectiva humana, habría sido fácilmente defendible (Abd 3-4). Además, Edom (a menudo referido por su ciudad principal, Temán) tenía la reputación de poseer una gran sabiduría humana (Abd 8-9; ver también Jer 49:7). En otras palabras, Edom contaba con todas las ventajas estratégicas que permitían a sus habitantes vivir con seguridad. Sin embargo, el Señor proclama que el juicio vendrá sobre los edomitas no solo por no haber ayudado a los judíos cuando los babilonios los atacaron (culminando en la destrucción de Jerusalén y el exilio en 587/586 a.C.), sino aún más por haber ayudado activamente a los invasores al capturar y entregar a los judíos que escapaban (Abd 11–14; Sal 137:8–9; Ez 25:12; 35:5). Junto con estos oráculos de juicio, el Señor también promete que Su pueblo será liberado y se levantará nuevamente mediante Su poder real (Abd 17-21).
Comprender las siguientes tres cosas sobre el libro de Abdías puede ayudarnos a captar su mensaje de manera más completa.
1. La profecía de Abdías muestra el cumplimiento del decreto soberano del Señor a Isaac, respecto a sus hijos Jacob y Esaú, que dice: «El mayor servirá al menor» (Gn 25:23)
Las naciones de Edom y Judá descendieron de Esaú y Jacob (Gn 36:1-43; 49:1-28). Así como los dos hermanos tuvieron una relación conflictiva (Gn 27:41-45), también las dos naciones que surgieron de ellos (Edom de Esaú y Judá de Jacob) experimentaron tensiones similares. Aunque de forma deshonesta y engañosa, Jacob recibió la primogenitura y la bendición que pertenecían a su hermano mayor (Gn 25:29–33; 27:1–40). De manera similar, la nación de Judá recibió por gracia el dominio sobre los edomitas (Nm 24:18-19) a lo largo de su conflictiva historia (ver, por ejemplo, 1 S 14:47; 2 S 8:11-14; 1 R 22:47; 1 Cr 18:11). El trato del Señor hacia Jacob e Israel muestra el favor inmerecido de Dios hacia quienes no lo merecen (Mal 1:1–4; Ro 9:10–16).
2. La visión de Abdías (Abd 1) «enfoca» los actos de juicio de Dios y sus actos de liberación, haciendo que parezcan simultáneos
Abdías no solo habla del juicio sobre Edom, sino también del «día del Señor» (Abd 15), que traerá juicio sobre todas las naciones (Abd 16) y liberación para el pueblo de Dios (Abd 17). A primera vista, parece como si esto ocurriera al mismo tiempo. Sin embargo, los profetas bíblicos a menudo entrelazan los actos de juicio y salvación de Dios, de manera similar a como se toma un telescopio extendido y se acorta en una unidad compacta. Esta forma de hablar se conoce a menudo como «acortamiento profético» o «telescopado», y ser consciente de esta técnica puede ayudarte a evitar confusiones. Al comprender esta característica común de los oráculos proféticos, uno puede discernir que el cumplimiento de la profecía de Abdías ocurre en diferentes momentos. Así, por ejemplo, la destrucción de Edom ya ha ocurrido, pero el creyente aún espera el «día del Señor», que convocará a todas las naciones al juicio y traerá la plenitud de la salvación para la Iglesia.
3. La profecía de Abdías no se cita directamente en el Nuevo Testamento, pero la Escritura señala su sorprendente cumplimiento en Jesucristo
Abdías, junto con un puñado de otros libros del Antiguo Testamento como Ester y Sofonías, no es citado en el Nuevo Testamento. No obstante, las Escrituras indican que la profecía de Abdías se cumplió de una manera sorprendente. Con el tiempo, los edomitas fueron subyugados por poderes extranjeros y, según el historiador judío Josefo, volvieron a caer bajo el dominio judío y fueron obligados a recibir la circuncisión ritual por Juan Hircano (un gobernante asmoneo y sumo sacerdote judío), a finales del siglo II a.C. (Antigüedades 13:256). Como resultado, estos «idumeos», como llegaron a ser conocidos, comenzaron a ser absorbidos por el pueblo de Judá. La pérdida de su tierra ancestral e identidad nacional resultó ser una bendición disfrazada, ya que personas de Idumea estuvieron entre aquellos atraídos a seguir a Jesús el Mesías (Mr 3:8-9), demostrando la verdad de Colosenses 3:11: «No hay distinción entre griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, Escita, esclavo o libre, sino que Cristo es todo, y en todos». Así como Abdías declaró, la salvación se halló en el monte Sion (Abd 17), es decir, entre el pueblo del Dios viviente que sigue a Jesús, el mediador de un mejor pacto (He 12:22-24).
Con el libro de Abdías, el viejo refrán se confirma: Las cosas buenas vienen en envases pequeños.
Observa las primeras y últimas palabras de Pablo a los colosenses: «Gracia a ustedes» (Col 1:2; 4:18).