El culto judío
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30 junio, 2022¿Enseña Proverbios «el evangelio de la salud, la riqueza y la prosperidad»?
¿Enseña Proverbios el «evangelio de la salud, la riqueza y la prosperidad»? Ciertamente contiene múltiples promesas de salud, riqueza y prosperidad para aquellos que viven con sabiduría. Sin embargo, hay una diferencia abismal entre el evangelio de la prosperidad y la prosperidad del evangelio. Permíteme darte cinco afirmaciones que ayudarán a aclarar esa diferencia.
1. Dios nos ha provisto de sabiduría externa, en forma de principios y en persona, para corregir nuestra ignorancia, error y necedad causados por el pecado.
Dios nos hizo con conocimiento, rectitud y habilidades prácticas para la vida. Sin embargo, como castigo por el pecado de Adán, Dios maldijo a Adán y a sus descendientes con ignorancia, error y necedad.
Dado que ningún trabajo de investigación, experimentación o razonamiento nos hará espiritualmente sabios de nuevo, Dios nos ha revelado Su sabiduría, la cual de otro modo sería inaccesible e inalcanzable. En el Antiguo Testamento, Dios revela esa sabiduría mayormente en forma de principios (p. ej., la ley moral o los Proverbios). No obstante, Proverbios también personifica a la sabiduría, dando un indicio sobre una futura revelación de la sabiduría en forma humana, una revelación que ahora sabemos que es Jesucristo (1 Co 1:24; Col 2:3).
2. Ya que la sabiduría no puede ser alcanzada, retenida o practicada de manera fácil o rápida, Dios en Su gracia ha incentivado la búsqueda diligente y práctica de la misma con recompensas múltiples y diferentes.
Como a los pecadores les resulta tan difícil buscar, guardar y practicar la sabiduría por sí misma, Dios promete a lo largo de Proverbios recompensas espirituales, físicas, intelectuales, financieras, sociales, relacionales y eternas por buscarla, recordarla y practicarla. Pero incluso estas recompensas son por gracia, porque Dios no está obligado a recompensar lo que de todos modos deberíamos hacer, y cualquier diligencia espiritual es, en sí misma, Su don.
3. En la era del Nuevo Testamento, las recompensas de la sabiduría son más espirituales y eternas que materiales y temporales: prosperidad del evangelio más que evangelio de la prosperidad.
El Antiguo Testamento manifestaba las bendiciones espirituales de una forma mucho más material, principalmente porque la Iglesia todavía estaba en su etapa inicial. Aunque Dios sigue bendiciendo de forma material, el enfoque de Cristo y sus apóstoles se centra mucho más en las bendiciones espirituales y eternas (p. ej., Jn 7:17; 14:16, 21; Ap 3:7, 11).
El evangelio de la prosperidad prefiere a la prosperidad antes que al evangelio y busca la prosperidad por encima de todo. La prosperidad del evangelio pone al evangelio en primer lugar y acepta con gratitud cualquier bendición espiritual y material que llegue como resultado de una vida centrada en el evangelio.
4. La conexión ordenada por Dios entre la piedad y la prosperidad del evangelio es un principio general, pero tiene excepciones notables.
Hay dos tipos de sabiduría en los libros poéticos. La sabiduría práctica contiene verdades sencillas, optimistas, populares y concisas. Describe cómo deberían ser las cosas en general (p. ej., los Proverbios). La sabiduría filosófica se ocupa mucho más de las complejidades de la vida. Reflexiona sobre la realidad de que las cosas no siempre marchan como deberían, que a veces hay enigmas, misterios y excepciones a la sabiduría práctica (p. ej., Job y Eclesiastés).
Es como aprender un idioma. Se empieza por aprender todas las reglas básicas y los patrones regulares (sabiduría práctica), y una vez que se dominan se consideran los verbos irregulares, las excepciones a las reglas, etc. (sabiduría filosófica).
5. Busca y abraza a la sabiduría por causa de la sabiduría, no por las recompensas que trae.
Aunque las recompensas deberían animarnos a buscar y practicar la sabiduría, es mejor considerarlas de forma retrospectiva y no prospectiva. No hagas predicciones en tiempo futuro: «Si hago esto, conseguiré esto otro». Más bien, reflexiona en tiempo pasado: «Hice eso, y el Señor me ha recompensado por Su gracia».
Hace un par de semanas volví a casa de un viaje a Escocia que hice solo. Imagínate que, al bajar del avión, mis hijos tomaran mi maleta, empezaran a rebuscar en ella para encontrar sus regalos y luego se marcharan ¡dejándome con las manos vacías y las maletas esparcidas por todo el aeropuerto!
No busques los dones, sino al Dador; no busques las recompensas de la sabiduría, sino al Galardonador, quien es la Sabiduría. Recuerda lo que Dios le dijo a Abram: «No temas Abram, Yo mismo soy tu escudo y gran galardón» (Gn 15:1 BTX).