La Biblia
14 febrero, 2024Cristo
19 febrero, 2024¿Es Jesús divino?
Nota del editor: Este es el séptimo capítulo en la serie de artículos de la revista Tabletalk: Una fe razonable
Pocas personas dudan hoy que Jesús existió como hombre que caminaba por la tierra. La mayoría sabe que los cristianos lo aceptan como Mesías. Pero se niegan a afirmar que es verdaderamente Dios. La mayoría hoy día ha oído decir que la divinidad de Jesús fue inventada por algunos eclesiásticos influyentes del siglo IV. Pero el Nuevo Testamento deja claro que esta creencia no evolucionó, sino que está arraigada en la vida de Jesús y de Sus primeros seguidores. Podemos abordar este tema rastreando cómo responde el Nuevo Testamento a las seis grandes preguntas sobre Jesús: quién, qué, cuándo, dónde, por qué y cómo.
¿Quién? Prácticamente de la noche a la mañana, los seguidores de Jesús se refieren a Él como Señor (en griego kyrios). En el primer siglo, muchos judíos habían empezado a utilizar una traducción griega de las Escrituras hebreas originales, y una de sus prácticas era utilizar kyrios para traducir tanto el hebreo Yahvé (el nombre pactual de Dios) como el hebreo Adonai (el título de Dios «Señor»). Los cristianos adoptaron esta práctica como forma de expresar quién es Jesús: el «Señor» del pueblo de Dios (1 Co 8:6). Sin embargo, Jesús no es una especie de segunda deidad añadida al panteón. Con frecuencia se refiere a Sí mismo como el único «Hijo» del Padre (Mt 11:27; Lc 10:21-22), y también mantiene una relación especial con el Espíritu divino (Lc 24:49; Hch 2:32-33; Ro 8:9). Aunque no utilice la palabra, Jesús sugiere el concepto de la Trinidad: Padre-Hijo-Espíritu (Mt 28:19). Por último, el Padre incluso se dirige a Jesús como «Dios» (He 1:8).
¿Qué/Cómo? Si Jesús es divino, no debe sorprendernos que haga lo que solo Dios puede hacer. Dos actividades definitorias de Dios son crear y sostener el universo. Sin embargo, el Nuevo Testamento también afirma que el Hijo es considerado con razón Aquel que creó y sostiene todas las cosas (Jn 1:3; Col 1:16; He 1:2). No lo hace con magia o nanotecnología, como lo pintaría Hollywood. Lo hace por la «palabra de Su poder» (He 1:3), como solo Dios puede hacerlo (ver Gn 1). No solo eso, sino que Jesús hace muchas otras cosas que solo Dios puede hacer: perdonar pecados unilateralmente (Mr 2:7), controlar el clima (Lc 8:24-25) y leer el corazón de las personas (5:17-26). De tal Padre, tal Hijo.
¿Cuándo? Para que Jesús sea plenamente Dios, no puede convertirse en Dios. Por definición, Dios debe ser siempre. El Nuevo Testamento confirma esto sobre el Hijo divino. Él estaba «en el principio» con Dios antes de la creación (Jn 1:1). Afirma: «Antes que Abraham naciera, Yo soy» (8:58). Estuvo activo durante la vida de Israel, pues sacó a los israelitas de Egipto (Jud 1:5) y sirvió como la verdadera Roca espiritual que los nutría (1 Co 10:4).
¿Dónde? Si el Hijo existía antes de nacer en la carne en Belén, ¿dónde estaba? Él afirma abiertamente que «procede de arriba» (Jn 3:31) y que «[ha] descendido del cielo» (6:38). Sin embargo, Aquel que descendió del cielo también ascendió al cielo (Ef 4:10), y allí reina a la diestra del Padre (Hch 7:55; Ro 8:34) y se sienta en el mismo trono celestial que el Padre (Ap 7:17; 22:1).
¿Por qué? Cuando vislumbramos el trono que comparten el Padre y el Hijo, es impresionante ver a las huestes celestiales adorándole (Ap 5:13-14; 7:9-12). ¿Por qué es importante que entendamos bien la divinidad de Jesús? Si Él es verdaderamente Dios —y solo si es verdaderamente Dios— entonces debe ser adorado como tal. Si no es Dios, entonces hacerlo es una blasfemia. Desde el principio, los discípulos se postraban en adoración ante Jesús (Lc 24:52), oraban directamente a Él (Hch 1:24; 1 Co 16:22) y le cantaban himnos «como a un dios» (como atestigua el burócrata romano Plinio el Joven alrededor del año 112 d. C.). Incluso a los ángeles se les ordena adorarle (Heb 1:6).
Uniéndolo todo, el apóstol Pablo hace una afirmación asombrosa: puesto que Jesús era en forma de Dios en la eternidad pasada (cuándo), logró la salvación (qué) y regresó al cielo (dónde) llevando el nombre que es sobre todo nombre (quién), Él es —como Dios Hijo— digno de adoración desde todos los rincones del cielo y de la tierra (por qué) (Fil 2:5-11).