¿Qué significa expiación y propiciación?
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Soy un pastor presbiteriano confesional. Como tal, me adhiero a los Estándares de Westminster, que consisten en la Confesión de Fe, el Catecismo Mayor y el Catecismo Menor. A lo largo de los años, he escuchado críticas que afirman que esos estándares son demasiado eruditos. Algunos han acusado a los teólogos de Westminster de preocuparse tanto por la precisión doctrinal que no plasmaron la belleza y la hermosura de la fe en sus documentos. Aunque aprecio las inquietudes de esos críticos, yo siempre les recuerdo que los catecismos de Westminster comienzan con el lenguaje de glorificar y gozar de Dios, y que los Estándares existen para explicarnos en términos doctrinales de qué manera la Escritura nos guía a glorificar a Dios y gozarnos en Él en todo lo que pensamos, hacemos y decimos.
La primera vez que me encontré con los Estándares fue en una conferencia de Ministerios Ligonier hace unos veinte años. No tenía idea de lo que eran, pero fue uno de los pocos libros que pude costear como estudiante. Gasté cuatro dólares en una copia de los Estándares y me los devoré de principio a fin. Rápidamente concluí que eran el resumen más útil de la doctrina bíblica que había encontrado, y la precisión doctrinal de los Estándares fue lo que los hizo tan hermosos para mí.
La primera pregunta y respuesta del Catecismo Menor de Westminster dice así: «¿Cuál es el fin principal de la existencia del hombre? El fin principal de la existencia del hombre es glorificar a Dios, y gozar de Él para siempre». Cuando leí esas palabras, no tuve dificultad en entender la primera parte de la respuesta ―«glorificar a Dios»―, pero sí me costó entender la segunda parte: «gozar de él para siempre». ¿Por qué los teólogos de Westminster no nos dieron una respuesta que reflejara lo que Jesús respondió al decir: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente» (Mt 22:37)? ¿Por qué no se detuvieron luego de decir «glorificar a Dios»? ¿Qué tenían en mente al añadir «gozar de Él para siempre»?
Con el tiempo, he llegado a ver lo sabias que son las palabras gozar de Dios. Captan la naturaleza integral de nuestra relación con Dios, es decir, ser escogidos por Dios, llamados por Dios, unidos a Dios en Cristo, justificados por Dios, habitados por el Espíritu de Dios, adoptados por Dios, santificados por Dios, y amar a Dios y al prójimo con el propósito de glorificar a Dios. Aunque no podremos comprender a cabalidad lo que significa gozar de Dios hasta que nos encontremos cara a cara con Cristo, ahora podemos saber y experimentar parcialmente lo que significa gozar de Dios porque el Hijo de Dios, Jesucristo, nos ha encontrado, ha habitado entre nosotros y ahora mora en nosotros por el Espíritu Santo. A lo largo de la historia, nuestro Dios pactual ha habitado bondadosamente entre Su pueblo de varias maneras, pero esperamos con ansias el día glorioso en que Dios establecerá Su presencia eterna junto a nosotros en los cielos nuevos y la tierra nueva para que podamos glorificarlo y gozar de Él completamente, coram Deo, delante de Su rostro, para siempre.