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Nota del editor: Este es el primer capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: Lo que realmente dijo N.T. Wright
Durante años hemos luchado con la cuestión de si debíamos publicar un número de Tabletalk dedicado a las nuevas perspectivas sobre Pablo acerca de la doctrina de la justificación, y durante años llegamos a la conclusión de que muchos de nuestros lectores en general desconocerían lo que ha sido, hasta hace poco, un debate académico entre eclesiásticos estudiosos de todo el mundo.
Sin embargo, con la publicación a nivel popular del libro de N.T. Wright What Saint Paul Really Said [Lo que San Pablo realmente dijo], unido a su ministerio internacional entre los laicos y a su personalidad encantadora, su popularidad y sus enseñanzas se han extendido como un reguero de pólvora desde los seminarios hasta los púlpitos y los bancos de las iglesias de todo el mundo.La primera respuesta a nivel popular a las enseñanzas de N.T. Wright salió de la pluma del Dr. John Piper. Con cuidado pastoral, integridad académica e implacable gracia, Piper nos dio The Future of Justification: A Response to N.T. Wright [El futuro de la justificación: Una respuesta a N.T. Wright], que a su vez provocó una respuesta de Wright. En correspondencia con el asistente pastoral de Piper, David Mathis, acordamos que sería apropiado proporcionar a los lectores unas palabras de introducción del Dr. Piper para ayudar a explicar nuestro propósito y establecer el tono necesario para este número especial de Tabletalk. Estoy verdaderamente agradecido por sus palabras:
Nicholas Thomas Wright es un erudito inglés y el obispo anglicano de Durham, Inglaterra. Es una mezcla notable de importante erudición académica, liderazgo eclesiástico, defensa popular del cristianismo, talento musical y compromiso familiar. Por muy críticos que sean los artículos de esta revista con la comprensión que Wright tiene del evangelio y la justificación, la seriedad y el alcance del tema son un testimonio de la talla de su erudición y del alcance de su influencia. Estoy agradecido por su firme compromiso con la autoridad de la Escritura, su defensa del nacimiento virginal, la deidad y la resurrección de Cristo, su desaprobación bíblica de la conducta homosexual y la forma coherente en que nos presiona para que veamos el panorama general del propósito universal de Dios para todos los pueblos por medio del pacto con Abraham, y mucho más. Mi convicción respecto a Wright no es que esté bajo la maldición de Gálatas 1, sino que su representación del evangelio —y en particular de la justificación— está tan desfigurada que resulta difícil reconocerla como bíblicamente fiel. A mi juicio, lo que ha escrito conducirá a un tipo de predicación que no anunciará con claridad lo que hace que el señorío de Cristo sea una buena noticia para los pecadores culpables, ni mostrará a los que están abrumados por el pecado cómo pueden ser justos en la presencia de Dios.
Al citar directamente a N.T. Wright y proporcionar respuestas concisas de algunos de los eclesiásticos más reputados, es nuestra sincera oración que este número sirva para equipar a la iglesia para conocer y defender esa preciosa doctrina sobre la que cada individuo se mantiene o cae ante el rostro de Dios, por la fe sola y solo para Su gloria.