Las llaves del reino
30 abril, 2019Mentalidad celestial
3 mayo, 2019La blasfemia contra el Espíritu Santo
Nota del editor: Este es el octavo capítulo en la serie «Las duras declaraciones de Jesús», publicada por Tabletalk Magazine.
El anuncio hecho por Jesús de que la blasfemia contra el Espíritu Santo es un pecado que nunca será perdonado es «duro» por dos razones. En primer lugar, aparenta contradecir las Escrituras que nos dicen que la sangre de Cristo puede efectuar el perdón de todo pecado (1 Jn 1:7,9). Segundo, Jesús afirma que la calumnia contra Él mismo, el Hijo del Hombre, puede ser perdonada; pero la calumnia contra el Espíritu Santo no. ¿Acaso exalta esto la dignidad de la tercera persona de la Trinidad por encima de la segunda persona? Esta frase aparece en varias formas en los Evangelios:
Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada (Mt 12:31).
Solo Marcos explica por qué este pecado es imperdonable. Los escribas judíos atribuían a Satanás (Belzebú) el poder del Espíritu Santo por el cual Jesús expulsaba demonios. Lo que hace que la blasfemia del Espíritu Santo sea diferente de los pecados perdonables es la mentalidad consciente y voluntariamente rebelde de los escribas. La acusación de que el poder que Jesús tenía para expulsar demonios venía por Su alianza con el príncipe de los demonios, era obviamente absurda. Como Jesús resaltó, Satanás no es tan tonto como para luchar contra sí mismo. Solamente la determinación de los escribas por contradecir lo que sabían perfectamente que era verdad, podía moverlos a pronunciar tal acusación. Ante la evidencia irrefutable de que en Jesús, el Espíritu de Dios estaba estableciendo el reino de Dios y derrotando al de Satanás, ellos endurecieron sus corazones hasta el punto donde no hay retorno. Pablo, auque había sido «antes blasfemo…», lo hizo «…por ignorancia en [su] incredulidad» (1 Tim 1:13). Su ignorancia no lo excusó, pero dejó su corazón permeable a la invasión del Espíritu.
Satanás no es tan tonto como para luchar contra sí mismo.
El perdón es posible para el que calumnia al Hijo no porque una de las tres personas divinas tenga menos gloria que las otras. Más bien, la encarnación del Hijo encubrió Su gloria en maneras que la oscurecieron de la vista de muchos que estaban cegados por la incredulidad ignorante pero que todavía eran recuperables por el Espíritu.
Podemos estar seguros de dos verdades: nadie que cometa este pecado imperdonable confiará jamás en Cristo para recibir el perdón que se encuentra en Él. Y nadie que corra hacia el Hijo del Hombre, crucificado y resucitado, ha cometido tan horrenda calumnia contra el Espíritu; ni tampoco el Salvador rechazará a nadie que venga a Él.