
La Luz del mundo
27 abril, 2023
La sal de la tierra y la luz del mundo
2 mayo, 2023La preparación para el encuentro con escépticos

Ya sea en el lugar de trabajo, en la escuela o en la comunidad, nos encontramos con quienes dudan, cuestionan o se burlan de la idea de que Dios existe. No es un fenómeno nuevo. Ha sido así desde el principio. Génesis 6 – 7 nos recuerda lo rápido que los hombres y las mujeres empezaron a dudar, cuestionar y burlarse de Dios y Sus obras. Los hombres y las mujeres en los días de Noé confundieron la paciencia de Dios con la inexistencia de Dios o, al menos, con una actitud indiferente de Su parte hacia los hombres y el pecado (1 P 3:20).
En 2 Pedro 3:1-7, Pedro recuerda a los creyentes que estaban dispersos por Asia Menor, y que en ese momento sufrían persecución, que recordaran «las palabras dichas de antemano por los santos profetas, y el mandamiento del Señor y Salvador declarado por los apóstoles de ustedes» (v. 2), que los burladores seguirían con sus ataques:
Pues cuando dicen esto, no se dan cuenta de que los cielos existían desde hace mucho tiempo, y también la tierra, surgida del agua y establecida entre las aguas por la palabra de Dios, por lo cual el mundo de entonces fue destruido, siendo inundado por el agua (vv. 5–6).
¿Qué hizo Noé frente a los escépticos? Siguió con paciencia las instrucciones de Dios de construir un arca y testificó del juicio divino que se aproximaba mediante un diluvio. ¿Cómo debían responder los creyentes perseguidos en Asia Menor? «Estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes» (1 P 3:15).
Primera de Pedro 3:14-17 es un texto clásico para la apologética cristiana. Pedro les dice a los creyentes que siempre deben estar preparados para hacer una apología (traducido como «defensa» en la NBLA) de la esperanza que hay en ellos. Esta defensa debe ser una presentación razonable del evangelio que les ha traído esperanza y de por qué ellos, como creyentes, tienen esta esperanza a la luz de su circunstancia actual de sufrir persecución.
La persecución puede adoptar muchas formas. Puede ser verbal, como la calumnia y la burla, o puede ser física, como la privación de cosas necesarias o el encarcelamiento. Puede ser una combinación de algunas o todas estas formas. Pedro dice que los creyentes no deben tener miedo ni temor:
NO TENGAN MIEDO POR TEMOR A ELLOS NI SE TURBEN, sino santifiquen a Cristo como Señor en sus corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con mansedumbre y reverencia, teniendo buena conciencia, para que en aquello en que son calumniados, sean avergonzados los que hablan mal de la buena conducta de ustedes en Cristo (vv. 14-16).
Pedro muestra a todos los creyentes de cualquier época cómo deben comportarse ante el escepticismo de la incredulidad.
En primer lugar, los creyentes deben «santificar a Cristo el Señor en sus corazones». ¿Alguna vez te has detenido a pensar qué significa llamar «Señor» a Jesucristo? ¿Cuál es el concepto bíblico de señorío? Un teólogo lo ha definido como el control total, la autoridad absoluta y la presencia permanente de Dios. Pedro está diciendo que, como preparación para encontrarse con un mundo escéptico, los creyentes deben considerar el control, la autoridad y la presencia de Cristo en el centro de su ser. Sus vidas, en todos los aspectos, deben descansar y apoyarse en Jesucristo, el Señor. Él es el Señor que controla todas las cosas, cuya Palabra nunca pasará y que ha prometido no abandonarnos jamás (Mt 28:18-20). En un mundo de cambios, Él es el Señor que «es el mismo ayer y hoy y por los siglos» (He 13:8). Todo lo que experimentan los creyentes forma parte del plan de Aquel que obra todas las cosas para bien. Es esta confianza en el señorío de Cristo la que nos libera del miedo y de las preocupaciones, y la que vence la oposición y el desafío de un mundo escéptico.
Cuando los creyentes distinguen a Cristo como Señor en sus corazones, esto los hace santos como Él es santo. Cuando Cristo mora en los corazones de los creyentes, el poder de Dios los transforma en cada área de sus vidas. Sus mentes son cautivadas por Cristo (2 Co 10:5). Sus afectos se ponen en las cosas de arriba (Col 3:1-4). Brillan como luminares en medio de las tinieblas (Fil 2:14-18). Esto provoca la ira y la curiosidad del mundo y hace que se pregunten: «¿Qué quiere decir esto?» (Hch 2:12).
En segundo lugar, los creyentes ahora pueden presentar de manera razonable la esperanza que hay en ellos. La exhortación de Pedro se centra en una esperanza cimentada en la resurrección de Jesucristo (1 P 1:3). Es una esperanza viva porque Él es un Señor vivo que con Su muerte aseguró la vida eterna a todos los que ponen su esperanza en Él. Los creyentes no deben dejarse intimidar por los ataques de los incrédulos, sino presentar su defensa de por qué confiar en Cristo no solo es razonable, sino absolutamente necesario. Para hacer esto, los creyentes deben empezar confiando no en ellos mismos, sino en Cristo y en la obra del Espíritu Santo: el único que puede no solo cambiar la forma de pensar del escéptico, sino también convertirlo en una nueva creación (2 Co 5:12-17). El evangelio son buenas noticias. Buenas noticias sobre cómo las personas cargadas de pecado y atadas a la destrucción pueden encontrar la reconciliación con Dios a través de Jesucristo.
El mensaje del evangelio es un mensaje de paz que se presenta en medio de una guerra espiritual. Pero no debe presentarse de una manera dura o vengativa. Debe ser presentado con una imploración respetuosa y gentil a aquellos perdidos en la oscuridad para que vengan a la Luz del mundo. Este fruto de mansedumbre y respeto que proviene del evangelio hace que las palabras del creyente sean poderosas y eficaces, porque las armas del creyente no son débiles, sino poderosas en Dios para llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo (2 Co 10:5).