Dios el Espíritu Santo
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Este artículo forma parte de la colección 3 cosas que debes saber.
1. Job es un libro antiguo sobre un patriarca gentil.
El libro de Job está en el canon del Antiguo Testamento entre Ester y los Salmos. Esta ubicación a veces lleva a conclusiones incorrectas sobre quién fue Job y cuándo vivió.
Lo primero es que la mayoría de los eruditos coinciden en que Job no era israelita. Esta conclusión viene por el hecho de que vivió en la tierra de Uz y no en la de Canaán (Job 1:1). Es probable que Job viviera en la tierra de Edom, ya que Lamentaciones asocia Edom con Uz (Lm 4:21). Aunque Job no era israelita, es indiscutible que adoraba y servía al Dios de Israel. El hecho de que Job viviera fuera de Israel puede sugerir que la sabiduría del libro de Job, al igual que la de Proverbios, es de naturaleza universal y habla de temas (como el sufrimiento) con los que luchan todos los seres humanos.
Otra malinterpretación tiene que ver con la cronología de los acontecimientos de Job, que no coinciden con los del libro de Ester (486-485 a. C.). En su lugar, los acontecimientos están más alineados con la cronología de Abraham y el periodo patriarcal (aprox. 2100-1800 a. C.). De hecho, muchos estudiosos creen que Job precede al pacto abrahámico. Hay varios factores que apoyan el argumento de que Job vivió durante el período patriarcal. Primero, los nombres divinos utilizados para Dios en Job son similares a los que se usan en los libros que datan del periodo patriarcal. Segundo, la descripción de la riqueza de Job (es decir, el número de cabezas de ganado, siervos, metales preciosos) también son coherentes con el período patriarcal. Tercero, la esperanza de vida de Job, de ciento cuarenta años (Job 42:16), se corresponde con la de los patriarcas. Cuarto, y de forma más convincente, Job funge como un sacerdote para su familia, lo que sugiere que el sacerdocio levítico aún no se había establecido (Job 1:5).
2. El libro de Job nos enseña que Dios permite que las personas justas sufran conforme a Sus sabios propósitos.
A menudo, la gente piensa que el libro de Job explica el misterio del sufrimiento humano; pero no es así. Nos explica, no obstante, por qué Job sufrió (aunque la razón nunca fue dada a conocer al propio Job). Job sufrió porque Satanás sostenía que la única razón por la que Job adoraba a Dios era porque Dios lo había bendecido. Si Dios eliminaba estas bendiciones, Satanás predijo que Job maldeciría el nombre de Dios (Job 1:9-11). Dios, en Su soberanía absoluta, permite que Satanás pruebe su teoría, y se demuestra que estaba equivocado, vindicando tanto a Dios como a Job. Dios es vindicado como digno de adoración simplemente por ser quien es, y Job es vindicado como un hombre íntegro.
Pero las lecciones de la historia de Job no deben limitarse a un solo hombre de la antigüedad que vivía en la tierra de Uz. Este relato de la misteriosa relación entre la soberanía de Dios, el sufrimiento humano y la justicia personal habla de cuestiones universales más amplias relacionadas con la condición humana y ofrece una corrección a la mala teología. La historia de Job hace esto al establecer el principio de que el sufrimiento no siempre está ligado a la pecaminosidad. Job nos enseña que las personas justas también sufrirán en un mundo caído. Como nos revela Job 1:1, Job era un hombre recto, intachable y justo. Sin embargo, como nos revela el resto del libro, él sufrió mucho.
Al presentarnos el ejemplo de una persona justa que sufre, el libro de Job nos proporciona una corrección útil a lo que a veces se denomina «teología de la retribución». La teología de la retribución sostiene que las personas sufren en respuesta a sus acciones injustas y son recompensadas por sus acciones justas. Los amigos de Job abrazaban esta teología equivocada y nosotros, los creyentes modernos, podemos caer en la tentación de hacer lo mismo. Afortunadamente, el libro de Job revela la falsedad de tal pensamiento al recordarnos que Dios permite que las personas justas sufran por Sus buenos y sabios propósitos, incluso cuando los detalles de esos propósitos suelen no ser revelados a quienes soportan tal sufrimiento.
3. Job prefigura la obra redentora de Jesucristo.
Una de las formas en que el libro de Job apunta a la obra de Jesucristo es a través del deseo de Job de que alguien medie entre él y Dios. A medida que se desarrolla la historia, Job empieza a cuestionar a Dios y, en un momento dado, se exaspera, clamando por un mediador que le represente ante Dios (Job 9:32-35). Por supuesto, el Nuevo Testamento nos revela que Dios proporcionó tal mediador en Jesucristo (1 Ti 2:5-6).
Pero la principal forma en que el libro de Job prefigura la obra redentora de Cristo es enseñándonos que un hombre justo puede enfrentar grandes sufrimientos para cumplir los sabios propósitos de Dios. Como hemos visto, al justo Job se le permitió sufrir para vindicar tanto a Dios como a Job. Por supuesto, a Jesús, quien fue perfectamente justo en todos los sentidos, se le permitió sufrir la ira de Dios para cumplir los sabios propósitos del plan redentor de Dios y asegurar la salvación de Su pueblo. La historia de Job prefigura la historia de la cruz, y es en la historia de la cruz donde encontramos el verdadero sentido y significado del sufrimiento.