De regreso a la barbarie
14 agosto, 2021La teología y la Iglesia
17 agosto, 2021La razón para Dort
Nota del editor: Este es el segundo capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: El Sínodo de Dort
En su epístola, Judas enseña que, aunque la fe fue entregada a la Iglesia por los apóstoles, a lo largo de los tiempos la Iglesia tendrá que defender esa fe una y otra vez (Jud 3). Pablo se opuso a los legalistas, Atanasio se opuso a Arrio, Agustín se opuso a Pelagio y Martín Lutero se opuso a Erasmo. Estos son algunos ejemplos de cómo los cristianos han luchado por la fe apostólica en la historia. Después de la Reforma, uno de los mayores desafíos a la fe apostólica surgió en el seno de la Iglesia reformada holandesa por parte de un ministro y profesor llamado Jacobo Arminio y de sus seguidores.
Arminio (1559-1609) perdió de niño a su padre en la revuelta holandesa contra España. Se educó gracias a la generosidad de las iglesias reformadas en la nueva universidad de Leiden y luego continuó sus estudios en Ginebra y Basilea. En Ginebra, Teodoro Beza, sucesor de Juan Calvino, era el principal teólogo y un gran defensor de la enseñanza calvinista. Arminio demostró ser un estudiante brillante e inteligente. Con cartas de recomendación de Beza, Arminio regresó a los Países Bajos y fue ordenado al ministerio en Ámsterdam. Sirvió allí como pastor desde 1588 hasta 1603, cuando fue designado para enseñar teología con otros dos profesores en Leiden, su alma máter. Allí sirvió hasta su muerte en 1609.
Aunque Arminio experimentó cierta controversia en Ginebra y en Ámsterdam, no tuvo mayores inconvenientes. Pero la preocupación por su doctrina creció durante sus primeros años en Leiden. Estas preocupaciones eran difíciles de evaluar porque Arminio no publicó nada en vida. Después de su muerte, se encontraron varios escritos —suficientes para llenar tres volúmenes de tamaño considerable— pero no los había publicado, lo cual era algo muy inusual para la época. Durante su vida, su teología fue juzgada por los informes de los estudiantes, y sus compañeros profesores y ministros se mostraron cada vez más preocupados. Finalmente, en 1608, se le exigió que escribiera sus opiniones —su Declaración de sentimientos— para que fueran evaluadas por el gobierno civil, que supervisaba la universidad. Esta declaración mostraba su rechazo a la doctrina calvinista de la elección. Estudios recientes sobre su obra han llegado a la conclusión de que su motivación no era tanto el deseo de afirmar cierta libertad o cooperación humana en la salvación como el deseo de defender la bondad de Dios contra cualquier sugerencia de que Dios es un tirano o autor del pecado.
En los años posteriores a su muerte, los que decían seguirle se volvieron más radicales en sus teologías. Adoptaron cada vez más los puntos de vista que consideramos «arminianos» o «semipelagianos», que enseñan un efecto limitado del pecado sobre las capacidades humanas y cierta medida de libertad humana, de modo que el hombre puede cooperar con la gracia salvadora o resistirse a ella. Resumieron sus puntos de vista en un documento que se conoció como la Remonstrancia de 1610. Ese resumen tenía cinco puntos: elección condicional, expiación universal, depravación completa, gracia resistible e incertidumbre sobre la perseverancia de los santos.
Los años que transcurrieron desde la muerte de Arminio hasta la reunión del Sínodo de Dort se caracterizaron por la creciente controversia teológica y las divisiones en la Iglesia. La tensión en la sociedad holandesa llegó a ser tan grande que la guerra civil se convirtió en una posibilidad real. Solo el cambio del gobierno civil y la convocatoria al sínodo nacional de la Iglesia reformada holandesa para reunirse en la ciudad portuaria de Dordrecht evitaron esa guerra.
Los calvinistas holandeses decidieron que el sínodo debía ser algo más que un simple sínodo nacional. Invitaron a representantes de la mayoría de las iglesias reformadas de Europa para que asistieran y fueran miembros con derecho a voto del sínodo. El resultado fue la mayor y más ecuménica reunión de iglesias reformadas jamás celebrada. (Para que mis amigos presbiterianos no sientan que estoy menospreciando la Asamblea de Westminster, permítanme recordarles que esa asamblea no era propiamente una reunión de iglesias, sino una reunión de teólogos para asesorar al Parlamento inglés).
El Sínodo de Dort realizó su trabajo de forma cuidadosa y exhaustiva. Se reunió desde mediados de noviembre de 1618 hasta finales de mayo de 1619, primero escuchando a los arminianos y luego, cuando no cooperaban, leyendo sus escritos. El mayor logro del sínodo fue la preparación de lo que se conoce como los Cánones de Dort. Estos cánones o sentencias de Dort responden a los cinco puntos del arminianismo. En sentido estricto, el calvinismo no tiene solo cinco puntos, sino que tiene los muchos puntos que se encuentran en la Confesión Belga o en la Confesión de fe de Westminster. El calvinismo tiene cinco respuestas a los cinco errores del arminianismo. Los cánones responden punto por punto al resumen arminiano presentado en 1610. La primera cabeza (o capítulo) del sínodo es sobre la elección incondicional. La segunda cabeza es sobre la expiación limitada. El sínodo combina la tercera y la cuarta cabeza para mostrar que la depravación total solo se mantiene cuando se enseña la necesidad de la gracia irresistible. La quinta cabeza enseña la perseverancia de los santos a causa de la gracia preservadora de Dios.
Cada cabeza de doctrina está dividida en varios artículos positivos y de objeción a errores arminianos específicos. La decisión más importante sobre cómo redactar estos artículos fue la de escribirlos para la gente de las iglesias y no para los profesores de las universidades. El sínodo pretendía que sus cánones fueran claros y comprensibles para todos los miembros de la iglesia. A lo largo de los años, uno de los problemas ha sido que las traducciones de los cánones al español han mantenido frases largas que funcionan en latín, pero no son tan claras en español. Sin embargo, incluso en las traducciones españolas más antiguas, cuando el lector pasa de una cláusula a otra, el significado queda claro.
El sínodo también quería mostrar la catolicidad del cristianismo reformado, negando la acusación arminiana de que las iglesias reformadas enseñaban novedades sectarias. Por ello, cada cabeza de doctrina comienza con una declaración católica con la que estarían de acuerdo tanto los católicos romanos como los luteranos y los reformados. A partir de ese artículo católico inicial, otros artículos muestran que la plenitud de la enseñanza reformada se desprende adecuadamente de fundamentos católicos.
Algo del carácter de los cánones puede experimentarse en la primera cabeza de doctrina (sobre la elección incondicional), artículo 6:
Que algunos reciban el don de la fe de Dios y otros no lo reciban, procede del decreto eterno de Dios,“que hace saber todo esto desde tiempos antiguos” (Hechos 15:18; Efesios 1:11). Según tal decreto ablanda, por pura gracia, los corazones de los elegidos, por obstinados que sean, y les inclina a creer, pero según Su justo juicio abandona a su maldad y obstinación a quienes no son elegidos. Y es aquí donde, estando los hombres en similar condición de perdición, se nos revela esa profunda, misericordiosa e igualmente justa distinción de personas, o ese decreto de elección y reprobación revelado en la Palabra de Dios. El cual, si bien los hombres perversos, impuros e inestables tuercen para su propia destrucción, también da un inefable consuelo a las almas santas y temerosas de Dios.
De forma ejemplar, este artículo expone la doctrina con claridad, muestra su origen en la Biblia e insiste en el consuelo que aporta al pueblo de Dios la confianza en el propósito soberano y salvador de Dios.
El sínodo también realizó otros trabajos importantes para la vida y salud de la Iglesia reformada holandesa durante los siglos siguientes. El sínodo nombró un comité para preparar una nueva traducción holandesa de la Biblia. Esta Biblia tendría el mismo estatus e influencia en el mundo de habla holandesa que los que tuvo la versión King James en el mundo de habla inglesa. Esta Biblia sustentaría la piedad y la vida de los cristianos holandeses hasta bien entrado el siglo XX.
El sínodo también reiteró el compromiso de la Iglesia con la Confesión Belga y estableció el texto oficial de la confesión, ya que se habían encontrado ligeras variaciones en publicaciones anteriores. Se había pedido al sínodo que redactara una nueva confesión de fe que aceptaran todas las iglesias reformadas de Europa. El sínodo llegó a la conclusión de que no tenía tiempo para tal emprendimiento, pero aprobó la Confesión Belga como una confesión aceptable para todos los reformados.
El sínodo también adoptó un orden eclesiástico que proporcionó las normas de procedimiento para las iglesias holandesas durante los siglos siguientes. El orden eclesiástico describía el trabajo de los ministros, ancianos y diáconos, así como el ministerio y el culto de las congregaciones. También establecía el trabajo de los consistorios locales (similares a las sesiones), así como el trabajo de las asambleas más amplias de las clases (similares a los presbiterios) y los sínodos.
También se pidió al sínodo que hiciera una declaración definitiva sobre la doctrina del sábado. De nuevo, el sínodo no tuvo tiempo para un estudio definitivo, pero preparó una breve declaración para ayudar a las iglesias y a los cristianos. Al fin y al cabo, el sábado no es solo una enseñanza de las iglesias, sino que es una parte crucial de la piedad y la vida de las iglesias. El sínodo hizo un llamamiento al descanso y a la adoración en el día del Señor. Más allá de su declaración, cuando se le preguntó qué hacer con el tradicional servicio vespertino si tenía poca asistencia, el sínodo aconsejó que el servicio vespertino se celebrara aunque solo asistiera la familia del ministro. Con el tiempo, las iglesias reformadas holandesas se volvieron cuidadosas en la observancia del sábado cristiano y los dos servicios ayudaron en gran medida a producir un laicado devoto y bien educado.
El Sínodo de Dort realizó una labor extraordinaria que merece la pena celebrar cuatrocientos años después. Preservó la enseñanza verdadera de la Biblia sobre la salvación y proveyó también de otras formas para el bienestar de la vida de la iglesia. El sínodo libró esa contienda ardiente a la que Judas llama a los cristianos. La lucha condujo a una fractura en la Iglesia. Una pequeña minoría se marchó para formar la Hermandad Remonstrante. Pero, como deja claro Judas, tal división no es culpa de los ortodoxos, sino de los que se oponen a la verdad (Jud 19). El gran logro del sínodo fue guardar, enseñar y defender nuestra fe, «nuestra común salvación» (v. 3).