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Nota del editor: Este es el sexto capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: Lo que realmente dijo N.T. Wright
«¿Cuáles son, pues, en este sentido las «obras de la ley», por las que no se puede ser “justificado”?… Son el “vivir como judío” de Gálatas 2:14, la separación de los “pecadores de entre los gentiles” de Gálatas 2:15. No son, en otras palabras, las “buenas obras” morales que a la tradición de la Reforma le encanta odiar. Son las cosas que dividen al judío del gentil…». —N.T. Wright, Justification: God’s Plan and Paul’s Vision [Justificación: El plan de Dios y la visión de Pablo], pp. 116-117.
La definición de la frase de Pablo «obras de la ley» es uno de los desacuerdos más significativos entre N.T. Wright y la comprensión de la Reforma sobre la justificación por la fe sola. ¿En qué se basa Wright para afirmar que Pablo no tiene en cuenta la justicia por las obras?

Wright sostiene que el tema principal de la epístola de Pablo a los gálatas no es la justicia por las obras (legalismo), sino la comunión en la mesa. Wright sostiene que los cristianos judíos de Galacia estaban perplejos al ver cómo los gentiles podían ahora sentarse con ellos y compartir el pan. Eso es cierto, Cristo había venido a salvar tanto a los judíos como a los gentiles, pero ¿cómo podían estos gentiles ser considerados parte de la familia de Abraham si no llevaban las marcas de ser judíos: la circuncisión, las leyes alimentarias y la observancia del sábado? Estos cristianos judíos estaban dispuestos a permitir la presencia de gentiles entre ellos, pero solo si llevaban las «obras de la ley» y se sometían a la circuncisión, comían la comida adecuada y observaban el sábado. De ahí que, según Wright, Pablo escribiera a los gálatas para que comprendieran que Cristo había bajado terminado con las «obras de la ley» y que los gentiles podían ser cristianos sin estas marcas judías de identidad. Jesús había bajado la bandera de las obras de la ley y levantado una nueva en su lugar —la de la fe en Él— para identificar al pueblo de Dios.
El problema con el punto de vista de Wright es que toma asuntos que están en el trasfondo de la carta de Pablo y los traslada a un primer plano (como dijo Doug Moo). En otras palabras, Wright toma el mensaje de Pablo sobre la salvación y cómo uno es declarado justo a los ojos de Dios y lo coloca en un segundo plano. Luego toma un asunto secundario, el de la comunión en la mesa, y lo traslada al primer plano, casi hasta el punto de eclipsar el mensaje sobre el pecado y la salvación.
Observa algunos de los siguientes puntos. En primer lugar, ¿por qué Pablo se preocuparía tanto por la comunión de la mesa hasta el punto de advertir a los gálatas de la condenación por abrazar un falso evangelio (Gal 1:8-9)?
En segundo lugar, cuando Pablo utiliza la frase «obras de la ley», ciertamente tiene en mente la circuncisión, las leyes alimentarias y el sábado. Pero también tiene en mente muchas otras cosas. La tríada de marcas de identidad judía no es más que una pequeña porción del pastel de la ley. Cuando Pablo condena la confianza en las «obras de la ley», cita Deuteronomio en Gálatas 3:10: «Maldito todo el que no permanece en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas» (énfasis añadido; ver Dt 27:26). Pablo no solo condenó el hecho de basarse en la circuncisión, las leyes alimentarias y el sábado, sino que también incluyó todo lo que está escrito en la ley. Es decir, cualquiera que intente ofrecer su propia obediencia a la ley en un esfuerzo por ser aprobado y declarado como justo (como obediente) a los ojos de Dios, atraería en cambio una maldición sobre sí mismo.
En tercer lugar, cuando Pablo ilustra lo que significa confiar en las obras versus la fe, apela a un tiempo anterior a que Dios instituyera la circuncisión, las leyes alimentarias y el sábado. Pablo apela a los esfuerzos pecaminosos de Abraham y Sara para cumplir la promesa divina por sus esfuerzos pecaminosos, en lugar de hacerlo por la fe sola en la simiente que había de venir: Jesucristo (Gal 3:16; 4:21-31).
Y, en cuarto lugar, Wright opone la circuncisión, las leyes alimentarias y el sábado a la fe como señas de identidad del Antiguo y del Nuevo Testamento, respectivamente. Sin embargo, la definición de Wright pone a la Biblia en contradicción consigo misma. ¿Acaso no era la fe un marcador de identidad de los santos del Antiguo Testamento? Como nos dice el gran salón de la fe de Hebreos 11, la fe en Cristo siempre ha sido la forma de identificar al pueblo de Dios.
La elección de la definición adecuada de la frase «obras de la ley» no es una cuestión entre Wright y la Reforma, sino una cuestión, en última instancia, entre Wright y el apóstol Pablo; de hecho, entre Wright y la propia Escritura. Pablo se esfuerza por refutar la confianza pecaminosa de los judaizantes en su propia obediencia (sus obras de la ley), porque se trataba de su salvación, no simplemente de la comunión en la mesa. La extensa argumentación de Pablo en Gálatas puede destilarse en una declaración en su carta a los efesios «Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe» (Ef 2:8-9). En una palabra, son las obras de Cristo las que constituyen el fundamento legal de nuestra declaración de justificación, no nuestras propias buenas obras. La definición adecuada de las obras de la ley significa la diferencia entre la justificación y la condenación, entre el cielo y el infierno.