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Nota del editor: Este es el primer capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: Hechos de los Apóstoles
Tal vez te sorprenda escuchar que Saint Andrew’s, la iglesia en la que el Dr. Sproul y yo servimos como pastores, tiene muchos miembros que han salido de iglesias pentecostales y carismáticas. Cuando se unen a nuestra congregación, los insto a no dejar atrás al Espíritu Santo. Pareciera que los creyentes de algunas iglesias presbiterianas y reformadas tienden a olvidarse de la persona y el poder del Espíritu Santo. Aunque no ha sido así a lo largo de la historia ni debería serlo desde el punto de vista doctrinal, tristemente a menudo parece que es así.
A veces, cuando algunos cristianos abrazan la doctrina de la soberanía de Dios y el modo pactual en que el Señor opera en la historia de la redención, pierden de vista la hermosa doctrina bíblica de la persona y la obra del Espíritu en y por medio de Su pueblo. Así, su teología, evangelismo, oraciones y adoración terminan sufriendo. Aunque conocen y pueden defender correctamente la doctrina de la causalidad primaria (Dios es la causa primaria de todo lo que acontece), parecen olvidar la doctrina de la causalidad secundaria (Dios ordena providencialmente que todo acontezca según la naturaleza de las causas secundarias en y por medio de Su creación y Sus criaturas). Sabemos que Dios es soberano sobre todo y que ha ordenado los fines, pero a menudo olvidamos que también ha ordenado los medios para alcanzar esos fines (Hch 2:23). Si bien es cierto que Dios conoce el fin desde el principio, también orquesta todo de forma sabia y providencial desde el principio hasta el final, tanto en la iglesia como en el mundo, tanto en el plano natural como en el plano sobrenatural. El Espíritu Santo inculca poder, equipa e infunde valentía en las personas en las que mora para que oren, prediquen, evangelicen, discipulen e incluso mueran.
Cuando abordamos la gran historia de la iglesia en el libro de los Hechos, suele surgir esta pregunta: ¿debemos llamar a este libro Hechos de los apóstoles o Hechos del Espíritu Santo? Bien podríamos darle ambos nombres. El relato de Lucas, al igual que todas las narraciones históricas que se han escrito (explícita o implícitamente), nos muestra la majestad soberana de la actividad redentora y misionera que nuestro Dios triuno lleva a cabo en el mundo en y por medio de vasos débiles y rotos como nosotros, quienes, por Su gracia, no podemos ni queremos dejar atrás al Espíritu Santo, que va delante de nosotros y mora en nosotros.