Los hechos del Espíritu y de los apóstoles
10 noviembre, 2022La ascensión
15 noviembre, 2022La Reforma y la educación
Nota del editor: Este es el décimo capítulo en la serie especial de artículos de Tabletalk Magazine: La historia de la Iglesia | Siglo XVI
La Reforma ha sido una fuerza extraordinaria para la educación mundial. La Edad Media dio origen a las primeras universidades europeas que formaron a un selecto cuadro de eruditos. Pero en la Reforma protestante se desató la búsqueda de la educación universal. Martín Lutero, profesor de la Universidad de Wittenberg, pidió muy pronto a los magistrados que establecieran escuelas para que los niños pudieran aprender a leer las Escrituras recién traducidas y beneficiarse del aprendizaje de los tiempos. Más tarde, Juan Calvino, en el contexto francés, estableció la Academia de Ginebra que se convirtió en el centro de la teología reformada.
Los métodos educativos de los reformadores reflejaban su teología. El objetivo de la alfabetización general manifestaba el principio de la Reforma del sacerdocio de todos los creyentes: todos los cristianos tienen el privilegio espiritual de leer y estudiar las Escrituras por sí mismos. La sola Scriptura, la Escritura como única fuente infalible de conocimiento salvífico y de verdadera sabiduría, se reforzaba con una pedagogía coherente con la Escritura. Para los laicos, esto se lograba con la alfabetización bíblica y los catecismos. Para los adultos y los líderes de la iglesia, las confesiones de fe servían como resúmenes y normas de la doctrina y la práctica bíblicas.
Los reformadores se esforzaron cuidadosamente en proporcionar un contenido teológico excelente para la educación de su pueblo. Los Catecismos Menor y Mayor de Lutero y el Catecismo de Augsburgo fueron las primeras herramientas educativas del luteranismo. Calvino desarrolló catecismos y confesiones para Ginebra.
Heinrich Bullinger, de Zúrich, escribió la Segunda Confesión Helvética, apreciada en toda la tradición reformada. El presbiterianismo primitivo estuvo definido por la Confesión Escocesa de John Knox, que fue sustituida por los Catecismos Menor y Mayor de Westminster, así como por la Confesión de Westminster. La tradición reformada continental adoptó las Tres Formas de Unidad: la Confesión Belga, el Catecismo de Heidelberg y los Cánones de Dort, el último de los cuales define los cinco puntos clásicos del calvinismo. El valor educativo de los catecismos y credos también ha sido reconocido por los anglicanos, los congregacionalistas y los bautistas reformados.
Las mejoras educativas de la Reforma también afectaron a los estudios universitarios. La escolástica medieval especulativa fue sustituida por una teología sistemática con base bíblica. Una cosmovisión formada por la creencia en un Creador soberano que gobierna un cosmos ordenado fomentó la investigación de las ciencias empíricas. Los estudios lingüísticos se aceleraron. El latín fue destronado como la única lengua académica, ya que las lenguas comunes de Europa se habían convertido en capaces de realizar discusiones académicas debido a la elevación de estas lenguas por la traducción de la Biblia. Sin embargo, el estudio de las lenguas de la erudición bíblica (el latín, el griego y el hebreo) aumentó a medida que se hacía realidad la formación del clero. El impacto educativo de la Reforma estimuló la industria de la imprenta, generando bibliotecas y estudios avanzados en diversas disciplinas. Algunos de los centros académicos de renombre que se vieron afectados por la Reforma son las universidades de Wittenberg, Ginebra, Zúrich, Heidelberg, Oxford, Cambridge y Edimburgo.
Cuando los puritanos iniciaron su «misión en el desierto» en Nueva Inglaterra, llevaban consigo un profundo compromiso con los énfasis educativos de la Reforma. Por ejemplo, la declaración fundacional de Harvard de 1640 dice:
Después de que Dios nos llevara a salvo a Nueva Inglaterra, y de que construyéramos nuestras casas, proveyéramos lo necesario para nuestro sustento, levantáramos lugares convenientes para el culto de Dios, y dirigiéramos el gobierno civil, una de las siguientes cosas que anhelábamos y buscábamos era avanzar en el aprendizaje y perpetuarlo para la posteridad; temiendo dejar un ministerio analfabeto a las iglesias, cuando ya nuestros actuales ministros yacieran en el polvo.
El compromiso educativo de la Reforma ha dado forma a la educación inferior y superior en todos los Estados Unidos a lo largo de su historia y en todo el mundo a través de las misiones globales. Centros académicos estadounidenses como Yale y Princeton son fruto del espíritu de la Reforma, junto con innumerables escuelas, colegios y seminarios como el Westminster Theological Seminary en Filadelfia y el recientemente establecido Reformation Bible College en Florida. Las misiones cristianas internacionales siguen traduciendo las Escrituras, promoviendo la alfabetización y estableciendo escuelas de todos los niveles en naciones de todo el mundo.
En última instancia, el énfasis educativo de la Reforma resulta de la obediencia bíblica a la gran comisión de nuestro Señor: «Vayan, pues, y hagan discípulos [es decir, personas que aprendan], enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado» (Mt 28:19-20).