
Pedro Lombardo, el maestro de las Sentencias
30 abril, 2022
Historias de la gracia de Dios: Conoce a Anais
3 mayo, 2022Los peregrinos (y sus anfitriones)

Un viajero sabio se adapta a las costumbres y lenguas del país que lo acoge. Cuando vivíamos en el extranjero, las personas nunca nos preguntaban por nuestra salud. Eso era considerado de mala educación. Sin embargo, el mismo día que salimos de Inglaterra, una mujer norteamericana, siendo cortés, nos acribilló a preguntas. Lo que era descortés en Inglaterra era de buena educación en Dallas. Cambiar de tradición teológica es como viajar al extranjero. Al llegar, el visitante se encuentra con una nueva lengua y cultura, es decir, una nueva teología, piedad y práctica. Este encuentro intercultural crea oportunidades y obligaciones tanto para los anfitriones como para los peregrinos.
Hay unos sesenta millones de evangélicos en Norteamérica. En cambio, las comuniones reformadas confesionales cuentan con menos de un millón de miembros. Uno de los efectos de estas cifras desproporcionadas es que la teología, la piedad y la práctica de los evangélicos estadounidenses moldean las expectativas de muchos cristianos. Esta cultura es el producto de una serie de avivamientos religiosos que comenzaron en el siglo XVIII y continuaron durante el siglo XIX. Estos dos episodios fueron diferentes en aspectos significativos, pero a la vez fueron similares en otros aspectos importantes. Ambos se organizaron en torno a diversos tipos de experiencia religiosa. Diferían en la forma de llegar a esa experiencia e incluso en el significado de la misma. Sin embargo, los une el hilo común de la experiencia religiosa, ya sea con una especie de encuentro directo con el Cristo resucitado o con una experiencia de conversión en el banco de los ansiosos. Desde principios del siglo XVIII, todos los evangélicos norteamericanos han sido moldeados por el deseo de tener una experiencia religiosa intensa y personal.

Por el contrario, la teología, la piedad y la práctica de las congregaciones reformadas confesionales han sido moldeadas no tanto por la experiencia religiosa sino por un determinado tipo de confesión de fe, culto y enfoque de la vida cristiana. Estas iglesias confesionales creen firmemente en la obra de Cristo en nosotros, por Su Espíritu, a través de Su evangelio, pero todo comienza con lo que Cristo hizo por los pecadores en la historia. Para las tradiciones revivalistas, la obra presente del Espíritu en nosotros suele desplazar la obra objetiva de Cristo por nosotros.
Las denominaciones protestantes estadounidenses tienen sus raíces en la Reforma protestante y muchas invocan recuerdos de esa herencia. Sin embargo, la mayoría de estas denominaciones e iglesias llegaron a coincidir con los críticos del cristianismo de los siglos XVIII y XIX y, por tanto, rechazaron la antigua tradición de la Reforma. Al igual que los revivalistas, también se volvieron hacia la experiencia religiosa. Sustituyeron al Jesús de la historia por el «Jesús de la fe», o el Jesús de la experiencia personal.
Sin embargo, siguen existiendo iglesias que no solo tienen sus raíces en la Reforma, sino que también continúan creyendo en la misma fe confesada por Calvino y sus sucesores. Esas iglesias confiesan el mismo culto y el mismo enfoque de la vida cristiana que marcaron a la iglesia de Calvino. Estas iglesias reformadas tienen una teología, una piedad y una práctica vitales, pero de un tipo diferente a la conformada por el revivalismo estadounidense. Está más interesada en la educación que en la crisis. Está más interesada en lo que los reformados llaman los medios de gracia (la Palabra, los sacramentos, la oración) que en el banco de los ansiosos o en la oración del pecador.
Debido a que muchas partes de las tradiciones revivalistas estadounidenses conservaban el recuerdo de sus raíces de la Reforma, las alas confesional y revivalista del protestantismo estadounidense coexistieron y cooperaron temporalmente. Sin embargo, con el tiempo, las tensiones subyacentes afloraron y la relación fracasó. Ahora las iglesias confesionales están aisladas tanto de la antigua línea liberal como de las tradiciones revivalistas.
A pesar de estos cambios, los peregrinos revivalistas y de la línea tradicional principal a menudo llegan a las iglesias reformadas confesionales. Si eres uno de ellos, espero que este mapa te ayude a entender un poco mejor por qué tu primera vez en una congregación reformada confesional se sintió tan extraña. Lo fue. Cruzaste una frontera, una línea de tiempo internacional y no lo sabías. Si estuviste en una congregación reformada confesional intencionadamente histórica, puede que hayas hecho un pequeño viaje al siglo XVII o incluso al XVI. Sé un viajero prudente. Date un momento para orientarte. Disfruta del destino.
Ahora, unas palabras para aquellas congregaciones (como la mía) que reciben a estos peregrinos. Por favor recuerden que nuestros nuevos amigos están probablemente desorientados. El lenguaje, las costumbres y la comida les resultan extrañas. Traen consigo expectativas no moldeadas por la Reforma. Nuestro énfasis en el evangelio, los sacramentos y la iglesia visible puede parecerles demasiado formal. Tenemos dos opciones. Podemos fingir que pertenecemos realmente a su tradición o podemos darles la bienvenida a la nuestra de forma suave y gradual. Recomiendo lo segundo. A los estadounidenses criados con comida rápida religiosa les puede llevar tiempo aprender a disfrutar de una nueva dieta, lengua y cultura. Si intentamos convertirnos en lo que el peregrino ha dejado atrás, ¿de qué le servimos al peregrino? (Mt 5:13). Demos la bienvenida a nuestros hermanos y hermanas con los brazos abiertos, las biblias abiertas y las sonrisas cálidas. Al hacerlo, estaremos imitando a nuestro bisabuelo Juan Calvino, que acogió a los peregrinos y mantuvo un testimonio fiel de la fe de la Reforma.