
Las Escrituras
26 abril, 2025
Conocer a Dios
30 abril, 2025La Palabra de Dios

Este es el tercer artículo de la colección de artículos: Fundamentos doctrinales
Introducción
La Palabra de Dios es una forma frecuente de describir o identificar la Biblia, la colección de sesenta y seis libros escritos a lo largo de al menos mil quinientos años por apóstoles y profetas, humanamente hablando, e inspirados («respirados») por Dios, divinamente hablando. Es llamada la Palabra de Dios porque Dios es el autor principal y los profetas y apóstoles son autores secundarios. Todo en la Biblia es exactamente lo que Dios quería que dijera, y la Palabra de Dios tiene el significado que Dios quiere que tenga. Históricamente, los protestantes han distinguido cuatro características principales de la Escritura: autoridad, claridad, necesidad y suficiencia.
Explicación
La Biblia se define a sí misma como la Palabra de Dios (1 Ts 2:13). Muchas cualidades diferentes de las Escrituras confirman esta designación, dándonos confianza en que esta afirmación es cierta. La Confesión de Fe de Westminster (1.5) enumera muchas de estas cualidades, como la belleza estilística y la majestuosidad de las Escrituras, la unidad de la enseñanza bíblica expresada a través de una diversidad de autores y perspectivas, la presentación bíblica del único camino de salvación y el poder de la doctrina bíblica para salvar y santificar a los pecadores. Sin embargo, aunque estas características confirman las afirmaciones de la Biblia, solo el Espíritu Santo puede persuadirnos de aceptar el testimonio de la Biblia de que es la Palabra de Dios. Al fin y al cabo, solo el Espíritu puede revelar las cosas de Dios (1 Co 2:9-10).
Puesto que la Biblia es la mismísima Palabra de Dios, es la autoridad final en todos los asuntos de la fe y la vida. La autoridad reside en las propias palabras de la Escritura, como enseña Jesús. Él nos dice que la Escritura no puede ser quebrantada (Jn 10:35). La autoridad de la Escritura se deriva de la autoridad inherente de Dios, quien inspiró las Escrituras. Jesús mismo es Dios (Jn 1:1), lo que significa que toda la Escritura es Su voz autoritativa, al igual que la voz autoritativa del Padre y del Espíritu Santo. Jesús afirma que Sus ovejas oyen Su voz (Jn 10:27). Escuchan Su voz porque reconocen la autoridad que hay en ella.
La inspiración es la doctrina sobre la Palabra de Dios que describe cómo la Palabra de Dios llegó a nosotros. Más literalmente, la Escritura es «respirada por Dios» (griego theopneustos; 2 Ti 3:16). Dios, por medio de Su Espíritu Santo, respiró la Palabra de Dios en los profetas y los apóstoles. Así como nosotros exhalamos nuestras palabras cuando hablamos, así Dios exhaló Sus palabras cuando reveló las Escrituras. Es importante señalar aquí que el Espíritu Santo no pasó por alto la personalidad y la conciencia de los autores humanos, sino que actuó a través de ambos y así guió el proceso de tal manera que la Biblia es al mismo tiempo las palabras de Dios y las palabras de sus autores humanos.
La Biblia es infalible e inerrante. El primer término significa «incapaz de fallar» y en realidad es el más fuerte de los dos, ya que incluye la idea de inerrancia, aunque muchos eruditos liberales rechazan la inerrancia en favor de la infalibilidad. La infalibilidad de la Biblia significa, pues, que la autoridad de Dios y la superintendencia del proceso de inscripturación ―la escritura de las Escrituras por profetas y apóstoles― dan como resultado un libro incapaz de errar. La inerrancia de la Escritura significa que las Escrituras, de hecho, no contiene error alguno. Aunque la propia Biblia no utiliza estos dos términos exactos para describir su veracidad, podemos llegar a estas dos ideas por buena y necesaria consecuencia. Puesto que Dios inspiró las Escrituras de tal manera que la autoridad de Dios está investida en las Escrituras, y puesto que sabemos que Dios nunca miente, entonces no puede haber errores. Los teólogos reformados también han sido cuidadosos a la hora de afirmar este estatus solo para los manuscritos originales. Las copias no fueron hechas por inspiración divina, y pueden existir errores individuales de copistas en manuscritos individuales. Sin embargo, al comparar los manuscritos, podemos discernir en qué difiere un manuscrito concreto del texto original escrito por el autor. Ninguna de estas diferencias afecta a ninguna doctrina de la fe ni al significado de las Escrituras. Dicho de otro modo, tenemos las palabras reales de los profetas y los apóstoles, aunque no tengamos las páginas reales en las que ellos mismos escribieron. El texto se ha conservado providencialmente a través de los siglos gracias al gran número de copias exactas que se han producido.
Los teólogos protestantes han utilizado habitualmente diversos términos para explicar las cuatro características (o atributos) de la Escritura: autoridad, claridad, necesidad y suficiencia. Estas cuatro características nos permiten comprender la enseñanza interna de la Escritura sobre su propia naturaleza y utilidad. Si socavamos alguna de estas características, socavamos la esencia misma de la Escritura.
Con respecto a la autoridad de las Escrituras, reconocemos que Dios ha hablado con autoridad en cada parte del Antiguo y del Nuevo Testamento. La Palabra de Dios es la revelación de Dios inspirada por el Espíritu Santo y, por lo tanto, tiene autoridad divina entrelazada en su tejido. La Biblia tiene autoridad para todos los aspectos de la vida y la adoración en este mundo. La intención de Dios es que Su pueblo reciba Su Palabra como la revelación autorizada de su redención, así como la guía autorizada para sus acciones. La Escritura es la única autoridad trascendente e inerrante por la que podemos saber cuál es la voluntad de Dios para nuestras vidas.
Cuando los teólogos protestantes afirman que la Biblia es clara, se refieren a algo muy concreto: la Biblia es clara en los asuntos necesarios para la salvación y en lo que significa vivir una vida agradable a Dios. No quieren decir que todos los pasajes de la Biblia sean igualmente claros. Además, esto no significa que el ministerio de la Palabra sea prescindible. La claridad de la Escritura es la idea de que no se requiere ninguna revelación especial más allá de la Escritura para entender lo que es necesario para la salvación, y que tampoco tal comprensión requiere un grado avanzado en interpretación bíblica. Cualquier lector u oyente de las Escrituras puede entender el evangelio básico y lo que debe hacer para agradar a Dios. La doctrina de la claridad de las Escrituras también se conoce como la perspicuidad de las Escrituras.
La perfección de las Escrituras nos enseña que la Biblia contiene exactamente la doctrina y las amonestaciones que necesitamos. No le falta ninguna de las verdades que el Señor quiere que Su pueblo tenga para su bien y Su gloria. La perfección es el corolario de la suficiencia de las Escrituras. Si no necesitamos ninguna otra fuente que nos dé la voluntad de Dios, entonces la Escritura debe enseñarnos todo lo que necesitamos saber acerca de Dios y Su voluntad para agradarle en esta vida. La perfección es también una consecuencia de la necesidad de la Escritura, que dice que necesitamos la Biblia para conocer a Dios, el camino de la salvación y la ley de Dios para nosotros. Aparte de la Escritura podemos conocer verdades sobre Dios e incluso los fundamentos de Su ley moral desde la creación (Ro 1-2); sin embargo, por naturaleza, todos los hombres tuercen y suprimen estas verdades en la injusticia. Además, aunque la creación nos habla del ser eterno y del poder de Dios, es insuficiente para decirnos cómo reconciliarnos con Él mediante la fe en Cristo. Solo las Escrituras pueden hacernos sabios para la salvación (2 Ti 3:15).
Por último, la Palabra de Dios es suficiente para nuestra salvación. No necesitamos ningún otro libro o revelación personal para discernir el camino de la salvación y la voluntad de Dios para nuestras vidas. La doctrina de la suficiencia de la Escritura no pretende socavar el beneficio de estudiar libros teológicos o la historia de la iglesia. Más bien, simplemente afirma que un individuo no necesita una educación académica en teología para obtener la salvación ofrecida en la Palabra de Dios. Dios ha revelado en la Biblia todo lo que un creyente necesita saber para la vida y la piedad. La Biblia advierte contra cualquiera que intente quitar o añadir algo a la revelación de Dios en las Escrituras (Ap 22:18-19).
Citas
El testimonio de la Iglesia puede movernos e inducirnos a tener una estimación alta y reverencial por las Santas Escrituras. Asimismo, constituyen argumentos por los cuales ellas evidencian abundantemente, por sí mismas, ser la Palabra de Dios: el carácter celestial de su contenido, la eficacia de su doctrina, la majestad de su estilo, la armonía de todas sus partes, el propósito de todo su conjunto (que es dar toda gloria a Dios), la plena revelación que hacen del único camino de la salvación del ser humano, las muchas otras incomparables excelencias y su total perfección. Sin embargo, nuestra completa persuasión y seguridad de su infalible verdad y de su autoridad divina, proviene del Espíritu Santo que obra en nuestro interior, dando testimonio en nuestros corazones mediante la Palabra y con la Palabra.
Teólogos de Westminster
Confesión de fe de Westminster 1.5
Juan Calvino es conocido por su afirmación de que Dios nos habla en «lenguaje infantil», explicándonos las cosas a nuestro nivel para que le conozcamos y le amemos. Dios no nos lo ha dicho todo, pero lo que nos ha dicho es verdad, y nuestro lenguaje puede utilizarse para comunicarnos la verdad. Los seres humanos escribieron la Biblia, pero fueron inspirados por Dios, de modo que sus palabras son las palabras de Dios. Por tanto, obedecer a las Escrituras es obedecer al Señor.
R. C. Sproul
«La Palabra de Dios en las palabras de los hombres»
Revista Tabletalk
Si creemos en la Biblia, creeremos en Jesús. Pero también es cierto que si creemos en Jesús, creeremos en la Biblia.
Michael Kruger
«¿Es la Biblia la Palabra de Dios?»
Revista Tabletalk
Muchas veces las personas afirman que Dios les ha ordenado hacer algo que viola la Biblia. Pero como hemos visto, si desobedecemos la Palabra de Dios, desobedecemos a Dios mismo aunque creamos estar oyendo Su voz. Cuando sientas que el Señor te dirige, asegúrate de que la dirección que escuchas no viola las Escrituras.
R. C. Sproul
«La activa Palabra de Dios»
Revista Tabletalk
Todas las cosas en las Escrituras no son igualmente evidentes en sí mismas, ni igualmente claras para todos. Sin embargo, todas aquellas cosas que son necesarias obedecer, creer y observar para la salvación están claramente propuestas y expuestas en uno u otro lugar de las Escrituras, para que no solo los eruditos, sino también los que no lo son, lleguen a una comprensión suficiente de ella mediante el debido uso de los medios ordinarios.
Teólogos de Westminster
Confesión de fe de Westminster 1.
Publicado originalmente en el blog de Ligonier Ministries.