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10 abril, 2025
Las Escrituras
26 abril, 2025Revelación

Este es el primer artículo de la colección de artículos: Fundamentos doctrinales
Introducción
Para que las personas lleguen a un conocimiento de Dios, Él debe revelarse a Sus criaturas. Sin embargo, el hombre nunca alcanzará un conocimiento exhaustivo de Dios, ya que Él es infinito y nosotros somos finitos. Como explicó el Dr. R. C. Sproul: «Nuestro entendimiento finito no puede contener un Sujeto infinito; por lo tanto, Dios es incomprensible. Este concepto representa pesos y contrapesos para advertirnos que no pensemos que hemos captado por completo y dominado en cada detalle las cosas de Dios. Nuestra finitud siempre limita nuestra comprensión de Dios». Sin embargo, Dios nos creó para que sepamos quién es Él y qué ha hecho en el mundo. Todo lo que Dios revela es verdad, ya que es una revelación del Dios de la verdad. El conocimiento innato de Dios nos llega por medio de Su revelación general. El apóstol Pablo resumió la esencia de la revelación general de Dios a la humanidad cuando escribió: «Pero lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos, pues Dios se lo hizo evidente. Porque desde la creación del mundo, Sus atributos invisibles, Su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que ellos no tienen excusa» (Ro 1:19-20).
En cada parte de la creación se revela la gloria de Dios. El salmista lo resumió así: «Los cielos proclaman la gloria de Dios» (Sal 19:1). Puesto que Dios llena los cielos y la tierra, todas las personas tienen un conocimiento innato e ineludible del ser, los atributos y el poder de Dios. Este conocimiento innato es lo que Juan Calvino llamó el sensus divinitatis (sentido de la deidad). Sin embargo, por naturaleza, los seres humanos caídos suprimen la verdad que Dios ha dado a conocer sobre Sí mismo en la creación; lo hacen al vivir en la injusticia. Por lo tanto, la revelación general de Dios deja a toda la humanidad inexcusable en el día del juicio y la condena por su falta de adoración y agradecimiento al Señor (Ro 1:18-32). Además, nadie puede llegar a un conocimiento salvífico de Dios excepto por medio de Su revelación especial de un Redentor. Por eso la Escritura es necesaria para la salvación de la humanidad, pues es la única fuente de revelación especial que tenemos hoy. El párrafo inicial de la Confesión de Fe de Westminster explica útilmente: «Agradó al Señor, en diferentes épocas y de diversas maneras, revelarse a Sí mismo y declarar Su voluntad a Su iglesia. Luego, para la mejor preservación y propagación de la verdad, y para el establecimiento y consuelo más seguros de la iglesia contra la corrupción de la carne, la malicia de Satanás y del mundo, le agradó también poner por escrito dicha revelación, en forma completa. Ello hace que las Santas Escrituras sean de lo más necesarias, puesto que ahora han cesado ya aquellos modos anteriores por los cuales Dios reveló Su voluntad a Su pueblo» (CFW 1.1).
«Diversas maneras» son las formas en que Dios se reveló en la historia redentora (por ejemplo: revelación oral, revelación escrita, sueños, visiones, etc.). Después de Jesús y los apóstoles, la revelación especial cesó, y la única revelación especial que tenemos hoy son las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento. Los teólogos se han referido comúnmente a la autoría divina de las Escrituras por el Espíritu Santo como la inspiración de las Escrituras. Más concretamente, los teólogos protestantes y reformados se han referido al proceso por el que Dios se ha revelado en las Escrituras como inspiración plenaria verbal. La idea de la inspiración plenaria verbal es que Dios ha supervisado la escritura de Su revelación especial por autores humanos en sus respectivos contextos históricos, de modo que no hay una sola palabra en las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento que no haya sido dada por inspiración divina. Por lo tanto, cada palabra lleva toda la autoridad divina del Dios que la sopló. La Biblia es la Palabra inspirada de Dios, la única fuente de revelación especial. Como afirma la Declaración de Chicago sobre la Inerrancia Bíblica: «La totalidad de la Escritura y todas sus partes, hasta las mismas palabras del original, fueron dadas por inspiración divina». Además de la inspiración, los teólogos emplean otros términos significativos para explicar la naturaleza de la revelación de Dios en las Escrituras. Entre estos términos están la inerrancia y la infalibilidad de la Escritura. La inerrancia nos dice que la Biblia nunca enseña el error, y la infalibilidad significa que no puede enseñar el error.
La revelación de Dios en la Escritura se produce en una diversidad de géneros literarios. Él revela Su Palabra en prosa, poesía, códigos legales, sabiduría, profecía, narraciones históricas, cartas didácticas y visiones apocalípticas. La revelación de Dios en la Escritura es progresiva. Se revela en épocas pactuales que se desarrollan sucesivamente. Dios reveló Su Palabra progresivamente a través de los profetas. Los profetas del Antiguo Testamento proclamaron y predijeron los juicios y las liberaciones de Dios. Los juicios proféticos e históricos y las liberaciones en la era del Antiguo Testamento prefiguraron los sufrimientos de Cristo y Sus glorias subsiguientes. Cuando Jesús vino, en la plenitud de los tiempos, cumplió en Su persona y obra todo aspecto preparatorio y anticipatorio del Antiguo Testamento. El mensaje de la muerte y resurrección de Jesús es el centro de la revelación especial para la salvación de los elegidos. En la era del nuevo pacto, Dios ha designado ministros del evangelio para que sean heraldos de esta revelación, por cuya predicación del evangelio se complace en salvar a los que creen (1 Co 1:21).
El Señor Jesús es Él mismo, al mismo tiempo, la revelación general y especial de Dios. Es Dios manifestado en la carne. El apóstol Juan lo afirma explícitamente cuando escribe: «El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros» (Jn 1:14). Jesús es revelación especial porque es la Palabra (Logos) viva de Dios. Forma parte de la revelación general en cuanto a que es verdaderamente hombre. La predicación apostólica del evangelio incluye relatos de testigos oculares de Cristo y de Él crucificado (1 Jn 1:1-3; 2 P 1:16-20).
Puesto que el Espíritu Santo es el autor divino de la Escritura, actúa como el agente mediante el cual podemos llegar a una comprensión correcta de lo que Él ha revelado. Sin la obra iluminadora del Espíritu, los hombres no podrían llegar a una comprensión salvífica de la revelación de Dios en la Biblia.
Citas
Los teólogos han llamado a las palabras de Dios ―habladas al principio y escritas después― Su revelación especial, mientras que han llamado a Sus obras de creación y providencia Su revelación general. La revelación general es, bueno, general (esos teólogos saben de lo que hablan), mientras que la revelación especial es mucho más específica, detallada y extensa. Hoy, la revelación general nos rodea en la naturaleza, mientras que la revelación especial la poseemos en la Biblia. La revelación especial dice al pueblo de Dios todo lo revelado sobre Su carácter en la revelación general y mucho más..
W. Robert Godfrey
«Revelación general»
Revista Tabletalk
Hay una dimensión misteriosa de Dios que no conocemos. Sin embargo, no se nos deja en la oscuridad, buscando a tientas a un Dios oculto. Dios también se ha revelado, y eso es básico para la fe cristiana. El cristianismo es una religión revelada. Dios, el Creador, se ha revelado manifiestamente en el glorioso teatro de la naturaleza. Esto es lo que llamamos «revelación natural». Dios también se ha revelado verbalmente. Él ha hablado, y tenemos Su Palabra inscrita en la Biblia. Aquí hablamos de revelación especial: la información que Dios nos da y que nunca podríamos descubrir por nosotros mismos.
R. C. Sproul
«Incomprensibilidad divina»
Revista Tabletalk
Publicado originalmente en el blog de Ligonier Ministries.