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Nota del editor: Este es el noveno capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: Palabras y frases bíblicas mal entendidas
«Los pequeños le pertenecen; ellos son débiles, pero Él es fuerte». Casi todo lo que necesitamos saber sobre la vida espiritual está contenido en esa breve frase. Los creyentes somos frágiles física y espiritualmente, pero pertenecemos a un Dios que es fuerte. Nuestros enemigos —el diablo, el mundo y nuestra carne— no pueden contra el poderoso Señor Dios (Ap 18:8).
Estas mismas ideas están incrustadas en una frase aún más corta que se encuentra casi 250 veces en las Escrituras: Yahvé Sabaot, que generalmente se traduce como «SEÑOR de los ejércitos».


Aquí está el problema: podríamos pasar por alto este título de Dios porque su traducción no impresiona como el original en hebreo. Para nosotros, un «ejército» puede ser una «multitud», pero en hebreo es mucho más majestuoso.
El rango de significado del término sugiere tres verdades poderosas acerca de nuestro Dios.
- El Señor de los ejércitos es el Dios de los escuadrones. El título divino aparece regularmente en escenarios de batalla. David no expulsó por sí solo a los filisteos invasores; el «SEÑOR, Dios de los ejércitos» le dio la victoria (2 S 5:10; 6:2). «El Rey de gloria» es «el SEÑOR, fuerte y poderoso, el SEÑOR, poderoso en batalla… el SEÑOR de los ejércitos» (Sal 24:8, 10). Dios es un guerrero que comanda los ejércitos celestiales contra nuestros enemigos más feroces.
- El Señor de los ejércitos es el Dios de los ángeles. Los ángeles que rodean al Señor exaltado claman unos a otros: «Santo, Santo, Santo es el SEÑOR de los ejércitos, / Llena está toda la tierra de Su gloria» (Is 6:3). Los ángeles flanquearán a Jesús cuando venga a la tierra en la gloria del Padre (Mt 16:27). Mientras tanto, son espíritus ministradores que Dios envía para que ayuden a Sus hijos (He 1:14).
- El Señor de los ejércitos es Dios todopoderoso. Una traducción griega del Antiguo Testamento enfatiza el poder de Yahvé Sabaot, el todopoderoso. Contrario a los dioses falsos que «no hablan» (Jr 10:5), cuando el Señor de los ejércitos da Su voz, la tierra se derrite (Sal 46:6; ver Jr 10:13). El Dios fuerte también es «la porción de Jacob… / E Israel es la tribu de Su heredad; / el SEÑOR de los ejércitos es Su nombre» (Jr 10:16).
Herman Bavinck llamó al Señor de los ejércitos el «Rey en la plenitud de Su gloria, quien, rodeado de ejércitos de ángeles, gobierna el mundo entero como el todopoderoso, y en Su templo recibe el honor y la aclamación de todas Sus criaturas».
El nombre «SEÑOR de los ejércitos» nos recuerda varias formas en las que Dios se preocupa por Su pueblo amado.
- El Señor de los ejércitos guarda a los elegidos. La salvación nunca «depende… del que quiere ni del que corre» (Ro 9:16), sino de la misericordia del Señor de los ejércitos, quien ha dejado un remanente (Is 1:9; Ro 9:29). Inspirándose en el Salmo 46, Martín Lutero aplicó este título a Jesús. ¿A quién eligió Dios para defendernos a pesar de nuestros esfuerzos fallidos? «¿Sabéis quién es? Jesús, el que venció en la cruz; Señor de Sabaot, omnipotente Dios, Él triunfa en la batalla».
- El Señor de los ejércitos se opone a la injusticia. Puedes estar seguro de que los gritos de las víctimas indefensas siempre llegan «a los oídos del Señor de los ejércitos» (Stg 5:4). Los injustos tratan de pecar en secreto, pero el Señor de los ejércitos no puede ser engañado y reparará todo crimen. Buscar venganza es redundante, pues Dios se vengará (Ro 12:19).
- El Señor de los ejércitos establece la paz. La historia mundial es un relato de guerra implacable. Ningún líder puede ordenar una paz duradera, solo el Señor de los ejércitos. Él «hace cesar las guerras hasta los confines de la tierra» (Sal 46:9). Dios bendice a los creyentes con paz verdadera en el presente, y nos enseña a anticipar el día en que la canción se realizará plenamente: «Dios habla y todo es paz, las guerras de las naciones hace cesar; el Señor de los ejércitos cerca está».
Debemos pelear la buena batalla de la fe (1 Ti 6:12). Pero a veces huimos (Hch 15:38), usamos las armas equivocadas (2 Co 10:4) o peleamos como dando golpes al aire (1 Co 9:26). El Señor de los ejércitos es el luchador que necesitamos de nuestro lado. De modo que el viejo himno es para todos los que saben que son pequeños pero creen que Dios es grande. «Cristo me ama en verdad, y me cuida en Su bondad; es mi guía y protector, me conduce el buen Pastor». El Señor de los ejércitos nos ve. Él nos escucha. Él sabe. Y Él actúa. Pase lo que pase, «El Señor de los ejércitos está con nosotros; / Nuestro baluarte es el Dios de Jacob» (Sal 46:7).