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A veces nuestras oraciones no son respondidas porque oramos de forma general y vaga. Cuando todas nuestras oraciones son ambiguas o universales en su alcance, es difícil experimentar el gozo emocionante que acompaña una respuesta a la oración clara y obvia. Si le pedimos a Dios que «bendiga a todos los que están en el mundo» o que «perdone a todos en la ciudad», sería difícil que esa oración sea respondida de una manera concreta. No es que sea malo tener un alcance de interés amplio en la oración, pero si toda oración es hecha en términos amplios y generales, entonces ninguna oración tendrá una aplicación específica y concreta.
Nuestras oraciones también son estorbadas si estamos en guerra con Dios. Si no estamos en armonía con Dios o nos encontramos en un estado de rebelión contra Él, difícilmente podríamos esperar que Él incline Su oído bondadoso hacia nuestras oraciones. Dios inclina Su oído a aquellos que le aman y buscan obedecerle. Él aparta Su oído de los malvados. Por tanto, nuestra actitud y reverencia hacia Dios es vital para la eficacia de nuestras oraciones.
Además, tendemos a ser impacientes. Cuando oro por paciencia suelo pedirla para «¡ahora mismo!». No es poco común que esperemos por años, hasta décadas, para que nuestras peticiones más fervientes sean respondidas. Raras veces encontramos que Dios tiene prisa. Por otro lado, nuestra fidelidad a Dios suele depender de una respuesta «rápida y cortés» de Su parte. Si Dios tarda, nuestra impaciencia resulta en frustración.
Además, tenemos poca memoria y nos olvidamos fácilmente de los beneficios y dones que hemos recibido de la mano de Dios. Esta es la marca del apóstata: se olvida de los beneficios de Dios. El santo recuerda los dones de Dios y no requiere uno nuevo cada hora para mantener su fe intacta.
Aunque Dios amontona gracia sobre gracia, deberíamos ser capaces de regocijarnos en los beneficios de Dios aun si no recibiéramos otro beneficio de Él. Recuerda al Señor cuando vayas delante de Él. Él no te dará una piedra cuando le pidas pan.
Coram Deo: vivir delante del rostro de Dios
Reflexiona en estas razones por las que hay oraciones que no son respondidas para determinar si están afectando tu vida de oración: orar en términos generales, estar en guerra con Dios, ser impaciente y olvidar los beneficios que has recibido de Él.
Para estudiar más a fondo
Isaías 40:29-31