Ángeles y demonios
18 marzo, 2022La naturaleza del pecado
18 marzo, 2022La creación del hombre
Tercera parte de la serie de enseñanza del Dr. R.C. Sproul «Fundamentos II: El hombre y Cristo».
Varias teorías de la evolución y el humanismo han cambiado la comprensión de la cultura respecto al origen y el ser del hombre. En esta lección, el Dr. Sproul define a los seres humanos en términos de su dignidad como criaturas hechas a imagen de Dios.
Transcripción
Cuando vimos la doctrina de la creación, presenté esa charla particular llamando la atención sobre la crisis de nuestros días y cómo gran parte de la crítica planteada por el ateísmo y el secularismo contra el judeo-cristianismo fija su mirada en el concepto de creación, entendiendo que si pueden socavar por debajo de la creación, todo el sistema del cristianismo se derrumba con eso. Pero no sólo nos enfrentamos a la crisis respecto a la creación del universo, la creación en general, sino que específicamente en nuestra cultura hemos visto un cambio radical en la comprensión del origen de los seres humanos.
Ahora hemos visto el avance de varios tipos de teorías de la evolución. Todo, desde la microevolución hasta la macroevolución y una serie de matices intermedios, cuyas teorías han socavado significativamente la confianza humana en la dignidad de nuestros comienzos. Con frecuencia escuchamos – con frecuencia escuchamos, debo decir, que se nos describen como accidentes cósmicos que salieron fortuitamente de la sopa originaria, por así decirlo, hacia nuestra etapa evolutiva actual. Y recuerdo a un filósofo que describió la situación humana como sigue: que en el mejor de los casos somos gérmenes adultos que han salido del lodo fortuitamente. Y estamos sentados en un engranaje de una rueda de una vasta máquina cósmica que está destinada a la aniquilación.
Y así, con ese punto de vista y con la influencia generalizada de formas pesimistas de filosofía existencial como la indicada por Jean-Paul Sartre, quien definió al hombre como una pasión inútil y cuyo comentario final sobre el significado y la importancia de la humanidad, fue la sola palabra ‘náusea’. Y así hemos sido bombardeados en el siglo XX con puntos de vista extremadamente pesimistas de la naturaleza, el origen y la importancia de los seres humanos.
Y sin embargo, irónicamente al mismo tiempo hemos visto un renacimiento de formas ingenuas de humanismo que todavía celebran la dignidad de los seres humanos y que protestan en todo el mundo en favor de los derechos humanos como si fuéramos más que gérmenes adultos.
Pero he estado diciendo, como otros, por años, que el humanismo en su ingenuidad tiene los dos pies plantados firmemente en el aire. Están en una montaña rusa sin frenos porque lo que están haciendo es vivir de capital prestado. Su postura súper positiva de la dignidad de los seres humanos descansa finalmente en el capital tomado del judeo-cristianismo que ve la dignidad de la especie humana establecida por el acto de creación de Dios. Es la santidad de la vida humana cuya santidad no es algo inherente o intrínseco, sino que nuestra santidad se deriva del valor y el mérito declarados por Dios para esta criatura particular que llamamos hombre o humanidad. Y esto es parte de toda la narrativa de la creación tal como encontramos la creación de la raza humana en el primer capítulo del libro del Génesis.
A medida que la narración continúa a los seis días de creación en los que Dios en varios días crea varios elementos del universo, entonces leemos en el versículo 26 del primer capítulo del Génesis estas palabras: «Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra. Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra».
Vivimos en un mundo que ahora pone más valor en los huevos de pescado que en los embriones humanos. Más dignidad para las ballenas que para la humanidad, lo cual es una reversión del orden de la creación en el que Dios crea a la humanidad y solo a la humanidad a su imagen. Y es a los seres humanos que Dios da dominio sobre los animales, sobre las aves, sobre los peces, sobre la tierra. Y en cierto sentido, Dios crea al hombre y a la mujer como sus vice-regentes, es decir, sus vice reyes. Sus gobernantes adjuntos sobre toda la creación. Y esto va con el estatus que se concede a la humanidad al ser hecho a imagen de Dios.
Ahora, en teología tenemos un término técnico que debe ser fácil de entender, y simplemente se llama el imago dei, que significa ‘la imagen de Dios’. Y una de las grandes preguntas de la teología es la pregunta: «¿Qué es la imagen? ¿Cuál es esta dimensión distintiva de los seres humanos que los hace diferentes de todos los demás miembros del reino animal, que los distingue en virtud de esta imagen? Y ha habido mucha especulación en la historia de la teología en un intento de localizar las características distintivas de la imagen de Dios. Una parte del problema se encuentra en el primer capítulo del texto en el versículo 26, donde leemos: «Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza».
Así que aquí se utilizan dos palabras con respecto a este relato inicial de la creación de seres humanos. La palabra ‘imagen’ y la palabra ‘semejanza’. Dos palabras diferentes: salem y demut en hebreo, y en griego también dos palabras singulares. Y la Iglesia Católica Romana históricamente ha dicho que lo que la Biblia está describiendo aquí no es una característica específica de los seres humanos, sino dos. Que hay una diferencia entre la imagen y la semejanza. La imagen se refiere a ciertos aspectos que tenemos en común con Dios, como la racionalidad y la voluntad, y otros; y la semejanza corresponde a una justicia original que se añadió a nuestra naturaleza humana en la creación.
Pero históricamente, la interpretación protestante de esta declaración en el libro del Génesis difiere significativamente. Que lo que dicen los intérpretes protestantes es que lo que encontramos aquí en Génesis 1 es un ejemplo de lo que se llama una Hendíadis. Y una hendíadis es simplemente un término técnico para una estructura gramatical donde se mencionan dos cosas o dos palabras, ambas refiriéndose a la misma cosa. La palabra hendíadis significa «uno mediante dos». Es decir, vamos a Romanos 1, por ejemplo, donde la ira de Dios se revela contra toda iniquidad e impiedad de los hombres. ¿Su ira se dirige a dos cosas distintas, una de las cuales es impía y la otra injusta, o su ira se centra en una cosa que puede ser descrita ya sea por el término ‘injusto’ o el término ‘impío’?
Así que el consenso entre los protestantes es que se trata de una construcción gramatical llamada hendíadis y que lo que tienes aquí en Génesis 1 son dos palabras, ambas refiriéndose a la misma cosa. Que cualquiera que sea nuestra imagen, cualquiera que sea el sentido en el que somos a la imagen de Dios es el mismo sentido en el que somos a su semejanza y viceversa.
Así que no buscamos dos cosas distintas, sino una cosa en particular. Pero de nuevo, todavía nos queda la pregunta: «¿Qué es lo que constituye estar hecho a imagen de Dios?»
De nuevo, los teólogos medievales introdujeron una idea que en el siglo XX ha sido agudamente atacada principalmente por los teólogos neo-ortodoxos y en ese caso, principalmente por Karl Barth. Y esa es la idea de lo que se llama la ‘Analogía Entis’. Analogía Entis. Lo que, al traducirse, significa «la analogía del ser». Que, aunque las Escrituras dejan muy claro que hay una amplia brecha entre la naturaleza de Dios y la naturaleza de cualquier criatura, y un gran abismo que separa la naturaleza de Dios de la naturaleza de los seres humanos; no obstante, hay una cierta manera en la que somos como Dios. No que seamos Dios, somos criaturas, y hay muchísimas maneras en las que no somos como Dios.
Pero al mismo tiempo hay cierta manera en la que somos como Dios. Ahora, eso es lo que ha sido atacado por la teología neo-ortodoxa, y un término muy popular que ha hecho su camino en la iglesia e incluso se encuentra siendo utilizado con frecuencia por la gente ortodoxa, me avergüenza decir, es que Dios es totalmente otro. Este es un esfuerzo por llamar la atención hacia la majestad y la grandeza de Dios y el sentido en el que Él nos trasciende y es diferente de todas las criaturas, en el celo para proteger su trascendencia y construir una barrera contra el confundir a Dios con cualquier cosa en el reino creado y escapar de todas las formas de inmanentismo o panteísmo, ellos usan esta frase de que Dios es totalmente otro.
Ahora bien, si toman eso literalmente eso sería fatal para el cristianismo, porque si Dios es completamente, totalmente y enteramente distinto a nosotros, no habría un posible punto común de contacto entre el Creador y la criatura; no hay posible vía de comunicación. Si los dos seres son totalmente dispares, nunca puede haber comunicación entre ellos. Es por eso que es tan crucial para el pensamiento cristiano que entendamos que hay cierta semejanza, alguna similitud entre Dios y el hombre que hace posible que Dios nos hable, a pesar de que nos habla en nuestro idioma y en nuestros términos, sin embargo, lo que dice es significativo porque compartimos cierta similitud.
Pero todavía no hemos localizado la naturaleza de esa similitud. Y se han hecho varias cosas históricamente para identificar ese punto de contacto o esa similitud. La postura más popular históricamente ha sido que el imago, o la imagen, se compone básicamente en los aspectos constitutivos de nuestra humanidad en términos de nuestra racionalidad y nuestra voluntad y nuestro afecto. Y principalmente los dos primeros. Que se dice que somos racionales de una manera similar a Dios. Dios tiene una mente y nosotros tenemos una mente.
Uno de los problemas con esto, por supuesto, es que durante siglos la gente ha asumido que otros animales no pueden pensar en absoluto. Y cuando pones a la rata a su velocidad en el laberinto o le das varias instrucciones a un perro que ha sido cuidadosamente entrenado para el deber del cuerpo de policía o es un perro guía para los ciegos o lo que sea, la idea es que lo que hagan, lo hacen por este misterioso poder llamado instinto, pero ciertamente no están pensando. Y aunque se puede ver a las ratas tomando decisiones entre ir por un pasadizo u otro en el laberinto por el cual están pasando, sólo lo hacen por instinto, realmente no están tomando una decisión consciente.
Ahora, eso se vuelve bastante difícil porque para todos los sentidos externos, parece que sí, los animales toman decisiones conscientes y sabemos que están despiertos y que están dormidos y que responden, pueden oír, pueden hacer todas estas otras cosas, y por lo tanto en su mayor parte esta idea de una división absoluta entre la racionalidad limitada a los seres humanos y el instinto de los animales ha cambiado a donde la gente está diciendo que el verdadero distintivo entre los seres humanos es el grado muy avanzado de nuestras capacidades de razonamiento comparadas y contrastadas con animales inferiores.
Y, no sé cómo vamos a resolver esa pregunta finalmente. Pero por un lado sabemos con certeza, y es que Dios tiene una mente. Que Dios tiene conocimiento. Y que Dios hace razonamientos complejos. Y que tenemos mentes, que podemos adquirir conocimiento, y que tenemos un poder de contemplación y raciocinio que es único en el mundo animal. No sólo eso, Dios tiene una voluntad y tenemos la facultad de elegir. También somos criaturas volitivas.
Ahora, para ser criaturas morales, uno tendría que tener una mente y tendría que tener un aparato llamado voluntad. Y muchos han dicho que es porque Dios tiene – tiene carácter, así como un ser – un carácter moral – y nosotros también. No llevamos a los ratones a juicio. Y no hablamos de un sentido de moralidad ético altamente desarrollado en nuestros perros y así por el estilo.
Y sin embargo, hacemos que los seres humanos sean responsables de las decisiones que toman, de las elecciones que hacen porque son agentes morales. Son criaturas volitivas. Y Dios da la directiva a los seres humanos de ser santos, así como Él es santo y de reflejar algo de su justicia, cuyo reflejo no podríamos hacer a menos que seamos criaturas racionales y a menos que seamos criaturas morales y a menos que tuviéramos algún sentido de sentimiento o afecto.
Y así, en su mayoría, como digo, la iglesia ha analizado estas características que encontramos en Dios y que encontramos también en una etapa muy desarrollada en los seres humanos, siendo la misma esencia de la imagen. Otra vez, Karl Barth desafió eso, diciendo que en la creación el hombre no sólo es hecho como hombre, sino que el hombre es hecho hombre y mujer. Tanto el hombre como la mujer son creados a imagen de Dios. Ambos son portadores de la imagen de Dios.
Y el término, por supuesto, en Génesis, el término aquí ‘hombre’ se utiliza genéricamente. Que el hombre incorpora tanto al hombre como a la mujer, y que todos los seres humanos participan en esta condición de ser hechos a imagen de Dios. Bueno, Barth dice que debido a que el hombre y la mujer incluidos en esto, que, él dice, que lo que la analogía aquí no es, es una analogía de ser, sino una analogía de relación debido a la analogía walotsionus – la analogía de una relación así como Dios tiene relaciones interpersonales dentro de sí mismo en la Trinidad. Así que la singularidad en nosotros es que tenemos la capacidad de tener relaciones interpersonales entre nosotros.
Bueno, eso es interesante y es realmente cierto que tenemos la capacidad de tener relaciones interpersonales, pero también los animales y también nos quedamos con el problema si ese es el único punto de la analogía, una de las relaciones interpersonales que no podríamos tener sería tener una con Dios, porque no habría medios para comunicarnos con Él. Pero en todo caso vemos que de todas las criaturas del mundo, hay una responsabilidad única dada a la persona humana, y con esa responsabilidad hay una capacidad correspondiente. De hecho, la responsabilidad incluye la idea de la capacidad. Y parte de la singularidad de la raza humana es la misión única que hemos recibido de Dios. Ser sus representantes al resto de la creación, y reflejar y replicar el carácter mismo de Dios.
Ahora, una de las maneras en que aprendemos eso es al razonar de regreso al Génesis sobre la imagen del Nuevo Testamento de Cristo mismo, quien es el último Adán o el segundo Adán, a quien vemos como el cumplimiento perfecto de lo que significa ser a imagen de Dios. Como el autor de Hebreos nos dice que Él es el resplandor de la gloria de Dios y la imagen expresa de su persona. En la perfecta obediencia de Cristo vemos el cumplimiento del mandato humano de reflejar como espejo la santidad y la justicia de Dios.
Por lo tanto, estoy convencido de que lo que encontramos en la imagen, básicamente, es una capacidad única en la creación para reflejar el carácter de Dios. De modo que el resto del mundo sea capaz de mirar a los seres humanos y decir: ‘Eso nos da un mensaje de cómo es Dios’. Desafortunadamente, cuando el mundo nos mira ahora, no ven mucho de un mensaje de cómo es Dios porque ahora toda la creación está gimiendo y con dolores de parto esperando la redención de las personas. Porque ahora la imagen está tan empañada y perturbada por la caída, y cuando miramos el asunto de la caída de la raza humana en el pecado y miramos la naturaleza del pecado, tendremos que volver a ver este tema de la imagen de Dios porque la pregunta persiste: Desde la caída, ¿todavía tenemos la imagen de Dios o esa imagen no sólo se empañó, sino que fue destruida por la caída para que ya no seamos los portadores de la imagen de Dios?»
En términos rápidos responderé, a modo de anticipo, diciendo que el cristianismo ortodoxo insiste en que aunque la imagen de Dios ha sido borrosa y confusa y empañada seriamente por la caída, no ha sido destruida. Y que incluso los seres humanos pecadores que caminan por nuestro mundo hoy en día siguen siendo criaturas hechas a imagen de Dios. Y eso conduce a la necesidad de distinguir en algún momento entre la imagen de Dios en el sentido estrecho y la imagen de Dios en el sentido más amplio o la imagen de Dios en el sentido formal y la imagen de Dios en el sentido material. Porque, aunque hayamos caído todavía podemos pensar. Nuestras mentes han sido infectadas por el pecado, pero todavía tenemos mentes y todavía podemos razonar. Razonamos erróneamente con frecuencia, pero todavía tenemos esa habilidad.
Además, aunque estamos en cautiverio con nuestro pecado, todavía tenemos voluntad y todavía tenemos la capacidad de tomar decisiones. Veremos esto con más cuidado en un estudio más completo que haremos luego y en donde entraremos en mucho más detalle sobre todo el concepto de lo que significa ser a imagen de Dios y lo que ha sucedido con esa imagen desde la caída.