¿Hay milagros hoy en día?
19 marzo, 2022Elección y reprobación
19 marzo, 2022Gracia común
Octava parte de la serie de enseñanza del Dr. R.C. Sproul «Fundamentos III: El Espíritu Santo y la salvación».
Según la definición clásica, la gracia es un favor inmerecido o no adquirido. En esta lección, el Dr. Sproul se basa en este entendimiento y hace la importante distinción entre la gracia común (universal) y la gracia especial (salvífica).
Transcripción
Ahora llegamos a una sección totalmente nueva en el estudio de la teología sistemática, y es esa subdivisión de teología la que llamamos soteriología. Ahora, esta palabra puede parecer extraña para muchos. No es una palabra común que se utilice a diario en la iglesia, pero es una palabra muy importante porque abarca aquellos asuntos que conciernen a nuestra salvación. La palabra «soteriología» viene del griego, la palabra ‘sozo’ o ‘sozomai’ es el verbo en el griego del Nuevo Testamento que significa «salvar» y el sustantivo de la palabra ‘salvador’ es la palabra ‘soter’. Entonces, tenemos soteriología que proviene de eso.
Quisiera decir de paso que, en las Escrituras, cuando la Biblia habla de salvación, habla de salvación en más de una manera. Estamos acostumbrados a usar el término «salvación» o “ser salvos” en el sentido último de ser redimidos por Dios y llevados a una relación salvadora con Él, que durará por la eternidad. Pero en las Escrituras, para que Dios salve a alguien puede significar varias cosas distintas. La palabra «salvar» se refiere a cualquier acto de rescate de una circunstancia grave y extrema o de una situación calamitosa. Si eres restaurado de una enfermedad potencialmente mortal, tú eres salvo. Si te rescatan de la captura en batalla, tú eres salvo. Cualquier rescate de la calamidad es una especie de salvación, bíblicamente, y eso será importante, como veremos en un momento de por qué es así.
Pero luego tenemos el sentido último de salvación donde en ese sentido la gran calamidad de la que somos salvos es de Dios. Es decir, somos salvos de tener que enfrentarnos a Dios, a su ira, en el día del juicio y somos rescatados de esa ira que está por venir, así que Dios es al mismo tiempo el Salvador y aquel de quien somos salvos. Pero ahora, en el tema de la soteriología, cuando estudiamos los asuntos de salvación, en el centro de nuestra preocupación (particularmente en la teología reformada) está el concepto de gracia. Recuerdo que cuando era estudiante de posgrado en Holanda, mi profesor, el Dr. Berkhouwer, una vez hizo la observación de que la esencia misma de la teología es la gracia y la esencia de la ética es la gratitud. Y él vio la conexión entre esos dos, que, desde el principio hasta el final, la salvación es del Señor y no es algo que ganemos o que merezcamos, sino que es dada libremente partiendo de la misericordia y del amor de Dios.
Pero cuando hablamos de gracia, lo primero que tenemos a la vista es la distinción entre gracia y justicia. La justicia es algo que se gana o se merece o que se le debe a una persona por algún estándar. Y, por lo general, cuando pensamos en la justicia pensamos en el estándar de las obras. Y cuando Pablo escribe acerca de nuestra salvación deja muy claro que, si fuéramos salvos por nuestras obras, entonces nuestra salvación no sería por gracia. Pero como es de gracia, eso indica que no es de obras. Pero la justicia tiene que ver con la conexión a algún tipo de estándar de mérito o de ganar. Digo que, a modo de contraste, esa gracia es algo que no es merecido, que no es por mérito, que no se gana, es algo que Dios da libremente. Algo que Él nunca está obligado a hacer o se le requiere que haga.
Recordamos sus declaraciones a Moisés que son citadas por Pablo en Romanos, en las que Dios dijo: «Tendré misericordia del que yo tenga misericordia». Esa gracia es siempre una prerrogativa divina, nunca un requisito y es fundamental que entendamos eso porque a menudo se nos mete en la cabeza pensar que Dios nos debe algo. Y que si Él fuera realmente bueno Él nos daría una vida mejor o cosas por el estilo. En el momento en que pensamos que Dios nos debe algo, recuerda que, si crees que se te debe, ya no estás pensando más en la gracia. Estás pensando en la justicia. Porque la gracia nunca se debe. E incluso si Dios se complace en mostrar gracia a esta persona y retener esa misma gracia de esta persona, sigue siendo un asunto de gracia para esta persona y porque Él muestra gracia a esta persona no significa que por lo tanto está obligado a mostrar la misma gracia a otra persona, porque no estamos hablando de obligación aquí, no estamos hablando de justicia, estamos hablando de misericordia y gracia soberana.
Y, por lo tanto, la definición clásica de gracia es un favor inmerecido o no adquirido. Cuando Dios se comporta de manera favorable para con nosotros de manera que no tenemos ninguna pretensión en virtud de nuestro mérito, es que estamos hablando de gracia. Ahora, en teología y en nuestro estudio de las doctrinas de la gracia, la primera distinción que tenemos que hacer en esta sección (y recuerden que es la prerrogativa del teólogo siempre hacer distinciones), la primera distinción aquí con respecto a la gracia es una distinción que es importante y que es una distinción entre lo que llamamos gracia común y lo que llamamos gracia especial. Gracia común y gracia especial. La gracia común se llama común porque es prácticamente universal. Se refiere a esa gracia que Dios muestra a todas las personas indiscriminadamente. La misericordia y bondad que se extiende a la raza humana. tal como se distingue de la gracia especial de la redención que Dios da a los salvos.
Entonces, gracia común es la gracia de Dios que todos experimentamos en un sentido amplio.
Por ejemplo, la Biblia, cuando habla de la providencia de Dios, dice que la lluvia cae “sobre justos e injustos”. Ahora piensen en eso por un momento. ¿Qué tan importante es para nosotros tener lluvias en ciertas series y periódicas para que sobrevivamos como personas? Las cosechas que cultivamos dependen de la lluvia. Nunca olvidaré cuando tuvimos el problema en la Florida, de la sequía que creó los incendios forestales, que amenazaban la vida y donde todo un condado fue evacuado, cada persona en ese condado tuvo que ser evacuada. Y recuerdo haber vivido cerca de esos incendios y la gente había estado orando por lluvia y un día estaba en un campo de golf, en el comedor, cuando de repente esta masa de gente empezó a gritar y vociferar y aclamar cuando entraron del campo de golf empapados, ¡porque había un estallido de nubes –y eso es algo que nunca había visto en mi vida en un campo de golf—golfistas vitoreando cuando empezó a llover!
Por lo general, todos se quejan y murmuran si se ven obligados a abandonar el campo de golf debido a la tormenta, pero en esta ocasión la sequía había sido tan severa que todo el mundo estaba feliz. Bueno, la lluvia es algo que tendemos a dar por sentado, pero la Biblia dice que Dios envía su lluvia a justos e injustos. Puede que tengas dos granjeros en la misma ciudad. Uno puede ser devoto y comprometido con las cosas de Dios. La otra persona puede ser totalmente profana, tan pagana como le sea posible. Ambos necesitan la lluvia para sus cultivos y Dios en su bondad riega la tierra, y así ambos se benefician de la lluvia. No porque se lo hayan ganado. Ninguno de ellos realmente merece la lluvia para nutrir sus cultivos, pero los chubascos y lluvias de Dios caen sobre justos e injustos. Como dice el dicho, cuando llueve, llueve sobre justos y pecadores. El problema es que los pecadores suelen tener el paraguas de los justos.
Pero, en cualquier caso, la gracia común se refiere a la bondad y los beneficios y los favores que Dios derrama liberalmente a las personas, sean creyentes o no creyentes. Pero no sólo estamos hablando de lluvia. Estamos hablando de una multitud de favores que son disfrutados por personas que no están en comunión con Dios a través de la redención personal. Y vemos que estas cosas que Dios hace – dones de vida y salud y seguridad y orden y todo lo demás que necesitamos para sobrevivir – es algo que Dios hace para preservar su creación. Desde la caída del hombre, Dios no destruyó por completo a toda la raza humana, pero ha preservado la raza humana hasta el día de hoy. Y hemos visto un progreso en la historia del impacto de la gracia de Dios en simplemente el nivel de vida de las personas.
Sé que no todos en este mundo disfrutan de un nivel de vida igual. No todos en Estados Unidos tienen el mismo nivel de vida y ciertamente el nivel básico de vida en Estados Unidos es mucho mayor que en otras partes del mundo donde la gente vive en pobreza abyecta y privación severa. Sin embargo, incluso en esas áreas, la esperanza de vida y la calidad de vida tiende a ser significativamente mejor que lo que fue para las masas de las zonas pobladas del mundo en siglos pasados. Tanto así que la vida misma se ha vuelto más fácil y mejor, por así decirlo, con el progreso de la historia. Y una de las razones principales que han provocado la mejora de la vida y las condiciones de la vida (que muchos atribuirán simplemente a la ciencia o al emprendimiento secular de la educación) es, sin duda, la influencia de la iglesia cristiana en el mundo durante los últimos dos mil años.
Te das cuenta, que el movimiento a favor de los huérfanos en la historia fue fomentado y llevado a cabo en su mayor parte por la comunidad cristiana. Que el movimiento hospitalario, el movimiento educativo de los primeros siglos fue provocado y fomentado por la iglesia e incluso el desarrollo de la ciencia de muchas maneras fue estimulado por los cristianos que estaban convencidos de que tenían la responsabilidad de vestirse y hasta mantener la tierra y ser buenos administradores de este planeta que Dios nos ha dado. Entonces, si trazamos la historia de la influencia de la iglesia cristiana en la ley, en la ética, en la misericordia, en la educación y en todas estas distintas esferas, veríamos que, todo lo contrario de aquellos que denuncian el impacto de la religión en el mundo, que realmente la calidad general de vida en este planeta ha sido ampliamente mejorada por la influencia del cristianismo. ¿Por qué es eso?
Una de las razones es que la iglesia siempre es llamada, y el cristiano está llamado a imitar a Cristo como Cristo imita a Dios. Y como cristianos comprometidos en la vida cristiana, estamos llamados a ser imitadores de Dios. Eso es lo que significa ser hechos a imagen de Dios. Y si a Dios le preocupa la gracia común, el bienestar general de la raza humana, ¿cuál es nuestra responsabilidad? También estamos llamados a preocuparnos por el bienestar general de la raza humana. De hecho, Jesús dice que si tu vecino (o incluso en este caso, si es tu enemigo) está desnudo, vístelo, si tiene hambre, aliméntalo, y si tiene sed, dale de beber, si está en prisión, anda y visítalo, si está enfermo, ve a minístralo. Y vemos a Jesús manifestándose en su ministerio (por ejemplo, la parábola del Buen Samaritano) indica la prioridad que Jesús da a su iglesia de preocuparse no sólo en el ámbito de la gracia especial del evangelismo, sino también de preocuparse por el bienestar general de la raza humana. ¿Qué nos dice Santiago? Pero la esencia de la religión pura es el cuidado de huérfanos y viudas.
Ahora, estamos viendo este punto por una razón. Y es que ha habido un divorcio extraño que ha ocurrido en los últimos cien años en la comunidad cristiana. Una crisis ocurrió en el siglo XIX con el advenimiento de la teología liberal del siglo XIX, que en general rechazó los aspectos sobrenaturales de la fe cristiana, negó el nacimiento virginal, negó la resurrección, negó la expiación, la deidad de Cristo y así sucesivamente. Y tuvieron una crisis porque básicamente habían rechazado el cristianismo histórico y, sin embargo, tenían toneladas de dinero invertido en carreras y en edificios eclesiásticos y programas e instituciones por todas partes, por lo que, para que siguieran siendo viables – desde una perspectiva social – tenían que crear una nueva agenda para la iglesia.
Bueno, ellos dijeron: ya tenemos una agenda y está conformada por las preocupaciones de divulgación humanitaria, los ministerios de misericordia, y empezaron a poner su énfasis en cuidar la agenda social a expensas del evangelismo. Y los cristianos ortodoxos decían: «¡Esperen un momento! La iglesia todavía tiene que ver con las interrogantes sobrenaturales de la reconciliación personal y tenemos casi que duplicar nuestros esfuerzos por el evangelismo para compensar el rechazo de todo eso que viene del ala liberal». Y este cisma antinatural ocurrió cuando los evangélicos comenzaron a decir: «Ah, acción social, preocupación social, preocupación por el bienestar general de la raza humana eso es un asunto liberal. Esa es una agenda liberal. Mientras que la preocupación por las almas y la salvación personal, esa es la verdadera preocupación de la iglesia».
Si Cristo oyera eso, Él diría ‘Las plagas de Egipto sobre ambos bandos’. Porque la iglesia está llamada no sólo al ministerio de gracia especial, sino también al ministerio de gracia común. Y eso significa que como cristianos tenemos que preocuparnos por la pobreza, preocuparnos por el hambre, tenemos que preocuparnos de que las personas tengan las necesidades básicas de la vida en términos de vivienda, en términos de ropa y alcanzarlos en su miseria. Recuerdo cuando comenzó la epidemia del SIDA y escuchaba a personas que decían ser cristianas, decían que no iban a hacer nada para apoyar a las víctimas del SIDA. Y yo dije, «¿Por qué dices eso?» Y dijeron: «Bueno, porque el SIDA se contrae de un estilo de vida perverso y pecaminoso, ya sea a través de drogas o actividades homosexuales y cosas por el estilo y no podemos apoyar eso». Y yo dije, «¡Espera un momento! Si encuentras a alguien enfermo y muriendo en una zanja, tú no le preguntas cómo llegó a esa zanja. El amor de Cristo te lleva a sacarlo de esa zanja y ayudar lo más que puedas, y de eso se trata esta historia del Buen Samaritano».
No es que alguien esté calificado para recibir el ministerio o la misericordia de Dios. Yo no estoy calificado. Si alguien que ha contraído SIDA no está calificado para ser ayudado por la misericordia de la iglesia, entonces yo tampoco. Y tú tampoco. Porque todos recibimos los beneficios de esta misericordia sobre la base de la gracia. Y en particular, los que hemos recibido lo que podríamos llamar gracia poco común o gracia especial, deberíamos ser los últimos en el mundo en evitar extender misericordia de forma habitual a los demás.
Ahora, otro aspecto que quiero resaltar acerca de este punto de gran conflicto en la iglesia cristiana. ¿Cuándo puede un cristiano tomarse de las manos o estar hombro con hombro con paganos o con religiones contrarias o incluso religiones apóstatas? Francis Schaefer dijo una vez que cuando se trata de asuntos de gracia común, el cristiano debe ser un co-beligerante con todo tipo de personas que no son cristianos.
Tenemos la marcha por los derechos de los no nacidos. Antes de protestar contra el aborto a demanda, ¿tú revisas la ficha de membresía de la persona que está contigo? Este es un tema de gracia común. Y me pararé junto a la gente de la Nueva Era. Estaré al lado de los fieles demoníacos si tengo que hacerlo, si tienen una preocupación por el bienestar general de los no nacidos y estaré hombro con hombro con esas personas en una protesta pública. Porque esa es una arena de gracia común donde por lo general debemos tender la mano y apoyar a la gente. Ahora, si es un servicio de adoración, ¿voy a estar hombro con hombro en un servicio de adoración con miembros de un culto satánico? ¿Voy a estar hombro con hombro en un servicio de adoración o en un desayuno de oración con musulmanes? No. No puedo hacer eso porque ese es el reino de la gracia especial. Entonces, necesitamos entender la diferencia entre estos dos.
Un último punto, ya que nuestro tiempo se está acabando, y eso tiene que ver con el amor de Dios. Escuchamos en romanos que (Romanos 9) que Pablo hace la observación (lo que veremos en nuestra próxima sesión) «A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí.» Ahora, sea lo que sea que ese texto signifique, por problemático que sea, obviamente hay un sentido en el que Jacob es amado de una manera que Esaú no lo es. Entonces, ¿qué tiene que ver eso con nuestro concepto popular de que Dios ama a todos y Él ama a todos incondicionalmente? Bueno, Él no ama a todo el mundo incondicionalmente, pero aquí de nuevo hacemos una distinción entre el amor benevolente de Dios y su amor complaciente.
Ahora, esa palabra se deriva de una forma más antigua de la palabra. Cuando decimos que alguien es complaciente hoy en día, nos referimos a que son engreídos, es decir, que realmente están por encima de todo y son algo arrogantes. Eso no es lo que se quiere expresar aquí. El amor benevolente tiene que ver con la bondad general que Dios tiene y su preocupación por el bienestar general de los seres humanos. En ese sentido se puede decir que Dios ama a todos, en el sentido en que hemos estado hablando de que Él hace que el sol brille sobre todos. Da el don del aire y la respiración y la vida y los nutrientes a todo el mundo indiscriminadamente. El amor complaciente tiene que ver con su amor redentor. El amor que se centra, principalmente, en su Amado Hijo, Cristo, y que se derrama a los que están en Cristo. Que Dios tiene un amor especial por el redimido y que no lo tiene por el resto del mundo.
Y esa es otra parte de la distinción entre la gracia común de Dios y la gracia especial de Dios porque hay un asombro en la Escritura sobre el amor especial de Dios que experimentamos en la salvación.