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Hemos visto la dimensión multifacética del carácter, la personalidad y la obra del apóstol Pablo, quien era el apóstol a los gentiles y un pastor por excelencia. Pero cuando pensamos en él como un teólogo, mencioné que él es el mayor teólogo sistemático de todos los tiempos, tenemos que entender también, que además de ser un teólogo sistemático, él era un teólogo de batalla y, como lo decimos en los estudios bíblicos, un teólogo de aplicación.
Y a lo que esto se refiere es que Pablo llevaba las riquezas del conocimiento de Dios, de teología, y las aplicaba a problemas particulares que surgían en la comunidad cristiana primitiva. Pablo era un as en solucionar problemas y comprendió que una de las mayores tareas del oficio de un apóstol era hacer frente a estos problemas, a medida que surgían, con la verdad de Dios.
Ahora, se presume que, sus primeras epístolas fueron las correspondencias que él tuvo con la comunidad de Tesalónica. Y sabemos que el problema fundamental que abordó en las epístolas a los Tesalonicenses fue el problema que surgió de las disputas, debates y discusiones sobre el entendimiento de la gente en cuanto al regreso de de Jesús.
Y toda clase de rumores habían circulado y falsos conceptos acerca de la futura esperanza de la iglesia se habían levantado. Entonces, Pablo escribió la Carta a Tesalónica, principalmente, para corregir esos conceptos erróneos que habían sido difundidos extensamente.
Otro ejemplo de este tipo de teología de aplicación se encuentra en su carta a los Gálatas. Ahora, no sabemos si fue escrita a los Gálatas del Norte o a los Gálatas del Sur, esa es una de las contínuas preguntas técnicas sobre el libro, pero sí sabemos que en esa epístola particular, Pablo está inusualmente vehemente.
Quiero decir, él es siempre apasionado, pero en este caso, él está respondiendo a una herejía que amenazaba el núcleo de la verdad del evangelio mismo. Y era la herejía que fue introducida en la comunidad cristiana primitiva por los que eran llamados los judaizantes, quienes querían, más o menos, hacer del cristianismo un simple añadido a la religión del Antiguo Testamento, y requerir de todos los conversos, incluso de los gentiles, una continuación de algunos de los ritos ceremoniales y dietéticos de la Ley de Moisés.
También estaban negando la afirmación fundamental del evangelio, es decir, la justificación solo por fe y, a juicio de Pablo, estaban predicando un evangelio distinto al que había sido encomendado a la iglesia a través del testimonio apostólico, el cual llevaba a las personas a un nuevo tipo de esclavitud legalista y las exponía nuevamente a la maldición del Antiguo Testamento, que había sido cumplida y satisfecha por el ministerio de Cristo, y en efecto, haciendo que la obra de Cristo sea nula.
Así que Pablo se enfrentó a este desafío como el gran apologista del evangelio y como el pastor que enérgicamente exhortaba a su pueblo y lo reprendía cuando era necesario, por el bien del evangelio. Ahora, al libro de Gálatas se le llama “La Carta Magna” del Nuevo Testamento”. Podríamos llamar a Romanos “La Constitución”, pero la Carta Magna fue el libro de Gálatas que declaró nuevamente la libertad que tenemos en Jesucristo, como resultado de la doctrina de la justificación solo por fe.
Ahora, cuando vemos las epístolas en el Nuevo Testamento, a veces nos preguntamos por qué aparecen en el orden en que aparecen. No aparecen en orden cronológico, es decir, siguiendo el orden en el que fueron escritas históricamente; pero en su mayoría, han sido ordenadas, sobre todo al principio, según su tamaño, por lo que Romanos es la primera carta de Pablo, a pesar de que no fue escrita hasta los años entre el 55 y el 57 d.C.
Y luego le sigue las cartas a los Corintios, primera y segunda de Corintios, que son dos epístolas muy extensas y que contenían información muy importante para nosotros y para nuestra edificación. Así que hablemos brevemente sobre las cartas a los corintios.
En primer lugar, algunos antecedentes sobre la ciudad de Corinto. Una Iglesia se había establecido allí y durante su tercer viaje misionero, Pablo recibió informes muy alarmantes de emisarios que lo visitaron y le dijeron que se estaban produciendo muchos problemas en la comunidad de Corinto.
A veces tenemos una visión irrealista de la iglesia del primer siglo. A veces pensamos, “Si sólo nuestra iglesia pudiera ser como la iglesia de Filipos o la iglesia de Corinto, tan pura en su devoción, tan profunda en su espiritualidad, tan poderosa en su vida de oración y mucho más”.
Pero cuando nos fijamos en la situación de las iglesias, a medida que Pablo aborda los problemas que van surgiendo en cada una de estas congregaciones, vemos en realidad a una iglesia infantil en crecimiento que aún está profundamente inmadura en su asimilación y comprensión de las cosas de Dios.
Recordamos el Apocalipsis del Nuevo Testamento, donde Juan, en su visión, según lo dicho por Cristo, tenía que escribir una carta a las siete iglesias. Y, en su mayor parte, esas cartas que Jesús estaba escribiendo a sus siete iglesias no eran cartas de elogio del todo, ¿cierto?
Pero tenemos esta visión idealizada de la iglesia primitiva. Pero, incluso con un vistazo superficial a lo que Pablo está confrontando en la vida de estas congregaciones, revela que es algo maravilloso y un testimonio de la gracia y providencia de Dios, que la iglesia sobreviviera; eran tan vulnerables a todo viento de doctrina y a toda herejía que se presentaba. Y de todas esas iglesias que fueron conocidas por agitaciones caóticas, quizás no había ninguna más problemática que esta iglesia en Corinto.
Y puede que tenga algo que ver con su ubicación. Corinto estaba establecida originalmente en una cultura estilo griego y demás, pero bajo la ocupación romana en el siglo II a.C., fue reconstruida y se convirtió en un centro de comercio antiguo y teniendo acceso al mar muy cerca de ellos, por ambos lados; era la capital del entretenimiento, algo así como Las Vegas del mundo antiguo.
Y lo que pueden encontrar sorprendente es que el Corinto que Pablo conocía y visitaba contaba con una población de 500,000 personas. Ahora, según los estándares de la población de la antigüedad, esa era una ciudad enorme. Quiero decir, eso la haría una de las principales ciudades de los Estados Unidos de América. Es decir, no hay muchas ciudades en los Estados Unidos que en realidad tenga una población de 500,000 personas o más.
Y así fue, en ese entorno, un centro comercial de negocios, una ciudad que era conocida internacionalmente por su libertinaje. Era un lugar sensual. Un lugar de corrupción radical con respecto a la religión pagana, la prostitución y todo tipo de inmoralidad.
Y fue en medio de ese ambiente pagano que una iglesia fue establecida. Y sabemos que Pablo estuvo allí, Apolos también e incluso hay algunos indicios de que quizás el propio Pedro estuvo allí, y si no estuvo, él era, de hecho, conocido por esa comunidad, porque una de las principales situaciones que el apóstol tuvo que confrontar, en relación con los Corintos, fue la de las divisiones que surgieron.
Este es el mensaje perturbador que recibió en su tercer viaje: cómo la iglesia se dividía y competía y rivalizaba por obtener una posición. Y un grupo decía: “Yo soy de Pablo”. Y otro: “Yo soy de Apolos”. Y otros decían: “Yo soy de Cefas”, o “de Pedro”. Y también se le informó a Pablo que no había disciplina espiritual activa en la iglesia, que había un hombre que llevaba una conducta escandalosa, pues, tenía una relación incestuosa, pública, en la iglesia y los ancianos de la iglesia no hacían nada para corregir la situación.
Así que Pablo tiene que abordar estos problemas prácticos. Además de este problema de inmoralidad, también había el problema de, en medio de estas disputas en la iglesia, el problema de los cristianos que llevaban a juicio a otros cristianos en cortes paganas.
Otro problema que surgió en la iglesia de Corinto tenía que ver con la celebración de la cena del Señor. De hecho, la mayor parte de la información que obtenemos de la cena del Señor, fuera de los evangelios, se encuentra en el primer libro de Corintios, donde Pablo reprende a las personas que estaban abusando de la celebración de la cena del Señor y que no discernían el cuerpo del Señor, y estaban comiendo y bebiendo juicio para sí mismos.
Y Pablo hace un comentario cuando los reprende por esto, un comentario que un estudioso de la Biblia dijo que es el pasaje más obviado en el Nuevo Testamento. Él dijo: “Por esta razón, hay muchos débiles y enfermos entre vosotros, y muchos duermen”. Así de terrible era la corrupción de este santo sacramento que Cristo había dado a su iglesia,
Entonces Pablo tiene que enfrentar todos estos problemas y lo que encontramos en la carta a Corinto es un magnífica exposición de lo que la esencia de la iglesia debe ser. Sabemos que una parte del escándalo en la iglesia tenía que ver con un abuso, no solo de los sacramentos, sino también de los dones del Espíritu Santo.
Entonces, gran parte del interés en la renovación carismática de nuestros días se puede ver en un interés renovado en la enseñanza del apóstol en 1 Corintios 12, 13 y 14, donde el apóstol habla de cómo los dones del Espíritu han de ejercerse en la iglesia.
Ese famoso capítulo, 1 Corintios 13, del que hablamos como el “capítulo del amor”, está en el medio de esa discusión acerca de cómo los dones del Espíritu Santo, del pueblo de Dios, deben ejercerse de una manera amorosa, a través de la cual todo el cuerpo de Cristo sea edificado.
Una vez más, uno de los problemas que discernimos en la congregación de los Corintios es que cada vez que Pablo establecía una iglesia, él, por supuesto, ejercía su autoridad apostólica que había recibido directamente de Cristo, pero los apóstoles no nombraban a continuación a otros apóstoles.
De hecho, se habla acerca del oficio del apóstol como un oficio carismático o como un oficio extraordinario que se otorgó a la iglesia primitiva. Y luego, cuando los apóstoles establecían iglesias, establecían un ministerio regular común dentro de la iglesia con los ancianos y diáconos y otros.
Y entonces esos oficios comunes o el liderazgo de la segunda generación de la iglesia primitiva debían trabajar bajo la instrucción establecida por la enseñanza apostólica. Pero lo que ocurrió en Corinto es que algunas personas que fueron especialmente equipadas, e incluso capacitadas por el Espíritu Santo, estaban ejerciendo sus dones independientemente del orden establecido de la iglesia que el apóstol había instaurado.
Así que la gente competía entre sí por el poder; y una persona decía: “Bueno, tengo este don, así que debería estar en autoridad”. Y otra persona decía, “Bueno, yo tengo este don, y el mío es un don superior al tuyo” y entonces la gente empezaba a competir entre sí sobre el don de evangelista, y el don de predicación, el don de administración, y así sucesivamente.
Y es en ese contexto que Pablo habla de la unidad del cuerpo de Cristo. Y tuvo que escribir al menos dos cartas, quizás tres, e incluso posiblemente cuatro. Uno de los misterios que tenemos en el estudio de la Biblia es tratar encontrar la llamada “carta perdida a los Corintios” a la que Pablo se refiere como “la carta dura” que escribió. Y algunos creen que una porción de 2 Corintios incluye en realidad dos cartas que están combinadas. No conocemos la respuesta a eso y sigue siendo algo especulativo.
Pero el punto es que después de que Pablo escribe esta primera gran epístola a la iglesia de Corinto, los problemas no desaparecen. Estos continúan y tiene que escribir la segunda carta; quizás ambas fueron escritas en el año 55 d.C.
Recuerdo cuando era estudiante en el seminario, y leía a los padres de la iglesia, estaba leyendo las epístolas que fueron escritas por el obispo de Roma, Clemente, quien vivió, probablemente, en la década de los años 90, justo antes del fin del primer siglo. Una de las obras de Clemente que sobrevive hasta el día de hoy es una carta a la congregación de Corinto.
Y aquí está él, como un padre subapostólico, escribiendo a esta misma iglesia a la que Pablo escribió. Y el espíritu de la carta de Clemente a la comunidad Corintia es: “¿Podrían regresar y leer esas cartas de Pablo?”, pues los conflictos continuaban y la gente aún estaba compitiendo entre sí, y todavía reclamaban la autoridad exclusiva sobre sus hermanos y hermanas en el cuerpo de Cristo. Y es simplemente algo asombroso leer eso.
Por último, uno de los problemas más graves que surgió en la iglesia de Corinto, tenía que ver con los conceptos relativos a la resurrección. Y si alguna vez me alegré de que provocaran herejías en la iglesia primitiva que causaron que el apóstol Pablo las respondiera, ésta es una de las que me alegra porque dio lugar a la magnífica enseñanza que tenemos en las epístolas del Nuevo Testamento con respecto a nuestra esperanza de la resurrección, que se encuentra en 1 Corintios 15 donde Pablo presenta este excelente argumento para la participación de los cristianos en la resurrección de Cristo.
Primero, detalla los relatos de los testigos oculares de la propia resurrección de Cristo, y luego ofrece un magnífico tipo de argumento ad hoc reductio ad absurdum cuando dice: ‘Vamos a explorar aquellos que niegan la resurrección de los muertos. ¿Cuáles son las implicaciones si no habría una resurrección y Cristo no hubiera resucitado?
¿Qué sucedería si Cristo no hubiera resucitado? Todavía viviríamos con nuestro pecado y seríamos testigos falsos de Dios porque hemos estado andando por los alrededores predicando que Dios lo ha resucitado de entre los muertos, lo cual no ha hecho si en realidad no existe la resurrección de los muertos; entonces nuestra fe es en vano’.
Y sigue y sigue y sigue y luego da esa afirmación triunfante de la seguridad de que la muerte será devorada en victoria y la promesa de lo que se sembró en corrupción resucitará en incorrupción y que lo que fue sembrado mortal resucitará en inmortalidad y demás.
Es un magnífico capítulo y es uno que deberíamos leer con cuidado. Segunda de Corintios también se ocupa de toda la agitación y los conflictos que ocurren. Y una de las cosas que es muy valiosa en 2 Corintios es que, de todas las epístolas de Pablo, ésta es la más personal y más autobiográfica.
Me refiero a que, parte de la importancia de leer 2 Corintios es aprender acerca de este hombre que Dios había ungido para ser el apóstol a los gentiles. Y, por supuesto, Pablo es llevado por sus críticos a una defensa de su propio ministerio, como lo leemos en el capítulo 11 de 2 Corintios.
Tómense el tiempo de examinar esto con mucho cuidado. Voy a compartir solo algunos extractos. Empieza con esto: “Ojalá que me soportarais un poco de insensatez”. “Porque celoso estoy de vosotros con celo de Dios, pues os desposé a un esposo para presentaros como virgen pura a Cristo”.
Ese era el deseo de su corazón para toda su iglesia. “Pero temo que así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestras mentes sean desviadas de la sencillez y pureza de la devoción a Cristo. Porque si alguien viene y predica a otro Jesús, a quien no hemos predicado… ” y continúa. Él habla nuevamente sobre un evangelio diferente. “Pues yo no me considero inferior en nada a los más eminentes apóstoles. Pero aunque yo sea torpe en el hablar, no lo soy en el conocimiento; de hecho, por todos los medios os lo hemos demostrado en todas las cosas. ¿O cometí un pecado al humillarme a mí mismo para que vosotros fuerais exaltados, porque os prediqué el evangelio de Dios gratuitamente?”
Y luego prosigue, en el versículo 16, dice: “Otra vez digo: nadie me tenga por insensato; pero si vosotros lo hacéis recibidme aunque sea como insensato, para que yo también me gloríe un poco”.
Ahora, este es el apóstol que dice, “El que se gloría, gloríese en el Señor”. Pero Pablo, está aplicando ahora la sabiduría proverbial del Antiguo Testamento pues, en algunas ocasiones, es apropiado responder al necio según su necedad.
Y los cargos que se habían presentado contra la autoridad apostólica de Pablo, que había crecido ahora e infectado a esta congregación, eran insensatos. Y la inclinación básica de Pablo era de nunca presumir de su propia obra, sino presumir únicamente de la obra de Cristo.
Pero él dijo: ‘Bien, si quieren ser tontos, entonces hablaré como un tonto.’ “¿Son ellos hebreos? Yo también. ¿Son israelitas?” Es decir, sus críticos. “Yo también. “¿Son servidores de Cristo? (Hablo como si hubiera perdido el juicio.) Yo más. En muchos más trabajos, en muchas más cárceles, en azotes un sinnúmero de veces, a menudo en peligros de muerte. Cinco veces he recibido de los judíos treinta y nueve azotes.
Tres veces he sido golpeado con varas, una vez fui apedreado, tres veces naufragué, y he pasado una noche y un día en lo profundo. Con frecuencia en viajes, en peligros de ríos, peligros de salteadores, peligros de mis compatriotas, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajos y fatigas, en muchas noches de desvelo, en hambre y sed”.
¿Alguien piensa que el ministerio es glamoroso? Lean esto: “En hambre y sed, a menudo sin comida, en frío y desnudez. Además de tales cosas externas, está sobre mí la presión cotidiana de la preocupación por todas las iglesias”. “Si tengo que gloriarme, me gloriaré en cuanto a mi debilidad”.
Y luego, en el versículo 32: “En Damasco, el gobernador bajo el rey Aretas, vigilaba la ciudad de los damascenos con el fin de prenderme, pero me bajaron en un cesto por una ventana en la muralla, y así escapé de sus manos”. Veamos aquí, Pablo habla del mensajero de Satanás que era el aguijón en su carne.
No se está jactando de su conquista, sino que, lo que él está diciendo es: ‘Yo he pagado un precio. Me he vertido intelectual, espiritual, emocional y físicamente por ustedes. Y deben tener cuidado de no contribuir a todos estos rumores y estas distorsiones, ni participar en esta calumnia insensata’.
Pero aquí, Pablo simplemente establece una apología, una respuesta a sus críticos diciendo: “Júzguenme según a mi trabajo”. ¡Y qué magnífico trabajo fue el suyo!