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Según el relato autobiográfico de Pablo en 2 Corintios 11 entendemos que él sufrió niveles extraordinarios de peligro, que fue arrestado muchas veces y tenía antecedentes penales que sin duda nadie envidiaría. Algunas de esas estadías en la cárcel fueron breves. Como la ocasión del altercado en Filipos. Pero él llegó a estar encarcelado por bastante más tiempo – un tiempo en Cesarea y luego el arresto domiciliario por dos años en Roma, que tuvo lugar durante el tiempo del imperio de Nerón, quien en última instancia fue el que ejecutó al apóstol Pablo.
Fue durante su aprisionamiento final en Roma, bajo órdenes de Nerón, que fue asesinado. Pero en algún punto durante estos encarcelamientos, él escribió cuatro cartas muy importantes, que son llamadas las Epístolas de la Prisión.
No sabemos a ciencia cierta en cuál de los encarcelamientos estaba, sin embargo, creo que el peso de la evidencia favorece el primer encarcelamiento en Roma, que fue una estadía de dos años en Roma, en la cual el apóstol escribió estas importantes cartas.
Estas Epístolas de la Prisión incluyen la carta a los Filipenses, la carta a los Colosenses, la carta a los Efesios y por último la breve carta a Filemón. Entonces lo que vamos a hacer en esta sesión es entregar una pequeña introducción y un breve panorama de estas cuatro cartas. La primera de ellas es la carta a los Filipenses.
Esta es una de mis epístolas favoritas del apóstol Pablo. Se le ha llamado la Epístola del gozo en la historia de la Iglesia. Esto se debe a que una y otra vez en esta carta Pablo habla de su propio gozo, el cual es contagioso. Luego anima a las personas de Filipos a participar del gozo que Pablo está experimentando. Y que mientras está escribiendo desde la prisión dice, «Me regocijo y comparto mi gozo con todos vosotros».
Pablo, en este tiempo está anticipando la posibilidad de su propia partida inminente. Pero mira hacia el futuro con gozosa anticipación. Este es un tema, por supuesto, que no se encuentra solamente en la correspondencia a los Filipenses, sino que se encuentra a lo largo de los escritos del apóstol. Es tan frecuente el tema del gozo que creo que es seguro decir que ese fruto del Espíritu Santo es algo que debería evidenciarse y manifestarse en algún grado significativo en la vida de todo cristiano verdadero.
Sí, hemos de participar en el duelo y las penas de este mundo y estar dispuestos a pasar por el valle de sombra de muerte por causa de Cristo. Y sí, hay veces que estamos derribados, pero no destruidos, y nos lamentamos, pero la postura básica del cristiano debe ser una de gozoso optimismo porque sabemos en quién hemos creído y nuestra confianza está en Él, y sabemos que Dios ciertamente prevalecerá. Por lo tanto, hay una razón para nuestro gozo. Pablo menciona, por ejemplo, su propio contentamiento, su paz interior cuando dice: «he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación». Él dijo: «Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad”. Y a fin de cuentas, esto no importa. Puedo ser feliz en cualquiera de estas circunstancias.
También anima a los Filipenses a recordar quién es el que comenzó la obra redentora en sus almas, y en esa remembranza les recuerda que lo que Dios ha empezado, lo va a terminar: “el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús”.
Ahora, hay algunos pasajes que podemos encontrar en Filipenses que quiero mencionar brevemente al pasar, donde dice en el primer capítulo, versículo 21, «Pues para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia. Pero si el vivir en la carne, esto significa para mí una labor fructífera, entonces, no sé cuál escoger, pues de ambos lados me siento apremiado, teniendo el deseo de partir y estar con Cristo, pues eso es mucho mejor; y sin embargo, continuar en la carne es más necesario por causa de vosotros».
Pablo dice: «Estoy ambivalente. No sé qué quiero más, si permanecer en este mundo y continuar este ministerio en el nombre de Cristo para tu beneficio, o acceder a mi propio deseo personal de partir de este mundo y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor».
Ahora bien, la actitud de Pablo hacia la vida y la muerte no era que esta vida es mala y la que viene es buena, sino la visión gozosa de Pablo de vivir en Cristo. Él dice, “… para mí, el vivir es Cristo”. Eso es bueno.
Esta vida que disfrutamos aquí es buena, pero la siguiente es aún mejor. “Para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia».Es a la iglesia de Filipos que Pablo escribe el famoso himno kenótico. » Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse…” (esto es, aferrarse con celo, o tenazmente), “sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo… haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz».
“Por lo cual”, dice el apóstol, » Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla… y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre».
Aquí tenemos un llamado a la iglesia cristiana para emular la humildad de Jesús, que se vació a sí mismo, no de su deidad, como algunos herejes sugerirían. Dios no puede dejar de ser Dios ni por un segundo, sino que se despojó a sí mismo de sus prerrogativas, sus derechos, su dignidad, y se convirtió en un siervo. Pablo nos insta a imitar a Cristo en ese aspecto.
Entonces Pablo, más adelante, dice que él mismo no ha llegado a ser perfecto. Él dice en el capítulo tres, «Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo, y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe».
Luego dice en el versículo 12, «No que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús».
Olvídate del ayer, olvídate del pasado, olvídate de lo que eras o lo que hiciste porque hoy tengo trabajo qué hacer. Jonathan Edwards dice: «la principal tarea del cristiano es que profundice en el reino de Dios, prosiguiendo hacia adelante a la meta, para llegar a la plenitud de la madurez en Cristo». Y el apóstol lo hace mientras se está regocijando en prisión.
Además de Filipenses, tenemos la carta a los Colosenses. Y la carta a los Colosenses, por alguna razón, es una de las epístolas más oscuras en el Nuevo Testamento. No entiendo por qué no hay más interés en el libro de Colosenses, porque el libro de Colosenses es otra de esas magníficas obras maestras que provienen de la pluma del apóstol Pablo.
Una vez más vemos a Pablo ejerciendo el rol al ejercer como teólogo. De nuevo ve a una comunidad cristiana que está en peligro de una invasión seria y de ser conquistada por la herejía. No sabemos cuándo surgió el gnosticismo en la Iglesia primitiva en su forma completa, pero tendencias tipo gnósticas ya se estaban infiltrando en la comunidad cristiana de Colosas.
En relación con los gnósticos… la palabra gnóstico viene de la palabra griega «gnosis», que significa “conocer”. Los gnósticos eran una especie de grupo místico que creían tener una conexión especial con el conocimiento divino. Su religión era una amalgama, una mezcla, una fusión sincretista al poner juntas diversas ideas como la filosofía oriental, la religión dualista, algo de filosofía griega y unos pocos elementos del cristianismo. Ellos introdujeron una visión de la teología y la religión que, al final, disminuía la visión de Jesús al asociarlo con un ángel.
Y los gnósticos mismos se dedicaban, al menos en un nivel burdo, a diversas formas de culto a los ángeles. Entonces el apóstol, al lidiar con los colosenses, tuvo que mostrar la preeminencia de Jesús sobre todos los ángeles y mostrar la distinción entre Cristo como el Hijo de Dios y esos ángeles, aunque podrían ser más altos que los humanos, son, sin embargo, aun criaturas. Ahora, una de las descripciones resumidas del libro de
Colosenses es la descripción de este libro entregado como una revelación del Cristo cósmico. Que Cristo no es simplemente el redentor de los judíos o el Mesías de Israel, sino que, al igual que Juan había desplegado en su evangelio, Él es el Logos eterno, o como el autor de Hebreos dijo: «Él es el resplandor de su gloria «. Que este Cristo que ha venido a redimirnos es el Señor del universo, el Señor del cosmos.
Ahora Pablo dice algunas cosas acerca de su propio trabajo y de la obra de Cristo al inicio en el primer capítulo, versículo 15. Dijo, «Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen».
Aquí está la dimensión cósmica, aquí está el Cristo, quien es la esencia misma del universo. Es decir, el universo fue hecho por Él, el universo fue hecho para Él, y el universo se mantiene unido por Él. Él es la meta de la creación. Esta es una de las cosas en las que creo que tenemos que ser educados si vamos a entender la fe cristiana. Estamos hablando de la dimensión cósmica de Cristo.
Porque nuestra cultura es mucho más pagana que cristiana, ve a la religión como un pequeño compartimento para el bienestar y el consuelo personal en la vida de las personas. Que si estás en Jesús es porque Jesús te puede hacer feliz o Él puede darte algún tipo de consuelo personal.
Pero en el momento en que la iglesia empieza a predicar la preeminencia cósmica de Jesucristo, que es el rey del universo a quien todos los líderes mundiales rendirán cuentas, bajo cuyo dominio y autoridad todos los poderes de este mundo están sujetos, es entonces cuando la iglesia es arrojada en prisión, y se convierte en antorchas humanas para los Césares de este mundo.
Entonces el apóstol Pablo entendía cuál era el precio de predicar el Cristo cósmico en su época. Él sabía que tendría un costo personal, y él habla de completar en su propio cuerpo lo que falta de las aflicciones de Cristo. En esta epístola no está sugiriendo ni por un momento que hubiera alguna deficiencia en los méritos del sufrimiento de Jesús. Lo que estaba diciendo era que el cuerpo de Cristo, en un sentido muy restringido, es la encarnación continuada.
Es por eso que es llamado su cuerpo. Si uno va a participar en el cuerpo de Cristo que está en este mundo hoy, debe estar dispuesto a abrazar su sufrimiento, su aflicción y su humillación, que es un tema recurrente en Pablo. Una vez más, cuando dice «Si ustedes participan en la humillación de Jesús participarán en la exaltación de Jesús. Pero si ustedes se niegan a identificarse con Cristo en su sufrimiento, entonces no tendrán tampoco ningún papel en su exaltación».
Bueno, tengo que pasar rápidamente a Efesios. Efesios es otra magnífica carta que viene de la pluma del apóstol. Hay algo un poco inusual en Efesios porque esta carta es escrita a los creyentes efesios, cuya iglesia Pablo estableció, regresó y volvió a visitar.
Él estaba íntimamente familiarizado con la iglesia. Sin embargo, algo poco característico de sus otras epístolas es que no existen referencias personales en esta carta. La teoría básica en la historia de la iglesia es que la carta original a los Efesios fue escrita por Pablo con la intención de que se convirtiera en una carta circular que pueda ser leída en una iglesia y luego enviada con un emisario a otra congregación, circulando por el circuito de las iglesias cristianas.
Nuevamente, Efesios es una especie de compendio de Romanos. Una versión más corta del libro de Romanos y de los temas que encontramos allí. Uno de los grandes motivos del libro de Efesios es, una vez más, la naturaleza de la iglesia. Pero la naturaleza de la iglesia no solo como cuerpo de Cristo, sino como la compañía de los elegidos.
El libro de Efesios reitera la gran doctrina de la justificación solo por fe, pero también entrega una clara afirmación del entendimiento apostólico de la gracia predestinadora de Dios. A veces, cuando estamos inmersos en discusiones e incluso a menudo hasta disputas acerca de la doctrina de la predestinación, las cuales tienden elevar la temperatura de todo el mundo porque es muy difícil y tan controversial todo esto.
A veces las personas actúan como si la idea de la predestinación fuera un invento de Juan Calvino o Martin Lutero, o algún otro reformador del siglo XVI, o incluso de San Agustín, olvidando que el concepto de predestinación, la misma palabra predestinación se encuentra en los escritos del apóstol Pablo. Nada más claro que en el libro de los Efesios.
Yo le digo a la gente que si van a tomar en serio la Biblia y recibir la enseñanza de los apóstoles, van a tener que tomar un poco de la doctrina de la predestinación. Podemos discutir acerca de quién tiene la doctrina de la predestinación correcta, pero hay que tener cierta doctrina de predestinación si es que vamos a ser fieles a las Escrituras.
Permítanme leerles las declaraciones introductorias que tenemos en la carta de Pablo a los Efesios. Verso tres del capítulo uno, «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él. En amor nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia que gratuitamente ha impartido sobre nosotros en el Amado».
Aquí el apóstol Pablo comienza esta carta con una declaración del propósito soberano de Dios de elegir a su pueblo desde la fundación del mundo, predestinándolos para ser adoptados en la familia de Dios y ser traídos a Cristo. ¿Con qué propósito o de acuerdo con qué base? ¿De acuerdo con lo que hacemos? No, De acuerdo con el puro afecto de su voluntad.
Es como si Pablo al dar este resumen del evangelio en Efesios, empezara diciendo «Recuerden quiénes son y recuerden lo que Dios ha hecho por ustedes. Lo que Dios ha hecho por ustedes al establecerlos como miembros de su familia no fue un añadido en la economía del plan de Dios, sino que es algo que Dios ha planeado desde la fundación del mundo… que cada creyente participe en ese plan eterno que Dios tiene para su pueblo y para su Iglesia.
Si quedara alguna duda sobre la prioridad de la gracia en el Nuevo Testamento uno debe mirar con cuidado el segundo capítulo de Efesios donde se presenta el contraste entre lo que éramos de acuerdo con nuestra naturaleza caída, caminando conforme al príncipe de la potestad del aire, caminando de acuerdo con el rumbo de este mundo. Por naturaleza estábamos muertos en delitos y pecados; sin embargo, Dios en su misericordia nos dio vida, nos dio vida junto con Cristo.
Y luego el gran tema es, “Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto…” aun la fe, “no de vosotros, sino que es don de Dios”. La vida del cristiano se describe también en términos de lo que significa ser imitadores de Dios y lo que significa andar por el Espíritu. Algo de esto es explicado en términos de relaciones y cómo ellas deben lucir – la autoridad que Dios da a los padres sobre los hijos; que debemos como hijos obedecer a nuestros padres; la relación del marido y la mujer; la relación del pueblo con sus gobernantes. Todo se explica en términos de las implicaciones prácticas de lo que significa ser cristiano.
Por último, Pablo habla de la lucha en curso contra las artimañas de Satanás que requieren de los cristianos medidas defensivas, estrategias de defensa que son puestas a nuestra disposición con la armadura que Dios ha dado a su pueblo. Somos exhortados a colocarnos, a vestirnos toda la armadura de Dios para que podamos apagar los dardos de fuego del enemigo y vivir como imitadores de Cristo, así como Él fue imitador del Padre.