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Quizá la declaración más fuerte que encontramos en toda la Escritura y que habla directamente del tema de la predestinación, se encuentra en el capítulo 9 de la carta de Pablo a los Romanos.
En ese texto en particular, él habla de la elección de Jacob en vez de Esaú, y no solo este texto habla mucho del tema de la predestinación en general, sino que también es significativo por la pregunta controversial de si la predestinación es doble o no.
Así que tomemos un momento en esta sesión para ver el capítulo 9 de Romanos y prestemos atención a lo que nos dice el apóstol Pablo.
Empezaré con el verso 9 del capítulo 9: “Porque esta es una palabra de promesa: Por este tiempo volveré, y Sara tendrá un hijo. Y no sólo esto, sino que también Rebeca, cuando concibió mellizos de uno, nuestro padre Isaac (porque cuando aún los mellizos no habían nacido, y no habían hecho nada, ni bueno ni malo, para que el propósito de Dios conforme a su elección permaneciera, no por las obras, sino por aquel que llama), se le dijo a ella: El mayor servirá al menor. Tal como está escrito: A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí.”
Aquí es cuando Pablo busca ilustrar su comprensión de la elección divina. Él usa, con el fin de ilustrarla, un ejemplo de dos hombres. Y creo que es significativo que los dos personajes que elige son hermanos y no solo son hermanos, sino que son mellizos. Es decir, tienen la misma familia, el mismo trasfondo, la misma ubicación geográfica. Todo lo que podría ser lo mismo, es lo mismo. De hecho, son “compañeros de útero” (Gracias. Me pongo un poco incisivo después de estudiar la predestinación todo este tiempo.)
Y en su reflexión acerca de estos dos hombres, él enfatiza que uno es preferido por encima del otro aun antes de que nazcan. Ahora, esa afirmación ‘antes de que nacieran’, plantea la interrogante sobre el conocimiento previo de Dios.
El punto de vista más popular de la predestinación que rechaza la postura agustiniana es la que llamamos el pre-conocimiento de la elección, cuya tesis básica es esta: esa predestinación simplemente dice que Dios, desde toda la eternidad, mira hacia abajo en el tiempo y sabe de antemano lo que la gente hará, y en base a ese pre-conocimiento, entonces los elige.
Ahora, notamos que el capítulo 9 de Romanos habla claramente de este aspecto. Leemos: “porque cuando aún los mellizos no habían nacido, y no habían hecho nada, ni bueno ni malo”
Veamos esta frase. Pablo no está diciendo que Dios no sabía lo que ellos iban a hacer o que Dios sí sabía lo que ellos iban a hacer.
Él simplemente declara que los mellizos aún no habían nacido ni habían hecho nada. Así que todo lo que el texto en sí enseña es que la elección de Jacob por sobre Esaú fue antes que ellos nacieran.
Ahora, la postura del pre-conocimiento estaría de acuerdo en que la elección predestinada de Dios se hace en la fundación del mundo antes que alguien nazca.
Todos concuerdan en que la predestinación se lleva a cabo en la mente de Dios antes que la gente nazca, pero postura del pre-conocimiento de Dios dice que la elección se hace antes que nazca la gente, pero a la luz de lo que Dios sabe que harán después de nacer.
Ahora, tenemos un silencio en este pasaje con respecto a este punto específico, y si alguna vez en el texto bíblico hubo un silencio incómodo, pues es este.
A lo que me refiero es a esto: si el apóstol tuviera el deseo de dejar en claro que las acciones electivas de predestinación de Dios son hechas en base a la visión futura de las acciones del ser humano, éste hubiera sido el lugar para decirlo.
En otras palabras, si la postura bíblica es lo que la postura del pre-conocimiento dice; es decir, que Dios siempre elige a la luz de su conocimiento de las cosas futuras, en primer lugar ¿por qué la biblia no lo dice? Nunca lo dice.
Y si alguna vez tuvo la oportunidad de decirlo, era aquí. Pero no solo no se dijo aquí, sino que Pablo se toma el tiempo para decir que, aunque la elección se hizo antes de que nacieran, antes de que hubieran hecho algo bueno o malo, debemos preguntarnos ¿por qué incluye eso?
Si su propósito era comunicar una postura de pre-conocimiento de la elección, el añadir esas palabras ciertamente se confundiría al pueblo de Dios, ¿no es cierto?
Vayamos más allá. “porque cuando aún los mellizos no habían nacido, y no habían hecho nada, ni bueno ni malo”.
¿Cuál es la preocupación de Pablo? “para que el propósito de Dios conforme a su elección permaneciera”.
Una vez más, el énfasis en el pasaje está en el propósito de Dios, y lo que Pablo dice es que la razón para que esa decisión fuera hecha antes de que nacieran, antes de hacer lo bueno o malo, es para que el propósito de Dios permanezca.
¿Te das cuenta que la intención de este pasaje se opone totalmente al concepto de la postura del pre-conocimiento de la predestinación? ¿Lo puedes ver? ¿Por qué? ¿Qué otra razón podríamos dar para que el apóstol enfatice esto de que no hicieron ningún bien o mal? No solo no lo habían hecho en espacio y tiempo, sino que está implícito que tampoco en la mente de Dios.
Es decir, desde la perspectiva de Dios no hay ningún bien o mal que se esté considerando, ya que la conclusión es que el motivo por el que lo afirma, la razón que el apóstol da por haberlo dicho de esta manera es que el propósito de Dios pueda permanecer de acuerdo a su elección, no debido a las obras, sino por Aquel que llama.
La postura del pre-conocimiento dice que Dios mira hacia el futuro y ve que algunos tomarán decisiones correctas y otros decisiones incorrectas. Y de lo que carece esta postura del pre-conocimiento es que la elección de esa posición, está basada en buenas obras, creyendo que es obra de Dios creer en aquel a quien Él ha enviado.
La buena obra suprema es depositar la confianza en Jesucristo, en el sentido de considerar el concepto bíblico de la buena obra. Pero Pablo está diciendo claramente que no es por obra humana, sino debido a quien hace el llamado.
El punto de vista arminiano, tiene varios estilos, formas y colores. En pocas palabras, hace que la decisión final para nuestra salvación descanse en una elección humana, no en un acto divino.
Y creo que Pablo está aquí aniquilando esa posición, en una forma bastante contundente, enfatizando el hecho de que no se trata de obras sino que Aquel que llama. Que el énfasis y el crédito por tu redención hay que dársela a Dios. Solo a Dios sea la gloria.
Ahora, para que este propósito permanezca y que no sea por obras sino por Aquel que llama, le fue dicho a ella: “El mayor servirá al menor.” Ahí está, la razón por la cual Dios hizo esta elección fue para demostrar su supremacía y su propósito.
“Tal como está escrito: A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí.” Regresaré a esta frase en un momento porque sé que provoca todo tipo de problemas con la idea del odio.
Pero miren el verso 14. El verso 14 es una pregunta retórica: “¿Qué diremos entonces? ¿Que hay injusticia en Dios?”
¿Cómo responde Pablo a su propia pregunta? ¿Acaso él simplemente dice: ‘No, no hay injusticia en Dios’? No, él usa la forma de énfasis más poderosa que puede usar: Algunas traducciones dicen: ¡De ningún modo!, otras dicen: ¡Por supuesto que no!
La respuesta a su pregunta: ¿esto indica que hay injusticia en Dios?, la respuesta a esta pregunta es: ¡Absolutamente No! Eso es impensable. Ahora voy a especular por un segundo y quiero pedirte que pienses en esto. ¿Por qué crees que el apóstol hace esta pregunta retórica?
Pablo es un maestro y cuando los maestros enseñan saben que, a veces, durante las clases se presentan dificultades con el entendimiento de los estudiantes a lo que el maestro está comunicando. Un buen maestro se anticipa al problema y al momento en que este surgirá.
Ahora, es obvio que Pablo está aquí como un maestro que anticipa una protesta de sus oyentes, cuando dice: “¿Qué diremos entonces?”
¿Y qué reacción específica espera que la gente diga cuando escuche esto? “¡No es justo!” No hay justicia. “¿hay injusticia en Dios?” Ahora, mi pregunta es: ¿por qué él anticipa esta protesta? Bueno, hay dos posibles razones en realidad.
Él podría estar anticipando esta objeción porque puede estar pensando: “Puede que haya alguna persona que me escuche o lea mi carta, que estén bastante confundidos como para ser de convicción agustiniana y encuentre en mis palabras una postura agustiniana de la elección, que obviamente sería injusto, así que todo lo que tengo que hacer para evitar que eso suceda; es decir, “¿hay injusticia en Dios?”
Bueno, obviamente no. Igual también para Agustín, Aquino, Calvino y Lutero y los demás.
Quizás eso era lo que está anticipando. O quizá Pablo mismo es agustiniano y ha tenido experiencia enseñando la doctrina de la predestinación, donde cada vez que se menciona el tema, la respuesta inicial de la gente es: “No es justo”.
Tengo la sospecha de que esa es la razón por la que el apóstol plantea esta pregunta retórica, porque lo que quiero que entiendas es que nadie nunca plantea esa pregunta en base a la perspectiva arminiana. De hecho, la perspectiva arminiana está diseñada de tal forma que eso no es un problema.
Me consuela el hecho de que las mismas preguntas que se plantean en mi posición de la predestinación, son las que el apóstol Pablo tuvo que enfrentar: “¿Hay injusticia en Dios?” Porque en la superficie, suena así. Cuando hablas de una elección divina soberana antes de que alguien haya hecho el bien o el mal, sin tener en cuenta sus acciones futuras, que estrictamente de acuerdo al propósito soberano de Dios, que los propósitos de Dios puedan verse por gracia, no por obras humanas, entonces la pregunta obvia que vamos a hacer es:
“Bueno, ¿cómo puede ser eso justo? Pablo dice: “¿Hay injusticia en Dios?” Y él responde a su propia pregunta con un enfático “¡No!, ¡de ningún modo!” “Porque él le dice a Moisés: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y tendré compasión del que yo tenga compasión.”
Una vez más, si puedo especular, si fuera el apóstol y estuviera enseñando una postura de pre-conocimiento de la elección, y tuviera que lidiar con estas objeciones, ¿en qué me apoyaría? Si fuera a acabar de una vez por todas con toda acusación de que Dios es injusto, yo diría: ‘Bueno, espera un minuto. Dios no es injusto. Dios no es injusto porque, aunque su decisión sea hecha antes que alguien haya hecho bien o mal, lo hace teniendo en cuenta sus decisiones futuras, entonces, lo que tú siembras, cosechas’.
Listo, fin de la discusión para siempre. Pero él no hace eso. Por el contrario, él recurre ¿a qué? A la prerrogativa divina de ejercer misericordia del que Él tenga misericordia.
El punto central de este pasaje es que algunas personas reciben una medida de misericordia y otras no. De nuevo, nadie recibe injusticia de parte de Dios. Esaú no fue elegido como un objeto de misericordia divina, pero eso no es una injusticia contra Esaú, porque Esaú, incluso antes de nacer, es conocido por Dios como un ser caído, porque cuando Dios elige, siempre lo hace a la luz de la caída.
Dios solo elige a pecadores caídos para la salvación. Todas las elecciones de Dios para salvación presuponen la necesidad de salvación; de lo contrario, nunca existiría la elección. Sería una pérdida de tiempo para Dios elegir para salvación a personas que no necesitan salvación, por lo que todo el proceso de elección es considerando la caída y una raza humana perdida.
Y Dios considera al mundo entero, Él sabe que todo el mundo ha caído y Él sabe que si Él solo hiciera justicia, ¿qué es lo que pasaría? Si Dios solo hiciera justicia a una raza caída, todos, entonces, perecerían.
Pero Dios elige otorgar misericordia a algunos. Jacob recibe misericordia. Esaú recibe justicia. ¿Hay algo de malo en eso? Bueno, decimos que no es justo. Lo que queremos decir con eso es que no es equitativo y lo que intriga a nuestra mente es este problema:
Bueno, si Dios va a tener gracia, si tenemos dos hombres que son juzgados culpables y están bajo sentencia de muerte y Dios es misericordioso con uno, ¿no debería serlo también con el otro?
Es decir, ¿es justo que el presidente otorgue el indulto presidencial a un prisionero y al resto no? Bueno, en efecto, no es igualitario. Pero de nuevo, esta persona recibe gracia; esta otra recibe justicia.
Él no tiene nada que le dé derecho a quejarse. No hay nada injusto en su condena. Dios nos recuerda una y otra vez, que es Su derecho otorgar misericordia a quien quiera dar misericordia.
Y si otorga misericordia a uno, no está obligado a dárselo al otro. Nuevamente, si pensamos que alguna vez Dios está obligado a ser misericordioso, ¿qué significa eso? Que ya no estamos pensando en misericordia puesto que la misericordia por definición no es obligada. Misericordia es algo que Dios hace de forma voluntaria.
No está obligado a hacerlo. Él no tiene que hacerlo. No está requerido a hacerlo. Lo hace por la pura bondad de su corazón. Y nunca podemos decirle a un Dios misericordioso (y esto es algo que me asusta); espero que nunca le digas a un Dios misericordioso: ‘Dios tú no eres lo suficientemente misericordioso’.
Eso es blasfemo, acusar a Dios de no ser lo suficientemente misericordioso, ya que ese cargo implica que hay pecado en Dios, que Dios no ha hecho lo que debería haber hecho, que debería haber sido más misericordioso.
¿Y quién eres tú para decirle a tu Creador, por cuya misericordia te da el aire que respiras, que él carece de misericordia? “Porque Él dice a Moisés: tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y tendré compasión del que yo tenga compasión.”
Ahora, el golpe de gracia, el verso que creo yo debería, con toda honestidad, dar fin al arminianismo para siempre. “Así que” (aquí viene la conclusión). “no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.”
La postura arminiana no dice que todo depende del hombre y no de Dios. La opinión arminiana dice que sin la misericordia de Dios, no habría salvación. Eso es cierto. Pero, que también depende de nuestra elección.
Que depende tanto de la gracia de Dios como de nuestra elección, que debemos ejercitar nuestras voluntades, separado de la actividad divina, para ser salvos. Entonces la elección depende de las elecciones humanas en la postura del pre-conocimiento. Y Pablo dice, ‘no, no es así’.
¿Cómo podría decirlo más claramente? Esto no se basa en el que quiere o en el que corre, sino en Dios. Ahí es donde está la dependencia. ¿Quién tiene misericordia?
Luego continúa diciendo: “Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para demostrar mi poder en ti, y para que mi nombre sea proclamado por toda la tierra. Así que del que quiere tiene misericordia, y al que quiere endurece. ” Esa es una declaración dura. Veamos esto por un momento.
Antes mencioné el problema de: “A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí.” ¿Qué significa que Dios aborrece a Esaú?
Cuando usamos el término español “aborrecer”, pensamos en una actitud que proviene de un comportamiento malicioso, y estamos prohibidos de odiar. Estamos llamados a amar, incluso a nuestros enemigos. Pero ¿hay alguna forma en que la biblia use el término ‘aborrecer’ y que no tenga esa connotación medio siniestra? Bueno, sí. Tenemos el odio al pecado.
Pero ¿recuerdas a David, en el antiguo testamento, cuando dice: ‘Aborrezco a mis enemigos con un profundo odio’? ¿Existe tal cosa como el odio sagrado, un odio a la maldad? Sí, pero aquí no dice eso que se suele decir: ¿‘Odia el pecado, pero no al pecador’?
Pero Dios no dice: “A Jacob amé, pero aborrecí el pecado de Esaú”. Dice: “A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí.” Aquí tienes un paralelismo antitético en modo hebreo. Y todo lo que ese “aborrecí” significa en este pasaje, es la ausencia de ese especial favor divino donde Dios está otorgando un favor divino especial, una acción misericordiosa, una acción amorosa hacia uno y que lo niega al otro.
No significa que Dios tenga esos terribles sentimientos internos de mezquindad hacia Esaú. Pero Dios niega ese favor divino particular a Esaú. A Jacob se le da un regalo que Esaú no recibe. Eso es todo lo que Pablo, un judío, quiere decir.
Pero esto plantea el interrogante si es que la predestinación es doble o no. He oído a mucha, mucha gente decir: ‘¡Creo en la predestinación, pero no soporto la doble predestinación!’
Hay dos ideas distintas acerca de la doble predestinación que se han presentado a lo largo de la historia de la iglesia y que han estado compitiendo por aceptación.
La primera es la posición que llamaremos “igualdad final” o llamada algunas veces postura “simétrica” de la predestinación, queriendo decir que la predestinación tiene dos lados: la elección y la reprobación, la salvación y la condenación.
Y que la manera en que Dios obra en ambos lados es de una forma simétrica: Dios obra en la vida de Jacob y obra en la vida de Esaú.
Ahora, también hablamos en términos de lo que llamamos decretos “positivo-positivo”. El esquema positivo-positivo luce así: Se diría que en el caso del elegido, Dios predestina a ciertas personas, como Jacob, para que sean salvas; que Dios garantiza su salvación al entrometerse unilateralmente en sus vidas y crear fe en sus corazones; y, en el caso de los condenados, Dios también predestina su condenación, de modo que Él se entromete en sus vidas creando maldad o incredulidad en sus corazones.
Entonces hay una acción positiva en las vidas de ambas personas, fe en la vida de un hombre e incredulidad en el corazón del otro. ¿Ves ahora lo que queremos decir con una postura “simétrica?
Esa posición ha sido muy rechazada por los agustinianos y los calvinistas. Esa no es la posición agustiniana. Algunos lo llaman ‘híper-calvinismo’. Creo que es un gran insulto hacia Juan Calvino llamarlo ‘híper-calvinismo’ ya que no es híper-calvinismo, es sub-calvinismo, o algo peor, anti-calvinismo. El híper-calvinismo significaría súper-calvinismo. Calvino no apreciaría esa nomenclatura particular. En cambio, la posición agustiniana es que la predestinación es ciertamente doble porque no todos son salvos y hay dos lados en eso.
Algunas personas son elegidas y otras no. Entonces tenemos dos lados de la moneda y tenemos que lidiar con ambos lados del problema. Sin embargo, el esquema es “positivo negativo”. Lo que quiere decir es que, en el caso de los elegidos, Dios sí se entromete en sus vidas y produce soberanamente fe en sus corazones. Pero en el caso del resto de la humanidad, Él los deja a sí mismos.
Él no viene y crea maldad en sus corazones, o crea incredulidad en sus corazones; los pasa por alto, dejándolos a sí mismos; siendo la actividad de Dios aquí negativa o pasiva en vez de activa. ¿Ves la diferencia?
Aquí, en el caso del condenado, el condenado hace lo que desea hacer por cuenta propia. Dios no está creando una maldad nueva en sus corazones, ni nada por el estilo. Dios no los está forzando a la condenación. Él simplemente los está pasando por alto, dejándolos a lo que quieran. Pero la pregunta inmediata que surge es: ¿por qué Pablo dice aquí en Romanos 9 que Dios da misericordia a unos y a otros endurece?
Y el ejemplo clásico del endurecimiento por parte de Dios es el endurecimiento del corazón de Faraón en el antiguo testamento. Y ese es un ejemplo difícil. Solo tengo como un minuto y medio para responder a eso, intentaré hacerlo rápido.
Aún cuando hablamos de endurecimiento, debemos distinguir entre el endurecimiento activo y el endurecimiento pasivo, o lo que llamaríamos endurecimiento indirecto. Hay dos formas en que Dios puede endurecer el corazón de Faraón. Una es que podía descender, entrometerse en la vida de Faraón y crear maldad en el corazón de Faraón.
Para que Dios cumpla sus propósitos, Él podía hacer que Faraón peque. Pero si Él hace eso, entonces ¿qué? ¿Cómo podría Dios, si Él es justo y recto, forzar a Faraón para pecar y luego castigarlo por ese pecado?
Eso convertiría a Dios en el autor del pecado, lo que es un rotundo No-No, bíblicamente. Pero hay otra manera en que Faraón podía tener su corazón endurecido. Recuerda que Faraón es un pecador, todos somos pecadores.
Pero todos tenemos nuestro pecado algo controlado y restringido por cierta oposición a nuestro alrededor que nos impide ser completamente depravados. Cuando los hombres alcanzan niveles de poder donde quedan fuera de los límites de las restricciones normales, su capacidad de pecar aumenta libremente.
Quiero decir que lo único que impide que Faraón sea totalmente perverso es el poder restrictivo de Dios. Ciertamente no fue el gobierno de Egipto el que lo mantuvo bajo control. Solo las restricciones de Dios impedían que Faraón fuera más malvado de lo que realmente era. Si Dios quiere endurecer el corazón de Faraón, ¿Dios tiene que crear una maldad nueva?
Todo lo que tiene que hacer es quitarle las manos de encima y darle a Faraón el espacio que necesita. Y así es como el corazón de Faraón fue endurecido, que en sí mismo es un acto del juicio divino; un acto justo de juicio divino sobre él. Y el Evangelio hace lo mismo en las vidas de los condenados. Mientras más personas escuchen el Evangelio y lo rechacen libremente, más se endurecerán sus corazones.
Y para que lo veas en este drama, Faraón endurece su propio corazón. Todo lo que Dios hace es remover las restricciones, por lo que Faraón es responsable del endurecimiento de su corazón. Entonces, de nuevo vemos que en este esquema, en el tema de la elección, todos los seres humanos han caído, todos son malos.
Dios da misericordia a algunos, como en el caso de Jacob y a los demás los deja a ellos mismos. Ellos reciben justicia. Este grupo recibe misericordia para que Dios sea honrado y para que los propósitos de Dios puedan mantenerse.