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Este artículo forma parte de la colección 3 cosas que debes saber.
El libro de Nehemías es un relato maravilloso que no solo nos informa de acontecimientos clave en la historia de Israel (es decir, la reedificación de la muralla de Jerusalén), sino que también contiene muchas enseñanzas valiosas para edificar la iglesia de Jesucristo. Aunque mucho podría decirse, examinaremos brevemente tres de estas ideas.
1. La oración y el ministerio de la Palabra desempeñan un papel central en el libro de Nehemías.
Nehemías es un hombre de oración que lleva al pueblo de Israel a la oración. Cuando Nehemías se entera de que la ciudad de Jerusalén se encuentra en un estado de gran «aflicción y oprobio», responde inmediatamente con una prolongada temporada de ferviente oración y ayuno (Neh 1:3). Su oración en el capítulo 1 se caracteriza por la alabanza a Dios, la confesión de los pecados y la petición de ayuda. A medida que nos adentramos en el libro, vemos que la oración inicial de Nehemías no es un hecho puntual, sino una forma de vida. Cuando Nehemías se enfrenta a preguntas difíciles, ora (Neh 2:4). Cuando se enfrenta a la oposición de la reedificación de la muralla, ora y llama al pueblo a unirse a él en oración (Neh 4:9). Una vez la muralla es terminada, Nehemías dirige al pueblo en adoración y oración colectiva, con otra oración extendida de alabanza, confesión y petición registrada en el capítulo 9.
Junto con este énfasis en la oración, el libro también resalta el ministerio de la Palabra. Nehemías establece un ministerio público de la Palabra, en el que el pueblo permanece de pie durante horas mientras se lee la Palabra y los maestros iban entre la gente para «[dar] el sentido para que entendieran la lectura» (Neh 8:8). Esta lectura y predicación de la Palabra conduce a una renovación de la adoración, la oración y la confesión colectiva, y la renovación de los votos del pacto para servir al Señor (Neh 8-10). El libro trata tanto de la edificación espiritual del pueblo de Dios mediante la Palabra y la oración como de la reedificación física de la muralla.
2. En el libro de Nehemías, el pueblo de Dios se reúne como un cuerpo unificado frente a muchas presiones que amenazan con separarlo.
El capítulo 3 ofrece un relato maravilloso de los diversos individuos y grupos familiares que trabajaron para reconstruir la muralla. La lista incluye levitas, sacerdotes y laicos, gobernantes de regiones y familias comunes. Incluye a hombres y mujeres. Incluye a personas que trabajaron y construyeron cerca de sus propias casas, así como a personas que vinieron de otras regiones. La gente hacía lo que se necesitaba, todos trabajaban juntos y todos trabajaban duro. Esta es una imagen hermosa de cómo debería funcionar el cuerpo de Cristo, con cada parte haciendo su contribución sacrificial por el bien del todo.
Esta unidad se produjo en medio de múltiples desafíos. Hubo amenazas claras de violencia por parte de extranjeros que no querían que Jerusalén prosperara. Hubo que superar la burocracia gubernamental. Hubo disensiones internas como consecuencia de que el pueblo de Dios se maltrataba y se aprovechaba unos de otros. Y hubo varios complots dirigidos contra el propio Nehemías. El libro de Nehemías es un gran recordatorio de los tipos de pruebas internas y persecuciones externas a las que se enfrenta la iglesia cuando nos entregamos a la obra de Dios, pero también es una imagen convincente de cómo el pueblo de Dios puede unirse y servir unos con otros en unidad, con cada miembro contribuyendo al todo para la gloria de Dios.
3. Nehemías apunta a Jesucristo y nuestra necesidad de Su obra salvadora.
Nehemías apunta a Cristo de dos maneras. Primero, los elementos positivos del liderazgo de Nehemías nos instruyen sobre el tipo de líder que todos necesitamos. A lo largo del libro, Nehemías demuestra su dependencia de Dios y su dedicación a la oración y al ministerio de la Palabra. Nehemías es sabio, humilde, trabajador, generoso y comprometido con la santidad del pueblo de Dios. En todos estos aspectos es un «tipo» de Cristo, que nos muestra el tipo de líder que todos necesitamos y que, en última instancia, tenemos en Jesucristo.
En sus fracasos, Nehemías también apunta a Cristo. Los fracasos de Nehemías no son ejemplos concretos de pecado personal, sino que tienen que ver con su incapacidad para llevar a cabo una reforma verdadera y duradera en la vida del pueblo de Dios. El libro concluye con un final extraño y bastante anticlimático: a pesar de todos los esfuerzos de Nehemías, el pueblo vuelve a los viejos patrones de pecado y viola sus votos del pacto. Nehemías hace un último esfuerzo de reforma y pide a Dios que se acuerde de él. Parece que el pueblo de Dios es propenso a olvidar y volver a caer en el pecado. En todo esto, se nos recuerda que por grande que fuera Nehemías como líder y gobernador del pueblo, necesitamos a alguien aún más grande. Necesitamos un líder, un salvador y un gobernante que no solo pueda llevar a cabo una reedificación y reforma externas, sino que también pueda darnos corazones nuevos.
Este libro nos deja anhelando Uno así. Y Ese no es otro que el Señor Jesucristo. Por medio de Su vida, muerte, resurrección y el don de Su Espíritu, Jesús regenera y renueva a toda la persona. La buena obra que Él ha comenzado, con seguridad la perfeccionará (ver Fil 1:6). El libro de Nehemías en última instancia nos muestra nuestra necesidad de este Jesús, y nos instruye sabiamente sobre cómo vivir como seguidores de Cristo.