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Transcripción
En nuestra última sesión indiqué que en la historia de la teología distinguimos entre tres tipos de amor divino y cubrí los dos primeros en nuestra última sesión. El amor divino de benevolencia que se refiere a Su buena voluntad que ejerce sobre todas las personas y Su amor de beneficencia que indica Su actividad por la cual da beneficios, lo que llamamos los beneficios de la gracia común para todas las personas, como el sol y la lluvia y lo demás. Pero dejé para hoy el tercer tipo, que es el aspecto más importante del amor de Dios, que se llama el amor divino de complacencia.
Creo que mencioné que cuando hablo del amor divino de complacencia, las cejas de las personas se levantan y aparecen miradas perplejas en su rostro porque cuando piensan en complacencia, piensan en una actitud de indiferencia o una actitud de autosuficiencia, porque con frecuencia usamos el término complaciente para referirnos a alguien que está a gusto en Sion, que se duerme en los laureles, que no está tan apasionadamente involucrado en ningún tema en particular. Esa es una de las extrañas peculiaridades de la evolución del lenguaje, porque en realidad la raíz del significado de la noción de complacencia es exactamente lo opuesto a eso.
De hecho, solo para verificar esto, recientemente consulté un diccionario moderno para ver cómo ese diccionario definía la palabra complacido o complacencia e indicaba que la raíz latina de la que se deriva la palabra proviene de la idea de aquello en lo que alguien encuentra gran placer o deleite. Es decir, muy lejos de la idea de indiferencia o autosuficiencia. De hecho, en esta edición particular del Webster’s Collegiate Dictionary, la definición primaria número uno, incluso hoy en día, de complacencia es deleite o lo que es agradable. Entonces solo el significado secundario es esta idea de una especie de satisfacción o suficiencia.
Ahora ves que este concepto de suficiencia proviene de la idea, bueno, una vez que me he deleitado con algo y me satisface al máximo, entonces me relajo y estoy satisfecho al respecto. Esa es la forma en que la palabra ha evolucionado en nuestro propio idioma. Pero cuando hablamos teológicamente del amor divino de complacencia, estamos hablando de ese amor por el cual el Padre se deleita y se complace en Su relación con las personas. Hemos dicho todo el tiempo que el objeto número uno del amor de Dios, el objeto perfecto de Su placer y de Su deleite es Su Hijo.
Una vez más, recordamos que cuando Jesús es bautizado y la paloma desciende del cielo y la voz se oye audiblemente cuando Dios dice: «Este es Mi Hijo amado en quien me he complacido». Y así, en ese contexto, Dios anuncia Su amor de complacencia por Jesús. Él es aquel en quien el Padre está complacido. Y cuando vemos esto, como se aplica a otros aparte de Cristo, vemos que es el amor distintivo que Dios tiene por los redimidos. Que Dios se deleita y se complace en aquellos que son Suyos.
De hecho, este es probablemente el concepto de amor divino que está detrás de ese pasaje difícil que ya hemos examinado en Romanos 9 cuando Pablo dice, citando a Malaquías con respecto a Jacob y Esaú: «A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí». Es decir, Jacob recibe este amor complaciente y trascendente, el amor que Dios tiene por Sus elegidos que difiere del amor general de benevolencia y del amor de beneficencia que, por supuesto, Esaú habría recibido los dos primeros tipos de amor de Dios, pero no habría recibido el amor salvador de Dios, el amor redentor de Dios, en el que Dios se deleita en Su pueblo.
Pero de nuevo, hemos visto que el amor de Dios en las Escrituras está inseparablemente relacionado con la gracia electiva de Dios. Tomemos un momento para ver la cadena de oro que es tan importante para nuestra comprensión de este concepto tal como aparece en Romanos capítulo 8. Creo que todos estamos familiarizados con Romanos 8:28: «Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son lamados conforme a Su propósito».
Ahora noten que en este texto Pablo no dice que todo coopera para el bien de todos. Sino que esa promesa de la providencia divina que saca el bien incluso del mal, lo que nos trae consuelo en medio de la calamidad y en medio de la tragedia es que incluso las pruebas y tribulaciones más difíciles que encontramos en este mundo, Dios las está usando, obrando por ellas para bien. ¿Para quién? Para aquellos que lo aman, y aquellos que lo aman son ciertamente aquellos que son llamados de acuerdo con Su propósito.
Entonces, aquellos que aman a Dios con este tipo de amor y que son amados por Dios con el amor de complacencia, pueden ser llamados «los llamados», que de hecho es de donde viene la palabra elección. Aquellos que experimentan ser llamados a salir de, ek kaleo, que son llamados fuera del mundo, que están separados de la masa de la humanidad caída para recibir la gracia salvadora específica de Dios. Aquí es donde obtenemos el significado del término «iglesia». Lo obtenemos de la palabra griega ekklesia, aquellos que son llamados «fuera de» y usamos la palabra española eclesial o eclesiástica basada en este concepto del llamado.
Sin embargo, hay mucha confusión sobre toda esta idea de las personas que se cuentan entre los llamados y la razón de esto es que la Biblia usa el término «llamar» con respecto a Dios en más de una manera. En un momento dado, la Biblia dice: «Muchos son llamados, pero pocos son escogidos» y vemos repetidamente en el libro de Hechos, por ejemplo, que cuando los apóstoles proclaman el evangelio y proclaman la Palabra de Dios, llaman a la audiencia, llaman a aquellos que están escuchando la proclamación a responder al evangelio.
Recuerdan, por ejemplo, cuando el apóstol Pablo estaba en Atenas, en el Areópago, cuando se enfrenta a los filósofos y dice: «habiendo pasado por alto los tiempos de ignorancia, Dios declara ahora a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan. Porque Él ha establecido un día en el cual juzgará al mundo» etc. Llama a estas personas a responder a Cristo, y ¿cuál fue la respuesta? Leemos el texto y vemos que algunas personas, en ese lugar, abrazaron a Cristo. Otros, en ese lugar, rechazaron claramente el llamado que Pablo había dado y pensaron que Pablo era una especie de loco y la tercera categoría fueron los que dijeron: «Bueno, escucharemos más sobre esto». Es decir, se reservaron el juicio por el momento, dijeron que querían pensar en eso, querían escuchar más al respecto, pero no respondieron positivamente, no respondieron negativamente, solo fueron neutrales.
Entonces, ese es solo un ejemplo de las muchas veces en las que vemos que el evangelio es presentado y las personas son llamadas a venir, pero no todas vienen y llamamos a eso el llamado externo del evangelio, ese llamado que es general. Cada vez que predico el evangelio y lo proclamo a un grupo de personas que están allí y les pido que respondan, algunos responderán, otros no, de modo que no todos responden al llamado general o lo que llamamos el llamado externo, eso es obvio. Por otro lado, la Biblia usa el término «llamar» de otra forma, la cual llamamos en teología el llamado íntimo o el llamado interno y a veces incluso se le dice el llamado eficaz de Dios.
Esto tiene que ver con la operación del Espíritu Santo que ocurre dentro de la persona. No es solo un llamado externo que se escucha con los oídos, sino que tiene que ver con la obra sobrenatural de Dios el Espíritu Santo en el corazón o en el alma por la cual aquellos que antes estaban muertos en sus delitos y pecados ahora son vivificados, son despertados y se les da oídos para oír y ojos para ver a lo que antes eran indiferentes. A eso le decimos el llamado interno y ese es el llamado que Dios da a los elegidos. Los elegidos son llamados de una manera específica y lo vemos justo en el mismo contexto de este texto donde el apóstol Pablo dice que todas las cosas cooperan para bien, para los que aman a Dios y son llamados conforme a Su propósito.
Luego, en su siguiente frase, ¿qué dice? «A los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, a esos también llamó. A los que llamó, a esos también justificó. A los que justificó, a esos también glorificó». Ahora, les estoy diciendo que de lo que Pablo está hablando aquí no es del llamado externo del evangelio, sino del llamado interno que indica la operación sobrenatural del Espíritu Santo. ¿Cómo lo sabemos? Bueno, en este segmento donde varios aspectos de lo que llamamos el orden de salvación son colocados de manera lineal, menciona el conocimiento previo, la predestinación, el llamado, la justificación y la glorificación. Ahora, si vemos la forma en que esto está estructurado en el texto, vemos que la fraseología del mismo es lo que llamamos una elipse. Es decir, es elíptica en la medida en que hay ciertas ideas que se entienden tácitamente que no están explícitamente detalladas en el texto.
Pero creo que casi todos los comentaristas de Romanos afirman que esa es la estructura del texto. De modo que lo que se dice aquí es que a todos los que Dios ha conocido de antemano, Él también ha llamado. Así que a todos los que Dios conoció de antemano desde la fundación del mundo, los ha llamado. Ahora, ¿en qué sentido Pablo está hablando de conocimiento previo aquí? Permítanme hacer la pregunta de forma distinta. ¿Cuántas personas en el mundo, en la historia del mundo, conocía Dios desde la fundación del mundo? Dios conoce a todos en el sentido cognitivo, en el sentido intelectual, desde antes de la fundación del mundo, porque Dios lo sabe todo. Él es omnisciente y conoce tu nombre, mi nombre, el nombre de todos desde antes de la fundación del mundo.
Ahora recuerden que cuando tratamos con la difícil doctrina de la predestinación y de la elección, la postura más popular de esa doctrina entre los cristianos, porque les recuerdo que cada cristiano tiene que tener una doctrina de predestinación si esa persona quiere ser bíblica, porque la doctrina de la predestinación se enseña en la Biblia y por lo tanto no es opcional para nosotros si creemos en la elección o creemos en la predestinación, la pregunta es ¿cómo entendemos estos conceptos? Y el punto de vista más popular es lo que se llama la postura apremiante de la elección o podríamos llamarla la postura del conocimiento previo y esa es la idea de que Dios, desde toda la eternidad, sabe de antemano quién responderá favorablemente a la invitación del evangelio.
Que, desde toda la eternidad, Dios sabía que Pablo iba a predicar el evangelio en Atenas en el Areópago y desde toda la eternidad Dios sabía quiénes eran esas personas que responderían positivamente y quiénes eran esas personas que rechazarían la enseñanza de Pablo y luego, sobre la base de Su conocimiento anterior, su conocimiento previo, viendo a través del paso del tiempo, elige para salvación a aquellos que sabe de antemano que responderán positivamente al evangelio. Esa es la postura más popular y el texto que prueba esa idea está aquí en Romanos 8. Porque el argumento es este. Obviamente Pablo habla de predestinación aquí, pero antes de hablar de predestinación habla del conocimiento previo de Dios. A los que de antemano conoció, son los que predestinó.
Pero si insertamos en este texto lo que está implícito y tácito en el texto, es decir, que a todos los que Dios conoció de antemano los predestinó y si de hecho Dios conocía a todos desde la eternidad, entonces eso significaría que predestinó a todos y ahora el texto prueba más de lo que la gente que insiste quiere que pruebe, porque ahora probaría la salvación universal o la predestinación universal, que está claramente en oposición a la enseñanza de la Sagrada Escritura. Pero, podrían decirme: «Pero R. C., no has cerrado bien la brecha. No solo es la brecha de que Dios simplemente está hablando de un conocimiento desde toda la eternidad de aquellos en el futuro, sino que se limita a Su conocimiento de los que responderán positivamente».
Eso es asumido por aquellos que argumentan esto, okey, está bien. Pero ahora el problema se agudiza cuando vamos más allá de la predestinación, al llamado. Si todos los que Dios conoce de antemano, en cierto sentido, serán predestinados y todos los que son predestinados serán llamados y todos los que son llamados son justificados, ¿cómo afecta eso la idea de que este texto indica tan solo un llamado externo? Porque ciertamente la Biblia no tiene la intención de enseñar que todos los que alguna vez han escuchado externamente con sus oídos el llamado del evangelio, terminan siendo justificados. El hecho de que todos los que son llamados, en el sentido en que Pablo habla de llamado aquí, de hecho, son justificados y glorificados, indica categóricamente que el apóstol aquí está hablando de algo más que del llamado externo.
Él está hablando de aquellos que son llamados interiormente. Y son aquellos que son llamados interiormente, todos aquellos a quienes Dios les hace algo interiormente, los que son justificados. No hay nada en este texto que diga que todos los que Dios sabe de antemano que responderán al llamado externo serán predestinados. Eso es, que su respuesta no es la base de la predestinación, sino que el punto del texto es que todos los que Dios predestina recibirán este llamado interno, y todos los que reciban el llamado interno recibirán a su vez justificación y glorificación. Así que somos predestinados no porque respondamos a un llamado, sino que somos predestinados para responder a ese llamado.
Ese es el punto que el apóstol está haciendo aquí. Es a aquellos que reciben esta gracia especial que se hace la promesa. Que todas las cosas cooperan para bien, para quienes lo aman y que son los llamados, porque el efecto de ese llamado interno es que antes de amar a Dios, Él me amó con el amor de complacencia y con ese amor de complacencia me sacó de la muerte espiritual. Me llamó internamente, y ese corazón que era hostil a Él antes de ese llamado interno, ahora le ha dado no solo vida espiritual, sino también afecto religioso. Porque sin esa gracia electiva y el poder regenerador del Espíritu Santo estoy, por naturaleza, en enemistad con Dios. No tengo afecto por Él, pero ahora, una vez que he recibido el llamado interior y mi corazón ha cambiado, lo que antes aborrecía ahora amo y Cristo se convierte en el objeto de mi afecto.
De nuevo, recuerden que esto es un derramamiento del amor del Padre por el Hijo. Noten que el propósito de esta elección y predestinación es que podamos ser conformados a la imagen de Su Hijo y para que el deleite que Dios tiene en los elegidos sea el derramamiento del deleite que Dios tiene por Su Hijo. Dios no quiere que Su Hijo no sea el primogénito de muchos hermanos. Como Jesús nos dice en la oración del aposento alto en Juan 17, en adelante, habla de aquellos a quienes el Padre le ha dado. Eso es lo que son los elegidos: los regalos de amor que el Padre le da al Hijo. Es debido al amor divino de complacencia por Jesús que nos convertimos en objetos de Su amor complaciente.
Cuando vemos este conocimiento previo aquí, obviamente antes de que Dios pudiera elegir a alguien, Él no tiene Sus decretos eternos dirigidos «a quien pueda interesar. Para elegir a Jacob desde la eternidad, tiene que ser consciente de Jacob desde la eternidad, tiene que saber de Jacob antes de poder designar a Jacob para recibir la gracia de la elección. Entonces, el punto es este: que este conocimiento previo significa más que una simple conciencia intelectual. Si examinamos la palabra, el verbo «conocer» en la Biblia, sabemos que hay un sentido en el que la Biblia usa el verbo gnosis para referirse a la conciencia intelectual, pero también hay un significado más profundo para ese verbo o para el sustantivo «conocimiento» que se refiere al amor de la intimidad.
Abraham conoció a su esposa y ella concibió. Así que no es tan solo decir que en el momento en que él fue consciente de ella intelectualmente ella quedó embarazada. No, la Biblia usa el verbo «conocer» como un eufemismo para las relaciones sexuales para indicar el nivel más profundo de intimidad personal. Es por eso que Pablo en Romanos dice: «El hombre natural conoce a Dios intelectualmente» y en 1 Corintios dice: «El hombre natural no conoce a Dios». Es decir, conoce a Dios en un sentido, tiene una conciencia intelectual, pero por naturaleza no tiene este conocimiento del afecto, este conocimiento de intimidad.
Entonces, el amor de complacencia se encuentra incluso aquí en el concepto del conocimiento previo de Dios porque Su conocimiento previo, amado, es un amor previo. ¿Cuándo se deleitó Dios en ti? Desde antes de la fundación del mundo. Tu elección es el resultado de Su amor eterno por ti y aquí está el ejemplo supremo de Dios amando a los que no merecen amor y eso es lo que sucede cuando nos ama.