Recibe la guía de estudio de esta serie por email
Suscríbete para recibir notificaciones por correo electrónico cada vez que salga un nuevo programa y para recibir la guía de estudio de la serie en curso.
Transcripción
En nuestra última sesión, vimos el tercer tipo de amor que distinguimos en teología, el amor divino de complacencia. De nuevo, veremos esto. Hay tres maneras en las que hablamos sobre el amor de Dios: Su amor de benevolencia, Su amor de beneficencia y, en tercer lugar, Su amor de complacencia. Ahora, no debemos confundir esos tres tipos de amor con lo que cada cristiano ha escuchado en algún momento u otro desde el púlpito de las tres palabras para amor que se encuentran en el idioma griego. Ese es un tema común que se escucha cuando la Biblia habla de amor, y debemos tener cuidado en distinguir entre los diferentes tipos de amor que se articulan en el griego antiguo. Hoy vamos a ver esas tres palabras para amor y el significado de ellas.
La primera es el sustantivo «eros», la segunda es un sustantivo que proviene del verbo «philein» o «phileó» y la tercera es el sustantivo que la mayoría ha oído hablar, «agapé». Así que estas son las tres palabras para amor que uno puede encontrar en el idioma griego antiguo. Ahora, la mejor herramienta para el estudio de palabras que tenemos en griego bíblico es la enorme obra, editada por Gerhard Kittel, llamada el Diccionario teológico del Nuevo Testamento de Kittel, donde los estudiosos del Nuevo Testamento de todo el mundo recibieron tareas para hacer una investigación exhaustiva sobre el uso de palabras griegas particulares en cualquier literatura existente desde la antigüedad.
Entonces, si encuentras una palabra en el Nuevo Testamento, como la palabra del Nuevo Testamento para «fe», ellos exploraban cómo esta funciona en el griego homérico y luego entre los poetas griegos posteriores, entre los filósofos griegos, cómo funcionaba en el Nuevo Testamento o perdón, la traducción griega del Antiguo Testamento, la Septuaginta, luego estudiaban cómo se usaba en los evangelios, luego en las epístolas, luego en la iglesia primitiva y demás, y para el tiempo que terminaban con esa investigación tenían una comprensión integral del significado de la palabra.
Como he dicho muchas veces a mis alumnos, aunque esta herramienta ha sido creada por críticos superiores, personas que son críticos de las Escrituras mismas, sin embargo, desde una perspectiva académica, es la mayor herramienta de investigación disponible en el mundo de erudición cristiana para llegar a un conocimiento profundo de los significados de las palabras que se encuentran en el texto de las Escrituras. Y si buscan la palabra agapé en Kittel, verán que ese significado en particular fue escrito por el estudioso del Nuevo Testamento Etherburt Stauffer.
Y él se destaca por su trabajo en la teología del Nuevo Testamento, así como por su trabajo en el griego y lo que hace en su estudio es, ante todo, pasar tiempo examinando el significado de la palabra griega eros y la palabra eros no aparece en el Nuevo Testamento, pero porque es una palabra prominente en el idioma griego que puede interpretarse o definirse como amor y dado que los griegos distinguieron entre diferentes tipos de amor, es importante que tengamos una comprensión básica de esta palabra. En el idioma español, obtenemos la palabra española erótica de esta palabra griega, porque eros se refiere a un amor sensual, un amor que está fuertemente cargado de connotaciones sexuales, pero no solo eso, en el griego clásico, la palabra para amor, eros, también llevaba consigo el bagaje de lo demoníaco.
Era el tipo de amor que a menudo se celebraba en los rituales paganos, particularmente en la prostitución del templo y las orgías del mundo antiguo donde la gente celebraba el amor emborrachándose y atiborrándose con delicias de comida gourmet y llegando al punto donde estaban desenfrenados expresando su sexualidad y lo convertían en orgías. Era como un amor que estaba influenciado por el mal, incluso por la posesión demoníaca. Bueno, así como la palabra experimentó su desarrollo en la antigüedad, hubo intentos de limpiarla. Tanto Platón como Aristóteles, al usar el término eros, trataron de eliminar de él cualquier concepto de lo demoníaco. Todavía se usaba para implicar expresiones sensuales y afectos sensuales, pero sin la connotación negativa de lo demoníaco que se le atribuía.
Así, Stauffer en el trabajo que hace con ella, hace todo lo posible para mostrar el desarrollo de eros, pero de nuevo, solo para el beneficio de que podamos entender que esta palabra no se usa para el amor, ya sea en su función preplatónica con el concepto de lo demoníaco o incluso después de que haya sido limpiada por los filósofos griegos, sigue estando ausente del texto del Nuevo Testamento. Lo que sí encuentras en el Nuevo Testamento son los otros dos tipos de amor, philia y agapé. Ahora, en la palabra que viene de philia, estamos familiarizados con ella como parte del nombre de una ciudad en el Nuevo Testamento y una ciudad estadounidense, Filadelfia. Y cuando hablamos de la ciudad de Filadelfia, esa ciudad tiene un apodo; es llamada la ciudad que abuchea a Santa Claus. No, ese no es el apodo que tenía en mente. La ciudad de Filadelfia es conocida como la ciudad del amor fraternal.
De nuevo, la palabra adelphos en griego significa hermano y phileó aquí se refiere al amor. Entonces tomamos el concepto de hermano, el concepto de amor, los unimos y tenemos la ciudad de Filadelfia. Ahora, por lo general, pensamos en phileó o philein como un tipo de amor que se experimenta entre amigos, cuando nos llevamos bien, cuando tenemos un profundo afecto el uno por el otro, pero no llega al tipo de amor trascendente del que se habla en términos sobrenaturales en el Nuevo Testamento con respecto al agapé. Podemos hablar del amor al prójimo o tan solo ser buenos amigos con la gente y ejercer la amistad. Pero el concepto supremo de amor que encontramos en el Nuevo Testamento es esta palabra agapé, la cual tiene su base y fundamento en el carácter de Dios mismo. Es esta clase de amor que es derramado en nuestro corazón por el Espíritu Santo.
Recuerden que cuando empezamos este estudio del amor de Dios, vimos la enseñanza de Juan en las epístolas donde Juan dice, ustedes saben que debemos amarnos unos a otros porque el amor es de Dios y todo el que ama es nacido de Dios. Ahora, obviamente, no tienen que nacer de nuevo, no tienen que tener una transformación sobrenatural del carácter para experimentar el amor fraternal. Hay un amor natural que podemos experimentar aparte de nuestra regeneración. Pero pasar al nivel, al nivel más alto de agapé es otro tema completamente diferente. Ahora nos tomaremos un tiempo, luego, para hacer un análisis más profundo de ese tipo de amor y cómo se ve el ágape al examinar, o al menos examinando brevemente en dos sesiones espero, 1 Corintios 13, el capítulo favorito del amor en el Nuevo Testamento.
Cuando Pablo habla de amor, está hablando de un tipo específico de amor, Él está hablando del amor agapé y ese es el más grande de todos. Y veremos eso por separado, pero por ahora vemos que hay este tipo especial de amor en el Nuevo Testamento que los cristianos poseen en virtud de haber renacido por el Espíritu Santo y tener este amor derramado en nuestros corazones. Por el cual ahora tenemos la capacidad de imitar el amor de Dios, que estamos llamados a practicar. Que Dios nos ama con agapé y debemos manifestar ese agapé con el amor que tenemos el uno por el otro y el amor que manifestamos en nuestro comportamiento en todo lugar.
Ahora permítanme tomarme un tiempo para ver un par de referencias en el Nuevo Testamento que hablan sobre las demandas que Dios nos impone después de haber vivificado nuestras almas para amar. Una de las enseñanzas más radicales de Jesús es el mandato que da a Sus discípulos de amar a sus enemigos. Recuerdo haber escuchado conferencias de Jay Adams hace muchos, muchos años sobre el problema de cómo los matrimonios se están separando con una facilidad cada vez mayor en nuestro país y él contó que habló con una persona que estaba a punto de divorciarse y dijo, esta persona le dijo a Jay cuando la estaba aconsejando, que quería divorciarse de su esposa porque ya no la amaba. Y Jay dijo: «Bueno, espera un minuto. Se te ordena amarla. La Biblia dice: “Maridos, amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia”. No es opcional para ti. No puedes decidir que ya no la amas. Debes amar a tu esposa».
Él dijo: «No es que simplemente no la ame», dijo, «simplemente no quiero vivir en la misma casa con ella». Y Jay le dijo: «Bueno, supongamos que ella se muda, o tú te mudas y vives al lado. Entonces ella sería tu prójimo y Dios dice que tienes que amar a tu prójimo». Y este hombre le dijo al Dr. Adams: «No entiende. No soporto a esta mujer. Ni siquiera quiero vivir en el mismo vecindario». El Dr. Adams dice: «Oh, ya veo. Lo que me estás diciendo es que tienes sentimientos de hostilidad hacia ella». Y él dijo: «Sí, eso es verdad». Él dijo: «En otras palabras, la consideras como tu enemiga». Y el tipo podía ver lo que venía. Él dijo: «¿Necesito recordarte lo que Cristo ordena a Su pueblo: amar a sus enemigos?». Así que no había otro lugar para que este pobre hombre fuera después de estar bajo este tipo de interrogatorio de Jay Adams. Pero es radical. Es un pensamiento radical que Jesús introdujo en el Sermón del monte cuando dijo a Sus discípulos que estaban llamados a trascender los límites humanos del amor, incluso a amar a sus enemigos.
Veamos el texto. Lo he reproducido en mi libro «Amado por Dios», del cual he estado tratando de seguir el esquema básico de este libro en esta serie de sesiones. Pero aquí en Mateo 5:43-48 leemos esto que Jesús dijo: «Ustedes han oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”». Ahora nota que cuando Jesús presenta esto, no dice: «Escrito está: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo». Cuando Jesús usa la frase introductoria «escrito está» está haciendo referencia específica y explícita a las Escrituras del Antiguo Testamento. Cuando usa la frase «han oído que se dijo» se refiere, está usando un lenguaje y una expresión idiomática que Sus contemporáneos entendían que se refería al halajá, que era la tradición oral de los rabinos, los rabinos que desarrollaron su teología, que a menudo se apartaba de las enseñanzas del Antiguo Testamento.
Así que tienen que entender que cuando Jesús está corrigiendo el punto de vista de los contemporáneos del Antiguo Testamento, no está desafiando el Antiguo Testamento, está desafiando la comprensión distorsionada del Antiguo Testamento por parte de algunos de los rabinos. Entonces dijo: «Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos…». Este es el amor de beneficencia aquí. «… y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto» [RV60].
Ahora, lo que Jesús está diciendo aquí, es que debes estar completo, así como tu Padre está completo. Es decir, estar completo en el sentido absoluto, es tenerlo todo junto o lo que llamamos integridad. Jesús está diciendo que debes manifestar e imitar nada menos que la integridad de Dios todopoderoso, que ama a las personas, incluso cuando lo odian, que hace el bien a los que persiguen a Su propio Hijo y estás llamado a trascender los sentimientos normales y humanos de odio y venganza que marcan a la humanidad caída. Ahora que estás en el reino, tienes que vivir una ética del reino, cuya esencia es esta doctrina del amor.
Ahora, una de las discusiones bíblicas más interesantes de esto se encuentra en la discusión que Jesús tiene con Pedro al final de la vida de Jesús, después de la resurrección cuando Jesús apareció ante Sus discípulos en el mar de Tiberias y se muestra a Simón Pedro, Tomás y Natanael y demás y en esta discusión, escuchamos estas palabras: «Cuando acabaron de desayunar, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?”». Creo que es interesante que lo llame Simón aquí, no Pedro, porque antes de la discusión en la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo, cuando Jesús lo llamó la roca, sucedió la triple negación de Cristo por Pedro y ahora dice: «Simón, ¿me amas?». Agapé. «Más que estos».
Ahora, hay una ambigüedad en la forma en que se indica en el texto, no estamos seguros de lo que Jesús quería decir. ¿Le estaba diciendo Jesús a Pedro: me amas más de lo que amas a tus amigos aquí, a los apóstoles, a los otros discípulos? ¿O está diciendo: me amas más de lo que ellos me aman? ¿O con «estos» se refiere a sus redes y su equipo de pesca? ¿Me amas más de lo que amas tu vida como pescador? Podría ser cualquiera de esos y no estamos seguros. Pero estamos seguros de que Jesús usa el término «agapé» aquí cuando dijo: «¿Me agapé?». Y Pedro responde a la pregunta. Escucha lo que dice. «Sí, Señor, Tú sabes que te quiero». En otras palabras, hay una reprensión apenas velada aquí, donde Pedro dice: «¿Por qué me preguntas si te quiero? Sabes que te quiero». Pero una de las rarezas de este intercambio es que cuando Jesús dice: «¿Tú me agapé?». Pedro responde: «Sí, Señor, yo te philein». Te quiero con este tipo de amor.
Ahora, aquí está el tema del que los comentaristas no están seguros. ¿Hay alguna sutileza apenas velada aquí, en este intercambio, donde Jesús está diciendo: «Bueno, sí, sé que me philein, tú me phileo, pero ¿me agapé?». La otra cara de esa moneda es que Juan en sus otros escritos, de vez en cuando usa las dos palabras para amor, philein y agapé, indistintamente, como si fueran sinónimos. Así que tal vez no haya un significado particular para el cambio de la palabra amor aquí en esta discusión. No estoy seguro, pero es interesante que lo encontramos aquí en el texto.
Ahora veamos qué pasa a partir de ahí. «Él dijo “Sí, Señor, Tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta Mis corderos”». Este es un mensaje para cada pastor en el mundo. Si amas a Cristo, ¿cómo muestras el amor de Cristo? ¿Es ámame, ama a mi perro? Ámame, ama a mis ovejas. «Si me amas», le dice Jesús a Pedro, «entonces apacientas mis corderos». «Volvió a decirle por segunda vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”». Y de nuevo usa el término agapé. Y él le dijo: «Sí, Señor, Tú sabes que te quiero». De nuevo, philein. «Jesús le dijo: “Pastorea Mis ovejas”». ¿Está Él diciendo lo mismo? Una vez más, simplemente cambiando las palabras, corderos, ovejas o algunos dirán que la responsabilidad del pastor es cuidar al nuevo converso o a las ovejas bebés y tienes que cuidarlos, pero también tienes que cuidar a los adultos, tienes que alimentarlos, tienes que cuidarlos. No lo sé.
Finalmente le dice por tercera vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Pero esta vez, Jesús cambia a philein, después de que Pedro acaba de decirle dos veces que lo quería y con esa misma palabra. Ahora Jesús usa esa palabra de vuelta y le dice: ¿Me quieres así?». Y dice: «Pedro se entristeció porque la tercera vez le dijo: “¿Me quieres?”». No se puede evitar sacar la conclusión de que la razón de esta triple insistencia, este interrogatorio en el que Jesús le pregunta tres veces, es porque tres veces el mundo le había preguntado: «¿Lo conoces?». Tres veces Simón Pedro repudió públicamente a Jesús.
Entonces ahora está siendo restaurado como discípulo, Jesús le pregunta: «Pedro, ¿me amas?». «Sí, Señor te quiero». «Pedro, ¿me amas?». «Sí, te quiero». «Pedro, ¿me amas?». Tres veces. ¿Cómo pasó Pedro por alto el significado de esto? Y no es de extrañar que se entristeciera. Jesús le dijo de nuevo: «Apacienta Mis ovejas. En verdad te digo, que cuando eras más joven te vestías y andabas por donde querías; pero cuando seas viejo extenderás las manos y otro te vestirá, y te llevará adonde no quieras», dando a entender proféticamente el martirio que Pedro experimentaría. «Y habiendo dicho esto, le dijo: “Sígueme”». Independiente de la forma en que Jesús usó el verbo «amar» en este contexto, está claro, según creo que veremos en la exposición del agapé en 1 Corintios 13, que así como Cristo desafió a Pedro a manifestar el amor de Dios que se encuentra en agapé con el ministerio, con el tierno cuidado del pueblo de Dios, así tenemos la misma comisión cuando hemos recibido del cielo este amor que se derrama en nuestros corazones para manifestarlo al cuidar, atender, apacentar y entregarnos a nosotros mismos al pueblo de Dios.