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Toda discusión de la naturaleza de la Sagrada Escritura que incluya la preocupación por su inspiración tiene que hacer frente, al menos en nuestros días y época, a los asuntos de la infalibilidad e inerrancia de las Escrituras. Sabemos que, a lo largo de la historia de la iglesia, el punto de vista clásico y tradicional de la Biblia es que, habiendo venido a través de la inspiración divina, la Biblia ha sido reconocida por la iglesia, en todas las épocas, como infalible e inerrante. Pero con el auge de la alta crítica, particularmente en los siglos XIX y XX, no sólo la inspiración de la Escritura ha sido atacada ampliamente, sino que específicamente, estos conceptos de infalibilidad e inerrancia han sido duramente criticados.
Una de las quejas es que se afirma que la doctrina de la inerrancia fue la creación de la ortodoxia protestante del siglo XVII, a veces conocida como la era del escolasticismo protestante, que corresponde a la era de la historia filosófica secular de la Edad de la Razón y es que la idea de la inerrancia ha sido una construcción racional que era foránea no sólo para los propios escritores bíblicos, sino, incluso para los maestros de la Reforma del siglo XVI. Los críticos de la inerrancia son rápidos en señalar que Lutero nunca usó el término, ‘inerrancia’ y eso es cierto; todo lo que Lutero dijo fue que las Escrituras nunca se equivocan.
Ahora, no sé cuál podría ser la diferencia entre la inerrancia conceptual y el concepto de algo que nunca erra, pero ciertamente, la idea fue sostenida en común por los maestros de la Reforma. Y tampoco fue para ellos una innovación en el siglo XVI, ya que, si regresamos a Tertuliano, a Ireneo y particularmente a San Agustín, veremos estos conceptos claramente declarados por ellos. Pero el punto más específico es, ¿cuál es el punto de vista de la Biblia de sí misma? Ahora, reconocemos que hay otros libros en este planeta como el ‘Libro de Mormón’, y el ‘Corán’ y otra literatura sagrada de otras religiones del mundo que dicen venir a través del origen divino y la inspiración divina, y la Biblia también hace esa afirmación.
Ahora, no soy alguien que cree que esa afirmación es verdadera solo porque la Biblia lo dice, porque si algo es cierto sólo porque se hace la afirmación, entonces tendríamos que conceder la misma verdad al ‘Libro de Mormón’ y a estos otros libros. Pero el argumento dice así: Puesto que esta es realmente la Palabra de Dios y la Palabra de Dios dice ser la Palabra de Dios y si realmente es la Palabra de Dios, su afirmación debe ser así. Así que, en este caso, es la Palabra de Dios. Bueno, creo que es la Palabra de Dios y creo que es Dios quien está haciendo la afirmación de que es la Palabra de Dios y no creo que haya ninguna autoridad más alta que Dios mismo.
Pero de nuevo, la pregunta es, ¿cómo reconozco esa palabra en otras afirmaciones de otros lugares? Pero esa es otra pregunta. Es significativo, sin embargo, para la iglesia, que la Biblia afirma venir a nosotros por inspiración divina, porque si no es así, entonces esa fuente que tenemos para las verdades más importantes de nuestra vida, se le está dando una afirmación exagerada a su propia integridad y su propia autoridad, y eso tendría consecuencias y repercusiones muy graves. Una vez más, la iglesia ha visto históricamente que la Biblia, de toda la literatura escrita en la historia, es infalible de forma única.
Y la palabra, ‘infalible’, puede definirse como la que no puede fallar, es sin defecto; es incapaz de tener un error. Y lingüísticamente, el término ‘infalible’, es un término superior al término, ‘inerrancia’, por esta razón: podría escribir una lista de compras inerrante sin ninguna afirmación de inspiración divina. He rendido exámenes como estudiante en la escuela primaria, exámenes de ortografía donde teníamos 20 preguntas y las hice bien y obtuve un 100%. Mi examen fue inerrante; no requerí de la inspiración del Espíritu Santo para hacer eso. Y por supuesto, ser inerrante durante un pequeño período de tiempo y en una arena muy restringida no me hizo infalible, como las pruebas ortográficas posteriores verificarían, ya que era capaz de cometer errores.
Ahora, digo eso por una razón, porque gran parte de la controversia de hoy implica cierta confusión sobre ambos términos, por eso echemos un vistazo a algunos de estos problemas. Un gran grupo cristiano en su confesión histórica hace la afirmación de que la Biblia es la única regla infalible de fe y práctica. Ahora, he visto a aquellos que han desechado este concepto y lo han reemplazado con otra declaración que suena muy similar a esto, y esa declaración dice así: que la Biblia únicamente es infalible cuando habla de fe y práctica. Suenan iguales, ¿cierto? Pero son tan diferentes como la noche lo es del día. Echemos un vistazo al primero.
Cuando esta declaración dice que la Biblia es la única regla infalible, el término ‘única’, restringe la Biblia de todas las otras reglas posibles, y dijo, de todos los libros, de todas las normas, de todas las autoridades, sólo hay una que es infalible en su capacidad autoritativa de gobierno y esa, es la Biblia. Y es una regla infalible ¿de qué? De fe y práctica. Ahora, se refiere aquí a la fe y la práctica de los cristianos. Ahora, en ese sentido, esto diría que la Escritura –la Escritura es la regla de nuestra fe, que tiene que ver con todo lo que creemos y es la regla para nuestra práctica, que tiene que ver con todo lo que hacemos.
Ahora, nota cómo estas palabras cambian su orientación cuando llegamos a esta otra declaración. Ahora decimos que la Biblia sólo es infalible cuando – por lo que esto ahora no está restringiendo la Biblia de otras fuentes u otras reglas, sino que ahora la palabra, únicamente, restringe una porción de la Biblia misma y dice que hay una infalibilidad limitada de la Biblia, no que la Biblia es la única regla infalible en todo lo que dice, sino, en este caso, sólo una parte de la Biblia es infalible. Y eso es lo que llamamos inerrancia limitada, que se ha vuelto muy popular en nuestros días; sólo es infalible cuando habla de fe y práctica.
Ahora, ¿te das cuenta de que aquí arriba, los dos términos, «fe» y «práctica», son palabras para capturar el todo de la vida cristiana? ¿Qué más hay fuera de lo que creemos y lo que hacemos para ser gobernados? Pero aquí, ahora la fe y la práctica se refiere a una parte de la enseñanza de la Escritura que puede distinguirse de lo que la Biblia dice sobre la historia, lo que dice sobre la ciencia del mundo y lo que dice sobre asuntos culturales y así por el estilo. Que, en otras palabras, ahora la Biblia está restringida en su autoridad sólo cuando habla de asuntos religiosos de fe, pero cualquier otra cosa de la que hable puede fracasar, como asuntos de historia. Tal vez la Biblia es incorrecta cuando nos habla de lo que realmente ocurrió en el mundo antiguo. Así que hay que tener cuidado con la forma en que estos términos se utilizan en las declaraciones teológicas. Ahora, en el análisis final, el asunto de la autoridad de la Biblia descansa para la iglesia sobre el tema de la autoridad de Cristo.
Hace varios años, de hecho, a principios de los 70, ministerios Ligonier patrocinó y organizó una conferencia sobre la autoridad de las Escrituras en Pensilvania. Un libro fue publicado producto de esa conferencia que se llamó Palabra Inerrante de Dios, editado por John Warwick Montgomery, el estudioso luterano. Y tuvimos estudiosos de todo el mundo que se unieron en un simposio para discutir el tema de la inerrancia de la Biblia, y sin colusión previa, cada estudioso que estaba allí llegó a la interrogante de la autoridad de la Biblia cristológicamente – es decir, vinieron con esta pregunta en mente: ¿Cuál era la perspectiva de Jesús de la Escritura? Porque era el deseo de estos estudiosos tener una visión de la Biblia que no era más y, de ninguna manera, nada menos que el punto de vista de la Escritura enseñado por Jesús mismo.
Ahora, inmediatamente siento el peso del problema porque la única manera que sabemos de la perspectiva de Jesús de la Biblia es leyendo la Biblia, y así podríamos encerrarnos aquí en un argumento circular vicioso diciendo que Jesús enseñó esto en la Biblia, y sin embargo sólo sabemos acerca de lo que Jesús dijo en virtud de la Biblia. Pero si volvemos y vemos esto paso a paso, aquellos que son críticos de la infalibilidad de la Escritura y los estudiosos bíblicos que son aficionados a atacar pasajes particulares de la Biblia, y dicen oh, estas fueron redacciones posteriores que vendrían después de la muerte del Apóstol o algo así, y no nos ponen en contacto con las enseñanzas auténticas de– de Jesús o de los apóstoles.
De ese grupo de escépticos y críticos, existe un acuerdo generalizado de que las porciones de la Escritura que son menos discutidas con respecto y con relación a su autenticidad histórica son aquellas porciones de la Escritura que contienen las declaraciones de Jesús sobre la Escritura. Realmente no hay una disputa seria en el mundo teológico sobre qué postura Jesús tenía de la Biblia. Yo diría que a la gente le gusta Barth, Brunner, Paul Althaus, incluso Rudolf Bultmann, Joachim Jeremias, C.H. Dodd, por nombrar sólo a algunos de los estudiosos de renombre y estudiosos de la alta crítica del siglo XX, todos ellos estuvieron de acuerdo con que un hombre, el Jesús humano histórico de Nazaret creyó y enseñó una visión muy alta y exaltada de la Escritura, que era común al judaísmo del primer siglo, a saber, que la Biblia no era nada menos que la Palabra de Dios inspirada, que Jesús hizo comentarios como este: «Tu palabra es verdad”.
La Escritura no se puede violar. “No se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se cumpla”. Y hay, como he mencionado antes, la forma en que Jesús trató las Escrituras del Antiguo Testamento, donde basaría su caso en el giro de una sola palabra y simplemente diría: «Escrito está», para resolver una disputa teológica. Así que lo que estoy diciendo es que hay pocos, muy pocos, si los hay, estudiosos que desafiarían la postura de que Jesús de Nazaret enseñó lo que la iglesia durante dos mil años ha estado enseñando. Pero al mismo tiempo, estos estudiosos que hacen tal afirmación cambian de opinión y dicen que Jesús estaba equivocado en su postura de la Escritura. Ahora, la primera impresión al escucharlo es sonrojarse, te preguntas por la arrogancia de tal declaración de un teólogo cristiano. Tú dices, «Bueno, tengo una postura de la Escritura que es la correcta, y voy a tener que corregir a Jesús en su enseñanza a la iglesia sobre la naturaleza de las Escrituras.»
Pero se apresuran a añadir que no sólo Jesús estaba equivocado acerca de su postura de la Escritura, sino que está bien que se equivocara porque estaba influenciado por la postura prevaleciente de la primitiva comunidad judía precientífica de su época, y en su naturaleza humana, no tenía ninguna manera posible de saber que la postura actual de la Escritura que era popular en su época era errónea. Y también se apresuran a señalar que, si tú argumentas que Jesús era omnisciente en su naturaleza humana y que lo sabía todo, que esto sería una herejía cristológica, porque la cristología de la iglesia enseña históricamente que la omnisciencia pertenece a la naturaleza divina y no a la naturaleza humana, y tocando su naturaleza humana, había cosas manifiestamente que Jesús no sabía. Cuando lo presionaban sobre el día y la hora de su regreso, por ejemplo, les dice a sus discípulos que este día no ha sido revelado y que los ángeles no lo saben e incluso el Hijo no lo sabe, pero sólo el Padre lo sabe.
Así que Jesús mismo puso un límite a su propio conocimiento y así que el que nos diera una postura falsa de la Escritura es excusable porque no tenía forma de saberlo. En respuesta a eso, los estudiosos ortodoxos dirían: «Espera un minuto. No es necesario que Jesús sea omnisciente para ser nuestro Redentor, y concedemos que, tocando su naturaleza humana, Él no tenía el atributo de la omnisciencia. “Obviamente, la naturaleza divina sí la tenía, pero la humana no. Pero el asunto mayor, el asunto más profundo aquí es la falta de pecado de Cristo, porque si Cristo cometió un pecado, sería descalificado como nuestro Salvador; no podía hacer una expiación por su propio pecado, y mucho menos por el nuestro.
Y entonces la pregunta se convierte en, ¿sería pecaminoso que un maestro que dice no enseñar nada excepto lo que ha recibido de Dios enseñe un error? ¿Sería un pecado para una persona, un profeta, por ejemplo, entrar a escena y decir: ‘¿No digo nada en mi propia autoridad, sino sólo en aquello que se basa en la autoridad de mi Padre que me envió”, y luego enseñar el error? ¿Qué pensarías de un profesor que entró al aula de clase y dijo: «Hoy, no sólo voy a proclamarte la verdad, sino que soy la verdad”, ¿y luego lo atrapaste en un error flagrante? Las Escrituras tienen una ética sobre la enseñanza, que muchos no debemos hacernos maestros, porque con la enseñanza viene un mayor juicio.
Ahora, tengo la responsabilidad moral como maestro de no engañar o mentir a mis alumnos. Si mis alumnos me hacen una pregunta y no sé la respuesta a esa pregunta, estoy obligado a decir: «No sé la respuesta a esa pregunta». O si mi pensamiento es tentativo sobre el asunto, debería decirles, «Mira, tal vez es esto; tal vez sea eso. Me inclino en esta dirección», porque el maestro tiene mucho poder de influir en el pensamiento de aquellos que están estudiando bajo su alero. Y nadie tuvo mayor influencia y autoridad como maestro en toda la historia humana que Jesús de Nazaret y si Él le está diciendo a la gente que Moisés escribió de Él y que Abraham se alegró de ver su día y la palabra no se puede violar y la Escritura es verdadera y Él está equivocado, es culpable por eso, porque Él no tiene que ser omnisciente para ser responsable de poner un límite a su propia certeza donde realmente cae ese límite.
Así que yo diría que, si Jesús estaba equivocado acerca de la enseñanza que Él nos da acerca de un asunto tan crucial como la autoridad de la Biblia misma, entonces no puedo imaginar a nadie tomándolo en serio por todo lo demás que enseñó. Ahora, por el propio pedagogo de Jesús, Él reprendió a los fariseos por colar el mosquito y tragarse el camello y dijo: «Si os he hablado de las cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las celestiales?» Y, sin embargo, ahora tenemos toda una generación de teólogos que dicen que Jesús estaba equivocado sobre las cosas terrenales, el tema de la transmisión del Antiguo Testamento, y así por el estilo, pero Él todavía es eminentemente confiable con respecto a las cosas celestiales.
Tenemos toda una generación de teólogos que han colado el mosquito y se han tragado un mosquito del tamaño de un camello atacando la exactitud y confiabilidad del Señor mismo de la iglesia. Decimos que la Biblia es la única regla de fe y práctica porque creemos que es la regla que ha sido delegada por el único Señor de la iglesia de quien es la regla, y cuando tenemos una generación de cristianos diciendo: «Creo en la autoridad de Jesús, pero no en la autoridad de Jesús con respecto a la autoridad de la Biblia», ahí es donde me bajo del barco.
Así que creo que es significativo que empecemos, no en un círculo, asumiendo la autoridad de la Biblia, pero si la Biblia nos enseña, por ejemplo, que Jesús era incluso un buen hombre, o si la Biblia puede darnos suficiente información histórica confiable básica que podamos decir que es básicamente confiable – lo suficientemente confiable como para llegar a la conclusión de que Jesús era un profeta, y luego nos enteramos de que este Jesús, a quien hemos conocido por información confiable, nos dice que esa fuente de información que sólo hemos considerado básicamente confiable hasta este punto nos dice que es más que básicamente confiable, entonces no nos hemos movido en un círculo, sino progresivamente desde un punto de partida básico de apertura histórica, a la crítica, a la confiabilidad histórica, al conocimiento histórico de la enseñanza de Jesús, a la enseñanza de Jesús, que nos dice que esa fuente no sólo es básicamente fiable, sino absolutamente confiable porque es nada menos que la Palabra de Dios.
Y si la Palabra de Dios no puede fallar, y no puede errar, no yerra. Ahora, el concilio sobre Inerrancia Bíblica ha hecho mucho por estudiar los matices del significado de ese término, «inerrancia». Tenemos un folleto en Ligonier donde hay un comentario sobre los artículos de afirmación y negación de la declaración de Chicago, hace varios años, explicando en detalle la doctrina de la inerrancia y usted puede solicitarlo poniéndose en contacto con Ligonier. Pero por ahora, simplemente voy a decir que la inerrancia es el término menor y sigue irresistiblemente al concepto de infalibilidad; si algo no puede errar, entonces de forma manifiesta, no yerra, y no se equivoca con respecto a la verdad.
Todo lo que la Biblia tiene que ser para pasar la prueba de la crítica es absolutamente consistente con sus propias afirmaciones, con las afirmaciones de Jesús y eso significa con respecto al concepto del Nuevo Testamento de verdad, aleteia. Y si definimos la verdad de la manera en que lo hace el Nuevo Testamento, entonces creo que no hay razón bajo el sol para que la gente discuta la inerrancia absoluta de la Biblia.