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Transcripción
En nuestra última sesión, vimos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén y hablamos de Jesús cumpliendo tres oficios del Antiguo Testamento, el oficio de profeta, sacerdote y rey. Por supuesto, con ese entusiasmo con el que Jesús fue recibido por las multitudes, está el contraste con las autoridades del Sanedrín y de la élite religiosa, quienes estaban indignados por la entrada triunfal de Jesús. Empezamos a ver las nubes de tormenta que se van acumulando y la situación tornándose rápidamente en extremo ominosa.
Vamos a ver por un momento Lucas 22, el versículo 1. Leemos las siguientes palabras: «Se acercaba la Fiesta de los Panes sin Levadura, llamada la Pascua. Y los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo dar muerte a Jesús, pero temían al pueblo». Y continúa diciendo que: «Entonces Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, que pertenecía al número de los doce apóstoles. Y él fue y discutió con los principales sacerdotes y con los oficiales sobre cómo entregarles a Jesús. Ellos se alegraron y convinieron en darle dinero. Él aceptó, y buscaba una oportunidad para entregar a Jesús sin hacer un escándalo».
Se nos dice aquí que mientras se prepara la Fiesta de los Panes sin Levadura, el tiempo de la Pascua, en ese mismo momento, los líderes están iniciando una conspiración para deshacerse de Jesús y hacen un trato con uno de los doce, Judas Iscariote, para que Judas lo traicione. Mientras todo eso está sucediendo aquí, al mismo tiempo, Jesús está haciendo provisión para celebrar la Pascua con Sus discípulos. Y leemos el texto: «Llegó el día de la Fiesta de los Panes sin Levadura donde la Pascua debía sacrificarse y Él envió a Pedro y a Juan y les dijo: “Vayan y preparen la Pascua para nosotros, para que la comamos”»
Y luego cuenta la historia de esos preparativos. Y el versículo 14 dice: «Cuando llegó la hora, Jesús se sentó a la mesa, y con Él los apóstoles, y les dijo: “Intensamente he deseado comer esta Pascua con ustedes antes de padecer; porque les digo que nunca más volveré a comerla hasta que se cumpla en el reino de Dios”». Aquí vemos que Jesús está empezando a entrar en lo que se llama «Su pasión». Él es consciente de Su inminente ejecución. Él es consciente de que será traicionado. Él es consciente de que también será negado públicamente por Pedro. Y todo esto sale a relucir en la celebración de la última cena. Pero hay una palabra aquí en el texto en la que quiero detenerme por un momento, cuando dice: «Cuando llegó la hora».
A lo largo del ministerio de Jesús, se hacen múltiples referencias a Su hora y en ocasiones Él dice: «Mi hora aún no ha llegado». Y hay una doble referencia a esa hora. En primer lugar, está el lado oscuro y espantoso de la hora, Su hora más oscura cuando será crucificado. Pero después Él también ve más allá de esa hora, la hora en que será glorificado. Pero ahora, la hora de la crisis está cerca y se da cuenta de que Sus horas de vida en Su cuerpo están contadas. Tengan en cuenta que la celebración de la Cena del Señor, que Jesús está instituyendo aquí, ocurre en menos de 24 horas antes de Su ejecución. Así que, aparte de su vida posterior a la resurrección, esta fue Su última noche viva en el cuerpo, en la tierra.
Y Él tiene este gran deseo, por última vez, de celebrar la Pascua con Sus discípulos y entonces hace estas provisiones para que se reúnan en el aposento alto para celebrar la Pascua. Recordarán por qué esta celebración era tan importante para el pueblo judío, que Dios ordenó que la observaran todos los años sin falta porque, en primera instancia, la Pascua conmemoraba la acción redentora de Dios para salvar a Su pueblo en el momento del éxodo. Recordarán las diversas plagas con las que Dios visitó a Faraón y a Egipto y el mandato a Faraón cuando dijo: «Deja ir a mi pueblo». «Que se vayan para que puedan salir al desierto, a la montaña y adorarme allí». Y la última y peor de las plagas, por supuesto, fue el juicio que Dios envió sobre Faraón y sobre Egipto con el asesinato de sus hijos primogénitos y no solo de sus familias sino también de su ganado.
Y así Dios designó a este ángel vengador, este ángel de la muerte para que viniera y trajera muerte sobre los egipcios y sobre la casa de Faraón. Sin embargo, dio instrucciones detalladas para salvar la vida de Su propio pueblo y la de Sus hijos y su ganado. Y ya saben lo que hizo. Dio instrucciones para que cada familia seleccionara un cordero sin mancha, matara a ese cordero y tomara la sangre de ese cordero y la colocara en los postes de las puertas para que cuando viniera el ángel de la muerte, viera la sangre del cordero manchada en el marco de la puerta y supiera que esa era la casa de una persona judía y pasara de largo por esa casa y las personas que estuvieran allí dentro escaparían de la condenación de Dios.
Sabemos que, como resultado de eso, el mayor acto redentor en el Antiguo Testamento ocurrió cuando Dios perdonó a Sus hijos, luego los liberó de las manos de Faraón y de la esclavitud en Egipto y los apartó después del éxodo y los hizo Su santa nación, diciendo: «Yo seré tu Dios y ustedes serán Mi pueblo». Y así, cada año se celebraba el Séder de Pésaj en cada hogar y el padre debía explicarles a los niños por qué estaban celebrando la comida de Pascua. Ahora, como dije, la primera referencia de la Pascua fue celebrar algo que había tenido lugar en el pasado. Fue un llamado a conmemorar: Nunca olviden cómo los redimí de los egipcios a través de la sangre del cordero pascual.
Pero, este evento no solo miró hacia atrás en el tiempo, sino que en la economía de la providencia de Dios, estaba mirando hacia adelante, al futuro, hacia la Pascua final, hacia la Pascua perfecta cuando el perfecto Cordero pascual sería sacrificado, terminando así con el sistema de sacrificios de una vez por todas, que en la sangre de este Cordero el pueblo estaría experimentando un éxodo mayor, no tan solo un éxodo de la esclavitud del Faraón, sino de la esclavitud de Satanás mismo, de la esclavitud de la muerte, porque este éxodo llevaría a Su pueblo, literalmente a la Tierra Prometida del cielo, a la Jerusalén celestial, al templo celestial. Así que, Jesús reúne a Sus discípulos en el aposento alto y mientras pasa por el Séder, mientras pasa por la liturgia de la Pascua, Él la cambia.
¿Puedes imaginar lo significativo que fue para cualquier judío, después de que la Pascua fue inicialmente instituida, tener la audacia de cambiar su liturgia? Bueno, la única persona en el mundo que tenía la autoridad para hacer cambios tan drásticos en la liturgia era el mismo Jesús porque la Pascua se trataba de Él. Él es el Cordero pascual. Él es Aquel investido por Dios con la autoridad para dar una nueva comprensión, un nuevo significado a este sacramento del Antiguo Testamento, por así decirlo. También podría decir que, antes de ver esos cambios en la liturgia, que lo que está sucediendo aquí en términos de la obra de Cristo no es tan solo el cumplimiento de la Pascua, sino que es el final del antiguo pacto porque en ese aposento alto nació la iglesia del Nuevo Testamento.
La mayoría piensa que la iglesia nació en el día de Pentecostés. No pienso así. Creo que la iglesia nació allí en el aposento alto cuando Jesús instituye el nuevo pacto. Y cuando se instituían los pactos, tenían que ser ratificados con sangre y la ratificación de este nuevo pacto que Jesús instituye en el aposento alto tiene lugar la tarde siguiente, cuando el pacto es ratificado con la propia sangre de Jesús. Y así anuncia este nuevo pacto. Después de tomar el pan y cambiar el significado del pan diciendo: «Este es Mi cuerpo». Ahora hay una controversia interminable sobre lo que Jesús quiso decir cuando dijo: «Este es mi cuerpo». ¿Estaba identificando ese pan consigo mismo? ¿Se usó el verbo «ser» ahí como cópula? Es decir, una identificación, como decir que «¿este pan es idéntico a Mi cuerpo?». Hay mucha gente que piensa que sí.
En los debates y discusiones de los reformadores, Lutero tomó la posición sobre si el pan era o no en realidad el cuerpo de Cristo. Y al igual que Nikita Khrushchev en las Naciones Unidas, Lutero golpeó la mesa diciendo: «Hoc est corpus meum. Hoc est corpus meum. Este es Mi cuerpo». Todos sabían que eso fue lo que dijo, pero también dijo: «Yo soy la puerta por la cual los hombres deben entrar». Y nadie interpretó eso en el sentido de que Jesús literalmente debía ser visto como el roble y la chapa y las perillas y las bisagras. Es obvio que entienden que el uso del verbo «ser» también significa con frecuencia, «esto representa» y cuando estás pasando por una liturgia y Jesús toma un elemento que había simbolizado algo en el pasado, ahora Él indica que simboliza algo nuevo, es decir, no la ofrenda del cordero pascual del pasado, sino la ofrenda de Su propio cuerpo, Su propia vida.
Y luego se nos dice que, de la misma manera, después de haber cenado, Él tomó la copa. Bebían la copa cuatro veces diferentes en el Séder. En esta ocasión, Jesús, de nuevo, cambia la liturgia y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto en Mi sangre, que es derramada para la remisión de vuestros pecados. Y cuando coman de este pan y beban de esta copa, proclaman Mi muerte hasta que Yo venga». Y es interesante para mí que, en la iglesia primitiva, los cristianos se reunían cada semana y celebraban este sacramento del nuevo pacto, no solo una vez al año, sino una vez a la semana porque entendían que era de vital importancia para comunicar, para demostrar la importancia de la cruz y del nuevo pacto y del Cordero que fue inmolado, el Cordero sin mancha, el perfecto sacrificio pascual. Y eso es lo que celebramos cada vez que nos reunimos en la iglesia y disfrutamos de la Cena del Señor.
Ustedes saben que las iglesias están irremediablemente divididas en su comprensión de lo que sucede en la celebración de la Cena del Señor. Y las disputas no solo son largas, muy largas. Pueden volverse ásperas porque la pasión es tan grande. Todo el mundo entiende. Es extremadamente importante lo que estamos haciendo aquí. Entonces, ¿qué está sucediendo en realidad? ¿Qué conexión tiene Jesús con ella? En la Iglesia católica romana, la iglesia desarrolló una doctrina de transubstanciación, seguro han oído de ella. Y la doctrina de la transubstanciación solo enseña que, en el milagro de la misa, el pan y el vino, los elementos del pan y del vino, se transforman en la sustancia del cuerpo y la sangre de Cristo, de modo que Jesús en cuerpo, de forma física está allí en el cuerpo y en la sangre.
Y usando las categorías de Aristóteles que dijo que cada objeto tiene tanto sustancia como accidentes, no en el sentido de percances desafortunados; los accidentes se refieren a las cualidades externas y perceptibles de algo. Mi abrigo es azul y ese azul es una cualidad externa del abrigo. Roma usó la idea y distinción aristotélica y dijo, la fórmula es que, en el milagro, el pan y el vino, la sustancia del pan y del vino se transforman en la sustancia del cuerpo y la sangre de Cristo, pero los accidentes del pan y del vino siguen siendo los mismos, lo que significa que el pan todavía se parece al pan, sabe a pan, si lo dejas caer al suelo, suena a pan, se siente como pan. Para todos los sentidos observables, todavía parece que es pan porque tiene las cualidades externas del pan, pero ya no es pan. Su esencia, su sustancia es el cuerpo y la sangre de Cristo.
Lutero pensó que eso implicaba más milagros de los necesarios y era algo frívolo, por lo que, lo modificó para decir, que no, que Cristo está presente en, debajo y a través de los elementos, pero no hay cambio de sustancia y accidentes como tales. Pero ambas doctrinas insistían en la presencia real y física de Cristo en la última cena. Calvino, por supuesto, tenía un gran problema con eso, remontándose al Concilio de Calcedonia de la iglesia en el siglo V en 451, cuando la iglesia declaró que en el misterio de la encarnación estaban las dos naturalezas. La naturaleza divina y la naturaleza humana se unieron en perfecta unidad, que esa unión no tenía mezcla, confusión, separación o división, cada naturaleza conservaba sus propios atributos.
Es decir que, en la encarnación, la naturaleza humana de Jesús no está deificada. La naturaleza humana conserva sus atributos humanos. Y la naturaleza divina conserva sus atributos divinos. Así, la naturaleza divina puede estar en Perú, Chile, Bolivia y Honduras, al mismo tiempo, pero no la naturaleza humana. La naturaleza humana está limitada en espacio y tiempo por las limitaciones naturales de la humanidad. Roma evadió esto, al igual que Lutero, con la doctrina de la comunicación de los atributos, es decir que, el cuerpo de Jesús, Su cuerpo humano es capaz de estar en todos estos lugares al mismo tiempo porque la naturaleza divina comunica el poder de la ubicuidad u omnipresencia a la naturaleza humana. Yo, estoy convencido de que eso es una grave violación de… de Calcedonia y representa una postura docética de Jesús y destruye por completo la realidad de la naturaleza humana de Cristo.
Ahora, en nuestra iglesia creemos, que Jesús está de verdad presente, pero está presente por Su naturaleza divina. Su naturaleza divina no está separada de la naturaleza humana. La naturaleza humana está en el cielo, también lo está la naturaleza divina, pero la naturaleza divina también está aquí. Y estamos conectados al Jesús completo en virtud de la presencia de la naturaleza divina, de modo que Él está aquí. Otros han dicho y argumentado, históricamente, de forma opuesta, que todo es simplemente simbolismo y que el sacramento solo representa a Jesús y no hay sentido de ninguna presencia divina o trascendente de Cristo en el sacramento.
Pero estos debates siguen y siguen y siguen precisamente porque la iglesia entiende que cuando Jesús, la noche antes de morir, celebró la Pascua por última vez, tenía la plena intención de establecer un sacramento que enriquecería a Su iglesia y haría que Su pueblo recordara lo que Él logró al ofrecer ese sacrificio perfecto, siendo el Cordero sin mancha, pero también que mirara hacia adelante y prefigurara el banquete supremo en el cielo, en la Fiesta de las Bodas del Cordero, cuando nos sentemos con Él en el banquete de la casa Su Padre, en el cielo. Por esto Jesús iba a permitir que se lo llevaran, no permitiría que los soldados llegaran antes de tiempo para interrumpir o suspender la institución de este sacramento tan importante.