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Nuestro estudio de hoy nos lleva a una sección totalmente nueva en el Antiguo Testamento, estamos saliendo de la sección sapiencial —que va desde Job hasta Cantares— y ahora entramos en la última sección principal del Antiguo Testamento conocida como los profetas.
Y hoy en esta sesión queremos mirar a Isaías, que es el primero de los 17 libros proféticos que tenemos al final del Antiguo Testamento.
Isaías fue colocado aquí de primero de manera intencional, él es un profeta mayor, pero además es el principal profeta mayor. Así que queremos examinar sus escritos y ver si aborda las doctrinas de la gracia, ¿habla de la soberanía de Dios? ¿habla de la Depravación Total del hombre? ¿aborda el tema de la Elección Soberana? Etcétera.
Así que al abrir el libro de Isaías podemos decir que él es conocido como el profeta evangélico, porque hay mucho Evangelio en este libro. Desde el primer capítulo, en la portada de este libro se nos confronta de inmediato con la doctrina de la Depravación Total.
Comenzando con el versículo 4 del capítulo 1, leemos: “¡Ay, nación pecadora, pueblo cargado de iniquidad, generación de malvados hijos…” —la idea es que la maldad se transmite de padre a hijos— “…hijos corrompidos! Han abandonado al Señor, han despreciado al Santo de Israel, se han apartado de Él”.
Y esto es dentro de la nación de Israel, ¿cuánto más no estarían las naciones paganas viviendo así? Pero en los versículos 5 y 6 vemos una descripción impactante de cómo se propaga la contaminación del pecado dentro de la gente de la nación, “¿Dónde más seréis castigados? ¿Continuareis en rebelión? Toda cabeza está enferma, y todo corazón desfallecido. De la planta del pie a la cabeza no hay en él nada sano, sino golpes, verdugones y heridas recientes; no han sido curadas, ni vendadas, ni suavizada con aceite”.
¡Qué declaración de Depravación Total!, él dice literalmente desde la coronilla hasta la planta de los pies; y aquí la imagen metafórica es que la propagación del pecado ha ido a la cabeza, la mente, la perspectiva, la cosmovisión ha pasado al corazón, los deseos, los afectos y se extiende hasta los perímetros de la vida, toda la persona interior está enferma, la peste mortal del pecado se ha propagado a todo el ser interior.
El hombre no es intrínsecamente bueno, es intrínsecamente malo, esa es la declaración de la Escritura, y aquí es donde comienza Isaías. —¡Oh! Ahí un predicador probablemente se guardaría esto, y lo metería al final del libro porque simplemente es demasiado polémico, es demasiado negativo, pero aquí es donde Isaías comienza su mensaje y no hay buena noticia mientras no se conozca las malas noticias, son las malas noticias las que hacen que las buenas noticias sean noticias grandiosas.
Así que él comienza donde comienza Pablo en Romanos 1, versículo 18, tenemos que saber cuán malo es el hombre antes de poder siquiera comenzar a entender lo gloriosa que es la gracia de Dios, y por eso, esto que nos dice.
Vamos al capítulo 6, versículo 5; es un texto de la Escritura que R.C. Sproul ha dado a conocer muy bien en la Santidad de Dios: “Los ángeles claman Santo, Santo, Santo es el Señor de los ejércitos, Dios es Santo, más Santo, Santísimo”, y cuando estamos en la presencia de la Santidad de Dios se revela lo profano que somos, mientras más nos acercamos a la luz, más vemos nuestras propias imperfecciones y “Dios es luz, y en Él no hay tiniebla alguna”, 1era de Juan 1:5.
Y así, Isaías es confrontado con la santidad de Dios, por favor observen la única respuesta lógica en el versículo 5, “¡Ay de mí! Porque estoy perdido, pues soy hombre de labios inmundos”, —yo pienso, espera un momento Isaías, tú eres el profeta, lo mejor que tienes son los labios— “No, soy un hombre labios inmundos y en medio de un pueblo de labios inmundos habito”, toda la nación está plagada de pecado, toda la nación tiene labios inmundos porque toda la nación tiene un corazón inmundo, —¿y por qué he llegado a entender esto, a esta convicción? — Isaías responde, “porque han visto mis ojos al Rey, el Señor de Gloria”.
Observen, cuando vemos la Santidad de Dios de inmediato vemos nuestra propia contaminación, iniquidad, transgresión y maldad.
Y eso es lo que testifica Isaías, y eso es cierto, respecto a toda la nación, toda la nación es apóstata, toda la nación es incrédula, toda la nación está por caer bajo el juicio de Dios, y en general la nación es religiosa, pero está perdida. Hay un remanente dentro de Israel —no todo Israel es Israel y el corazón de algunos ha sido circuncidado, pero en general son personas religiosas plagadas por el pecado y no conocen a Dios. La declaración de Isaías no es una hipérbole, su declaración es verdadera.
Vayamos al capítulo 14, versículo 26, donde leemos una declaración dramática sobre la soberanía de Dios —Isaías capítulo 14— comencemos en el versículo 24: “Ha jurado el Señor de los ejércitos”, y cuando el Señor jura, lo hace por su propia santidad, Él jura por su propio nombre, no hay un nombre más alto por el cual Dios pueda prometer realizar lo que testifica, que poner su mano sobre su propio corazón, por así decirlo, y jurar por sí mismo. “Ha jurado el Señor de los ejércitos, diciendo: Ciertamente, tal como lo había pensado, así ha sucedido; y tal como lo había planeado, así se cumplirá”, esa es la soberanía de Dios al máximo, sí. Esa es la soberanía de Dios a plenitud.
Ahora, miren el versículo 26 donde refuerza lo anterior, “Este es el plan acordado contra toda la tierra, y esta es la mano que está extendida contra todas las naciones. Si el Señor de los ejércitos lo ha determinado, ¿quién puede frustrarlo?”. Es una pregunta retórica cuya respuesta es tan obvia que Isaías ni siquiera se molesta en responderla, la respuesta es: ¡Nadie puede frustrar los planes y propósitos de Dios!
Luego hace una segunda pregunta retórica, “Y en cuanto a su mano extendida”, —que Dios extienda su mano significa, que Dios pone su mano sobre los asuntos de la historia, y que encamina activamente el corazón del Rey y ordena las circunstancias—, cuando Dios extiende su mano “¿quién puede volverla atrás?” ¿Quién puede golpear la mano de Dios? ¿Quién puede doblegar de alguna forma la mano de Dios? Y la respuesta es nadie, ni siquiera los reyes más fuertes sobre la tierra, ni siquiera todos los reyes juntos pueden mover un ápice el plan o el propósito, o la mano de Dios.
Y esto es tan importante, tiene que ver con los asuntos providenciales de Dios respecto a las naciones, si es cierto de las naciones en un argumento de lo mayor a lo menor, cuánto más para que un pecador sea salvo. No, lo que Dios planifica, Él lo realizará y su gracia es irresistible, es un Llamado Eficaz.
Continuemos indagando en Isaías, vamos al capítulo 41, versículos 8 y 9, y aquí vemos la Elección Soberana de Dios, los propósitos soberanos de Dios, en Isaías 41 comenzamos a ver en el versículo 8, leemos: Pero tú, Israel, siervo mío, Jacob, a quien he escogido, descendiente de Abraham, mi amigo; tú, a quien tomé de los confines de la tierra, y desde sus lugares más remotos te llamé, y te dije: “Mi siervo eres tú; yo te he escogido y no te he rechazado”, Dios se reserva el derecho a escoger aquellos que usará, y esto se refiere a Israel y a los descendientes de Abraham, en el versículo 8.
Incluso se refiere a un reino convertido llamado Ciro, a quien Dios usará como su siervo. Esto lo veremos en el capítulo 45, así que ya sea alguien salvo o no, creyente o incrédulo, Dios tiene propósitos para ambos, vasos de ira preparados para la destrucción que Él usa como hizo con Faraón, vasos de misericordia sobre los cuales ha puesto su gracia salvadora.
¡Oh! Él tiene propósitos para ellos, para que lo alaben y lleven a cabo la tarea del Evangelio aquí sobre la tierra.
Isaías 42, versículo 18, otra declaración de la Depravación Total del hombre, Isaías 42, versículo 18, este es el texto en el que se basó Charles Wesley cuando escribió, “¡Oh, que tuviera lenguas mil para poder cantar las glorias de mi Dios y Rey!”, observen, “Sordos, oíd; ciegos, mirad y ved. ¿Quién es ciego sino mi siervo, tan sordo como el mensajero a quién envío? ¿Quién es tan ciego como el que está en paz conmigo, tan ciego como el siervo del Señor? Tú has visto muchas cosas, pero no las observas; los oídos están abiertos, pero nadie oye” —tienes ojos, pero no ves, tienes oídos, pero no oyes.
Esa es la depravación del corazón humano, hasta cierto punto escuchas lo que Dios está diciendo, pero no llega hasta el corazón, en ese sentido escuchar y no obedecer, es no escuchar en absoluto. Tienes ojos, ves las letras impresas en las páginas de la Escritura, pero no ves, porque no ves tu necesidad, y no respondes a ella.
Así que, aquí vemos, que, los sordos tienen oídos, pero no escuchan, los ciegos tienen ojos, pero no ven y aquí esto representa a la nación, el pueblo étnico escogido por Dios, pero están fuera de la gracia salvadora de Dios. Miren el capítulo 43, versículo 10, “vosotros sois mis testigos y mi siervo a quien he escogido”, Dios se reserva el derecho a escoger aquellos que le servirán.
Miren el versículo 11, “Yo, yo soy el Señor, y fuera de mí no hay salvador. Yo soy el que lo he anunciado, he salvado y lo he proclamado, y no hay entre vosotros dios extraño; vosotros, pues, sois mis testigos —declara el Señor— y yo soy Dios. Aun desde la eternidad, yo soy, y no hay quien libre de mi mano; yo actúo ¿y quién lo revocará?” La respuesta es nadie, lo que Dios escoge, la manera en que Dios actúa, ningún hombre, ni nación, ni pueblos, ni reyes, ni gobernadores pueden frustrar el propósito eterno de Dios.
Para quede aún más claro, le pido que miremos el capítulo 46 —Isaías 46, versículo 8 y siguientes: “Acordaos de esto, y estad confiados; ponedlo en vuestro corazón, transgresores. Acordaos de las cosas anteriores ya pasadas, porque yo soy Dios, y no hay otro; yo soy Dios y no hay ninguno como yo”. ¿Qué es entonces lo que distingue al único Dios vivo y verdadero de todos los dioses falsos de las naciones vecinas? ¿Qué separa al Dios único y verdadero del cielo y la tierra que lo hace tan distinto a los ídolos hechos por manos humanas? Bueno, muchas cosas, pero en el versículo 10 él da esta respuesta: “Que declaro el fin desde el principio”, esto significa que Dios se sitúa al principio y declara lo que sucederá al final, y lo que está implicado en todas las cosas, al regresar al principio.
Él está en el principio, y no solo declara lo que sucederá en cinco minutos, en diez minutos, y luego en quince minutos, es decir, Él hace eso, pero se sitúa al principio y declara el final mismo, y luego declara todos los pasos y todos los medios para llevar a cabo el fin.
Sigamos leyendo, “y desde la antigüedad lo que no ha sido hecho”, esto significa que siempre ha sido así, aun desde tiempos antiguo, Dios ha declarado el futuro desde el pasado. “Yo digo: Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré”, no una parte de lo que quiero hacer, sino todo lo que quiero hacer. Él da un ejemplo de esto en el versículo 11: “Yo llamo del oriente un ave de rapiña”, esta ave de rapiña del oriente es identificada en la próxima línea, “y de tierra lejana al hombre de mi propósito”, esta persona fue mencionada en Isaías 45, versículo 1, se trata de Ciro quien es el rey sobre los medos y los persas; e Isaías lo está llamando por su nombre cien años antes de que siquiera ascendiera al trono.
¿Te gustaría darnos el nombre del presidente de los Estados Unidos dentro de cien años?, bueno Dios lo hace, nos da incluso el nombre de Ciro cien años antes de aparecer en el escenario del mundo. Dios dice: ¡oh sí!, yo lo llamo como si fuera un ave amaestrada, Dios solo silva y un réprobo incrédulo se presenta ante el Rey a fin de llevar a cabo el propósito de Dios, que es romper el yugo del imperio babilónico, liberar al pueblo de Dios para que puedan volver a la tierra prometida.
Ahora bien, Dios podía simplemente haber hablado de la nada y ellos habría sido liberados y habrían vuelto, pero no, los caminos de Dios son tan misteriosos, Dios llama a un rey malvado desde otro país para que venga a este país a conquistar a fin de liberar al pueblo de Dios para que puedan volver de la cautividad babilónica, y reconstruyan el templo y la santa ciudad de Jerusalén.
Dios había determinado este asunto mucho más allá de lo que podemos comprender. Es algo así como la señora que le habló a G. Campbell Morgan, después de que él predicó en la capilla de Westmister; él estaba predicando sobre lo grande y magnífico que es Dios, y posteriormente en la entrada esta mujer con guantes blancos le tomó la mano y le dijo: “Doctor Morgan ¿puedo orar por cosas pequeñas o solo oro por cosas grandes?” —Y él la miró y le dijo: “Todo en tu vida es pequeño, nada es grande comparado con Dios” —Dios tiene cada pequeño detalle bajo control y está trabajando sobre ello, ¡nada es grande! ¡Solo Dios es grande! Todo lo demás son pequeñas moléculas en el universo que obedecen su mandato.
Así que miremos este texto otra vez, versículo 10 “que declaro el fin desde el principio y desde la antigüedad lo que no ha sido hecho. Yo digo: “Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré”. Yo llamo del oriente un ave de rapiña, y de tierra lejana al hombre de mi propósito. En verdad he hablado, ciertamente haré que suceda; lo he planeado así lo haré”. Ese es Dios, me encanta que Dios sea Dios, y que Dios esté llevando a cabo todas las cosas según el consejo de su voluntad, y que esté causando que todo opere para su Gloria y para el bien de su pueblo.
Mira el capítulo 48, versículo 3 [repite], “Las cosas pasadas desde hace tiempo las declaré, de mi boca salieron y las proclamé. De repente actué y se cumplieron”. Ese es Dios, alegrémonos.
Veamos Isaías 53, versículo 1 —y nuevamente tendremos que hacer esto como los Salmos, donde solo estamos mirando pasajes aislados que atraen nuestra atención—. Isaías 53, versículo 1: “¿Quién ha creído a nuestro mensaje?”. Esa es una declaración de Depravación Total, la respuesta es nadie.
¿Por qué no creen todos? ¿Por qué no hubo un embotellamiento frente a este edificio para entrar aquí hoy? ¿Por qué el tráfico no se atasca cada domingo en la mañana, en la calle de la iglesia? ¿Quién ha creído? Y la respuesta es nadie, aparte de un remanente en el que Dios está obrando. Esto habla de la Depravación Total del corazón humano —¿Quién ha creído a nuestro anuncio?
Vayamos por favor a Isaías 59, versículo 7 [repite], una declaración de Depravación Total: “Sus pies corren al mal, y se apresuran a derramar sangre inocente”, esto también es parte de la cita de Pablo en Romanos capítulo 3, versículos 15 al 17, cuando argumenta acerca de la depravación total del corazón y de la vida humana, en cada persona que no está en Cristo.
Continuamos leyendo en el versículo 7: “Sus pensamientos son pensamientos de iniquidad, desolación y destrucción hay en sus caminos. Camino de paz no conocen, y no hay justicia en sus senderos; han torcido a su favor las sendas, cualquiera que ande en ellas no conoce la paz”.
Y luego en el versículo 10 hace esta descripción, “Vamos palpando la pared como ciegos”, en otras palabras, tenemos ojos, pero no vemos y andamos a tienta como los que no tienen ojos, tropezamos al medio día, es decir, el sol está afuera, pero no podemos ver. Básicamente está diciendo que no pueden ver espiritualmente a donde van, una vez más es una afirmación de la Depravación Total del corazón humano.
Y conclúiremos con Isaías 64, versículo 6 [repite], esta es una declaración muy amplia y abarcadora: “Todos nosotros somos como el inmundo… y todas nuestras obras justas”, —esto es lo mejor que tenemos para ofrecerle a Dios, son como trapos de inmundicia, y entendemos que se trata de un trapo menstrual femenino—; “todos nos marchitamos como una hoja, y nuestras iniquidades, como el viento nos arrastran. Y no hay quien invoque tu nombre, quien se despierte para asirse de ti; porque has escondido tu rostro de nosotros y nos has entregado al poder de nuestras iniquidades”, y este reconocimiento, “Mas ahora, oh Señor, tú eres nuestro Padre, nosotros el barro, y tú nuestro alfarero”, y Pablo tomará este tema en Romanos capítulo 9, pues él saca del mismo barro algunos vasos preparados para destrucción y otros vasos preparados para salvación, todo es conforme a la soberana voluntad de Dios, ¿no es así?
Libro tras libro en el Antiguo Testamento, a veces capítulo tras capítulo, a veces versículo tras versículo, vemos estas doctrinas de la gracia. Una vez comenzamos a ver esto en la Biblia, a donde quiera que vayamos nos están esperando y ahí están.