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Continuando con nuestro estudio de la santidad de Dios, quisiera que veamos ese aspecto de la santidad de Dios que creo que tal vez puede provocar más angustia que cualquier otro aspecto, me refiero a la relación de la santidad de Dios con su justicia. Ya vimos que mucho de lo que sabemos sobre el carácter de Dios está revelado en las páginas del Antiguo Testamento y creo que una de las razones por las que luchamos tanto con el concepto de justicia e ira de Dios, por ejemplo, es porque parece que ya no pasamos mucho tiempo leyendo y estudiando el Antiguo Testamento.
Actuamos como si el cristianismo estuviera basado solamente en el Nuevo Testamento, como si el Nuevo Testamento pudiera mantenerse aislado, independiente de sus raíces, lo cual es un grave error. Si queremos entender el Nuevo Testamento, primero debemos tener algún conocimiento del Antiguo Testamento, porque, por ejemplo, todo el drama que tiene lugar en el ministerio de Cristo está íntimamente ligado y relacionado con lo que sucedió en la historia pasada, la cual está registrada en las páginas del Antiguo Testamento.
Pero creo que parte de nuestra lucha es que leemos sobre situaciones en el Antiguo Testamento que francamente nos chocan. Parecen ser tan distintas al clima del Nuevo Testamento. No sé cuántas veces he escuchado a la gente decir: me encanta leer acerca de Jesús, es tan tierno, amable y misericordioso, pero lucho con el retrato de Dios que encontramos en el Antiguo Testamento. Dios parece tan cruel y duro y despiadado en el Antiguo Testamento. Y creo que algunos de los pasajes que originan este tipo de respuesta han sido llamados por los teólogos “pasajes difíciles” de la Biblia.
Y me gustaría que analicemos uno de los que hoy encontramos en el libro de Levítico, a inicios del capítulo 10. Leemos este relato: “Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová.”
Ahora, permítanme hacer una pausa aquí, por un segundo, y solo mirar esa breve descripción. Moisés, por supuesto, fue la primera persona consagrada por Dios para ser el sumo sacerdote de Israel. De hecho, toda la descendencia sacerdotal de la tribu de Leví es conocida como el sacerdocio Aarónico a raíz del primer sumo sacerdote Aarón. Y Aarón, por supuesto, acompañó a Moisés en todos los encuentros que Moisés tuvo con Faraón y demás.
Y Dios invirtió buen tiempo y fue muy detallista en definir con precisión cuál debía ser la función del sacerdote, qué tipo de ropa debía usar y aun cómo debían fabricarse esas prendas. Dios se deleitó con un decreto divino de detalles precisos. Entonces Aarón dedicó su vida entera a este oficio sacerdotal. Y si puedo especular por un segundo, estoy seguro que él estaba muy emocionado cuando vio también la consagración de sus hijos al sacerdocio.
Ahora, en esta breve historia que les acabo de leer, lo que pasó fue que Nadab y Abiú, los dos hijos de Aarón, vinieron al altar del incienso y ofrecieron, lo que la traducción que leí llama, fuego extraño delante de Jehová. Otras traducciones simplemente dicen: “ofrecieron un fuego que no tenían por qué ofrecer” fuego que Dios no les había ordenado. No sabemos con exactitud cuáles fueron los ingredientes de esta situación particular.
No sabemos si estaban participando en algún tipo de ritual pagano en el altar o si estaban jugando alguna broma en el altar o participando en algún tipo de innovación y culto experimental que Dios no había instituido. No estamos seguros de qué era exactamente lo que estos dos jóvenes sacerdotes estaban haciendo. Pero sabemos lo que sucedió, que tan pronto como ofrecieron este fuego sobre el altar, el fuego explotó y los consumió y los mató en el acto. ¿Cómo entendemos eso? ¿Cómo lo interpretamos? He visto algunas interpretaciones muy interesantes de este texto.
Una era de Immanuel Velikovsky, quien se volvió algo polémico hace varias décadas atrás, cuando se le ocurrió una teoría innovadora de cómo el mundo en un momento estuvo en el camino de un cometa muy parecido al cometa que colisionó con Júpiter en el verano de 1994 y este cometa se acercó lo suficiente al planeta Tierra como para crear un trastorno catastrófico en nuestro planeta llegando a cambiar la rotación de la Tierra.
Detuvo la rotación de la Tierra e invirtió el giro del planeta, lo que creó enormes maremotos y todo tipo de eventos catastróficos. Pero también, de acuerdo a su teoría, este gas nafta cayó del cielo y entró en las grietas de la Tierra y los depósitos subterráneos, que ahora son los depósitos de petróleo que encontramos o los depósitos de gas natural, los cuales están fuertemente concentrados en medio oriente.
En las especulaciones de Velikovsky, era casi como si él estuviera escribiendo una historia en la antigüedad donde Nadab y Abiú salieron una tarde y estuvieron haciendo un hoyo en la tierra y en eso sube un poco de petróleo burbujeante y no tienen idea qué es esto tan interesante, así que vienen y experimentan con eso en un altar y el material les explota en la cara y los mata.
Así es como Velikovsky interpreta esta historia en particular del Antiguo Testamento.
Ahora, podemos sonreír al respecto, pero lo que él está tratando de hacer es dar una explicación natural para esta historia, la cual trata más o menos como algo mitológico. Pero ese enfoque no está muy lejos de lo que está sucediendo en la erudición crítica y en los diversos enfoques que se hacen del Antiguo Testamento.
Una de las suposiciones que se hacen con frecuencia en el mundo académico es que Dios nunca obra sobrenaturalmente. Y que todos los llamados eventos sobrenaturales que se registran en las Escrituras, particularmente en el Antiguo Testamento, deben ser entendidos en virtud de la suposición de que lo que tenemos es un registro de la interpretación mitológica primitiva de los eventos naturales. Ellos asumen que lo que sucedió aquí en el altar, fue un accidente y que ciertamente no fue una acción de Dios.
Recuerdo haber leído un plan de estudios que se presentó en una denominación grande, para ser usado en el programa de la iglesia, dirigido a niños de escuela secundaria, y mientras leía y revisaba el currículo del Antiguo Testamento, el currículo reveló su punto; es decir que algunos eventos en el Antiguo Testamento que se registran allí, son totalmente incompatibles con el carácter de Dios revelado en el Nuevo Testamento.
El Dios de amor que se nos muestra en Jesús, ciertamente nunca mataría a las personas por un simple error en el altar; y probablemente lo que sucedió fue que estos sacerdotes que se estaban desviando de las prácticas normales, tal vez tenía tanta aprensión al acercarse al altar sagrado con la corrupción de lo que estaban haciendo, que en realidad simplemente se pusieron en una posición donde el accidente podría suceder, y fueron asesinados o murieron de miedo.
Esta es también la forma en que se interpreta a menudo la historia de la muerte repentina de Uzza, que veremos más adelante. Tengo un problema con este tipo de interpretación. Tengo una visión más elevada de las Escrituras que eso y no creo que haya nada aquí que no concuerde con el retrato de Dios que se nos da en las Escrituras. Pero, aunque también tengo que admitir que no son solo los estudiosos modernos y las personas modernas quienes luchan con esta historia. Quizás la persona que tuvo la mayor lucha que cualquiera, fue Aarón.
Leemos en el siguiente pasaje en el texto, estas palabras: “Entonces Moisés dijo a Aarón: Esto es lo que el Señor habló diciendo: ‘Como santo seré tratado por los que se acercan a mí, y en presencia de todo el pueblo seré honrado.’ Y Aarón guardó silencio.” Ahora, una de las cosas que creo que es interesante acerca de las Escrituras es la economía en el relato de ciertos eventos. A veces, el registro es tan escueto que nos parece abrupto, ¿no? Es decir, este fue un evento monumental en la vida de Aarón, y todo lo que sabemos es que Moisés le dijo unas cuantas palabras y Aarón calló.
Si podemos leer entre líneas aquí, si me dan esa licencia, podrán notar que Aarón estaba sumamente afligido. Y puedo escucharlo ir a donde Moisés y decir: ¿Qué está pasando acá? ¿Qué clase de Dios es este? He dedicado toda mi vida al servicio de sacrificios en Su nombre y mis hijos cometieron un error en el altar y ¿qué hace Dios? Sin advertencia, sin segunda oportunidad, instantáneamente, inmediatamente, en seguida, Él los ejecuta allí mismo en el acto. Y puedo ver que Aarón está enojado con Dios. Y Aarón va donde Moisés y le dice: ¿Qué está pasando aquí? Y Moisés le recuerda a Aarón la santidad del sacerdocio. Le recuerda a Aarón cómo Dios había instituido esta acción en primer lugar.
Ahora, si miramos hacia atrás, un momento antes en la historia judía, veremos esa institución. En el capítulo 30 del Éxodo, el capítulo comienza con estas palabras: “Harás también un altar para quemar en él incienso; de madera de acacia lo harás. De un codo será su longitud y de un codo su anchura, será cuadrado; y de dos codos su altura.” Y luego, en los versículos que siguen, continuamos con esta descripción detallada de cómo se va a construir el altar y, por consiguiente, cómo se va a usar.
En el versículo 6 leemos: “Pondrás el altar delante del velo que está junto al arca del testimonio, delante del propiciatorio que está sobre el arca del testimonio, donde yo me encontraré contigo. Y Aarón quemará incienso aromático sobre él; lo quemará cada mañana al preparar las lámparas. Y cuando Aarón prepare las lámparas al atardecer, quemará incienso. Habrá incienso perpetuo delante del Señor por todas vuestras generaciones. No ofreceréis incienso extraño en este altar, ni holocausto ni ofrenda de cereal; tampoco derramaréis libación sobre él. Aarón hará expiación sobre los cuernos del altar una vez al año; hará expiación sobre él con la sangre de la ofrenda de expiación por el pecado, una vez al año por todas vuestras generaciones; santísimo es al Señor.”
Entonces esas fueron las instrucciones originales. Y Dios le está diciendo a Aarón, Aarón, esto es lo que debes hacer. Y no permitiré ningún uso no autorizado en este lugar sagrado y en esta función sagrada, porque no solo es santo para el Señor, sino que es santísimo para el Señor. Y más adelante, cuando esto es violado y Aarón le habla a Moisés, Moisés dice que esto es lo que el Señor hablo, Aarón: “Como santo seré tratado por los que se acercan a mí, y en presencia de todo el pueblo seré honrado.”
Y luego viene el breve comentario final, “Y Aarón guardó silencio.” Pueden estar seguros que Aarón calló, porque de repente, ahora es que comprende lo que Moisés estaba diciendo. Moisés estaba diciendo: mira, Aarón, de eso se trata. De esto se trata tu sacerdocio, de que los sacerdotes son apartados y consagrados para acercarse a la presencia de Dios, y esa presencia es santísima; y tú no haces nada profano en la presencia de Dios o sino pereces.
Ahora, sé que esos son tus hijos, y sé que te importan tus hijos, y sé que amas a tus hijos, pero hay algo en juego aquí que es mayor, y ese es el mismísimo honor de Dios. Tus hijos se comportaron de una manera impía en el lugar santísimo. Y Dios no tolerará eso.
Ahora, creo que conmociona nuestra sensibilidad, porque no tenemos ese sentido ardiente de lo sagrado. Nuestras costumbres, nuestros patrones de conducta, están mucho más relacionados con lo profano que con lo sagrado. Nos sentimos cómodos con lo profano. Nos hemos vuelto seculares. Incluso nuestro acercamiento a la iglesia es distinto hoy.
Mencioné antes que, en Israel, con el tabernáculo y con el templo, había una línea clara que se dibujaba, una línea que demarcaba, era la línea entre lo común y lo no común, lo ordinario y lo extraordinario, lo natural y lo sobrenatural, lo profano y lo santo. Y, la entrada al templo era el umbral entre esos dos reinos. Ahora entendemos incluso en el Antiguo Testamento que toda la tierra está llena de la gloria de Dios, y que en un sentido todo es santo ya que está relacionado con Dios, pero hay momentos especiales y lugares especiales que Dios aparta para un uso especial y sagrado. Todavía hacemos eso. Todavía tenemos algo de comprensión del tiempo sagrado y el espacio sagrado. Todavía es parte de nuestro patrimonio y nuestra cultura el celebrar fiestas.
¿Qué entendemos por feriados? Estamos hablando de un tiempo especial, en el sentido de que reconocemos que ese tiempo es diferente de cualquier otro día Es diferente porque tiene un significado especial. Es otro y ha sido apartado. La Navidad es un día que consideramos santo, porque marca un momento en el tiempo que es de especial significado algo sagrado.
Pero incluso, en un sentido craso tenemos en nuestras vidas espacios sagrados. Recuerdo cuando en Pittsburgh, aún era un muchacho, fui a un campo de Baseball y cometí un acto de vandalismo. Pensé que estaba justificado por ser adolescente. No sabía todas las ramificaciones teológicas, pero grabé mis iniciales en el banco de las gradas del jardín izquierdo, junto con las iniciales de mi novia con quien luego me casé.
Y cuando demolieron ese campo de baseball y se construyó un estadio nuevo, me pregunté por un momento. Me pregunté si ese banco de gradas todavía estaba allí. No quería verlo destruido porque era sagrado para mí, en un sentido profano.
Y, lo que Dios está diciendo aquí es que mi altar es santo. Este es un espacio sagrado y si lo violas con lo profano, mueres. Esa es una lección que debemos preservar.
CORAM DEO
En nuestro pensamiento Coram Deo de hoy, permíteme dejarte con este concepto. No tenemos un tabernáculo, pero todavía tenemos lugares sagrados. Todavía tenemos tiempos sagrados. Y vivimos en un mundo que cada vez más está profanando lo que es santo. No es costumbre de Dios enviar fuego del cielo cada vez que transgredimos lo santo. Si fuera su patrón habitual de comportamiento, todos habríamos sido consumidos en llamas hace años.
Pero el registro sigue ahí, y el carácter de Dios todavía está allí, y Dios todavía está muy preocupado por cómo observamos los asuntos que son sagrados.