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El mayor consuelo que he encontrado con respecto al tema de la vida después de la muerte proviene de dos fuentes. Una fuente es la enseñanza de Jesús, las palabras de Jesús. La otra fuente es el ejemplo de Jesús, la obra de Jesús.
Y lo que quiero hacer en este segmento de nuestro tiempo juntos es mirar a algunas de estas cosas que Jesús dijo sobre la vida después de la muerte. No hace mucho tiempo se realizó una encuesta entre los miembros de la iglesia en Estados Unidos y se les pidió que identificaran su capítulo favorito de la Biblia.
Ahora, todos, estoy seguro, han oído hablar de 1 Corintios 13, el capítulo del amor. 1 corintios 13 quedó segundo. ¿Qué? 1 Corintios 15, que estaba después. Vamos a ver 1 Corintios 15 más adelante. El capítulo que quedó en primer lugar en términos de popularidad entre la gente de la iglesia estadounidense fue el capítulo 14 del evangelio según San Juan. Tomemos un par de minutos para mirar ese relato conocido de las palabras de Jesús.
Ustedes entienden la escena. Jesús está con sus discípulos ahora en el aposento alto la noche antes de morir, y empieza este discurso, bueno, no es realmente donde empieza el discurso, es donde empieza el capítulo. Cuando Jesús estaba hablando con sus discípulos, no había un secretario que dividiera sus palabras en capítulos y versículos.
Creo que fue un predicador metodista itinerante a caballo quien hizo estas divisiones de capítulos y versículos en algún momento. Parece que tuvo un mal día esta vez…… porque el capítulo 14 empieza con estas palabras: “No se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas” y sigue. Todos han escuchado ese texto. Si no lo han escuchado estando en la iglesia, lo han escuchado en el cementerio, porque este texto se lee en casi todos los funerales en Estados Unidos. “No se turbe vuestro corazón”.
Ahora, lo que me gustaría que veamos hoy es que cuando Jesús hace esta declaración, “No se turbe vuestro corazón”, no solo sale al escenario y dice ‘aquí está el inicio de mi discurso: “No se turbe vuestro corazón”.
Como dije, hay un contexto para esas palabras. Esas palabras de exhortación tienen lugar en medio de una discusión muy conmovedora que Jesús está teniendo con sus amigos. Y creo que para entender la esencia de su enseñanza, tenemos que examinar el capítulo 13 del Evangelio de Juan.
Quisiera llamar su atención al versículo 21 de Juan, capítulo 13, donde dice lo siguiente: “Habiendo dicho Jesús esto, se angustió en espíritu”. ¿No es eso interesante?
Que Jesús no solo está parado allí, distante como un predicador que amonesta a su congregación, ‘ahora no quiero que todos ustedes se preocupen’. Pero Él está hablando de que ellos se turbaron como resultado de su propio problema.
En el capítulo 13 donde dice: “Jesús empezó a angustiarse”; bueno, ¿qué fue lo que le angustiaba? Estaba angustiado en espíritu y dijo: “En verdad os digo que uno de vosotros me entregará”.
Luego continuó e identificó al traidor como Judas y despidió a Judas diciendo: “Lo que vas a hacer, hazlo pronto”. Y luego pasó a predecir la negación subsiguiente de Pedro.
Y luego, al final de esta discusión, dice en el versículo 33: “Hijitos, estaré con vosotros un poco más de tiempo. Me buscaréis, y como dije a los judíos, ahora también os digo a vosotros: adonde yo voy, vosotros no podéis ir”.
Esto fue sorprendente para sus discípulos que Jesús ahora estaba hablando de la separación y una de las cosas más difíciles que suceden con la experiencia de la muerte de un ser querido es el momento de la separación. Si vamos al Antiguo Testamento, leemos la historia del profeta Elías, quien se encontraba en la casa de esta pobre viuda, la viuda de Sarepta. Y la viuda de Sarepta tuvo un hijo que se enfermó y murió; y cuando Elías entró en escena esta mujer estaba aferrada al cuerpo de su hijo.
Ella estaba reprendiendo al profeta, y en su histeria y enojo, como sabemos, diciendo, si no hubieras venido aquí, si no hubieras estado aquí, esto no habría sucedido. Y Elías ese prepara ahora para traer a este hijo muerto de vuelta a la vida. Y Él le dice a la mujer, ‘suéltalo y dámelo para que pueda vivir’.
Ella no quería soltarlo, pero ella quería que su hijo volviera a vivir. Luego, ella finalmente lo soltó. Y este cadáver fue, entonces, abrazado por el profeta Elías y la sangre empezó a fluir y el corazón empezó a latir y el hijo volvió a la vida una vez más. Pero qué difícil fue para esa madre soltarlo.
Seguro han estado en el hospital al lado de alguien que está moribundo y cuando llega la muerte, y ahora con todas estas máquinas que señalan el fin de la vida, cuando sucede ese momento, por lo general la gente se detiene, no saben qué hacer y no saben qué decir hasta que alguien inevitablemente dice: “Se ha ido” o “ha fallecido”. Y debemos despedirnos. Toda la ceremonia y el proceso del funeral es para marcar ese momento de separación.
Jesús está preparando a sus amigos para este mismo evento en sus vidas, y dijo: ‘Dentro de poco me iré’ y “adonde yo voy, vosotros no podéis ir”.Y les dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros”.
Ahora aquí está uno de los discursos más importantes sobre el amor que Jesús de Nazaret haya predicado; y ha habido un millón de sermones predicados de este texto: ámense unos a otros.
¿Sabes lo que Pedro dice a continuación en el texto? Escucha lo que dice. Pedro le dijo: “Señor, ¿a dónde vas?” Se perdió todo el discurso sobre el amor. Todo lo que escuchó fue decir a Jesús “me voy” la mente de Pedro se apagó.
No quería escuchar ningún sermoncito sobre el amor. Él acaba de recibir la noticia que Jesús se iba.
Entonces Pedro dice: “Señor, ¿a dónde vas?” Y nuevamente Jesús respondió: “Pedro, a donde voy, tú no me puedes seguir ahora, pero me seguirás después”. ‘adonde yo voy, no me puedes seguir’. ¿Ustedes se imaginan lo que esas palabras deben haber sido para Pedro?
Su mente debe haber regresado a la orilla del mar de Galilea, donde toda su vida se puso patas arriba con una palabra: “tú, sígueme”. Y durante los últimos tres años, todo lo que hizo Simón Pedro fue seguir a Jesús. Si Jesús fue a Capernaum, Pedro fue a Capernaum; si Jesús fue a Canaán, Pedro fue a Canaán. Si Jesús fue al monte de la transfiguración, Pedro fue al monte de la Transfiguración. Él siguió a Cristo literalmente.
No era solo una peregrinación espiritual en la que se inscribió en la escuela rabínica de Jesús como discípulo. Y ahora Jesús dijo: “A dónde voy no me puedes seguir más”. Pero Jesús le puso un límite temporal a esa prohibición. Él dijo: “No puedes seguirme ahora, pero después me seguirás”.
Ahora quiero que mantengan eso en mente porque esa es la parte previa a la discusión que no se menciona una vez que empieza el capítulo 14. Volvamos ahora al capítulo 14 donde Jesús dice: “no se turbe vuestro corazón, creed en Dios, creed también en mí.
En la casa de mi padre hay muchas moradas; si no fuera así, os lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar para vosotros. Y si me voy y preparo un lugar para vosotros, vendré otra vez y os tomaré conmigo; para que donde yo estoy, allí estéis también vosotros”.
¿Escuchas lo que Jesús está diciendo? Él está diciendo ‘no puedes seguirme ahora, pero voy a la casa de mi padre y voy a prepararte un lugar para que tú también puedas estar donde yo estoy. Y va a llegar un momento en que voy a llevarte a ese lugar donde yo estoy.
Y lo que me da más consuelo sobre estas palabras de Jesús es lo siguiente. En medio de esta promesa donde dijo ‘voy a preparar un lugar para ti’, da una declaración entre paréntesis que consuela mi alma. Él dijo: “Si no fuera así, os lo hubiera dicho”.
Ya sabes, en un lugar como un hospital se concentra el sufrimiento humano y el dolor de la enfermedad, la dolencia terminal, la muerte.
Uno de los mayores problemas que enfrentan los médicos y el personal hospitalario es el problema de la falsa esperanza. Porque somos criaturas que queremos tener esperanzas en tiempos que se lucha contra la desesperanza, lo que a veces es saludable, pero llega ese momento en la peregrinación de algunos donde la esperanza se agota.
Y luego son vulnerables a los charlatanes y a los explotadores que les ofrecerán algún tipo de esperanza que realmente no tiene sustancia. Y lo que es tan sobrio sobre lo que Jesús dice a sus discípulos es esto. Él dijo, mira, soy un maestro, estoy comprometido con la verdad. Toda mi vocación, toda mi misión es dar testimonio de la verdad.
Soy un rabino de Israel. Entiendo la santidad de la verdad y te digo que no hay nada que te enseñe que no sea lo que aprendí de mi Padre y si esto no fuera así, te lo hubiera dicho. No te permitiría caer en una fantasía supersticiosa.
Me gusta el hecho de que Jesús no dijo: “Si no era así, os lo hubiera dicho”. Él dijo: “Si no fuera así”. Esa es una condición contraria al hecho. Incluso en el idioma griego, la declaración condicional que usa indica una condición contraria al hecho. “Si no fuera así, os lo hubiera dicho”.
Hubiera corregido tu error. No te habría permitido entusiasmarte y crear falsas esperanzas y falsas expectativas solo para quedar avergonzado, abochornado y profundamente decepcionado en algún momento posterior. Pero lo que Jesús está diciendo, damas y caballeros, es lo siguiente: Sé a dónde voy y voy allá para preparar un lugar para ti y no puedes seguirme allí en este momento.
Todavía te queda algo de tiempo para vivir. Todavía tienes una vocación que cumplir. Es posible que aún tengas que pasar por el sufrimiento que falta en la misión que se me han encomendado cumplir, pero hay un momento en que te unirás a mí en la casa de mi Padre. Por lo tanto, Él dice: “No se turbe vuestro corazón”.
Cuando visité un hospital, un centro oncológico, revisé las diferentes secciones y conocí a una doctora que empezó a explicarme algunos de los intrincados procesos de separación entre la sangre y el plasma y plaquetas y leucocitos y todos esos temas; fueron 15 segundos, damas y caballeros, y me di cuenta de que estaba escuchando a un experto. Que esta mujer me estaba hablando como alguien que tiene autoridad.
Si quieres escuchar sobre la vida después de la muerte, escucha a Jesús, porque Él no habla con especulación, ni con superstición, sino como alguien que sabe de lo que está hablando, como alguien que tiene autoridad. Y no solo habla del discurso, sino que transita por el camino. Y demuestra con hechos lo que ha declarado con sus labios.