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Mi poeta favorito de todos los tiempos es Edgar Allan Poe, y la obra de Poe, como saben, es algo pesimista y en ocasiones macabra.
Hace poco tiempo tuve la oportunidad de leer una serie de ensayos críticos que Poe había escrito. Él no solo escribió poesía, sino que también escribió literatura técnica sobre su oficio y sobre teorías generales de estética de la belleza y ese tipo de cosas.
Pero en este ensayo, en particular, Poe plasmó sus ideas sobre cómo debería ser un poema ideal. Él vio que el poema estaba diseñado para provocar al alma, para tener una experiencia de belleza y dulzura, que era algo que trascendía la dimensión cognitiva intelectual de la vida.
Entonces dijo, por ejemplo, que un poema debería poder escucharse en un solo lugar y, por lo tanto, descartó toda la poesía de Homero y la Épica porque era simplemente demasiado extensa para capturar el alma en esta experiencia de belleza.
Luego pasó a ilustrar su idea de la poesía simplemente escribiendo en papel cómo es que compuso su poema más famoso y, por supuesto, ese poema, el más famoso, se llama “El cuervo”. Él analizó en primer lugar cuál creía que debería ser la longitud ideal de un poema y llegó a la conclusión de que debería estar en algún rango alrededor de 100 líneas, y “El Cuervo” está dentro de esa estructura.
Luego él dijo que un poema es algo diseñado para hablar a la emoción y dijo cuál es la emoción más profunda que un ser humano puede experimentar. Él lo contempló y vio la alegría, el miedo y otras emociones de ese tipo, y finalmente llegó a la conclusión de que la emoción más profunda e intensa que experimenta un ser humano es la emoción del pesar.
Bueno, cuando la pena se entromete, él dijo: ‘bueno, el dolor más profundo llega cada vez que experimentamos la pérdida de un ser querido’. La pena nos ataca cuando llega la muerte. Él dijo, ok, ¿cuál es la forma más profunda de dolor? ¿Es la pérdida de un hijo? ¿La pérdida de un padre? ¿La pérdida de un amigo?
Bueno, él pensó que el peor dolor era la pérdida de un ser amado, donde el amor aún no se había consumado. Y por eso decidió escribir un poema sobre un hombre que había perdido a su novia, una relación en la que había invertido tanta esperanza para su propia felicidad, y esa esperanza simplemente se esfumó.
Él dijo, tengo que ponerle un nombre a la mujer y entonces buscó cómo aplicarlo para que suene musicalmente… o un lenguaje sonoro donde las palabras tenían un sonido que comunicaban un sentimiento o una idea,
y entonces decidió usar palabras que tuvieran el sonido “or” para ellos, y puesto que hay algo desolador, incluso en la palabra desolador hay ese sonido “or” y también en la palabra dolor y él hace esto, verán; con frecuencia usa las “Ls” lúgubres, lúgubres, lúgubres, lúgubres en Ulalume y así por el estilo. Él toma este lenguaje, esas palabras que suenan como lo que significan.
Él dijo: “ah, ya sé, llamaré a la joven que muere Leonora. Y luego dijo que la parte más dolorosa del dolor es cuando el dolor se percibe como definitivo e irrecuperable.
Y él dijo, entonces, que la peor expresión que podía pensar en el lenguaje humano para expresar este concepto de pérdida irremediable eran las palabras “nunca más”.
Él dijo, ahora, cuando una persona sufre dolor, la peor situación posible en la que se puede sufrir es en solitario. Al menos aquellos que pierden un hijo o algo pueden encontrar consuelo entre ellos. Se pueden consolar mutuamente.
Pero el que una persona se separe de todos los amigos y compañeros y tenga que pasar por el proceso de duelo completamente sola es la peor experiencia imaginable de duelo que Poe podría imaginar.
Y entonces tomó la decisión de poner a su personaje en un escenario donde estaba solo. Él dijo, pero tenemos que llegar a su corazón; tenemos que llegar a su alma. Tenemos que entender lo que está pensando. Entonces tiene que haber alguna forma de expresión verbal y no podemos tener un soliloquio de cien versos.
Y, sin embargo, si presentamos a otra persona en la escena, entonces el dolor de la soledad se romperá y, por lo tanto, necesitaba un contraste para que su héroe mantuviera una conversación, y se le ocurrió la idea de un animal con el que el afligido pudiera hablar.
Él dijo: Necesito un animal que pueda hablar, y lo creas o no, damas y caballeros, lo primero que le vino a la mente antes de escribir este poema con un animal parlante fue ¿qué? Un loro. ¿Se imaginan que el poema más grande de la historia de Estados Unidos se titule “El loro”?
Hmm, quiero decir, dice el loro, “Nunca más”. Simplemente esto no funcionaría. Él dijo que de los loros se tiene una especie de imagen frívola y colorida por ellos, y que necesitamos algo oscuro, sobrio y sombrío que capture el espíritu de este proceso de duelo, algo así como un cuervo que llega en la noche.
Entonces, lo que Poe hizo fue que compuso el último verso y luego el primer verso y después completó la historia. Permítanme refrescarles la memoria, no vamos a leer todo el poema, sino solo el primer verso y el último par de versos, el primer par de versos y el último par de versos, y les ahorraré los otros noventa.
Recuerdan cómo empieza. “Una vez, al filo de una lúgubre media noche…” ¿Oyen el lenguaje sonoro? “mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido, inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia, cabeceando, casi dormido, se oyó de súbito un leve golpe, como si suavemente tocaran, tocaran a la puerta de mi cuarto. ‘Es—dije musitando—un visitante tocando quedo a la puerta de mi cuarto. Eso es todo, y nada más.’
¡Ah! Aquel lúcido recuerdo de un gélido diciembre; espectros de brasas moribundas reflejadas en el suelo; angustia del deseo del nuevo día; en vano encareciendo a mis libros dieran tregua a mi dolor. Dolor por la pérdida de Leonora, la única, virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada. Aquí ya sin nombre, para siempre”.
Y ahora que él está solo, pensando en la pérdida de Leonora, escucha este golpeteo, este martilleo en la puerta y ya sabes lo que sucede. Se acerca y ve que se trata de este pájaro impío y maligno. El pájaro entra y tiene un vocabulario de dos palabras.
Todas las preguntas que el héroe le hace a este pájaro que habla, reciben la misma respuesta monótona y penetrante: “Nunca más”.
Hasta que hay un in-crescendo de angustia que alcanzamos en el siguiente verso donde el hombre grita de frustración. “¡Profeta! ¡exclamé, cosa diabólica! ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio enviado por el Tentador, o arrojado por la tempestad a este refugio desolado e impávido, a esta desértica tierra encantada, a este hogar hechizado por el horror! … dime, en verdad te lo imploro, ¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad? ¡Dime, dime, te imploro!” Y el cuervo dijo: “Nunca más.” “¡Profeta! Exclamé, ¡cosa diabólica! ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio! ¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas, ese Dios que adoramos tú y yo, dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén tendrá en sus brazos a una santa doncella llamada por los ángeles Leonora, tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más”. ¿Escuchas lo que está preguntando? ¿La volveré a ver del otro lado? ¿Nos reuniremos? El cuervo dice: No. “¡Sea esa palabra nuestra señal de partida pájaro o espíritu maligno! Le grité presuntuoso. ¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica! ¡No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira que profirió tu espíritu! Deja mi soledad intacta. Abandona el busto del dintel de mi puerta. Aparta tu pico de mi corazón y tu figura del dintel de mi puerta. Y el Cuervo dijo: Nunca más.
Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo. Aún sigue posado, aún sigue posado en el pálido busto de Palas en el dintel de la puerta de mi cuarto. Y sus ojos tienen la apariencia de los de un demonio que está soñando. Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama tiende en el suelo su sombra.
Y mi alma, del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo, no podrá liberarse, no podrá liberarse. ¡Nunca más!” Es una experiencia estética, pero tiene un mensaje racional. Es el mensaje de la desesperación total.
Un hombre que mira en el pozo de la muerte y llega a la conclusión de que no hay nada al otro lado. Y no trata de cubrirlo con cosméticos, pero su conclusión es de desesperación total.
Debo contarles de mi propia investigación filosófica, damas y caballeros, que solo hay dos cosmovisiones básicas que creo que tienen algún significado para ellos. Una es el judeocristianismo completo o, por otro lado, sencillamente un nihilismo.
Siento desdén intelectual por aquellos que quieren jugar en ambos extremos contra el punto medio, aquellos que no tienen las agallas para ver que estamos jugando un juego cuyas apuestas son finales aquí. Pablo, el apóstol, lo entendió cuando tuvo que ministrar a la gente de la iglesia que él había empezado en Corinto.
Entendemos que Pablo, el judío Saúl, era con toda probabilidad el hombre más educado en Palestina. Tenía el equivalente a dos doctorados en la escuela rabínica de Jerusalén cuando tenía 21 años. Era un pensador brillante. Y ahora, a medida que su vida cambia debido a su experiencia personal del Cristo resucitado, tiene que enfrentar un problema que surge en una de sus iglesias, una iglesia que había sido acosada por el escepticismo que era parte de la cultura de la época.
La gente en Corinto estaba planteando la pregunta de si era simplemente un asunto de credulidad colocar la fe y la esperanza en la vida después de la muerte. Te das cuenta, ¿no es cierto? que a veces miramos hacia atrás, al primer siglo, y decimos: ‘bueno, por supuesto, esas personas del primer siglo podían abrazar fácilmente la mitología y creer en dioses moribundos y resucitados y en las resurrecciones de la muerte y todo eso, pero nosotros somos más sofisticados que ellos.
Estamos en el siglo 20; estamos en la era científica. Nadie cree en la vida después de la muerte en estos tiempos’. Una cosa es que estas personas ingenuas pre científicas del primer siglo lo crean, y otra cosa es … pero déjenme decirles algo, damas y caballeros.
En el primer siglo, cuando moría la gente, ellos permanecían muertos tan seguido y tan frecuente como lo es hoy. Y las resurrecciones no eran más comunes entonces de lo que son ahora. La muerte ha existido por mucho tiempo. Y la aparente finalidad de esto ha sido algo con lo que el espíritu humano ha tenido que lidiar mientras haya seres humanos que mueren.
Por lo tanto, no debería sorprendernos que incluso en la congregación corintia surgieran personas que miraban dudosamente esta enseñanza central de la iglesia del Nuevo Testamento de que Jesús había resucitado de entre los muertos.
Por eso Pablo escribe esta epístola e intenta lidiar con estos problemas y leemos en el versículo 12 del capítulo 15 de I Corintios esta línea de razonamiento que me gustaría que sigas con cuidado. Él dijo: “Si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos?”
Él dijo: “Si no hay resurrección de muertos, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado”. Ahora lo que vas a ver aquí es algo que no es del todo común en el Nuevo Testamento. Lo que vas a ver es una forma de razonamiento lógico muy estrecha y bien expresada que usa un método antiguo de razonamiento que involucra lo que se conoce como la estructura si/entonces de razonamiento condicional.
Fue una que popularizó la filosofía del escéptico Zenón de Elea, cuando él tomó los argumentos de su oponente y los redujo a lo absurdo. Llevó los argumentos de la gente a su conclusión lógica y demostró que, si tú fueras lógico, si fueras consistente, si creyeras en “A”, entonces la consecuencia de tu pensamiento te conduciría a un sinsentido despreciable.
Entonces, lo que él hace es que pasa por este proceso en una serie de declaraciones de razonamiento condicional. Y empieza simplemente diciendo: bueno, consideremos esto. Si no hay resurrección en absoluto, si … tenemos aquí un negativo universal. Los negativos universales no permiten afirmaciones particulares.
Si no hay resurrecciones, entonces no puede haber una resurrección. No hay resurrección de entre los muertos, entonces, evidentemente Cristo no resucitó. Sigamos la línea de pensamiento, “si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación y vana también vuestra fe”.
Me gusta la forma en que Pablo habla aquí. Él dice, oye, no vengas a decirme eso de que la religión es buena para el alma. ¡Eso no! Si la religión se basa en una premisa falsa, si no hay una realidad correspondiente a la esperanza que se encuentra dentro de nosotros, seamos sinceros; nuestra predicación es un ejercicio fútil.
Nada podría ser más irrelevante que lo que decimos desde los púlpitos de este país, y la fe que expresamos es inútil. Es inútil si Cristo no ha resucitado.
Hablo de esto cada vez que tengo oportunidad porque estamos viviendo en un momento de la historia de la iglesia cristiana donde hemos visto todo tipo de intentos para darnos una versión sintetizada del cristianismo.
Dicen que ya nadie cree en lo sobrenatural. No creemos en lo milagroso; no creemos en los nacimientos virginales y las muertes expiatorias y las resurrecciones y las ascensiones y los ángeles y todo eso. Rudolf Bultmann, el estudioso alemán dice que no puedes usar la quimioterapia moderna, no puedes usar la electricidad, no puedes usar las comodidades de nuestra cultura y aún creer en los ángeles y los nacimientos virginales.
Entonces, la iglesia se queda con un gran problema en sus manos. ¿Qué hacemos con estos miles de millones y miles de millones de dólares en inversiones que hemos realizado en estos edificios y la influencia que tenemos en la cultura y sin mencionar a un par de generaciones de hombres y mujeres que han sido ordenados en el clero que ahora no tiene otro lugar para trabajar? ¿Qué hacemos?
¿Cerramos nuestras puertas y decimos, perdón, nos equivocamos? Eso es lo que está sucediendo en Europa. ¿O tratamos de rescatar de esta religión anticuada algo que todavía tiene valor contemporáneo? – La ética, por ejemplo, de Jesús. Y por eso despojaremos los elementos sobrenaturales de la fe cristiana y preservaremos los elementos naturales de la prudencia y la percepción de este rabino judío e intentaremos continuar de esa manera.
Pablo el apóstol no tuvo tiempo para eso y pensó que era infantil; que al fin de cuentas era inmaduro. Es un tipo de religión establecida por personas que quieren el pastel y comérselo también. Él dijo: seamos sinceros. Saben, si Jesús está muerto, no hay razón para que yo le otorgue un significado permanente… Si no hay resurrección, nuestra fe es vana.