




Nuestro Salvador lleno de gracia
18 julio, 2023




La mayor ganancia
22 julio, 2023Al mismo tiempo justificado y pecador


Nota del editor: Este es el primer capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: La doctrina del hombre
Se cuenta la historia de un periodista que escribió a varios autores y pensadores para hacerles esta pregunta: «¿Qué es lo que está mal con el mundo?». A lo que G.K. Chesterton supuestamente respondió: «Yo». Él reconocía lo que la mayoría no reconoce: que todos los problemas del mundo empiezan con nosotros. Sin embargo, el problema fundamental de la mayoría de la gente es que no se dan cuenta de que ellos son el problema fundamental del mundo. La mayoría cree que son esencialmente buenas personas, básicamente con corazones buenos y en el fondo con buenas intenciones. La mayoría de la gente cree lo mismo de los demás y atribuye lo malo que ocurre a fuerzas e influencias externas.
Esta forma de pensar no solo es terriblemente ingenua, sino también terriblemente contraria a la enseñanza de la Biblia, y aun la iglesia ha adoptado esta forma de pensar. Gran parte de la iglesia no tiene mucho en cuenta la depravación del hombre y, en consecuencia, no tiene mucho en cuenta la gracia y el carácter de Dios. Mientras confesamos que el hombre en su estado natural ante Dios, sin Cristo, es totalmente depravado, podemos estar agradecidos de que debido a la gracia restrictiva de Dios, el hombre no siempre actúa conforme a toda su maldad.


Desde las primeras páginas de su Institución de la religión cristiana, Juan Calvino se empeña en ayudarnos a comprender la relación entre conocer a Dios y conocernos a nosotros mismos, argumentando que si no conocemos bien a Dios, no podemos conocernos bien a nosotros mismos. Este es precisamente el problema cuando se trata de la perspectiva generalizada de que la humanidad es esencialmente buena. Cuando nuestra visión de Dios está aunque sea ligeramente distorsionada, nuestra visión del hombre y de todo lo demás estará severamente distorsionada. Esta es una de las principales razones de muchos de los problemas y males socioculturales y éticos de nuestros días. Si no conocemos a Dios según Su Palabra, ciertamente no sabremos correctamente que el hombre fue hecho a imagen de Dios, que toda la humanidad posee dignidad dada por Dios, que en el pecado de Adán toda la humanidad cayó en un estado de pecado y enemistad con Dios, y que todos los hombres están sin esperanza de reconciliación con Dios, excepto por la gracia intercesora y regeneradora de Dios. La única manera de reconciliarnos con Dios es mediante la vida y la obra de Jesucristo, por cuya justicia, que se nos imputa solo por la fe, podemos ser considerados justos. Entonces podemos presentarnos ante nuestro Dios santo, justo y misericordioso simul justus et peccator, al mismo tiempo justificados y pecadores, y adorarle coram Deo, ante Su rostro y para Su gloria ahora y para siempre.