
Ayudando a nuestros hijos a ser agradecidos
29 noviembre, 2019
¿Es necesario terminar cada oración con “en el nombre de Jesús”?
2 diciembre, 2019Cómo la gratitud moldea nuestro servicio

Nota del editor: Este es el sexto capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: Gratitud.

Todo cristiano debería ser profundamente agradecido por múltiples razones. Encontramos algunas de ellas en Colosenses 3:12-17, donde se enumeran las características de las que debemos revestirnos “como escogidos de Dios, santos y amados” (v. 12).
Dios no nos escogió porque somos más inteligentes, más fuertes o mejor preparados teológicamente que otros, sino por el simple hecho de que Él nos ama. Esto debería humillarnos y a la vez regocijarnos. En Cristo somos santos y somos hijos de Dios, amados por toda la eternidad. Con esta realidad en mente, tú y yo, como creyentes, deberíamos ser humildes cuando interactuamos con otras personas. No somos mejores que ellas; es solo por la gracia de Dios que hemos recibido el perdón de Dios (v. 13) y el amor de Dios. Por lo tanto, debemos amar y servir a Dios en primer lugar, y luego a otras personas. Marcos 10:45 dice: “Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar Su vida en rescate por muchos”.
Un corazón agradecido
No obstante, cuando interactuamos más de cerca con las personas, no nos toma mucho tiempo notar que la gente puede ser complicada y que es pecaminosa. Así que la pregunta es: ¿Cómo reaccionamos? ¿Tendríamos que alejarnos de las personas, por lo menos hasta cierto punto, y mostrarles menos amor y menos servicio centrado en Cristo?
Al pasar mucho tiempo en la Palabra de Dios y al cantar con corazones agradecidos a nuestro gran Dios, somos fortalecidos en nuestro hombre interior para amar y servir.
El mensaje del Evangelio es precisamente lo contrario: ya que tú y yo somos complicados y pecaminosos, Jesucristo vino a salvarnos de nuestros pecados y a hacernos cada vez más como Él. Mientras más crezcamos en semejanza a Cristo, menor será nuestra tendencia a alejarnos de las personas y a negarles nuestras vidas y nuestro servicio. En Colosenses 3:14, Dios dice: “Y sobre todas estas cosas, vestíos de amor, que es el vínculo de la unidad”. Un corazón agradecido se manifiesta en el servicio amoroso a Dios y a otras personas. Mientras más agradecidos seamos por la gracia y el amor de Dios en nuestras vidas, mayor será nuestra disposición, compromiso y determinación a amar y servir a otros, aun cuando sean difíciles y pecaminosos.
Libertad para servir
Como pastor, a veces me canso de la gente complicada y pecaminosa. En esos momentos, tengo que recordarme a mí mismo que Jesús nunca se da por vencido conmigo y que nunca deja de amarme y servirme. En Colosenses 3:15, Dios nos dice: “Y que la paz de Cristo reine en vuestros corazones, a la cual en verdad fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos”. Es la paz de Cristo, el hecho de que Jesús me ha perdonado por completo y me ama perfectamente, la que me ayuda a amar y servir a otros. No necesito que otras personas me den algo de amor o de respeto para yo servirles (aunque todos queremos ser amados y respetados). Solo en Cristo encuentro paz perfecta, aceptación perfecta, amor perfecto y fidelidad perfecta. Nadie me ama más que Jesucristo, y nadie está más comprometido conmigo que Jesucristo. Eso me da una paz que sobrepasa el entendimiento y me libera para amar y servir a otras personas incondicionalmente.
Fortaleza mediante la adoración
Una manera práctica en la que podemos ser fortalecidos para vivir en conformidad a estas grandes verdades se presenta en Colosenses 3:16, donde Pablo dice: “Que la palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros, con toda sabiduría enseñándoos y amonestándoos unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de gracias en vuestros corazones”. Al pasar mucho tiempo en la Palabra de Dios y al cantar con corazones agradecidos a nuestro gran Dios, somos fortalecidos en nuestro hombre interior para amar y servir. El versículo 17 es un cierre maravilloso para este precioso pasaje bíblico: “Y todo lo que hacéis, de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por medio de Él a Dios el Padre”.
Hay un sinfín de razones por las que debemos estar agradecidos de Dios. Mencionaré una más. En Hebreos 12:28-29, Dios nos dice: “Por lo cual, puesto que recibimos un Reino que es inconmovible, demostremos gratitud, mediante la cual ofrezcamos a Dios un servicio aceptable con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor”. El hecho de que el Reino de Dios sea inconmovible nos da seguridad y paz, y es un gran estímulo para servir a nuestro Dios santo, adorándolo con temor y reverencia. Que solo a Dios sea la gloria.