
La historia de Ministerios Ligonier
3 septiembre, 2021
El tiempo y la vocación
7 septiembre, 2021Cuando el cristianismo moldeó las artes

Nota del editor: Este es el segundo capítulo en la serie especial de artículos de Tabletalk Magazine: La historia de la Iglesia | Siglo VII
Los cristianos de hoy frecuentemente hablan de influenciar la cultura a través de las artes. Esto a menudo significa, en términos prácticos, que los cristianos se dejan influenciar por la cultura a través de las artes. En el siglo VII, sin embargo, vemos al cristianismo como una poderosa fuerza imaginativa y estética que inspiraba nuevas y duraderas formas de arte, estilos y creaciones artísticas.
Los evangélicos con frecuencia olvidan los logros artísticos de aquellos días premedievales, ya sea por la aceptación acrítica de las generalizaciones excesivas de la «Era de las Tinieblas» o por el supuesto de que la Iglesia de esos tiempos estaba haciendo concesiones a los paganos que había evangelizado. En realidad, hubo problemas teológicos en el siglo VII, como la atención excesiva a los santos, pero las peores corrupciones de la Iglesia, como el papado infalible, las indulgencias, el reemplazo de la Biblia por el racionalismo escolástico aristotélico y el reemplazo del evangelio por la justicia de las obras, todo eso vino después.

El siglo VII no era un tiempo para ceder ante el paganismo, sino para combatirlo. Las tribus de los bárbaros saqueaban las comunidades cristianas. El norte de Europa todavía era en gran parte pagano y una corriente constante de misioneros enfrentó el martirio. En el Oriente y en África, los cristianos sufrían las invasiones de musulmanes yihadistas militantes.
Pero en medio de las guerras, el caos y la agitación social, el interés por la actividad cultural e intelectual, y el deleite en la imaginación creativa no solo se mantuvieron vivos, sino que fueron fomentados e inspirados dentro de la Iglesia, y de tal manera que eventualmente conquistaría y civilizaría a los bárbaros que estaban fuera de las puertas. Por lo tanto, los cristianos de hoy haríamos bien en emular a nuestros hermanos del siglo VII mientras nos adentramos en nuestro propio tiempo de crisis educativa, barbarie cultural y ataques musulmanes: nuestra propia era de las tinieblas.
Los cristianos cultivaron las artes en dos contextos diferentes, aunque de maneras muy similares. La Europa occidental aún vivía en las ruinas del Imperio romano, que había caído dos siglos antes. Pequeños reinos tribales, algunos cristianos y otros no, proporcionaron cierta medida de orden social, aunque Carlomagno no crearía su Imperio unificado e instituiría la Europa medieval sino hasta el siguiente siglo. La Iglesia estaba en un modo de supervivencia y misionero.
Pero en el Este, el Imperio romano no había caído. La capital de Roma en el Este, Constantinopla, se había transformado en la rica y poderosa civilización bizantina. Aquí la Iglesia, bajo la protección del emperador bizantino, también era rica y poderosa.
Los bizantinos fueron conocidos por su magnífica pero intrincada arquitectura. De Grecia y Roma, tomaron las columnas y las cúpulas. De Asia, tomaron la ornamentación ostentosa y los espacios circulares. Pero fue el cristianismo lo que unió estos elementos en un todo.
Las iglesias bizantinas comenzaron a construirse en forma de cruz. En el centro habría una cúpula sobre el altar, con transeptos que se extendían en ángulos rectos en cuatro direcciones. Tal diseño unía la arquitectura lineal occidental con la arquitectura circular de Oriente. Pero en su esencia está el profundo simbolismo del evangelio, que la gente que viene a adorar a Dios en la iglesia solo puede hacerlo en la cruz de Jesucristo.
Además de este plano de planta cruciforme, que más tarde sería adaptado en Occidente tanto en el estilo románico como en el gótico, las iglesias bizantinas también estaban llenas de esplendor visual. El interior de las cúpulas abovedadas pudiera estar adornado con oro puro. Los pisos pudieran ser mosaicos con miles de piezas colocadas en diseños increíblemente complejos y en las paredes, en el altar y casi en todas partes donde uno pudiera mirar habrían íconos.
Los íconos son estilizados, casi abstractos, con líneas gruesas que dibujan las figuras, rellenas de colores brillantes o de oro. Los ojos, no obstante, son inquietantemente profundos, como si te estuvieran mirando directamente a los ojos.
Sin embargo, algunos de los mayores logros artísticos del siglo VII no se produjeron entre los bizantinos, sino entre el asediado Occidente. Mientras los monjes copiaban las Escrituras a mano, adornaban la Palabra de Dios con ilustraciones de asombrosa belleza. El mayor ejemplo de manuscritos ilustrados del siglo VII es probablemente los Evangelios de Lindisfarne, hecho en un monasterio inglés.
Aun los iconoclastas pueden apreciar el arte de las biblias ilustradas, muchas de las cuales no son representativas: líneas intrincadas entrelazadas y formas laberínticas, orquestaciones de colores y diseños, figuras fantásticas y gárgolas caprichosas, representaciones de figuras que no existen ni en el cielo ni en la tierra. Pero sobre todo, el verdadero arte de los manuscritos ilustrados es la caligrafía misma, un riff sobre la interpretación visual de sonidos y letras que es el lenguaje escrito, un reconocimiento de que el ícono mayor es la Palabra de Dios escrita, que consiste en imágenes visuales de letras en todas sus jotas y tildes.
El siglo VII también fue importante en la historia de la música. Los cantos gregorianos se le atribuyen al papa Gregorio, quien vivió en el siglo VI, aunque esta atribución probablemente sea incorrecta, ya que los cantos gregorianos que tenemos datan del siglo IX. Pero esta forma de canto ciertamente se desarrolló durante el siglo VII.
El canto gregoriano es simplemente una forma de cantar prosa. Su sencilla línea melódica está libre de los estrictos requisitos del ritmo y la métrica y, por lo tanto, puede acompañar cualquier texto. En el siglo VII, esta forma de arte, nuevamente, surgió en la Iglesia, cuya adoración, tanto en Occidente como en Oriente, incluía cantar pasajes de la Biblia.
Personalmente aprecio a las congregaciones reformadas que solo cantan los Salmos en sus cultos. Sin embargo, esos salmos han sido parafraseados en una forma métrica, con una rima y un ritmo regulados, para adaptarse a las estructuras estrictas de nuestra música más moderna. Si usaran formas de canto gregoriano, podrían cantar los Salmos directamente de la Biblia. No hay nada intrínsecamente «católico» en este canto. Tanto los luteranos como los anglicanos han estado cantando los Salmos y otros textos bíblicos de esta manera desde los tiempos de la Reforma.
El siglo VII también marca el comienzo de la literatura inglesa. En el año 672, un monje llamado Caedmon compuso y escribió el primer poema jamás registrado en el lenguaje de los anglos; es decir, anglosajón. De nuevo, fue un poema cristiano, un himno a la creación. Es de esta manera, en una traducción al inglés moderno, como comienza la literatura inglesa:
Now shall we praise the heavenly
kingdom’s Guardian,
The Creator’s ability and His wisdom,
Work of the glorious Father.
[Traducción al español:
Ahora alabemos al Guardián
del reino celestial,
La habilidad del Creador y Su sabiduría,
Obra del Padre glorioso.]
La literatura inglesa daría muchas vueltas, pero comenzó como las otras formas de arte del siglo VII: glorificando a Dios.