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19 mayo, 2022El amor que es paciente y bondadoso

Primera de Corintios 13 es uno de los pasajes más famosos de toda la Escritura, pues allí el apóstol Pablo hace una maravillosa exposición del carácter del amor piadoso. Él comienza mostrando la importancia del amor, diciendo que si tenemos todo tipo de dones, habilidades y logros pero nos falta amor, nada somos (vv. 1-3). Luego, en el versículo 4, comienza a describir cómo es el amor piadoso diciendo: «El amor es paciente, es bondadoso», o como lo presenta una traducción más tradicional: «El amor es sufrido, es benigno» (RV60). Me intrigan este par de palabras: paciencia y bondad. ¿Por qué Pablo colocó estos rasgos al principio de su descripción del amor, y por qué los asoció?
Pablo nos dice que el amor es paciente, que es «sufrido». Me gusta esta traducción más tradicional porque transmite la idea de que amar a otros puede ser difícil. Amar a las personas significa que no las descartamos la primera vez que nos ofenden. En nuestras relaciones, tendemos a ser mucho más pacientes con algunas personas que con otras. Si un amigo de mucho tiempo hace algo para irritarme o molestarme, suelo decir: «Oh, esa es su manera, esa es su personalidad, todos somos humanos, ninguno de nosotros es perfecto». Hago concesiones para él. Pero si conozco a otra persona y veo que se comporta exactamente de la misma manera en que mi amigo se comportó, puede que no quiera relacionarme más con él. Toleramos cosas en nuestros amigos que no toleraríamos en extraños.

El amor que es sufrido no lleva la cuenta en una tarjeta de puntuación. Cuando me ofendes la primera vez, podría decir: «Strike uno», y luego te doy dos strikes más antes de poncharte. Pero si mi amor es sufrido, puedes llegar al strike número setenta y siete y todavía seguiré lidiando contigo.
¿Por qué el amor cristiano es sufrido? Es porque los cristianos imitan a Cristo, quien imita a Dios Padre, y la paciencia es una de las principales características de Dios. La Biblia a menudo afirma que Dios es lento para la ira, que Él es paciente con Su pueblo de dura cerviz. De hecho, Dios se describe a Sí mismo de esta manera: «El SEÑOR, el SEÑOR, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad» (Ex 34:6). Del mismo modo, Pablo habla de «las riquezas de su bondad, tolerancia y paciencia» (Rom 2:4).
Si eres cristiano, ¿cuánto tiempo soportó Dios tu incredulidad antes de que fueras redimido? ¿Cuánto tiempo ha soportado tu continuo pecado? Si no fuera por la paciencia de Dios, pereceríamos. Si Dios nos tratara con la misma impaciencia con la que tratamos a los demás, estaríamos sufriendo en el infierno ahora mismo. Él ha soportado nuestra desobediencia, nuestra blasfemia, nuestra indiferencia, nuestra incredulidad y nuestro pecado, y aún nos ama. Ese es Dios; así es como Él manifiesta Su amor. Muestra Su amor a través de Su paciencia, que es una paciencia duradera.
Estamos llamados no solo a ser pacientes, sino también a sufrir. Debemos ser pacientes con los pecados, debilidades y defectos de la gente aunque nos causen dolor. El amor sufrido implica amar cuando estamos experimentando agravio y dolor. Significa que somos «fervientes en vuestro amor los unos por los otros, pues el amor cubre multitud de pecados» (1 Pe 4:8). De esta manera, reflejamos el amor de Dios, que es sufrido.
Entonces, ¿por qué Pablo asocia la paciencia/el amor sufrido con la bondad? Es posible que suframos heridas u hostilidad por mucho tiempo mientras somos hostiles y tramamos venganza a cambio. Pero eso no es lo que la Biblia quiere decir cuando dice que el amor es sufrido. El amor que es sufrido involucra bondad, porque debemos ser bondadosos en respuesta a la causa de nuestro sufrimiento. La gente bondadosa no es descortés, ni severa, ni malintencionada. Tienen un corazón generoso. Son sensibles y tiernos con los demás.
Creo que mi padre modeló esta característica. Él era verdaderamente bondadoso. Él me demostró la bondad de Dios. No me gustaba cuando llegaba a casa de la escuela y descubría que estaba en problemas por algo que había hecho. Mi madre decía: «Tu padre quiere tener una sesión contigo». Tenía que entrar a la oficina de mi padre y cerrar la puerta, y él decía: «Bueno, hijo, tenemos que conversar». Él me reprendía sin nunca levantar la voz, sin manifestarme nunca su ira, y de alguna manera, después de reprenderme, podía, con mucha delicadeza, restaurarme. Después de eso, salía de su oficina caminando en las nubes. Me sentía feliz, pero también sabía que necesitaba hacerlo mejor la próxima vez. Me inspiraba porque su actitud era muy bondadosa.
Me temo que una persona verdaderamente bondadosa es una rareza. Pero la bondad debe ir unida a la paciencia como manifestación del amor. En pocas palabras, el amor no es impaciente ni descortés. Esta es una imagen del amor de Dios, el mismo amor que el Espíritu Santo cultiva en el pueblo de Dios.