




El laberinto del milenio
28 junio, 2022




Ancianos para la iglesia
28 junio, 2022El evangelio de la realidad


Nota del editor: Este es el séptimo y último capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: Los evangelios
Mateo, Marcos, Lucas y Juan no son suficientes para muchos habitantes del siglo XXI. En su búsqueda de un Jesús más aceptable, novelistas como Dan Brown, de El Código Da Vinci, teólogas feministas como Elaine Pagels, y sus acólitos en los medios de comunicación y la cultura pop están recurriendo a los evangelios apócrifos de los primeros herejes. Se alega que contienen una versión válida y alternativa del cristianismo primitivo, una que puede apoyar el feminismo y la permisividad moral de hoy. Pero la comparación de los evangelios del Nuevo Testamento con los que se escribieron siglos después solo confirma que estos escritos son obras de la historia.
¿Recuerdas el furor que causó el reciente descubrimiento de un antiguo manuscrito titulado El evangelio de Judas? Los medios de comunicación informaron que el documento presentaba a Judas como un buen tipo que entregó a Jesús solo porque este se lo pidió. Los informes daban a entender que la iglesia se había equivocado a lo largo de todos estos siglos, que Judas no era un traidor siniestro, sino un discípulo destacado al que Jesús impartió conocimientos especiales. La cobertura mediática indicaba que ahora tendríamos que reevaluar nuestro conocimiento de Jesús. La traducción se convirtió en un éxito de ventas y National Geographic, que estaba detrás de la publicación del texto, realizó un documental televisivo sobre el tema.


Pero ¿has oído el resto de la historia? Los medios de comunicación que promocionaron El evangelio de Judas no han estado tan atentos a la hora de informar sobre cómo los estudiosos han desmentido todas estas afirmaciones, hasta el punto de acusar a National Geographic de «mala praxis académica». Sin embargo, Chronicle of Higher Education [La crónica de educación superior] ha mostrado cómo la erudición genuina fue secuestrada por el sensacionalismo de los medios, la superficialidad de la cultura pop y las tentaciones comerciales.
Los medios de comunicación omitieron el pequeño detalle de que en el manuscrito Judas no entregaba a Jesús a petición Suya para expiar los pecados del mundo; más bien, Judas estaba empeñado en sacrificar a Jesús a un demonio llamado Saklas. Hasta aquí, esto podría tomarse como una tradición cristiana alternativa.
Pero el mayor problema es que el manuscrito fue traducido de forma deshonesta. Lo que National Geographic tradujo como «espíritu» (con Judas siendo descrito como el «espíritu trece») debería ser traducido como «demonio» (con Judas siendo el «demonio trece»). El éxito de ventas dice que Judas ha sido «apartado para la generación santa». Debería decir «apartado de la generación santa». Quizás el error de traducción más flagrante fue omitir una negativa, diciendo que Judas «ascendería a la generación santa». El manuscrito en realidad dice que Judas «no ascendería a la generación santa».
Los traductores de National Geographic han interpretado el texto para que se lea lo contrario de lo que realmente dice. Aparentemente, incluso los herejes gnósticos que escribieron este documento no pensaban gran cosa sobre Judas.
Pero en el clima religioso actual, todo lo gnóstico tiene un atractivo especial. Los gnósticos creían que el mundo material es una ilusión y que el espíritu es lo único que cuenta. Por lo tanto, el cuerpo y lo que haces con tu cuerpo no tiene importancia. Para los teólogos de hoy, esto significa que el hecho de ser hombre o mujer no tiene ninguna importancia; esos detalles físicos del cuerpo no tienen ninguna relación con las cuestiones espirituales. Así, tenemos a las estrellas de Hollywood, famosas por su promiscuidad y abuso de sustancias, hablando de lo «espirituales» que son.
Lejos de ser una corriente legítima del cristianismo —antes de que, supuestamente, los padres de la iglesia lo declararan una herejía para poder oprimir a las mujeres y construir el cristianismo ortodoxo como una forma de imponer su poder—, el gnosticismo es más bien lo contrario del cristianismo.
Los evangelios reales subrayan la diferencia. Mateo, Marcos, Lucas y Juan son historias realistas. No están escritos en poesía —como los relatos míticos de Homero y Virgilio— sino en prosa, un estilo utilizado para la historia. Como ha observado C.S. Lewis, si los evangelios son ficticios, eso sería un milagro en sí mismo, ya que ese tipo de ficción en prosa realista no se inventaría hasta dentro de dieciséis siglos. En cambio, los evangelios gnósticos —como los de María Magdalena, Felipe y Judas— son en su mayoría diálogos filosóficos inspirados en los de Platón. Además, los evangelios bíblicos se basan en el mundo real y físico —mujeres, bodas, lirios del campo— que los gnósticos rechazaban.
Los evangelios canónicos presentan una imagen común de Jesús. Su personalidad, aunque diferente a cualquier creación imaginativa, es reconocible y coherente en todos ellos, incluso en el Evangelio de Juan, que está escrito de forma muy diferente. La imagen que surge de los evangelios gnósticos es muy distinta. Además del misticismo filosófico plagado de jerga en los diálogos, tenemos a un niño petulante que fulmina a los matones con sus superpoderes, como es descrito en los Relatos de la infancia.
Los relatos de resurrección de los evangelios son especialmente reveladores. Sus relatos parecen estar desconectados. Pero míralos con atención. Se presentan desde el punto de vista de individuos particulares, de modo que vemos a través de los ojos de María Magdalena, de Pedro, de los caminantes a Emaús. Es decir, las narraciones son testimonios oculares.
Jesús, cuyo cuerpo resucitado come pescado, lleva Sus cicatrices y se puede tocar, es el Hijo de Dios encarnado que murió torturado y resucitó para salvarnos de nuestros pecados. Eso es un hecho histórico. Los falsos evangelios, y las novelas y estudios que los apoyan, son pura ficción.