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La causa de la ansiedad
15 marzo, 2022Entrenando a nuestros hijos para la adoración


Hace poco, durante la cena, nuestra familia estaba en la mesa hablando sobre los acontecimientos diarios de la escuela y sobre cómo les estaba yendo a sus amigos. La conversación terminó girando en torno a nuestra rutina del día del Señor, y mis hijos expresaron que nuestro día del Señor es distinto al de las rutinas descritas por sus compañeros. Los viajes a la playa, las fiestas de cumpleaños y otras actividades extracurriculares parecían ser los elementos comunes que llenaban su primer día de la semana. Me entristecí, pero no me sorprendió escuchar que cosas tan buenas de la vida pudieran entrar, desplazar y finalmente reemplazar a la adoración junto al pueblo de Dios en el día del Señor. Supongo que esta tendencia no es exclusiva del centro del estado de Florida, sino que hay muchas personas en los Estados Unidos que ven que está sucediendo lo mismo en sus comunidades. Si como pueblo de Dios queremos criar a nuestros hijos para que honren y glorifiquen al Señor con sus vidas sin dejar de congregarse para adorar (Heb 10:25), debemos fijarnos el propósito de instruir a nuestros hijos para que adoren (Pr 22:6; Ef 6:4).
El otro día, mi hija y yo estábamos jugando con unos bloques pequeños, y ella me dijo que muevo las manos como mi mamá. Si bien esa afirmación no es importante en sí misma, sí apunta a una realidad que debería afectar la forma en que instruimos a nuestros hijos. Ellos aprenden mucho simplemente al observar. Detectan nuestros movimientos, nuestros ritmos y nuestros hábitos, los buenos y los malos. Quiero que nuestros hijos vean cómo nuestra familia se prepara para el día del Señor, la manera en que priorizamos reunirnos con el pueblo de Dios para la adoración semanal y cómo participamos en la adoración juntos como familia.


Piensa en la última vez que te preparaste para algo especial, tal vez una cena, un viaje o un evento como una boda. Lo más probable es que en cada caso hubo previsión y planificación para garantizar que los horarios, la comida, la ropa y el transporte estuvieran listos. De esa manera, puedes participar de lleno y estar presente junto a tus seres queridos en el evento especial. De modo similar, planificarse para adorar en el día del Señor es una práctica muy útil que también ayuda a instruir a tus hijos para que vean la importancia de esta reunión semanal. La planificación puede incluir elementos como asegurarte de que tus planes para el sábado, especialmente en la tarde, sean propicios para prepararte para el culto (y acostarte a tiempo), preparar la ropa para tus hijos (o para ti) de modo que el domingo en la mañana no tengas prisa, poner la mesa el sábado por la noche para que el domingo sea más tranquilo, y leer el pasaje bíblico que tu pastor planea utilizar para su sermón de manera que tú y tus hijos ya estén familiarizados con él. Incluso ser intencional a la hora de estructurar el culto familiar en la semana para que algunos himnos o la doxología resulten más familiares puede ayudar a tus hijos a prepararse para el canto congregacional. Entiendo que los preparativos para el culto del día del Señor serán distintos de un hogar a otro según la edad de los hijos, cuándo comienza el servicio de adoración y otros factores, por no mencionar el propio estilo de crianza. Aun así, creo que los niños se darán cuenta y se beneficiarán al ver una rutina constante antes del culto del día del Señor que tenga como objetivo instruirlos para que vean ese día como el más importante de la semana.
Las vacaciones de verano son un momento preciado para muchas familias. La escuela terminó, el clima es agradable y el trabajo parece ir lento, lo que lleva a muchos a viajar para crear recuerdos especiales juntos. Me parece lamentable que cuando las familias viajan y hacen planes, algunas dejen de reunirse para adorar en las vacaciones. Mi opinión es que al planificar el viaje uno debe investigar y buscar una iglesia en el área donde va a estar para que la adoración del día del Señor con la iglesia reunida siga manteniéndose y priorizándose. Las vacaciones de verano no deben significar que nos tomaremos un descanso de la adoración corporativa o que pensaremos que enviar a nuestros hijos a campamentos cristianos o clases de escuela dominical es un sustituto adecuado para la adoración colectiva. En cambio, las vacaciones de verano brindan oportunidades para instruir a tus hijos de modo que comprendan y aprecien el hecho de que el cuerpo de Cristo existe más allá de su iglesia local. Además, adorar con otra congregación de creyentes probablemente producirá discusiones buenas sobre lo que aprendieron a partir de la Palabra de Dios, las características de una iglesia verdadera y las diferencias en los estilos de adoración.
Como miembros de la iglesia local, debemos enseñarles a nuestros hijos en qué consiste participar en la adoración de un modo que honre a Dios. Participar significa que estamos reunidos en un lugar, en un momento determinado y con un propósito: adorar a Dios mientras cantamos, oramos, escuchamos y respondemos al unísono a la obra victoriosa de Cristo por Su amada. Llegar a tiempo (si no un poco antes) con la mente y el corazón listos para participar suena simple y fácil, pero puede ser difícil, en especial para las familias con niños pequeños. Sin embargo, el esfuerzo que requiere perseverar y sentarse juntos como familia en la adoración beneficiará grandemente a tus hijos y al resto de la congregación, y glorificará al Señor. Pueden llegar tiempos difíciles, y las lágrimas y frustraciones en esta área no son inusuales para los padres. Sin embargo, cuando estamos cansados, debemos llevar nuestras preocupaciones al Señor en oración, recordar la paciencia del Señor con nosotros y establecer expectativas razonables para nuestros hijos con el aporte y la sabiduría de otros padres.
Oh, cómo nos encantaría a todos ver a los niños de nuestras iglesias, a la próxima generación, amando al Señor, caminando con el Señor y valorando y apreciando la reunión corporativa semanal del cuerpo de Cristo. Es un momento de discipulado y regocijo como ningún otro de la semana donde aprendemos, tenemos comunión y adoramos a Jesucristo, nuestro Salvador resucitado, descansando en Su obra consumada y anhelando Su regreso. Como padres, tenemos la gran responsabilidad de educar a nuestros hijos con este fin, así que debemos depender de la misericordia y la gracia de Dios, pues Él es quien obra en el corazón de Sus hijos (Jn 3:3) y pone un cántico nuevo en sus bocas (Sal 40:3).