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El precursor de la Reforma
2 julio, 2022Fiestas y festivales judíos

Nota del editor: Este es el quinto capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: El mundo judío en los días de Jesús
La ley de Moisés describe las principales fiestas y festivales judíos en tres lugares: Éxodo 23, Levítico 23 y Deuteronomio 16. Éxodo 23 y Deuteronomio 16 se enfocan en los tres «festivales de peregrinación» de la Pascua/Panes sin Levadura, Pentecostés (o Semanas) y la Fiesta de Tabernáculos. La ley exigía que todos los hombres israelitas asistieran anualmente a estas fiestas en el santuario central designado (Dt 16:16). Levítico 23 es una lista más completa de las fiestas, incluyendo la Fiesta de las Primicias, la Fiesta de las Trompetas y el Día de la Expiación. Sin embargo, hay poca descripción de cómo los antiguos israelitas celebraban las fiestas. Sin duda, la manera de celebración cambió con el tiempo, al igual que hemos visto cambios en el culto corporativo cristiano en las últimas dos generaciones.
Además de las fiestas descritas en el Pentateuco, aparecieron otras dos fiestas en la historia posterior de Israel. La primera fue Purim, que celebraba la salvación de los judíos durante la época de Ester. La segunda fue Hanukkah. Los judíos comenzaron a celebrar Hanukkah después de la rededicación del templo tras las depredaciones de Antíoco IV Epífanes. La historia se cuenta en los libros apócrifos de 1 Macabeos (4:52-58) y 2 Macabeos (10:6-8).

Los escritos intertestamentarios nos dan poca información sobre cómo cambió la observancia de las fiestas. La literatura rabínica posterior nos ofrece más detalles. Sin embargo, no está claro hasta qué punto lo que describen los materiales rabínicos caracterizaba al período grecorromano.
De acuerdo con las instrucciones del Pentateuco, la Pascua siguió siendo una fiesta de peregrinación en la época del Nuevo Testamento (Lc 2:41-50). A menudo, toda la familia asistía a la fiesta, en lugar de solo los hombres. Los corderos de la Pascua se sacrificaban en el templo y luego las familias se los llevaban para asarlos y comerlos. Según la descripción bíblica, la Pascua es la noche anterior al comienzo de la Fiesta de los Panes sin Levadura. Éxodo 12 ordena al pueblo comer el cordero asado con hierbas amargas y panes sin levadura. Como la práctica en el período del Nuevo Testamento era observar la Pascua en Jerusalén, los que no podían hacer la peregrinación tendían a centrarse en la Fiesta de los Panes sin Levadura. La eliminación de la levadura en el hogar era un elemento esencial de la fiesta. Incluso hoy en día, los judíos observantes eliminan cuidadosamente toda la levadura de sus casas.
Pentecostés (que significa «cincuenta») tiene lugar cincuenta días después de la agitación de la gavilla de cebada (Lv 23:9-21). También fue llamaba la Fiesta de la Cosecha (Ex 23:16) o de las Semanas (Dt 16:10). En Pentecostés, los judíos leían el libro de Rut durante la fiesta, ya que Pentecostés tiene lugar durante las cosechas de cebada y trigo (Rut 1:22). Como la mayoría de las demás fiestas, excepto el Día de la Expiación, la fiesta era un momento de regocijo. Sin embargo, hay poca información sobre la forma precisa de su celebración. Siempre en domingo en la tradición cristiana, el día de la semana varía en la práctica judía. Nunca se celebra en martes, jueves o sábado. Durante el periodo intertestamentario, los judíos relacionaban Pentecostés con la entrega de la ley por parte de Dios en el Sinaí (quizás basándose en la fecha indicada en Éxodo 19:1). Al igual que la Pascua, Pentecostés era una fiesta de peregrinación en el Nuevo Testamento; Hechos 2 lo deja claro (ver también Hch 20:6, 16).
La Fiesta de las Trompetas, ahora conocida como Rosh Hashaná (que significa «año nuevo»), se celebraba, como al día de hoy, en el mes judío de Tishri. Este momento corresponde en nuestros calendarios modernos desde principios de septiembre hasta principios de octubre. El soplo del cuerno de carnero y una comida festiva son los elementos esenciales de la fiesta. Esta práctica es probablemente muy antigua y es casi seguro que era la práctica en el período grecorromano.
El Día de la Expiación era un día de ayuno y arrepentimiento. De acuerdo al filósofo judío Filón, era observado cuidadosamente no solo por «los celosos de la piedad y la santidad, sino incluso [por] aquellos que no hacen nada religioso el resto del tiempo». Según el libro intertestamental de Jubileos, el Día de la Expiación se originó por los pecados de los hermanos contra José y el dolor que causaron a su padre, Jacob. Hechos 27:9 se refiere al Día de la Expiación como «el Ayuno».
La Fiesta de los Tabernáculos era la siguiente en orden, cinco días después del Día de la Expiación. También era la última de las fiestas anuales prescritas en la ley. Jubileos 16:21-30 identifica a Abraham como el primero en celebrar la Fiesta de los Tabernáculos. Esta referencia refleja la tradición judía de que Abraham fue fiel a la posterior ley de Moisés. De todas las fiestas señaladas en el Pentateuco, esta fue quizá la más grande en la época grecorromana. La literatura rabínica, por ejemplo, muestra que hubo una discusión considerable sobre los materiales que los judíos podían utilizar adecuadamente para construir los refugios temporales conocidos como «tiendas» o «tabernáculos». La literatura rabínica también describe ceremonias acuáticas relacionadas con la fiesta. El origen de estas ceremonias es incierto. Algunos las remontan a Isaías 12:3: «Con gozo sacarás agua de los manantiales de la salvación». O las ceremonias pueden aludir a la provisión de agua en el desierto (Ex 17; Nm 20). Sea cual sea su origen, Jesús hizo uso de ellas en Su invitación a la multitud el último día de la fiesta (Jn 7).
Las fiestas de Hanukkah y Purim se originaron en el período postexílico. Hanukkah es la primera en el orden, siguiendo poco después de los Tabernáculos. El historiador judío Josefo se refiere a ella como la Fiesta de las Luces, mientras que Juan 10:22 se refiere a ella como la Fiesta de la Dedicación. Existen diversas tradiciones sobre el origen preciso de la relación de la fiesta con la luz. Quizás la más popular es que se produjo un milagro que permitió que una pequeña cantidad de aceite proporcionara suficiente combustible para alimentar las lámparas del templo durante ocho días. La celebración comienza el veinticinco de Kislev, que ocurre a finales de noviembre o principios de diciembre en nuestro calendario, acercándose así a la Navidad. Era un momento de gozo y celebración.
La fiesta de Purim celebra la liberación de los judíos en los tiempos de Ester. El mismo libro de Ester no prescribe ningún requisito religioso para la fiesta. Sin embargo, se desarrolló la tradición de leer el libro de Ester en la sinagoga. La gente celebra la fiesta enviando porciones de comida unos a otros y haciendo donativos a los pobres (Est 9:22).
Estas fiestas parecen bastante inocuas en sí mismas, ya que se centran en el regocijo y el festejo. Sin embargo, en casi todas ellas subyace un elemento político. La Pascua celebra la liberación de los judíos de sus opresores señores egipcios. Pentecostés recuerda la entrega de la ley a Moisés, creando así la entidad política conocida como Israel. Los Tabernáculos fueron la primera fiesta de la que se tiene constancia después del exilio (Esd 3:4; Neh 8:14-18). Hanukkah celebra la purificación del templo tras el fin del odiado gobierno de Antíoco IV Epífanes sobre los judíos. Purim celebra la liberación de los judíos de una masacre por motivos políticos y raciales. En el siglo I d. C., los judíos estaban bajo el dominio romano. Muchos judíos estaban resentidos con la dominación romana, por considerarla una continuación de la historia de opresión que habían sufrido en el pasado. Como tres de las fiestas fomentaban la peregrinación a Jerusalén, lo que reunía a grandes multitudes de judíos celosos, siempre existía el peligro de un levantamiento. Fue la razón que los sacerdotes dieron inicialmente para no querer procesar a Jesús durante la Fiesta de la Pascua (Mt 26:5).
Las fiestas tenían un carácter político, así como un elemento de expectativa mesiánica. Moisés y Elías eran considerados figuras de importancia mesiánica. La celebración de las fiestas siempre traía a la mente a Moisés, lo que estimulaba la esperanza de un profeta como Moisés (Dt 18:15-22; 34:10). David, Leví y la figura del hijo del hombre de Daniel 7 alimentaron la especulación mesiánica. Las esperanzas y expectativas de liberación del dominio romano colorearon todos estos elementos mesiánicos con fuertes connotaciones políticas. Aunque muchos judíos no reconocieron a Jesús como el Mesías predicho en el Antiguo Testamento, algunos sí lo hicieron. De lo contrario, no tendríamos un Nuevo Testamento. El resto, sin embargo, continuó incitando a la esperanza de un derrocamiento del dominio romano. Los acontecimientos del año 70 d. C. y la destrucción de Jerusalén aplastaron inicialmente estas esperanzas. La derrota de la rebelión de Bar Kokhba hacia el año 135 d. C. puso fin a esas esperanzas. A partir de ese momento, la observación de las fiestas judías se convirtió principalmente, si no exclusivamente, en una observancia religiosa, con mínimos matices políticos.